Niñerías - XXX

Omg, el capítulo 30 en números romanos son tres XXX lol, bueno ._. muchas cosas están por pasar. Quería empezar agradeciendo a cada uno de ustedes por seguir leyéndome pese a que no estoy muy metida en todo esto, como dije, mi vida está cambiando y mis hábitos también. Los quiero y extraño.

Tom accedió y luego de minutos estaba en la casa de Bill sentado en la sala mientras éste estaba en la cocina preparando un emparedado como esos que a Tom le gustaba y sí, tenía kétchup en casa solo por Tom.

Tom suspiraba muchas veces, estaba ansioso y no dejaba de mover sus piernas. Temía por Simone en cierta forma, presentía que ella podría ver a través de sus ojos y descubrir sus sucios secretos, casi podía adivinar que no le permitiría quedarse en esa casa cerca de Bill y ese simple pensamiento lo tenía sumamente nervioso.

Bill regresó y le dio de comer sentándose a su lado, él también lucía nervioso y Tom pudo ver que tenía algo que decirle.

—Habla ya —dijo Tom rompiendo esa tensión—. De todas formas sé que no podré quedarme…

—No es eso, no. —Tom lo miró serio y Bill bajó la cabeza—. Puedes quedarte, pero… lo siento, yo me precipité, Tom, dije que sí cuando no debía, lo siento.

Tom no sabía cómo procesar todo eso ni mucho menos expresarle sus sentimientos, solo enmudeció y dejó de verlo. Bill se sintió culpable, no sabía qué hacer para cambiar eso, para que Tom no se sintiera rechazado.

—Bien, creo que es hora de irme —dijo Tom. Quizá necesitaba de algo así para darse cuenta que Bill no era para él, que pese a todas sus ganas e intenciones no lograría su cometido. Y en parte sintió alivio.

—Espera… no, no quiero que te vayas. —Bill extendió su mano y tomo la de Tom para luego mirarlo.

Tom se extrañó mucho de su mirada, era distinta a las otras veces, era como hacía algunos días cuando lo había besado y en cierta forma despertado su deseo. Tom ladeó la cabeza analizando eso, no era la primera vez que se encontraba en una situación similar, él podía entender muy bien el lenguaje corporal cuando era una invitación para algo más en el sentido sexual. Bill estaba así.

—Creo que tu madre me matará si me quedo.

—¿A dónde irás? Ella entenderá. —Tom no tenía a dónde ir y Bill pudo darse cuenta. Pero por otro lado Tom sabía que si se quedaba lo metía en problemas con su trabajo y además de eso no sabía si podía contenerse más en hacerlo suyo.

—Hay algo que debes saber. —Bill se inquietó.

—Dime.

—El señor Arthur sabe que estuve aquí la semana pasada, nos siguió por órdenes de mi jodida madre y ahora me ha amenazado, me ha dicho que si me ve cerca a ti o se entera que sigo en tu casa te acusará con mi mamá y perderás el trabajo.

—No puede ser… —dijo angustiado. Tom observó eso y no sabía cómo reaccionar, no era justo que lo metiera en problemas de esa manera, amenazando su trabajo—. Debemos buscar una salida.

—¿Salida?

—Sí. No quiero que te vayas y tampoco quiero perder mi trabajo, quiero que estés aquí.

—Pero Bill…

—No se diga más. —Bill se lamió sus labios casi inconscientemente, tenía unas ganas de besarlo, pero no lo haría. Lo que no sabía era que Tom podía percibir sus ganas y sonrió pícaro—. ¿Qué da risa?

—Nada. ¿Tu mamá está?

—Sí. ¿Te quedarás, no es así? —preguntó con una sonrisa y Tom se puso serio.

Tom quería quedarse y es que no tenía otro lugar a dónde ir, el detalle estaba en Simone. Casi podría predecir que esta vez ella no lo permitiría y estaría siempre al tanto de su presencia en la casa y Tom detestaba la supervisión y cuando le ponían límites.

Bill lo miró casi suplicante, extendió una mano y la puso sobre el muslo de Tom volviendo a preguntar si se quedaría y que su casa era como la suya, que podía quedarse sin problemas o condiciones.

—¿Sin condiciones? —preguntó mirándolo fijamente.

—No quiero ponerlas.

—¿Ni que vaya en la noche a tu habitación a hacerte mío? —Bill se sobresaltó en su asiento, no había pensado en ese gran detalle y se puso rojo de vergüenza no tanto por lo que Tom había preguntado, sino en lo que estaba comenzando a sentir, ese calorcito especial que le impulsaba a querer decirle que no importaba eso, de que cada vez que lo pensaba más, había llegado a la conclusión de que en algún momento eso pasaría porque él le gustaba mucho. Pero debía ser cuidadoso, ya Simone le había advertido.

—Ya advertí sobre eso, sabes que no… —dijo inseguro, pero al menos se mantendría firme en su palabra por más que deseaba lo contrario.

Esta vez Tom no insistió, solo se quedó sentado a su lado con la mirada fija. Bill volvió a relamerse los labios y eso no pasó nada desapercibido por el otro quien lo jaló del brazo para plantarle un beso en los labios lo cual sorprendió mucho al menor.

Otras veces hubiera empujado a Tom o forcejeado para liberarse y luego, agitado, le hubiera gritado, o se hubiera levantado de ahí para botarlo de su casa. Pero nada de eso pasó, solo se rindió y se dejó ser presionado por el cuerpo del otro en el sofá, eso causó que Tom se empeñara más en besarlo con más ganas y casi sonrió en los labios de Bill cuando éste rodeó con sus manos su cuello para dejarse besar aún más, abriendo un poco la boca y cerrando muy bien los ojos.

El beso terminó cuando Tom lo alzó un poco y lo sentó en sus muslos, entonces Bill abrió los ojos y apoyó su frente en la de él.

—Te quedarás… —dijo jadeando y Tom asintió.

—Me quedo.

Tom se sentía un poco extrañado. Si bien era cierto que se sentía cómodo junto a Bill, no quería ver a Simone, pero ya que había aceptado quedarse, de seguro la vería seguido y ahora sí que no podía agradarla porque no tenía ningún céntimo, ni siquiera tenía el valor para pedírselo a Bill, sin embargo, esa noche dormiría en una cama y estaría agradecido por eso.

Bill le dio un par de besitos y se levantó de ahí, le dijo a Tom que debía dormir y justo cuando hablaban sobre eso, Simone se asomó por las escaleras con una cara seria. Bill subió enseguida para hablar con ella.

—Hum, puede quedarse, ¿no es así? —preguntó un poco avergonzado, Simone vio por encima de su hombro a Tom parado en la sala quien la miraba bastante nervioso.

—Claro que sí, pero ya sabes lo que hemos hablado. —Bill asintió y tenía una enorme sonrisa en sus labios que terminó alegrando a su mamá—. ¡Bienvenido de nuevo, hijo! —exclamó ella y Tom sonrió agradecido.

Simone regresó a su habitación y abajo, Bill no podía estar más contento.

—¿Te diste cuenta, Tom? A ella le simpatizas…

—No lo sé, no quisiera que sospechara de que yo… ejem, que quiero contigo. —Bill bajó la cabeza.

—Ella lo sabe… pero tú y yo no somos nada. —Miró a Tom para ver su reacción y éste estaba serio mirándolo a los ojos—. Nada aún…

En realidad Tom quería tener la certeza de que Bill estaría a su lado y poco le importaba los formalismos, si eran o no pareja, eso era secundario. Le bastó ese último beso para darse cuenta de que Bill le seguía correspondiendo.

En cambio Bill, él se sentía cómodo de no estar con Tom, pero a la vez tener esa certeza de que lo seguiría viendo y conociendo más, y que en el futuro podrían formalizar.

Los dos, entre sonrisas, risas y empujones; subieron arriba, ya era tarde y al menos Bill sentía que debía descansar.

Le mostró el proyecto de investigación ya terminado y listo para presentar y luego de eso, le dio un beso en los labios como buenas noches. Eso sorprendió un poco a Tom quien debió hacer puños sus manos para no tocarlo más de la cuenta, se conocía y sabía que podía perder el control… y si Simone lo echaba de casa dormiría bajo un puente.

Tom salió y se encerró en el baño, lo prefirió así.

Bill, en su cama, daba vueltas y vueltas desacomodando todo. Sentía mucha ansiedad y no podía estar tranquilo sabiendo que a metros y separados por una pared, Tom yacía en la otra habitación, solito.

—¡Qué me pasa? —se preguntaba una y otra vez. Apenas un día había pasado desde que le había advertido que nada pasaría entre ellos dos y ya le quitaba el sueño con su sola presencia.

Se levantó y juró ir por un vaso de agua, solo eso ya que repentinamente tenía sed. Salió de su habitación y cuando se dispuso a bajar las escaleras, con las piernas temblorosas, retrocedió y caminó lento por el pasillo hacia el cuarto que ocupaba Tom y se detuvo en la puerta.

Su cabeza dio vueltas mientras tomaba el valor de entrar… Se puso a pensar en si alguna vez había hecho algo semejante y no, era la primera vez que se aventaba a hacer una travesura de esa magnitud.

Abrió la puerta y Tom estaba dormido, pero apenas vio un poco de luz entrar por la puerta y la silueta de Bill delinearse en la entrada, se puso en alerta y abrió los ojos removiéndose en la cama.

Bill lucía frágil y muy lindo con ese cabello suelto y el suave pijama gris que tenía de mangas largas las cuales había jalado y las estrujaba en sus manos mostrando su nerviosismo. Tom no decía nada, solo se destapó un poco y extendió una mano en la casi oscuridad.

—Yo… —Bill quería decir algo, pero exactamente no sabía qué.

Avanzó con el corazón latiendo a mil por hora y la puerta se cerró despacio a su espalda. Volteó a verla y se sintió muy pequeño, regresó la vista al frente y terminó por avanzar hacia la cama.

Tom no iba a esperar nada, todo estaba muy claro para él y con una sonrisa en sus labios logró coger a Bill de la mano para jalarlo bruscamente a su cama.

—Espera, espera —dijo en un susurro pero muy rápido. Tom rió y se tranquilizó un poco. Bill se sentó a su lado.

—¡Qué te trae por aquí? Estás jugando con fuego, ¿lo sabías? Luego no te quejes cuando no pueda parar. —Bill se mordió el labio fuertemente.

—No sé qué me pasa —fue lo más sincero que había dicho.

Tom pudo ver sus labios temblar y cuando tocó ambas de sus manos, estaban frías y temblorosas, no lo entendía, ¿por qué tanto nerviosismo?

—¿Sabes?, creo que te aprisionas tú mismo.

—¿Ah?

—Te limitas a experimentar cosas nuevas, solo sentir el momento. Siempre andas complicando todo con sentimentalismos y niñerías. Sé que me deseas tan igual como yo a ti en estos momentos, ¿qué impide que apegue tu fuego en este momento? —Bill se angustió un poco y quiso irse de ahí, pero Tom no lo dejó, apretó más sus manos.

—No quiero que me hagas daño…

—Sabré ser cuidadoso, sé que es tu primera vez.

—¡No! No me refería a ese daño en concreto —dijo sonrojado—. ¿Por qué siempre tienes que verlo desde ese punto? —reclamó frunciendo el ceño y Tom rió un poco—. Me refiero a otro tipo de daño… el que hagas con mi corazón.

—Bah, ¿lo ves? Lo complicas todo.

—Si ahora tú y yo… si tú… si lo hacemos ahora, ¿qué pasará después? —preguntó muy bajito.

—Lo haremos otra vez y otra vez hasta que seas un experto como yo —contestó de lo más fresco y quiso darle un beso cosa que Bill no se dejó.

—Espera, no, estoy seguro que te aburrirás de mí o algo pasará.

—Piensas muchas cosas negativas en vez de ver las positivas —dijo serio y mirándole a los ojos.

—No quiero, Tom —susurró nervioso—. No lo hagas.

Tom no lo haría, no porque no lo deseara, ya casi tenía una erección muy grande en sus pantalones que por cierto eran los jeans con los que había entrado a la casa, no se los había quitado, sino porque sabía que podría causarle un daño si lo forzaba.

Buscaría la forma de hacerlo caer por sí solo y no lo forzaría. No “a las malas”.

Bill terminó sobre Tom, con ambas piernas a ambos lados de su cintura. Se balanceaba mientras Tom lo besaba y terminaba de jalarlo hacia la cama. Le encantaba sentir su cuerpo temblar con cada toque. Había dejado sus manos libres y ahora tocaba su cintura, incitándolo a mecerse más contra él, a friccionarse.

—No… —dijo jadeante.

—¿No qué? —preguntó en su oído—. ¿No esto? —Lo alzó un poco y luego lo bajó alzando su pelvis, Tom sintió lo abultado en su pijama y escuchó un gemido que le encantó.

Bill no pudo evitar abrazarlo más, sabía que pasaría lo de la otra vez, solo que ahora estaba más cómodo en la cama y la oscuridad ayudaba en cierta forma.

De un momento a otro, Tom le había quitado la parte de arriba del pijama y él también estaba semidesnudo, Bill no podía pronunciar palabra alguna, se movía de arriba hacia abajo cada vez más buscando friccionarse más y jadeaba en los labios de Tom.

Bill acariciaba su corta cabellera rubia y casi lo arañó cuando sintió a Tom besarle en el pecho succionando una de sus tetillas.

—Tom… —se quejó cuando éste lo mordió, pero claro que Tom sabía que no se quejaba en serio, pudo percibir lo mucho que le gustaba ese gesto así que lo repitió varias veces hasta que Bill terminó recostado en la cama con Tom sobre él—. No, espera —dijo angustiado y Tom se detuvo—. No podré parar después.

Tom sonrió, de cierta forma le gustaba su actitud, era como experimentar algo nuevo que lo privaba de acción, no era como estar con sus anteriores amantes y que la situación se saliera de control y ambos terminaran satisfechos, no. Bill era difícil y eso lo hacía una meta alta.

—No haré nada que no quieras…

—Es que quiero, pero luego me arrepentiré. —Tom tragó saliva, desde hacía tanto había esperado por ese “sí quiero” y sonrió emocionado, pero con malicia. Bill, a pesar de la oscuridad, pudo darse cuenta de esa sonrisa y temió cosa que Tom notó.

—Entiendo —dijo con suave voz—, hoy no haremos nada, ¿te parece? Hoy solo te besaré como la otra vez.

Bill no pudo decir ni sí ni no, ya Tom lo besaba y terminaba de sacar sus suaves pantalones entre negativas débiles de parte de Bill.

Otra vez desnudos, los dos casi al mismo tiempo y Bill se sintió perdido, sin fuerzas para decir un no y salir de ahí. Le gustaba tanto Tom que terminó acariciando su rostro con ambas manos. Había poca luz blanca entrando por la ventana, luz de las farolas de la calle y hacían brillar los ojos de Tom.

—Tom… —quería hablar, decirle tantas cosas, pero no sabía ordenar sus pensamientos y se sentía en una nube placentera que cada vez que abría la boca, gemidos escapaban de ella—. Mi Tom… ¿verdad que eres mío? —Tom sonrió un poco y luego ocultó su rostro en su largo cuello y Bill le hacía espacio ahí para que sus labios le recorrieran como mejor le parecía.

—Si quieres lo seré —susurró y Bill siguió acariciando esta vez su cabeza y parte de su espalda.

Tom se irguió y sorpresivamente apoyó ambas manos en las rodillas de Bill. Sus piernas estaban flexionadas y Tom estaba entre ellas. Apenas en la oscuridad podía notarse su silueta y todo parecía verse como en una película blanco y negro.

Se agitó y casi se desesperó cuando Tom las abrió y se inclinó entre ellas. Bill apoyó ambas palmas de sus temblorosas manos en la cama y se irguió un poco, pero Tom presionó su vientre indicándole recostarse otra vez cosa que Bill no hizo.

Abrió la boca de la sorpresa al sentir a Tom entre sus piernas, tomando su miembro ya erecto y luego cómo lo hundía en su boca. Sus manos apretaron las sábanas y sus piernas temblaron aún más, de su garganta salió un gemido que luego calló mordiéndose los labios, era peligroso… Su madre estaba a metros de la habitación y podía oírlo.

—Estás loco, estás demente —susurró agitado, tratando de removerse, pero Tom no lo dejó. Bill casi puso los ojos en blanco. Delicioso calor y cómo todo temblaba enloqueciéndolo.

Cayó a la cama otra vez y solo se contoneaba y movía las piernas disfrutando lo que Tom le hacía y para Tom cada gesto, cada sonido y cada reacción era su recompensa.

Nunca antes lo había hecho con un chico, y si se lo hubiera planteado, estaba seguro que jamás hubiera sido capaz de hacerlo, entonces, ¿por qué lo hacía? No lo sabía, simplemente disfrutaba al saber que era el primero en hacerle algo así a Bill.

Probó a Bill, lo saboreó y luego se lo pasó. Bill no era consciente de eso, solo se había quedado aun disfrutando de la sensación post orgásmica más intensa de su vida y su cuerpo vibraba ante eso. Tom se recostó a su lado luego de haberse masturbado y terminado. Bill abrió los ojos y lo miró con la poca luz entrando por la ventana, se preocupó pensando que solo él había gozado y quiso bajar una mano hacia la entrepierna de Tom pero éste no lo dejó y le susurró un: “Estoy bien”.

—Me gustó mucho —dijo Bill acomodándose en el pecho de Tom y sintió un beso en su cabeza.

Sonrió para sí mismo. Quería revelarle que había pensado que solo era puro deseo lo que sentía por Tom, sin embargo ya no era solo eso, no sabía cómo lo explicaría, pero su corazón aún latía fuerte por ese chico sin casa.

*suspiro* llegamos al desenlace, gente, ya vamos en la cuenta regresiva. En el próximo capítulo, alguien hablará con Tom o_o