Niñerías - XXXI

Hola a todos *-* Vuelvo a las andadas de escribir porque me nace hacerlo. Este capítulo se lo dedico a alguien especial: Zuii, por el cariño, jamás habían tenido tan lindo detalle conmigo, gracias por esa demostración<3 Y pues, ¿qué decirles del capítulo? Creí que alcanzaría lo de la "conversación" con una mujer, pero no alcanzó, así que lo dejo para el siguiente capítulo. Besos<3

Bill estaba muy cansado, luego de haber experimentado eso, lo único que quería era dormir y así había pasado. Sobre el pecho desnudo de Tom, yacía su cabeza y de rato en rato de movía acomodándose más.

Tom tenía los ojos muy abiertos y en cierta forma estaba incómodo no precisamente por Bill sobre su pecho, era otra cosa que no podía darle nombre. Como ya se había mencionado, Tom nunca había dormido tan cerca de otra persona como en ese momento. Siempre, luego de una experiencia así o más intensa, se levantaba e iba al baño a asearse y luego buscaba la forma de descansar sin pensar en cómo estaba su acompañante, sin complicaciones, y pensar en eso le había quitado el sueño.

Se removió de tal forma que Bill fue a su lado en la almohada y gimoteó buscando descansar, Tom lo dejó ahí y pestañeó seguido mirando hacia el techo blanco de esa habitación.

«…qué mierda hago acá», pensó frunciendo el ceño; «qué tiene Bill que no tenga cualquier otro », giró su rostro para verlo, la luz reflejaba su rostro lleno de paz, sus delicadas facciones semejantes a las de una chica, pero con gruesas cejas, su hermosa cabellera negra resaltaba en la blanca almohada y Tom se sintió perdido y casi hipnotizado, «… eres jodidamente perfecto», y luego de pensar eso, cerró los ojos para buscar dormir, «uno de estos días no podré y serás mío, se moleste tu madre o no, lo serás y me saciaré contigo».

Las horas pasaron y Bill despertó muy de madrugada. Sentía su cuerpo extraño y pesado, como quien sale de una piscina luego de horas de relajo. Gimoteó con pereza, pero vio bueno despertarse de una buena vez para ducharse y estar listo para ir a la escuela.

Sintió algo de vergüenza al sentarse y hallarse completamente desnudo, no quería despertar a Tom y que lo mirase en esa condición, así que tomó su ropa interior que halló sobre la cama y comenzó a ponérsela hasta que escuchó un suspiro extraño de parte de Tom. Giró su rostro y lo vio muy despierto mirando su piel.

—Buenos días… —dijo nervioso y Tom aún lo miraba de esa manera particular, deseándolo—. Hum, ya me voy a mi cuarto.

Antes que pudo ponerse en pié, Tom tomó su brazo de manera sorpresiva y lo jaló a la cama para darle un beso. Bill se asustó un poco por la energía que Tom proyectó, pero luego de aquel beso suspiró hondo dándose cuenta que estaba sumergido en algo de la cual no podría salir fácilmente.

—Te estaré esperado —dijo Tom con voz ronca y Bill se separó.

—Tom, si mi madre se entera…

—Lo sé, tranquilo. He pensado regresar a mi casa en la mañana, debo sacar dinero.

—Si necesitas puedo prestarte.

—De ninguna manera, debo ver eso yo mismo. —Había tenido un sueño malo, robaría; total, hasta pensó que sus padres no se darían cuenta.

—¿Y si trabajas? —preguntó Bill con una sonrisa terminando de ponerse el pijama, pero su sonrisa decayó luego de ver la mirada que Tom puso—. Lo siento, creí era buena idea, pienso que es buena idea.

—No caeré en la trampa de mis padres, tú no entiendes de qué va todo esto.

—Lo siento, yo solo quise ver una salida.

—Hiciste mal —contestó seco y Bill no supo qué decir, solo frunció el ceño y se levantó de ahí.

 ~*~

Toda la mañana Bill se la pasó tratando de concentrarse en sus estudios. Él siempre había sido un estudiante modelo, ni siquiera había tenido la necesidad de estudiar para los exámenes, siempre había sido fácil aprender y ahora estaba en una nube de confusiones y en especial de sentimientos.

Cada vez que pensaba en Tom y lo que había pasado en la noche, unos retorcijones en el estómago venían sorpresivamente así como un nerviosismo que le provocaba mover las piernas o comerse el lápiz. Y luego pensaba en que debía concentrarse, pero miraba su cuaderno o libro de clases y no podía, recordaba las caricias y lo que Tom se había atrevido a hacerle, esa sensación húmeda de su boca centrada ahí, en lo más sensible de él lograba enloquecerlo y tener que dar golpes en la mesa para evitar seguir pensando o entraría en calor.

—Por favor, entreguen los trabajos —habló la vieja profesora y todos se levantaron uno a uno a entregar sus investigaciones.

Bill vio por última vez el folder de su trabajo y lo ojeó solo para suspirar viendo esa letra redonda y tan bonita además de los dibujos que ahí había. Se dio cuenta además de que su trabajo era el más grueso de todos. Lo dejó en el pupitre de la profesora y sintió pena.

Nicole, como era de esperarse, se había cambiado de lugar, pero lo andaba observando. Bill pasó por su lado y le tocó el hombro para saludarla.

—¿Estás bien? —preguntó con preocupación y ella le volteó el rostro—. Vamos, no puedes estar todo el tiempo así, eres mi amiga.

—Aléjate de mí —contestó fría y Bill se angustió.

Suspiró regresando a su sitio, sin Nicole se sentía solo en clase.

No veía la hora de que todo terminara y así poder regresar a casa, dar un beso a Tom y salir al trabajo.  

~*~

Tom bajó de la habitación luego de haber dormido un poco más, esperaba no ver a Simone por ningún lado y así poder escapar a su casa un momento para robar dinero. Pero cuando bajó, Simone lo llamó a desayunar y Tom tuvo que acceder.

Le era incómodo estar a su lado, no sabía qué decir y ella solo lo observaba aunque luego tuvo que ir a la cocina para sacar las galletas del horno, preparaba muchas y eso llamó la atención de Tom quien, luego de desayunar y llevar los platos a la cocina, decidió preguntar.

—¿Galletas para algún negocio?

—No hijo, son para una actividad. Verás, en el barrio tenemos organizado una fraternidad, no es algo religioso porque somos de varias religiones y ninguna iglesia se quiere prestar a la obra, ya sabes, siempre quieres resaltar su nombre sino no hacen nada. Hace años tenemos el grupo de ayuda y organizamos diversas actividades… —Ella seguía hablando y Tom trataba de comprender eso, le era difícil poder distinguir qué era ya que intentaba verlo como negocio, pero al parecer no lo era, entonces quizá una obra de caridad.

—¿Caridad para los más necesitados? —preguntó interrumpiéndole con la finalidad de entender y Simone rió.

—Ninguna persona necesita caridad, Tom, eso las hace sentirse miserables, ninguna persona merece sentirse así. Hacemos actividades en favor de la sociedad, como cualquier ser humano lo haría.

Cualquier ser humano, menos Tom y no le entraba en la cabeza hacer semejante cosa. Vio cómo Simone metía las galletas en unas cajas y luego esas cajas en otras más grandes. Tom dio un paso atrás, pero ella lo miró fijamente.

—Eres joven y fuerte, ¿no quieres ayudarme? ¿Tienes tiempo? —Tom tragó saliva, quería decirle que no, que prefería ir a su casa a solucionar sus problemas, que solo estaba ahí por Bill, porque quería hacerlo suyo fuertemente una de esas noches y no quería cuestionamientos de parte de Simone. Pero no podía decir todo eso, solo sonrió de lado y un poco tartamudeando y nervioso asintió.

—Bueno —fue todo lo que dijo y Simone sonrió.

Lo siguiente que pasó fue que Tom tuvo que cargar las cajas de galletas cuando un auto llegó a casa y unas cuatro señoras, igual que Simone de risueñas, le salieron al paso.

—Él es Tom, amigo de mi Bill y es amable —lo presentó Simone y las demás señores le sonrieron.

—¡Qué joven más guapo! —dijo una más viejita y Tom rió disimulado.

Estaba nervioso porque en su mente, todas las señoras eran como su abuela de calculadora, o como su madre de fría u observadora, para él las mujeres eran así por eso se relacionaba con las divertidas ofrecidas ya que esas no eran de darle problemas.

Tras ese auto había otros más y cada uno llevaba algo en especial, Tom pudo darse cuenta de que eran varias personas entre hombres y mujeres quienes iban a algún lugar para hacer algo. Simone se sentó a su lado en el auto porque lo vio extrañado y confuso, ella le explicaría algunas cosas.

—… nosotras iremos con los ancianos, hay otros grupos que se encargan de otras cosas, pero a nosotras nos gusta visitar a los más olvidados.

—¿Y le dan galletas y cosas?

—No siempre, no todos necesitan cosas como donaciones, en su mayoría no, solo compañía y compartir algo entre todos. Algunos necesitan ayuda con sus cosas, como por ejemplo sus jardines, ellos ya no pueden arreglarlos y nosotros le ayudamos.

Tom disimuló una sonrisa, él no entendía eso, o sea, no entendía el deseo que tenían todas ellas en ir a casa de ancianos amargados para alegrarles el día, ¿acaso eran payasas? Pero ya estaba ahí metido y como el hombre que era, tuvo que ayudar a bajar las cajas de cosas cuando llegaron a una casona vieja. Tom detestaba el trabajo físico, era el peor para él, pero no podía quejarse, debía mostrarse amable.

Una anciana salió de la casa emocionada hasta llorar, Tom la vio como una loca ya que llorar por visitas era raro, pero las señoras la entendían.

Entraron a su casa y Tom fue con ellas un poco incómodo. Las señoras hablaron con la anciana de muchas cosas que él no entendía y luego Simone se acercó a Tom y le susurró al oído si podía ayudar con el jardín.

Minutos más tarde, algunas señoras y Tom limpiaban el jardín de la mala hierba y volvían a plantar más rosas luego de podarlas.

—¿Sabes de computadoras? —le preguntó una de las señoras y Tom asintió—. Te necesitan dentro. —« Oh, qué genial», pensó Tom sin ánimos.

—… mi hija me compró este aparato ya hace meses, me dice que podré ver a mis nietos por esto —señaló una cámara—. ¡Pero no puedo! Creo que se ha quemado. —Tom puso los ojos en blanco al escuchar a la anciana—. No prende.

Tom se agachó a ver los cables y claro, había uno roto, estaba roído. —Señora, tiene ratas —dijo y la anciana gritó.

—¡Nunca he visto una!

—Como sea, su cable está mordido. —La otra señora que estaba a su lado se inclinó y le pidió si podía arreglarlo, Tom suspiró y solo pidió un alicate.

Estaba aburrido, haciendo y haciendo cosas por mandato. La anciana se le acercó y le dio chocolate caliente sonriéndole amable, Tom solo asintió agradecido. Conectó la computadora y la anciana se emocionó al poder entrar al programa para ver a su familia. Se quedó ahí sentada en la computadora.

—Hace meses no tiene contacto con sus seres queridos —le dijo Simone a Tom y éste la miró—. Por un simple cable pudiste darle la oportunidad de sonreír otra vez. —Esas palabras lograron mover algo dentro de Tom, él no lo había visto de esa manera, estaba aburrido por tener que hacer cosas aburridas, pero no se había puesto a pensar en lo que en realidad estaba haciendo y lo que eso significaba, el simple hecho de ayudar sin interés alguno.

Luego de esa casa fueron a otra aún peor, el anciano estaba loco prácticamente y no quería salir, les lanzaba cosas a través de su ventana, pero ninguna de ellas se molestaba excepto Tom, estaba airado porque una zapatilla apestosa lo había golpeado.

—¡Queremos ayudar, no lo entiendes! —gritó Tom y Simone lo jaló.

—No es la forma, Tom, tranquilo. —Tom se alejó un poco de ellas, no las entendía.

Los minutos pasaban y las señoras lograron convencerlo de abrir la puerta. Adentro era un completo desastre y el señor era de tener dinero, eso se veía en los sofisticados muebles que tenía y la decoración, aunque antigua.

—… no quieren venir, cuando llamo no vienen —se quejaba el anciano refiriéndose a las señoritas de limpieza. Es que por su especial carácter, nadie quería asomarse a esa casa. A Tom le asustó sus manos temblorosas y lo horrible de su aspecto, sin cabello pero sí con barba larga como papa Noel—. Tú, eres desagradable —señaló a Tom—. Me gritaste, ¿qué te crees? No quiero que esté aquí.

—Señor Hans, descuide, Tom es tan amable como nosotras y solo ha venido a ayudar, no lo eche —dijo Simone y Tom sintió rabia, estaba ahí por ayudar y el anciano horrendo lo quería echar, apretó sus puños controlando su cólera.

Simone tocó su brazo y lo miró. —¿Nos ayudas?

—¿Qué van a hacer?

—Arreglar este desastre. —Tom cerró los ojos por un momento.

Nunca en su vida había barrido y fregado los pisos como esa mañana. Tom rió al encontrar algo de pornografía entre las cosas del anciano y éste se acercó recogiéndolas entre risas nerviosas.

—Tú me entiendes, ¿cierto? —susurró el anciano cómplice.

—Claro. —Rió Tom.

—Solía tener muchas mujeres, si supieras jovencito, era el rey del sexo, ellas me buscaban… —comenzó a hablar mientras Tom terminaba de poner la basura en unas bolsas negras. Extrañamente se interesó en su relato—. Tuve tantas y hasta hijos con varias de ellas, pero eran interesadas en mi dinero, ¡malditas perras del demonio! Todas ellas se interesaban en el sexo y en el dinero, pero solo una, mi amaba Mariana, solo ella me amó tal como era, un perro faldero, solo ella vio mi corazón, pero murió de una manera horrenda… —Comenzó a llorar y Tom no sabía qué hacer, solo estaba mudo mirándolo—. La extraño mucho… la única que me amó.

—Lo siento —dijo Tom.

—No desperdicies tu vida, muchacho, eres tan joven; mujeres habrán como la arena del mar, pero el amor verdadero solo se presenta una sola vez.

Tom salió más extrañado de esa casa, lo peor fue que al señor le dio un ataque de algo y las señoras tuvieron que refugiarse fuera de la casa llamando a un psiquiatra.

—Pobre señor Hans, ya necesita medicación con urgencia… —dijo Simone mientras escapaban de sus gritos.

Un psiquiatra llegó y pidió a Tom, por ser varón, le ayudara a sostener al señor Hans para aplicarle un tranquilizante.

—Dice tener muchos hijos, ¿dónde están ellos? —preguntó Tom al doctor en cuando el anciano se adormeció en el sofá.

—Lo han olvidado… 

~*~

Bill regresó a casa, pero no encontró a nadie, solo algunas galletas y supo que su mamá se había ido con las mujeres de la fraternidad y sonrió ante eso. Su mamá solía trabajar en una biblioteca eventualmente, pero ni Gordon, ni nadie le había podido quitar el deseo de hacer algo por los demás. Bill estaba acostumbrado a eso y muchas veces la había acompañado en eso.

—¿Tom? —llamó pensando que quizá estaba y como su mamá no, quería aprovechar ese tiempo para estar con él, pero no lo encontró. Suspiró y almorzó galletas. Debía ir al trabajo.

Extrañaba a Liam, esperaba encontrarlo mejor y poder tener una tarde sin complicaciones.

Lo primero que encontró fue a la señora Dunja esperándolo.

—Mi hijo no está bien, algo pasa —dijo bajito y lo jaló hacia la oficina de su esposo cerrando la puerta. Bill estaba nervioso por verla así—. Verás, está demasiado rebelde y me temo que es influencia de Tom, no quiero que vea a su hermano porque cada vez está peor.

—Señora Dunja, disculpe mi atrevimiento, pero creo que no es por Tom, es por otra cosa. —Dunja se puso seria y lo observaba fijamente.

—¿Qué es? —Bill se puso muy nervioso pues no quería acusar a nadie.

—Su familia… —dijo con labios temblorosos y Dunja frunció el ceño.

—¿Sabes todo lo que hacemos por él? No tienes idea. No pude dominar a mi hijo mayor y éste pequeño quiere ser como él —dijo dándole la espalda, estaba en cierta forma perturbada—. Advertí al señor Arthur que Tom no se vuelva a acercar a mi pequeño Liam, ahora te hago la misma advertencia, si eso pasa, llámame o llama al señor Arthur, él ya sabe lo que tiene que hacer.

Bill no sabía qué decir y no lo hizo. Salió de ahí y subió las escaleras para buscar a Liam, éste estaba en su habitación y cuando lo vio, corrió a su encuentro aferrándose a su cuello.

—¡Bill! ¡Bill! —Reía emocionado.

—Te extrañé, pequeño.

Bajó con él para hacer las tareas. Lo veía inquieto y distraído, algo que estaba empezando a empeorar día a día, para Bill era difícil trabajar con alguien así y tuvo que correr tras él cuando fue al jardín.

—¡Ya basta, Liam! —gritó molesto cuando éste le estaba pateando porque no quería entrar a dentro a terminar sus tareas—. ¿Qué pasa contigo? ¿Por qué me pateas? No te hice nada, mírame. —El pequeño parecía poseído y con los ojos oscuros de un sentimiento nuevo, el odio.

—¡Me cansé! ¡Me harté de hacer tareas, no lo haré más, me entendiste!

Estaban en el jardín y la puerta se abrió, era Tom quien entraba muy rápido y parecía estar airado. Bill tomó a Liam de la cintura antes de que quiera correr hacia Tom.

Casi corrió entrando a su casa, Tom no quería ver a Liam, ni a Arthur, ni a Bill, a nadie ahí. Había recibido la llamada de su abuela quien le había dado un ultimátum de todo y lo había citado a conversar, Tom había tenido que dejar a Simone y sus visitas a las demás casas.

—¡Es mi hermano! —gritó Liam.

—Espera… —dijo Bill sosteniéndolo y forcejeando con él para que lo viera a los ojos y se calmara, Liam parecía estar como loco.

Lo siguiente que se escuchó, fue una pelea en la sala. El señor Arthur había salido con toda la intención de echarlo a como dé lugar, era órdenes de la señora Dunja que debía cumplir.

—¡Estoy aquí por mi abuela! —gritó Tom en cuanto había recibido un golpe en el rostro. El señor Arthur tenía un fierro en la mano con el que pretendía echarlo luego de que Tom casi lo golpeara cuando le advirtió que no debía venir.

Bill se paralizó al igual que Liam, los dos en el jardín se miraron muy asustados y Liam comenzó a llorar temblando, incapaz de entender lo que estaba pasando. Bill lo abrazó fuerte.

—Nada malo le pasará, pero no debemos ir allá… —dijo Bill, luego vio la puerta abrirse y una mujer mayor entrar apurada, era la abuela de Tom quien al entrar a la sala exclamó un “¡qué pasó aquí!”.

x_x algo ha pasado... Bueno, esa familia es caótica è_é veremos qué más pasa con ella. Un abrazo grande y un besito n_n