Póster - 35

Hola a todos n_n un capítulo más de este fic que casi llegamos a la mitad. Besos~

Tom miraba a la ventana aún con sus labios cosquilleando, no podía quitarse de la mente ese beso que Bill le había dado… Sus labios sabían deliciosos y eran suaves. 

Movía sus manos, tamborileando sus dedos algo nervioso, prefirió no ver a Bill quien estaba a su lado casi en su misma condición aunque éste no lo sabía. 

—Tom —llamó en un susurro, el otro se dio vuelta mirándolo—. Creo que dormiré un poquito —dijo con angustia—, ¿podrás hacerte cargo? —Tom sonrió más por ver las horribles ojeras que el cantante tenía, hasta los ojos rojos. 

—Sí, descuida, duerme tranquilo. 

Bill miró al frente y en segundos sus ojos se cerraron de cansancio. No había dormido en tanto y muchas cosas habían pasado en tan poco tiempo que el propio estrés de todo eso casi había provocado un colapso en todo su ser. 

Tom lo observó con una pequeña sonrisa, se veía tan calmo, tan bonito así. El cabello negro sobre sus hombros, sin una gota de maquillaje; se veía natural y eso a Tom le agradó. Así que estiró una mano tomándosela, acariciándole así. 

De repente, en segundos, Bill se iluminó de luz y desapareció. Tom se asustó por un momento, pero no quería alertar a nadie ahí en el avión, miró a todos lados, la mayoría de personas estaban durmiendo, se agitó pensando qué hacer. Pero luego vio el póster en el pequeño maletín de Bill y lo sacó poniéndolo en el asiento vacío. 

—Esto es una locura —se dijo a sí mismo en un susurro y en instantes el póster arrojó a Bill el cual cayó sentado en el asiento y aún dormido. Se removió ahí acomodándose, buscando un apoyo con su cabeza como un cachorrito gimoteando, no queriendo abrir los ojos, Tom se le acercó un poco y Bill terminó apoyando su cabeza en su hombro—. Mi Bill, eres tú. —Pudo ver como se formaba una sonrisa en sus labios y le tomó una mano. 

Estaba cansado, dormiría todo el viaje probablemente y así fue. El de rastas prefirió dejarlo descansar. 

Tom revisaba sus cosas, tenía un maletín de mano lleno de maquillaje y gomitas de ositos. Se le hizo tierno, pero a la vez tenía una agenda que especificaba los conciertos cancelados, imaginó que para Bill eso había sido muy difícil. También vio algunas fechas señaladas con un corazón y unas iniciales G. L. achinó los ojos y supo a quién se refería. La pareja de Bill era Georg y entonces, ¿por qué lo había besado? 

Ahora estaba seguro que era su Bill quien estaba a su lado, el Bill tierno del cual cuidaría incluso por petición del otro Bill aunque no debía acercársele, eso le llenó de duda, ¿cómo creerle al Bill al original por así decirlo? Frunció el ceño sabiendo que debía ser muy precavido. 

Llegaron a su destino, Tom codeó a Bill para que despertara y como era previsto se angustió al no reconocer el lugar en donde estaba. Apretó sus manos en el brazo de Tom mirando a los demás pasajeros bajar del avión. 

—No puede ser… —dijo angustiado. 

—Tranquilo, te explicaré todo cuando bajemos, no creerás dónde estamos. —Lo miró a los ojos y suspiró emocionado, era el Bill que tanto extrañaba. 

Dócil, tierno y amable. Qué más podía pedir. 

Centró su vista en la libreta de notas que le había dado Bill. 

«Tom, ponme la capucha, es necesario; no dejes que camine sin eso en mi cabeza, ¿entendido?» Casi se lo imaginó diciéndole eso, así que le acomodó la capucha. 

—¿Estamos en un avión? ¿Dónde estamos? 

—Sí, descuida que te explicaré todo cuando salgamos. 

«Sal del aeropuerto recogiendo todo el equipaje, supongo que sabes cómo hacerlo, mínimo habrás viajado algo en tu pobre vida.» Frunció el ceño, ¿y ése qué se creía? «Cuando salgas del aeropuerto, habrá un auto esperándonos, abórdalo y evita que hable o algo, que no me tomen como loco.» Rió ante eso, su reputación estaba en sus manos. 

—Tom, ¿qué es todo esto? —preguntó otra vez y Tom lo miró a los ojos. 

—Estamos en las Maldivas, tú me trajiste hasta aquí para arreglar el misterio del póster. Sé que no eres consciente de eso, pero no te preocupes, sabremos salir de esto. 

—¿Qué misterio? 

—Eso es justamente lo que deseo saber también yo, por eso estamos aquí. 

Tom hizo todo lo que la nota de Bill decía, llegó a encontrar el auto esperándolos y los enrumbó hacia un hotel en la playa. 

La vista del lugar era tan increíble que Tom sintió todo un remolino en su vientre. Estar en una isla con Bill sería una aventura digna de vivirla. 

—Tomi, esto es… no tengo palabras —habló Bill totalmente anonadado al entrar al búngalo que les designaron al presentar sus pases en la recepción principal del hotel. Ahora estaban solos los dos. 

Bill lo miró y sonrió inocente, Tom dejó sus cosas a un lado y le extendió una mano. 

—La pasaremos muy bien.

Y llegaron al fin~ qué pasará en esa isla? huhuhu~