Niñerías - XXIX

Un pequeño capítulo, pero ya casi se acerca el desenlace final. Gracias a todos los que aún leen. Los extraño, pero tuve que hacer cosas con una finalidad. Besos~

Bill estaba muy nervioso, no podía creer lo que acababa de decir. 

—Tom… yo… 

—¿Acaso te retractarás? —preguntó con tono serio. 

—Mejor lo hablamos en persona, ¿te parece? Es tarde y… y… 

—Y debes dormir. 

—Sí. 

—De acuerdo. —Tom colgó sin decir más y Bill se quedó extrañado. ¿Qué había hecho? ¿En qué se había metido? 

Se puso una ropa ligera para dormir y se recostó en la cama esperando por el tan ansiado sueño que no llegaría esa noche. El simple concepto de estar atado a Tom le traía múltiples sentimientos extraños, era una seuda felicidad combinada de temor e incertidumbre, ¿podría confiar en Tom? se preguntaba una y otra vez, y no hallaba respuesta. 

Por otro lado, Tom tenía mucha ansiedad. Si bien era cierto había logrado el tan ansiado sí y eso indicaba que tenía ya una relación con Bill, esa idea en vez de contentarlo lo había trastocado un poco. Se puso a pensar si antes había hecho tal cosa con alguna de sus novias y la verdad era que no, nunca había sentido la necesidad de pedirle a alguna de ellas estar formalmente, por lo general empezaba a salir y la llevaba a la cama con facilidad y eso era “empezar algo”, si la seguía viendo y ella le seguía permitiendo acostarse, eso le indicaba que seguían teniendo algo, pero si discutían o se aburrían entonces daban por terminada la relación. Eso era a lo que Tom estaba acostumbrado. Pero con Bill todo era diferente y justamente eso le incomodaba mucho, el no saber cómo actuar frente a tal cosa. 

Esa noche casi no pudo dormir, además Andreas regresó con algunas chicas y Tom vio bueno bajar y ver a quiénes había traído. 

—Hola, Tom, qué sorpresa, creí que te habías accidentado y… no sé, creí que estabas en la otra vida —dijo una rubia, se llamaba Ingrid y era una de las tantas chicas con las que Tom la había pasado bien. 

Tom sonrió de lado y la saludó con un beso en la mejilla. Andreas estaba con otras dos chicas que Tom no conocía, pero ya estaba en el sofá de la sala con ellas muy excitadas. 

En la mesa del centro reposaba unas botellas de cerveza y Tom suspiró hondo, al parecer pasaría una buena noche como aquellas que ya ni recordaba. 

—¡Esta fiesta es en tu honor, Tom! —gritó Andreas y Tom asintió para tomar a Ingrid por la cintura. 

—Tenemos mucho de qué hablar, ¿no crees? —coqueteó ella y Tom sonrió para luego dejarse besar. 

Había pasado meses desde que no estaba en una situación similar, escuchando la música, oliendo el licor y los cigarros y en especial, sintiendo las caricias descaradas de quien sea que esté dispuesta, en este caso, Ingrid, una chica fácil con la que se había acostado un par de veces. Lo que Tom no sabía, o bueno, no tomaba en importancia, era que prácticamente eran prostitutas ya que cobraban por estar ahí, pero acostumbrado al dinero y a no tener límites, no se percató que Andreas había utilizado su dinero en eso. 

Luego de los besos y la ingesta de bebidas, ambos terminaron cerca de la cocina buscando un lugar cómodo. 

—Espera, no —dijo Tom ya que ella quería hacerlo ahí mismo. 

—¿Qué pasa? ¿No quieres? 

—Claro que sí, solo que aquí no. 

Entre jalones la llevó al segundo piso a la habitación que había tomado como suya. 

La cabeza le daba vueltas y luego casi no era consciente de lo que estaba haciendo. La tenía en la cama ya desnuda y muy excitada, se movía queriendo tomar el control, sin embargo Tom no la dejaba, la tenía aprisionada a la cama. 

—Tom, por favor —suplicó ella en cuanto él forcejeaba por el control. 

—Estoy harto que te niegues —susurró Tom tomando sus brazos y presionándose, Ingrid no lo entendía, ella casi abría sus piernas y quería sentirlo—. Bill, sólo déjame… 

—¿Qué hablas? —En la oscuridad de la habitación, la chica quería estar sobre él ya que Tom estaba ebrio y se comportaba muy extraño—. Quítate de encima. 

—¡No! —Reaccionó Tom un poco violento y la volteó en la cama boca abajo—. Hoy sabrás quien manda aquí, ¿te queda claro? Basta de estúpidos sentimentalismos. —A ella le gustó su actitud y solo se dejó hacer. 

Tom, en lo profundo de sí, podía ver a Bill en su mente y cada vez más sentía rechazo por sí mismo, por haberse fijado en alguien tan puro como Bill y en cierta forma deseaba hacerle lo que le hacía a la chica. 

—¡Me está doliendo, bastardo! —exclamó ella ya que sintió entrar a Tom donde no quería, estaba en su trasero sin preparación alguna. 

Tom quería sumergirse por completo en la inconsciencia de esa noche. Era como una necesidad de desfogue lo que lo llevó a hacerlo de esa manera, fuerte y sin contemplaciones. Al final a Ingrid le gustó mucho, solo que lo notó muy diferente a cuando lo conoció. 

Ella terminó a su lado mientras Tom intentaba salir de la cama. Siempre, luego del sexo, terminaba con una sensación de repulsión, aunque esta vez sintió una culpa amarga, como si hubiera hecho algo malo. 

—Estás enamorado —dijo ella cuando lo vio en su afán de vestirse. 

—No hables tonterías, siempre es así. 

—No, nunca antes habías confundido mi nombre, menos con el de un chico ni tampoco follado por el culo. —Tom giró para verla. 

—Será mejor que no saques conclusiones. Largo de mi cuarto. 

—Es casa de Andreas, ¿qué te pasa? Una dice algo y tú ya te pones en ese plan. No eras así. —Tom se llevó las manos a la cabeza y en vista de que ella hablaría más de la cuenta. Tomó sus pantalones y salió de ahí. 

Caminaba arrastrando el paso y se metió en otra habitación, Andreas dormía con las dos mujeres desnudas a ambos lados. Tom sintió una especie de envidia, al parecer Andreas había pasado un buen rato y podía descansar tranquilo, él no. Había una sensación extraña en su pecho que no lo dejaba en paz. 

Vio conveniente usar la ducha del cuarto de Andreas pues se sentía asqueroso y buscaba quitarse todo. 

La ducha era una asquerosidad, llena de pelos y no había jabón, pero con abundante agua pudo quedar satisfecho al final. Se volvió a poner solo sus pantalones y salió de ahí, buscaría dormir, pero no regresó a la anterior habitación, prefirió ir abajo y buscar un buen sillón suave. 

Estaba mareado a pesar de la ducha y fue rápido caer en sueños. 

~*~ 

Bill practicaba mentalmente qué le diría a Tom cuando lo vea. Una de las cosas sería que lo que le había dicho por teléfono no contaba y que lo perdonara por eso. 

Definitivamente estaba totalmente arrepentido. No se sentía cómodo siendo novio de alguien que no tenía buenas intenciones, así que debía aclararlo. 

Se despidió de su padre y regresó a casa. Simone lo esperaba como era costumbre y Bill tuvo que contarle que su padre no pagaría algunas deudas que tenían. 

—Ya lo sabía —dijo ella sin esperanza. 

—No te preocupes, mamá, para eso estoy aquí, yo veré cómo aporto. —Simone sentía que tenía el mejor hijo del mundo. 

Le sirvió un plato de comida y los dos se sentaron a la mesa. Simone tenía una mirada curiosa y algo pícara que logró llamar la atención de Bill. 

—¿Pasa algo? —preguntó él con una sonrisa. 

—¿No vendrá Tom? —Simone vio cómo esquivaba su mirada. 

—Solo estuvo para ayudarme en el proyecto, ya regresó a su casa. 

—Ya veo… —dijo ella en un tono sospechoso. Bill suspiró y la miró. 

—¿Qué piensas? —Hubo un silencio prolongado luego de esa pregunta y es que Simone pensaba muchas cosas y el sonrojo de parte de Bill le indicaba otras tantas. 

—Te gusta mucho —dijo sin más y Bill solo permaneció muy quieto mirándola—. Pero quizá él… no sé, él no piensa como tú. 

—Cometí un error… yo… Es difícil de explicar pero él me atrae mucho en una manera no buena. —Era casi la primera vez que hablaba de eso con su mamá. 

—Bill, a tu edad debes saber lo que es una ilusión y lo que no, lo que es amor y lo que no. 

—Esto no es amor, es algo un poco diferente, es… desconocido y me siento atrapado en… en Tom. 

—Creo que debes poner tus límites Bill, creo que debes tener las cosas en claras con él. 

Bill bajó la cabeza, no sabía si debía decirle a su mamá que ya le había dicho que sí, ya estaba en una relación y debía arreglar ese gran detalle. 

Lo que en realidad sentía era mucha atracción por Tom, cada parte de su forma de ser le atraía al igual que su físico. Lo había pensando mucho mientras estuvo con su padre, era solo deseo lo que sentía y también ganas de que cambiara y fuera un chico ideal. 

Ahora se sentía un poco débil y presentía que caería en sus brazos muy rápido. Debía prever ciertas cosas porque sabía que no podría estar mucho tiempo negándose y también tenía muy en claro que Tom no lo quería de verdad, lo de Tom también era deseo nada más. Bill se sintió como él por un instante, ¿con qué fuerza se resistiría para no caer? Comenzó a preocuparse. 

Todo el domingo Tom no contestó su teléfono y es que lo tenía apagado. Bill tuvo que concentrarse en terminar su trabajo de investigación, pasar la entrevista que hizo a Anis y luego pudo descansar. 

Mañana lunes sería otro día… Mañana lunes vería a Tom y debía ser fuerte para poder aclarar las cosas. 

~*~ 

—¡¿Qué clase de gente traes a casa?! —gritó Tom muy airado. Andreas se excusaba y no quería verlo a los ojos. Las tipas que había traído la noche anterior se habían llevado la mochila de Tom con su dinero de la venta de los relojes, ahora sí estaba en la completa ruina. 

—No sé… ellas volverán, siempre es así, no te angusties, amigo. 

—¿Que no me angustie? ¡Cómo pides que no me angustie si se han llevado todo lo que tenía! Creo que llamaré a la policía. 

—¡No! ¿Estás loco? Tengo líos con la policía porque me faltan pagar algunas cosas, pero lo haré Tom, pronto llegará dinero y volveré a ser el que siempre soy. Esto es temporal. 

Tom le dio la espalda, no podía quedarse en un lugar como ese, pero ¿a dónde iría? No tenía rumbo y ahora estaba perdido pues no tenía dinero y en casa ya no le quedaba alguna cosa valiosa que le produjera una ganancia significativa para sobrevivir algunos meses. Estaba arruinado. 

Lo único que pudo hacer es manejar sin rumbo lejos de esa casa. 

Domingo por la noche se le hizo una pesadilla. Veía la aguja que medía la gasolina de su moto y frunció el ceño apretando sus puños en el timón, faltaba poco y ya ni podría movilizarse. 

Tom tenía muchos amigos aparte de Andreas, pero esto eran aún más especiales que el rubio, hijos de amigos de sus padres, no quería mostrarse así como estaba, sin un céntimo ni auto de lujo como antes, así que no podía contar con ellos. Entonces pensó en Bill y un revoltijo de emociones lo inundó en ese momento, frenó la moto cerca al barrio del niñero. 

Fumó su último cigarrillo y sacó la bolsita de gomitas que le había dado cuando se fue. No había querido comerla así por así, pero en ese momento lo vio indicado. ¿Y si lo buscaba? Entre todas las personas que conocía sabía que Bill lo entendería, pero luego recordó la casi amenaza que le hizo el señor Arthur, no quería verlo cerca de Bill y si se enteraba lo denunciaría ante su mamá, entonces qué debía hacer… 

Terminó las gomitas y manejó hacia la casa de Bill, no tenía otra opción y debía advertirle lo del señor Arthur. Estaba airado y experimentaba muchas emociones nuevas que lo desequilibraban, por eso vio conveniente mejor llamar a Bill para que saliera a la esquina de su casa. 

Bill contestó emocionado. 

—Estoy en la esquina, ven —dijo Tom escueto. 

—Espera… hum…. Estoy en pijama, no pensé que vendrías, yo… 

—¿Vienes o no? No importa si estás en pijama, ya sé cómo es. 

—Espérame. 

Tom colgó y Bill se angustió, quería verlo sí, pero no así, no tan pronto. Apenas un día había pasado y sentía que las cosas en su interior habían cambiado, no sabía con qué cara lo miraría ahora. 

Salió luego de ponerse un abrigo largo, no quiso arreglarse mucho pues Tom timbraba su teléfono a cada rato mostrando su impaciencia. 

—Ya va —murmuró al salir de su habitación. Simone no estaba por ningún lado, de seguro veía televisión en su cuarto o quién sabe. 

Salió de casa, ya casi eran más de las diez de la noche. Caminó y lo divisó ahí, apoyado en su moto. No sabía si debía acercarse mucho, ¿qué debía hacer? 

Tom, por su lado, no podía creer lo que sentía al solo verlo, así, vestido de manera horrenda, sin mucho arreglo, aún lucía esas facciones que lo enloquecían, ¿por qué Bill era así? ¿Por qué desprendía esa especie de droga que le impedía simplemente dejarlo y buscarse otra diversión? Tom no lo sabía. Vio a Bill acercarse con temor y entendió que estaba dudoso, así que controlaría sus deseos de besarlo. 

—Tom, ¿cómo estás? —preguntó nervioso y Tom bajó la cabeza, no sabía qué decirle—. Estaba por dormir porque mañana tengo clases… hum, ¿estás bien? —cuestionó al verlo inexpresivo con la cabeza baja. 

—Yo… mira, tenía un dinero, pero me lo robaron. —Bill hizo un sonido de sorpresa y se le acercó posando una mano en su hombro. 

—¿Estás bien? ¿Te asaltaron? 

—Algo así y sí, estoy bien, solo que… —calló, estaba nervioso, detestaba tener que pedir algo. Bill esperó a que dijera algo, pero no lo hizo. 

—Si no tienes a dónde ir, aquí estoy —dijo con una sonrisa y Tom alzó la vista. Bill bajó la mano que tenía en su hombro y tomó su mano para darle un apretón. —Ven conmigo, Tom.

o_o qué piensan? Pronto actualizaré lo que sigue...