Adultez - 2

Hola a todos, no los hago esperar más y les traigo un capítulo nuevo de esta segunda parte de Niñerías. Advierto que algunas partes escritas son desagradables, pero veremos qué conclusión sacan de todo esto. Un beso *-*

Bill cenaba sin ánimos de nada, eso no pasaba desapercibido por Simone quien sentada en la mesa lo observaba comer desganado.

—¿Pasa algo? —La típica pregunta de una madre, ¿cómo debía responderlo? Bill trató de disimular una sonrisa.

—No, nada.

—Sé que pasa algo. —Bill soltó el tenedor y la miró—. Es Tom, ¿verdad? ¿Problemas? —Bill suspiró, sabía que habían cosas que no debía decirle a su mamá pues eran privadas, pero ella se daba cuenta de todo.

—Pues por estudiar dejé de verlo seguido, además él trabaja, parece que las cosas cambiaron para ambos. Creo que esto de mudarme con él servirá en algo. —Simone bajó la cabeza, lo veía tan pronto para su niño, pero sabía que debía mudarse más cerca de la universidad aunque no pensó que sería junto a Tom.

—Todo con calma, Bill, a veces nos ilusionamos y resulta que la pareja que tenemos no es la indicada, aun eres tan joven…

—Mamá, lo nuestro es serio, estoy enamorado. —Simone asintió, aunque dentro de ella estaba la duda, ella también había notado a Tom extraño, como despreocupado y su corazón de madre se puso en alerta.

Bill subió a su habitación y abrazó al cerdito recordando su cumpleaños hacía más de un mes donde todo parecía distinto, donde Tom lo había hecho suyo y luego habían planeado ver la forma de seguir como pareja. Ahora parecía un camino incierto.
 

~*~

Tom tomaba una ducha, la necesitaba con urgencia como manera de limpiar su cuerpo de todo lo que había acontecido en casa de Vicky.

«Definitivamente esa mujer está loca y no sé cómo puede tener una hija bajo su cuidado», pensó mientras el agua fría caía bajo su cuerpo desnudo y le hacía arder la reciente quemadura que tenía en la pelvis, eso le hizo fruncir el ceño, Vicky estaba loca. Y poco a poco comenzó a recordar lo que había pasado.

Lo había llevado a su recámara luego de que llamara a la nana de Liliana y le dijera que podían ver videos en un cuarto especial de juegos. Tom se quejó y mucho, pero Vicky le dijo que si no quería meterse en líos, debería aceptar lo que ella decía.

Subieron y ella cerró la puerta con llave. Tom se cruzó de brazos con una sonrisa socarrona.

—¿Sabes que podría hacerte daño, cierto? Que tengo más fuerza que tú, que podría, no sé, jalarte de los pelos y darte una paliza y con la puerta cerrada nadie podría salvarte. —Ella sonrió cínica y se le acercó.

—Mira —señaló una esquina de la habitación, había una cámara—. No soy idiota.

—¿Por qué hace esto? Digo, una mujer como tú podría tener a cualquiera, ¿por qué yo?

—¿Quién dice que te quiero a ti? No te ilusiones, yo no te quiero, ni a ti ni a nadie. —Tom comenzó a impacientarse—. Quítate la ropa, ahora.

—¿Pretendes que lo haga? —Rió Tom—. ¿Qué te hace pensar que lo haré, en serio no eres nada excitante.

—No busco excitarte y me obedecerás, tenemos un trato o… —sacó su celular—, con una llamada puedo arruinarte la vida, y como ya te mencioné, no me importas. —Tom se puso serio.

Luego de minutos se había quitado casi toda la ropa y se recostó en la cama con mucha pesadez y desgano, de seguro ella querría jugar y bueno, de todas formas era una mujer bella.

Pero él no esperó que ella hiciera lo que pretendía hacer. Lo amarró en la cama y Tom se agitó un poco pues se había imaginado todo menos algo así.

Vicky se vistió de cuero y empezó todo un ritual que asustó a Tom y cuando quiso quejarse, ella lo amordazó.

Lo único que buscaba era degradarlo, humillarlo y Tom no entendía. ¿Cómo había llegado hasta ahí? No tenía respuesta, no podía creer todo lo que estaba pasando.

Ella tomó una vela y roció la cera caliente por su pelvis formando una letra V. —Te marco como propiedad, pequeño bastardo, insolente, ¿crees dominar a las mujeres? No eres más que escoria. —Tom cerró los ojos soportando el dolor y evitando pensar en sus palabras ofensivas, ella parecía excitarse con eso, Tom no podía creer tal perversión de esa mujer.

Luego de masturbarse sobre él, golpearle, insultarle y hasta escupirle, lo liberó y Tom se quedó agitado en la cama, cansado no solo por el esfuerzo que hizo al jalar de las cuerdas, sino porque mentalmente también estaba harto.

—No puedo creerlo —dijo él con el cuerpo adolorido—. Qué clase de ser humano, me corrijo, que clase de monstruo eres, cómo puedes ser ejemplo de tu hija. Contesta —encaró mientras se vestía y ella le daba la espalda poniéndose una blusa.

—No sabes nada de mí y conozco a los tipos como tú.

—¡Tampoco sabes nada de mí!

—¡Calla! No te permito gritarme, lo que pasó acá queda acá, ¿comprendes? Eres mi esclavo y no te debo explicaciones.

Tom comenzó a analizar que sería mejor ir a la cárcel que soportar las ideas enfermas de Vicky.

—Tu hija, ella pagará tu loquera —dijo cuando salió, aún la quemadura le ardía mientras Vicky estaba radiante, como si se hubiera hecho más fuerte luego del ritual.

Tom fue rápido por Liam, esperaba que no hubiera visto ni escuchado alguna cosa que lo perjudicara. Se prometió mentalmente que haría hasta lo imposible para no tener que mezclarlo con Vicky.

—Liliana me dijo para regresar, dice que se aburre en casa, que sale poco y que su nana a veces la trata mal —decía el pequeño mientras lo subía en la moto.

—Veré la forma de que la veas, pero no regresaremos más.

—¿Por qué? Es mi novia.

—Lo sé, son cosas de mayores, ¿entiendes? —Liam no entendía y Tom no quiso hablar más.

Acostumbraba siempre a guardar secretos, no confiaba en nadie, nunca lo había hecho, siempre había crecido prácticamente solo y había aprendido a solucionar sus problemas por él mismo o simplemente a evitarlos, evitar responsabilidades fuertes o estresarse.

Regresó a casa y dejó a Liam. Vio la hora en su reloj y supo que si no iría a ver a Bill ya no lo vería sino hasta mañana y necesitaba con urgencia si quiera verlo. Sabía que su imagen le traería paz y eso era lo que más necesitaba en esos momentos.

¿Por qué no le contaba a Bill? ¿Por qué no veía la forma de decirle a sus padres que con su influencia podrían sacarlo de ese problema? Pues porque se sentía tan metido en el fango que no creía poder salir, tampoco quería involucrar a Bill y darle algún motivo para que se alejara o no lo sabía, tenía tantas dudas y simplemente no confiaba en nadie, siempre había sido así.

Tom pudo ver el interés de Bill de acostarse, de pasar un tiempo a solas con él y estaba seguro que en otro momento hubiera aceptado, pero precisamente en ese instante no se sentía capaz y tuvo que irse así sin más, sin explicaciones, solo acordando que se verían el domingo para buscar un departamento cerca de la universidad.

Regresó a su casa y tomó la ducha más larga de todas poniéndose a pensar en el lío que cada vez se estaba metiendo, esa mujer estaba loca de remate según Tom y buscaría la forma de librarse de ella.

~*~

Domingo, día sin trabajo, sin nada qué hacer. Tom bajaba las escaleras de su hermosa casa listo para desayunar lo que encontrara en la refrigeradora y salir por Bill.

Dunja estaba alimentando a Liam en el comedor y como todo niño pequeño, le contaba a dónde le había llevado Tom ayer y Dunja sonrió de emoción al saber que Tom salía con una mujer de su empresa, no sabía que era su jefa, pero poco le importaba eso, pensaba que Tom estaba madurando mucho.

—Vaya, Tom, espero nos la presentes —dijo cuando Tom se sentó a la mesa y la miró serio, detestaba cuando se inmiscuían en sus asuntos.

—Yo no dije nada —habló Liam dándose cuenta que había hecho mal.

—No sé a qué te refieres.

—Bueno, en su momento lo dirás.

—Estoy por mudarme —soltó así sin más—. Quizá hoy o no sé, viviré cerca de la universidad.

—¿Ah? —Dunja no lo entendía.

—Sí, viviré con Bill, ya hemos acordado eso. —Dunja frunció el ceño y Liam sonrió ante la noticia.

—Bien, no sé qué decirte, sabes que tu abuela se enfadará o tu padre, pero siempre haces lo que te da la gana, la vida siempre ha sido fácil para ti, pues ahora verás lo que es vivir solo y ver por la casa entre otras cosas, pero solo…

—¡Siempre estuve solo! Deja de hablarme así —gritó y se levantó de la mesa para irse. Dunja se sintió mal, quería detenerlo, pero sabía cómo era Tom cuando se molestaba. Liam comenzó a quejarse, detestaba cuando Tom se iba así, sin más.

—Vaya, no pensé que lo del niñero sería serio, ¿no me estás diciendo que ayer fueron donde una mujer y una niña? —preguntó a Liam y el niño bajó la cabeza comprendiendo un poco más, así que ese era el mundo de los adultos, él no había visto nada malo en esa visita, mas ahora sacaba sus conclusiones, unas no muy buenas, quizá Tom buscaba estar con una mujer y como Bill era un hombre ese era el problema.

—Mamá, dicen que dos hombres no pueden casarse, pero se quieren, ¿no? Se pueden querer… —preguntó inocente tratando de aclarar sus conceptos.

—No pueden quererse, Liam, dos hombres ¿cómo tendrán hijos? ¿Has visto un hombre embarazado? —Liam negó con la cabeza—. Entonces no pueden quererse, no es natural.

—Pero Bill quiere a Tom —buscó defender a su niñero—. Se quieren sin tener bebés. —Dunja se puso seria y pensó.

—A veces la gente es de probar cosas, ¿entiendes? Como hacer travesuras, la gente hace cosas incorrectas solo porque es desobediente, así tu hermano ha hecho al estar con Bill y Bill también, ambos están haciendo mal. —Liam frunció el ceño, así que eso era, dar la contra nada más como dos niños encaprichados, pero luego pestañeó seguido, pensando en esa vez que los había visto besarse en el cumpleaños de Bill, parecían no estar encaprichados en hacer algo malo.

—No lo sé. —Frunció el ceño y se cruzó de brazos, él optaba por pensar que no hacían algo malo.

~*~

Tom llegó a casa de Bill y suspiró varias veces tratando de calmarse, estaba nervioso pues el día de ayer se había ido de forma repentina.

Bill se alistó tan bien como de costumbre, aunque siendo más detallista con su imagen pues tenía tiempo para arreglarse mejor. Había comprado esmaltes negros y blancos para hacerse una manicura, también un poco de maquillaje. Cuando bajó a desayunar Simone no lo vio con buena cara.

—¿Maquillarte? Bill, por favor.

—Mamá, es solo un poquito, no deseo ser mujer, solo siento que me veo bien, ¿qué dices? —Cerró sus ojos mostrándole las sombras y el rizado de sus pestañas.

—Espero a Tom no le guste. —Y en realidad Bill se había maquillado porque creía que perdía su atractivo. A Tom siempre le habían gustado mujeres hermosas y voluptuosas, él era delgado y aunque era consciente que tenía un rostro de finas facciones sintió que si se maquillaba un poco podía llegar a compararse con esas hermosas mujeres de la televisión.

Cuando escuchó el timbre sonar, salió casi corriendo, Simone no pudo detenerlo, su hijo se iba a buscar un departamento a una hora de su casa… Su hijo alzaba el vuelo del nido familiar de esa manera.

Simone esperaba que se arrepintiera de convivir con Tom, una cosa era estar de enamorados y otra distinta era convivir, pero ¿cómo explicarle eso a un ser enamorado? Las palabras sonarían vacías y como impedimento de sus sueños, además ella había convivido con Gordon desde que tuvo diecisiete.

Tom vio la puerta abrirse y que Bill salía con una bella sonrisa. Se quedó plasmado por su imagen, esos ojos delineados como un gatito, los labios con un brillo especial y su hermoso cabello negro hasta sus hombros, suelto.

Tuvo que dejar de mirarlo por un momento, se había quedado embelesado. Siempre le gustó su belleza extraña y particular, era como si pensara que no necesitara de nada para lucir bien, Bill le parecía un ser bonito desde la primera vez que lo vio, pero ahora lo veía hermoso y eso le incomodaba.

Bill bajó la cabeza por esa reacción. Esperaba un beso, un “wow” siquiera, o algo más de Tom como una palmada en su trasero, o mínimo un beso, pero no pasó, solo se dio media vuelta hacia su moto para tomar un casco y pasárselo.

—¿Tienes la lista? —preguntó sin hacer contacto visual.

—Sí —dijo Bill refiriéndose a la lista de lugares que cotizarían cerca de la universidad. Los departamentos más allegados costaban un dineral, debía ver la forma de encontrar uno que ambos podrían pagarlo, aunque Tom no estaba muy seguro, pensaba renunciar en algún momento, su trabajo se había vuelto una tortura literalmente.

Bill trató de relajarse y tratar de pasarla bien. Amaba estar en la moto de Tom, si antes solía ponerse nervioso, ahora le había encontrado el gusto a la adrenalina.

Llegaron a la zona transitada de la universidad llena de comercio y departamentos para alquilar. Estacionaron la moto en un edificio donde Bill cotizaría varios departamentos.

—Nunca he hecho algo parecido —le dijo nervioso y Tom sonrió.

—Tampoco yo.

—¿Estás seguro que quieres esto? Es decir, tú tienes una casa hermosa, yo soy de acomodarme en algo pequeño, ya sabes, no me importará cómo sea el departamento, me fijaré solo en su precio, pero tú quizá tengas tus…

—Descuida —dijo con una sonrisa fingida—. No quiero nada lujoso, me acoplo a lo que tú digas. —Bill lo miraba serio, tratando de darse cuenta de su extraño comportamiento un poco frío, pero ahí estaba, seguía a su lado aunque poco expresivo.

El dueño acudió a su llamado para abrirles las puertas a un departamento pequeño de paredes muy blancas y muebles tapados con sábanas blancas. Una pequeña sala comedor y cocina fue lo que primero vieron, luego un pasillo hacia un cuarto grande con una sola cama y un baño, eso era todo. Tom no estaba conforme pues el tamaño era tan pequeño, era casi como toda su habitación.

—Vaya, se ve que hay hobbits alemanes que alquilan departamentos —dijo observando la habitación, pero Bill, por su emoción no lo escuchó bien.

—¿Qué dijiste?

—Nada. —Bill se puso serio, Tom parecía que había perdido el interés en todo, quizá solo estaba ahí por compromiso.

El corazón de Bill se aceleró de solo pensar que quizá su relación estaba llegando a su fin, ¿hacía algo mal? No lo sabía, quizá estaba imponiendo cosas sobre Tom, así que cuando el dueño del departamento los miró sonriente y preguntó si tomaban el departamento, Bill miró a Tom, quería que sea el quien decidiera.

—No sé, di tú, si te gusta y no quieres ver más… —Fue lo que Tom dijo y luego dejó de verlo.

—Jóvenes, no se arrepentirán, además en estas fechas hay tanta demanda que estoy pensando subir en precio para la otra semana.

Bill dijo que regresarían por si Tom no estaba de acuerdo.

Abajo, Bill se puso serio, aunque más que eso, estaba angustiado por la poca iniciativa de Tom, así que decidió caminar hacia los departamentos más cerca de la universidad, los más amplios que doblaban el precio al primero que vieron.

Una señora los recibió y les hizo pasar a uno en el primer piso, tenía una sala de estar, una bonita sala comedor, una cocina equipada con una ventana hacia la universidad y dos cuartos con ventanas con hermosas cortinas y ni qué decir del baño, espacioso, limpio con una bonita bañera. Pero costaba un dineral que Bill sabía no podría pagar ni la mitad.

La señora que los atendió se fue a conducir a otros jóvenes a otros departamentos y los dejó por un momento a solas.

—¿Qué piensas, Tom? —preguntó acercándose a él y Tom se alejó un poco para ir hacia la ventana de la cocina y ver la ciudad universitaria.

—No es mi decisión, Bill; no sé por qué tanto me preguntas, quien debe estar contento eres tú, al final vivirás cerca de tu universidad. —Bill fue a su costado, ya preocupado.

—Si no quieres esto, lo entenderé, si piensas que es pronto o no sé, necesito saber qué piensas en este momento. —Tomó su brazo e hizo una presión para que lo viera a los ojos.

Tom giró su rostro y lo vio otra vez, su Bill seguía tan igual a como había salido de casa, con esos labios que le provocaban, pero se zafó de su agarre y fue hacia la puerta.

Bill se entristeció, no sabía qué hacer. —¡Algo te pasa! ¡Si ya no quieres seguir conmigo dímelo ahora! —Tom volteó a verlo, Bill había gritado y eso lo puso nervioso.

—Bill… —otra vez ese tono de reclamo.

—¡Dime!

—¿Qué tiene que ver la elección de un departamento con lo que tenemos? —Bill no supo cómo responder, simplemente presentía que algo estaba mal—. Si quieres el otro departamento por mí está bien, si este nos traerá problemas económicos. —Bill seguía serio, parado cerca a la ventana, suspiraba tratando de controlar sus emociones en ese momento, Tom parecía no darse cuenta, de repente sintió ganas de decir y opinar muchas cosas mientras Bill permanecía callado y con el corazón latiéndole mucho—. Este departamento tiene dos cuartos y aunque tenga esa bañera tipo jacuzzi no creo que lo usemos, mejor la otra con la ducha, además éste está más lejos de mi trabajo, el otro si sería algo más justo, pienso. —Dejó de ver a Bill pues lo veía mal como si estuviera molesto—. Ahora no dices nada…

—Algo te pasa, Tom, lo presiento.

—Deja de presentir las cosas y decídete, ¿este o el otro?

—El otro —contestó desganado.

Luego de eso, salieron de ahí, fueron al otro departamento y firmaron el contrato. Les dieron las llaves y el dueño se retiró de ahí.

Ambos permanecieron en esquinas diferentes aunque el lugar era pequeño, pero ninguno quería estar cerca del otro aunque por diferentes motivos.

Tom vio bueno que Bill no se le acercara y Bill lo que más quería era lo contrario, aunque no lo demostraría.

Tom se cierra tanto que Bill saca sus conclusiones precipitadas, ¿qué creen que puede pasar? Pronto subiré el siguiente capítulo. Comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidas. Gracias por leer~