Póster - 59

*-* hola~ aquí otro capítulo más, ya se va acercando al final u_u Besos, los quiero mucho~

—¿Quieres que cante para ti? —preguntó Bill luego de secar sus lágrimas y dejar de llorar, se sentía patético y quería cambiar eso.

—¿Hablas en serio? ¿Cantar para mí?

—Absolutamente, hace días… semanas, no sé, lo siento como años, que no canto una canción, no me siento yo mismo.

Haberse rendido en el intento de buscar una solución para el póster le había hecho pensar en sí mismo, en lo que era y en lo que soñaba y buscaba de la vida. Así que decidió revertirlo.

Tom lo dejó irse a la habitación, Bill le insistía querer arreglarse como acostumbraba; el corazón de Tom latía insistentemente ante esa idea de ver al hombre del cual era fanático. Le había dicho que arreglara la sala para su ingreso triunfal y así comenzó a hacer.

El timbre sonó y se asomó a la puerta, afuera del búngalo estaba una mujer ya mayor con un carrito de comida para la cocina, Tom le dejó pasar un tanto apenado, sabía que Katherine había sido despedida, aún así quería saber algo de ella para ver si él le podía ayudar.

—¿Conoce a Katherine? —preguntó mientras ella acomodaba cervezas en el minibar. La mujer no le daba cara, pero asintió desde su posición—. Verá, ella es mi amiga, descuide que usted no perderá su trabajo al hablarme, no lo permitiré esta vez. —Ella le miró queriéndole hablar.

—Disculpe, no sé inglés —respondió con un acento extraño—. Hable con el señor afuera.

—Oh, disculpe, no se preocupe… —Calló, pero luego de un rato la miró otra vez y ella le sonrió amable.

— Katherine, ¿dónde está? —habló lento para que le pudiera entender.

—Se fue.

—Pero… ¿Está bien?

—Sí. —Tom se sorprendió, sabía que ella no le podría explicar más de eso si le preguntaba.

Salió para hablar con la persona que manejaba ese bote que trajo a la empleada.

—Señor, disculpe, ¿conoce a Katherine?

—Sí joven, ya no trabaja para Paradise, se fue a su país.

—Lo sé, es terrible, quisiera ayudarla…

—¿Cómo? No creo que lo necesite —rió un poco—. Alguien ya lo hizo, no sé exactamente qué fue, pero alguien le depositó un dinero, no sé si sabe, ella planeaba un proyecto de escuela en su país y por eso tuvo que regresar de inmediato, fue sorpresa para todos.

Tom se quedó anonadado con lo que le dijo, quiere decir que ella no fue despedida, no, eso no había resultado así, más bien alguien le dio un dinero y para su escuela en India.

Algo en su corazón vibró al recordar la pelea con Bill esa vez.

—Bill —sonrió de oreja a oreja y entró en el búngalo de nuevo.

Fue hacia la habitación hallándola cerrada.

—¡No puedes esperarte! —le gritó Bill desde adentro—. Anda y pon un CD, yo saldré en breve.

Tom permaneció en la puerta y Bill, ahí adentro, se sentó frente al espejo. Su rostro estaba maquillado como acostumbraba para los conciertos, se ponía un poco de brillo y luego suspiró algo nostálgico. En su mente ya planeaba contarle a Georg lo que pasaba con el póster, no sabía si él realmente podría cuidarlo y evitar que las cosas se salieran de control, pero estaba seguro que no había solución para lo que padecía, esa maldición se quedaría en él recordándole tratar mejor a otras personas.

Tomó su celular y quiso llamar a Georg, lo extrañaba, pero su teléfono sólo timbraba una y otra vez, no le contestaba.

—Qué extraño —dijo dejando a un lado su teléfono. Aún no quería llamar a David Jost, sabía que le diría todo lo que había visto en el Internet, el caos ocasionado y de seguro le hablaría de finanzas, esos temas solían ponerle nervioso por lo tanto de mal humor, así que los evitó, quería divertirse por primera vez en tanto que estuvo en esa isla, había dejado atrás sus principales intenciones, no más planes para con Tom, no más intentos frustrados de querer tomar el control en todo. El asunto del póster se había salido de sus manos, ya nada más podía hacer.

Tom tocó su puerta otra vez y Bill se animó a salir.

Un pantalón negro ajustado, unas botas altas, las que había traído de casualidad, una polera blanca estampada en plateado y muchos accesorios acompañaban a su atuendo rockero además de su cabello esponjoso hacia arriba, como una melena de león.

Cuando salió pudo ver la cara de sorpresa total de Tom, ese tipo de mirada a la cual estaba acostumbrado y le gustaba, inflaba su ego, le hacía sentirse poderoso.

Sonrió de lado al ver que intentaba decirle algo, pero su lengua se trababa en el intento.

—El público debe estar afuera —le dijo con una risita. Tom estaba sonrojado y sólo asintió muchas veces yendo de regreso a la sala—. ¡Y pon la música! No saldré si no hay música ni gritos.

—De acuerdo, sí…

Tom quería preguntarle muchas cosas, aclarar ese asunto de la sirvienta ese día, pero al verlo salir así, tal y como lo conocía inicialmente, a su cantante favorito en todo su esplendor enmudeció y prefirió hacerle caso.

En la pequeña sala puso un CD, el de su última gira, se llamaba Scream, y claro que quería oírlo gritar.

Se escuchó en todo el búngalo el estrepitoso sonido de “Ready set go” y Tom silbó tan alto como pudo dando inicio a ese pequeño concierto. Increíblemente, aunque no había público más que Tom, Bill sintió toda esa adrenalina especial que tanto amaba y salió casi corriendo del pasillo subiéndose en la mesita de madera que había en el centro de esa salita, Tom estaba arrodillado en el gran sofá viéndolo totalmente emocionado.

Era el mejor play back que cantaba y claro, no había un micrófono, tenía en la mano la botellita de un desodorante con el que cantaba a todo pulmón.

Sus caderas se movían como sólo él y se mordía el labio mirando a Tom, señalándole como si fuese el público.

—¡No te oigo gritar! —le señaló autoritario y Tom tenía la garganta seca de tanto hacerlo—. ¡Grita más alto!

Comenzó otra canción y el tiempo voló tan rápido. Bill tenía sed, así que se bajó de la mesita sin dejar de cantar, fue a la cocina y sacó una botella de agua regresando a la sala, Tom estaba eufórico disfrutando del concierto.

—¿Alguien tiene sed? —miró a Tom provocativamente y éste alzó las manos para sentir como Bill le mojaba toda la cara y ambos rieron ante eso.

Tom no resistió las ganas de tocarlo y tomó su cintura desde ahí.

—¡Seguridad! —se quejó Bill entre risas tirando la botella a un lado—. ¡No puedes sacar al artista del escenario, Tom! —Era tomado de su cintura y sacado de ahí para abrazarlo a su altura y luego ser puesto sobre el sofá.

—No soporto más, te quiero conmigo, te admiro mucho, eso fue increíble —le dijo tan rápido como pudo mirándolo a los ojos—. Tanto tiempo lamentándome el no poder asistir a un concierto tuyo, siempre había algo que hacer ese día o no tenía el dinero suficiente o la gasolina para el auto, tantas cosas y ahora te tengo aquí y entre mis brazos.

—Tom, no digas eso. Desde ahora en adelante tendrás siempre un pase especial para mis conciertos, ¿te parece? —Tom lo miraba embelesado, no sabía que decirle, estaba emocionado pues pocas veces había visto a Bill así, como lo admiraba a través de una pantalla de televisión o de un monitor de la computadora.

—Te seguiré a donde vayas —dijo en un susurró y Bill se sintió especial.

Se dejó besar por Tom, qué más daba, rendirse de todas formas no le sentaba mal, pasar un día sin pelear, sin estar enojado valdría la pena.

*o* show privado, qué pasará 1313 no se pierdan el que sigue~ ya son sus últimos días en la isla. Comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidas.