Adultez

Hola a todos *-* estoy nerviosa *///* y es que para esta segunda parte tengo tantas idea que deberé analizar o el fic se me irá de las manos. Gracias a todos los que aún siguen esta extraña historia~ espero les guste la segunda parte. Quiero agradecer infinitamente a May Diadra por el bello banner que me hizo en minutos!! lo valoro mucho, cae perfecto para esta segunda parte. Sin más, disfruten el capítulo:

Resumen:

La vida adulta: estudiar, trabajar, ser independiente, ¿amar?

Bill y Tom se enfrentarán a los pormenores que trae la convivencia, así como a los múltiples problemas que deberán enfrentar para estar juntos.

No más juego de niños, bienvenidos a la adultez.

Autora: Pink Girl
Clasificación: +18
Advertencias: Incesto no relacionado, Lemon, algunas parafilias.

Género: Romántico, Drama, Universo alterno, Angustia.
Pareja principal: Bill - Tom.
Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece, solo la trama.

Bill se levantó de sobre Tom pues su teléfono estaba sonando. Tom lo dejó irse a un costado y lo vio sentarse en su cama. Tenía una preciosa sonrisa en sus bellos labios y no dejaba de suspirar, él deseaba compartir si quiera un poco de toda esa felicidad, pero por dentro estaba angustiado.

Bill contestaba una llamada de su padre, por internet ya se había enterado de su ingreso y aunque Bill no lo creía, le había afectado su decisión de vivir en Hamburgo pese a su ofrecimiento.

—¿Y dónde vivirás? La universidad está a más de una hora de casa, ¿has pensando eso? Yo sí…


—Papá, claro que he pensado, me mudaré.

—¿Y cómo pagarás la mensualidad y el departamento? ¿Simone venderá sus galletas en vez de regalarlas a la gente pobre?

—¡Papá! No hables así. Trabajo, ¿de acuerdo? Ya sé valerme por mí mismo, podré mudarme y estudiar bien para mantener mi beca, te lo prometo.

Mientras Bill hablaba con su padre, Tom recibía un mensaje de texto de parte de su jefa. Se suponía que por ser sábado era su día libre, pero al parecer, como el trato que habían hecho, él no tenía voluntad.

«Necesito que vengas a mi casa y trae a tu hermano». Eso era todo. Tom apretó sus manos y apagó su celular porque sospechaba que sonaría en cualquier momento.

Bill parecía muy animado hablando con su papá que Tom le hizo una seña de que iba abajo.

Su espalda dolía y se sentía cansado. Bajó las escaleras y Simone lo abordó con la mirada llena de esperanzas, entonces Tom asintió con una sonrisa y vio cómo Simone se llevaba las manos a la boca y se emocionaba… Su hijo había ingresado.

—Habla con su papá ahora, de seguro baja.

—Esto merece celebración, voy por unas copas.

—Estoy por irme.

—Espera, no te vayas, brindemos por mi Bill. —Tom sonrió y Simone buscó alguna botella de vino para hacer un brindis.

Tom suspiraba tratando de relajarse, como era sábado, en la tarde Bill iría a cuidar de Liam como se había acordado, pero ahora Tom tenía a Vicky insistiéndole que llevara al niño a su casa, de seguro para socializar más con Liliana, la hija de su jefa.

—Estás tan callado —dijo Simone—. Tengo algo para ti, espérame. —Dejó la botella en la mesas de la cocina comedor y se adentró en la casa. Tom veía su reloj una y otra vez, debía irse o Vicky se molestaría, pero sentía que al menos debía brindar, Bill estaba tan feliz, él no se iría en un momento tan especial.

Simone regresó con algo en sus manos, era un álbum de fotos y Tom miró con extrañeza cuando lo puso en la mesa. —¿Y esto?

—Míralo —dijo con una sonrisa—. ¿Sabes? No acostumbramos a hacer esto cuando hay donaciones, ya sabes, hay gente que dona ropa usada, alimentos que les sobra o limosna, casi siempre es así, los donativos son lo que a la gente les sobra, pero tú, tú fuiste una excepción porque fuiste más allá, donaste medicamentos cerrados de una buena marca y prestigio, la semana pasada los repartimos y quise llevar mi cámara para registrar esos momentos porque supuse que querías ver lo que causaste con tu donación, pues mira y sorpréndete. —Tom en vez de emocionarse se puso muy nervioso, el tema de la donación lo había metido en graves problemas, pero no diría nada.

Abrió el álbum y estaban pegadas muchas fotografías de personas recibiendo las cajas de medicamentos y suplementos vitamínicos. Sus pupilas captaban el rostro emocionado de la gente necesitada, niños, ancianos, madres solteras, muchas personas. Los labios de Tom temblaron sin que pueda controlar eso y sus ojos se tornaron brillosos, no era que se había emocionado, se había impactado y cerró el álbum.

—Señora Simone no sé qué decir… —Ella sonrió y le extendió una carta—. ¿Y esto?

—El señor Hans escribió esto en un momento de lucidez. —Tom abrió el sobre y vio una caligrafía antigua y pulcra.

«Sé quién eres, me acuerdo de ti, joven Tom. Tengo hijos, tengo esposa, tengo dinero aunque no lo pueda usar, tengo aún vida, pero no tengo a quien le importe. Gracias, porque tus saludos más los medicamentos que me dieron diciendo que era de tu parte me hicieron creer que vale la pena vivir un día más, aunque mis días estén contados.»

Tom guardó la nota en el sobre y miró a Simone quien la veía emocionada. —Gracias Tom, y por lo que haces por mi Bill. —Sonrió más y se le acercó para abrazarlo. —Tom sintió un dolor en el pecho, muchas emociones extrañas nunca antes sentidas e incluso deseó que Simone fuera su madre y por como lo trataba, contarle en el gran lío que se había metido, pero no dijo nada, solo se dejó abrazar.

—¡A quien debes abrazar es a mí! —gritó Bill con una sonrisa en sus labios y Simone fue casi corriendo a sus brazos.

—¡Mi niño ingresó!

—Mamá, no soy un niño, soy adulto y sí, ¡segundo puesto!

Madre e hijo se abrazaron y Tom sintió que debías irse o notarían su escaso humor o lo angustiado que estaba. Pero Bill lo notó y se le acercó en cuanto Simone fue por las copas.

—¿Pasa algo? Estás distante estás… extraño.

—Debo hacer cosas hoy en la tarde, debo llevarme a Liam.

—¿Qué? Pero debo cuidarlo.

—No, he preferido llevármelo, además mejor pásala con tu mamá, tómate el día libre, te lo mereces.

Luego de brindar y dejar que las emociones salgan en frases, en miradas y sonrisas, Tom tuvo que irse y afuera, antes de que suba a su motocicleta, Bill se le acercó con un poco de rubor en sus mejillas y tomó una de sus manos, acariciándola con sus dedos.

—Sé que por estudiar no nos veíamos, que no podíamos salir…

—Descuida, ahora vemos los resultados, ¿no? —decía indiferente, pero Bill se le acercó un poco más con una pequeña sonrisa.

—¿Mi Tom quiere tener una noche conmigo? —preguntó casi en un susurro. Tom sintió algo golpearle el vientre, era lo que tanto deseaba escuchar en semanas. Luego de la amenaza de Vicky él no le había propuesto nada íntimo y ahora era Bill quien lo hacía—. Deseo recompensar tu paciencia.

—Bill… yo… debo irme. —Bill asintió y se sintió pequeño.

Tom encendió la moto, le dio un pequeño beso y se fue. Bill se quedó extrañado, presentía que algo pasaba y comenzó a angustiarse pensando que Tom se había aburrido o cansado de esperar tanto. O quizá había otra persona en su vida.

Volvió a entrar a su casa con dos sentimientos contradictorios en su pecho, estaba feliz y gozoso por el triunfo en sus estudios y veía provechoso el futuro, pero a la vez, preocupado por su novio, al único a quien amaba: Tom.

Tom manejaba directo a su casa para sacar a Liam y llevarlo hacia el departamento de Vicky el cual ya conocía por petición de esta.

¿Qué pasaría si Tom renunciaba y desistía a seguirle con su trato? ¿Realmente iría a la cárcel o eran solo palabras para controlarlo a su antojo? No lo sabía, pero temía correr con el riesgo. Hace semanas atrás Tom había ido al despacho del doctor que lo demandaba, se llamaba doctor Harry y había intentado negociar alguna salida, pero el hombre no quería dar su brazo a torcer y le dijo: «desearía que no fueras tú el acosado sino tu jefa, esa era mi intención al principio, pero no pensé que mi denuncia te perjudicaría, lo siento, pero tus padres tienen mucho dinero, de seguro te librarán de esta, yo solo quiero hacer pagar a esa empresa porque tuve un altercado con ella hace años y con Vicky». Tom escuchó atento, toda la historia que le contó, pero por más que insistía en que quitara la denuncia el médico no lo iba a hacer.

Llegó a su casa y Liam estaba con el conejo en sus brazos, jugando. Lucía mucho mejor que antes en las cuales casi siempre estaba escondiéndose o buscando problemas, ahora parecía saludable y juguetón.

—Iremos a ver a Liliana —dijo Tom sin más rodeos—. Vamos a cambiarte.

—¿Por qué hoy? ¿Y Bill? Dijo que vendría los sábados, le he estado esperando desde el sábado que pasó.

—Si quieres podemos hablar por teléfono con él, pero debemos ir donde tu amiguita.

—Es mi novia, tú lo dijiste.

—Está bien, tu novia.

Liam fue a alistarse y Tom subió a su habitación a cambiarse de ropa. El señor Arthur lo vio así, estresado, con ojeras y sin ánimos. Subió la habitación y Tom lo vio en el pasillo.

—Algo quieres —dijo Tom.

—Solo quería decirle que hoy viene Bill y…

—Ya no vendrá, ya hablé con él.

—¿Se siguen viendo? Vaya, no pensé que era serio —ironizó y soltó una risita que molestó a Tom.

—Arthur, tú y toda mi familia, siempre han creído conocerme, pues no es así, tengo mis asuntos, cosas que no comparto con nadie, así que evita sacar conclusiones de mi vida.

—Está bien, joven, no dije nada. —Tom lo miró serio y cerró la puerta de su cuarto.

Se sentó en su cama y se quedó pensando por un momento antes de salir. «¿Qué mierda estoy haciendo de mi vida», se lamentó poniendo una mano en su frente y cerrando los ojos. «¿Te das cuenta? Y todo por hacerte el Robin Hood, pero para qué, para qué arriesgar tanto, ¿por Bill? ¿Qué tiene él que no tenga los demás?», se ofuscó con ese pensamiento. «Él… él tiene lo que yo no tengo. No tengo sueños ni metas, yo solo vivo el presente, él no». Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero eso más que otra cosa lo llenaron de ira hacia él mismo, así que dio un fuerte golpe en la cama, «¡Te das cuenta! ¡Mira en lo que te convertiste! En un pobre diablo sentimentalista, eres de lo peor, Tom. ¡Debes hacer algo!».

—¡No! —gritó de rabia y decidió ponerse en pie—. Debo dejar de pensar, nada más. Debo ser cuidadoso y seguir el juego. Vicky se cansará de mí, me libraré del lío y podré… podré… —calló. «Podré estar con Bill», pensó.

Salió ya cambiado y se llevó a Liam consigo.

Todo el trayecto el niño estuvo animoso, curioso y hasta ansioso. Sabía que tenía una novia, aunque no sabía qué significaba eso, pero la idea de estar con Liliana y jugar con ella, le hacía sentirse bien, normal, como todo niño merecía sentirse.

Llegaron al lujoso departamento y la niña se llevó de la mano a Liam a jugar mientras Vicky se quedaba en la sala con Tom.

—¿Deseas beber algo? —preguntó ella con una sonrisa.

—No deseo nada —dijo sin verla.

—Pues deberás, pregunto por educación, pero cuando te pregunte otra vez deberás decir que sí. Así con respecto a todo, a todo Tom.

El rubio frunció el ceño, debía buscar la forma de librarse.

~*~

—¡Bill! —el profesor Jared abrió la puerta y lo primero que hizo fue abrazar a su alumno—. Felicitaciones, te lo mereces, sabía que ingresarías.

—En parte se lo debo a usted por su insistencia. Segundo puesto, es para no creerlo, ahora solo queda mudarse y… empezar.

Bill pasó a su departamento, era tan acogedor, tenía libreros llenos de libros, cuadros antiguos, maseteros con plantas pequeñas. Parecía no haber mucho espacio pero cada lugar era como si tuviera vida o significara algo. Bill suspiró entrando, no era la primera vez.

Se quitó los zapatos y caminó por la alfombra esta vez con una sensación distinta, una como de libertad total y como si entrara a la casa de un viejo amigo. Ambos se comprendían en otro nivel pues compartían confidencias.

Se sentó en un sofá hecho de telas suaves color gris y el profesor le trajo un té con unas galletas dulces. Vio la sonrisa de Bill se sentó a su lado.

—Y bien, ¿cómo estás? —preguntó mirándolo a los ojos. Bill bajó la cabeza.

—Desearía estar completamente feliz, pero no puedo y creo que usted sabe a qué me refiero.

—Al novio. —Bill asintió sin mirarlo y suspiró apretando sus labios—. ¿Mi plan no funcionó? Debía funcionar o eso indicaría que… que no te quiere.

—Lo sé, hice todo lo que me dijo y en parte… bueno, gracias a eso he ingresado porque estudié a conciencia y aunque al principio él insistía tanto y se molestaba cuando me negaba, después se acostumbró, mas no me pidió que nos separáramos o algo así, solo aceptó que no tenía tiempo. Ahora que lo tengo, él… —se sonrojó—. Él no quiso. —El profesor entendió a qué se refería y suspiró.

—Bill… Bill, creo que debes esperar que salga de él, ¿no crees? Quizá eso fue.

—No lo sé profesor, no sé, para mí que hay algo que está pasando y me lo oculta.

—Ten cuidado con las paranoias, cuando uno tiene una pareja a veces distorsiona la realidad. Según las características que me diste de él, parece ser dominante, él no va a querer que tomes la iniciativa, ya sabes —dijo con una sonrisa y Bill no sabía en realidad—. Solo deja que el momento llegue.

—Viviremos juntos. —El profesor escuchó eso y bajó la cabeza. De todas formas no lo veía buena idea, para él Tom era un aprovechado nada más y ahora estaría viviendo con Bill—. Parece que la idea no le gustó…

—Lo siento tan pronto para ti.

—Ya soy un adulto.

—Lo sé. —Jared lo miró fijamente, él veía un niño, uno muy hermoso al cual sería incapaz de tocar, pero por insistencia de Bill debía verlo como un adulto, entonces sintió ciertos celos por Tom, pero no diría nada.

—Profesor… humm… Usted me habló muy poco de su ex pareja, ¿puedo preguntar? —Jared rió un poco por su repentina curiosidad, pero luego asintió—. Sonará muy raro pero… —calló por la vergüenza.

—Oh, vamos, ya hemos hablado de esos temas, de qué te avergüenzas, puedes preguntar lo que quieras respecto a Shannon. —Así se llamaba su ex pareja, habían estudiado juntos para ser profesor, habían tenido una relación de casi siete años con convivencia, pero Shannon un día decidió terminar con todo aludiendo no sentir más lo mismo, el profesor Jared cayó en depresión, pero luego se sintió apto para proseguir y lo consiguió cuando se mudó a Hamburgo y obtuvo el puesto de trabajo en la ahora ex escuela de Bill.

El pelinegro estaba rojo de vergüenza como casi siempre se ponía cuando trataban esos temas incómodos, pero su curiosidad podía más. Recibió un codazo de parte del profesor el cual le hizo armarse de valor para preguntar. —Hum, ¿quién era el… el… pasivo? —preguntó y luego se tapó en rostro con ambas manos causando una risa en el profesor.

—¿Esa era la duda? Bah, mira cómo te pones y así me dices que eres un adulto, vamos da la cara. —Bill así lo hizo y suspiró para calmar sus nervios—. El pasivo era yo la mayor parte del tiempo, aunque eso es un poco subjetivo, si hablas de términos sexuales era yo, pero en actitud compartíamos los roles.

—Usted fue el pasivo, entonces usted… usted es pasivo —dijo con lógica y Jared rió.

—Es subjetivo, Bill. Por ejemplo, si estaría contigo no sería pasivo, todo lo contrario, tú serías el mío. —Eso puso muy nervioso a Bill pues se lo imaginó y luego sintió culpa por permitirse pensar así teniendo a Tom—. Es solo un ejemplo. Creo que mejor paramos esto. —Lo dijo porque vio incomodidad en su bello rostro. El profesor se preocupó de cada reacción que sentía para con Bill, no debía estar pasando…

Bill se fue de ahí ya entrando la noche y mandó un pequeño mensaje a Tom.

«Mañana no iré donde mi padre, mañana podemos vernos». Esperó respuesta mientras regresaba a casa, pero nada.

Pensó en que se estaba aburriendo de él y eso lo angustió, pero al llegar a casa, ya de noche, lo encontró en la puerta, apoyado en su moto y escuchando música en su celular para matar el tiempo.

—Así que fuiste a ver a ese profesor, ¿no?

—Sí y no empieces con tus celos tontos, sabes que él me ayudó mucho en esto del examen, solo quise agradecerle, más nada. Qué sorpresa verte, no pensé que vendrías, de haberlo sabido hubiera venido más temprano. —Tom sonrió y abrió sus brazos, Bill sintió estremecerse de solo pensar que al fin podría recibir de Tom lo que quería.

—No hablemos de eso, solo vine por un beso tuyo. —Bill suspiró, esperaba más que un beso, pero seguiría los consejos de su profesor—. Además también de ver eso de la mudanza, puedo ayudarte a buscar un sitio y luego…

—Mudarnos —dijo él viéndolo a los ojos. Tom asintió y lo abrazó más para darle un beso.

Extrañaba sentirse así, querido, admirado, extrañaba a Bill y sus sentimientos.

Bill reprimía las ganas de decirle que podían pasar, que podían amanecer juntos y vería la forma de que su madre no hiciera problemas, además sentía que merecía recompensarlo, pero Tom no decía ni hacía nada más que besar sus labios, usar su lengua, pero no profundizar su boca ni acariciarlo más que solo en la espalda, entonces Bill no pudo más y bajó una mano hacia la entrepierna del otro quien abrió los ojos y dejó de besarlo. Bill se detuvo, pero no quitó su mano, solo se quedó muy quieto viéndolo a los ojos.

—Bill —sonaba a reclamo y Bill quitó su mano.

Extraño~ así empienza esta segunda parte, un poco rara con las situaciones como se quedaron. Veremos qué más pasa. Comentarios, sugerencias o críticas son bienvenidas. Gracias por leer.