lunes, 25 de marzo de 2013

Vacaciones - 13

Hola a todos *-* Aquí les dejo un capítulo más de este fic. Disfrútenlo~
Por Hans:

—Apúrate, Zelma —decía a mi esposa quien se terminaba de poner sus botas para montar el caballo, es que estábamos preocupados por el destino de nuestros nietos.

Ellos habían salido en la tarde a caminar y no habían regresado ni para cenar, no podíamos dormir en toda la noche. Estuvimos rondando el huerto, también fuimos hasta la carretera y nada, ninguna señal de ellos. Así no podíamos dormir, debíamos adentrarnos más en el bosque por rastros de ellos. Mi esposa buscó una polera de Bill, dijo que era más pequeña aunque yo prefería una de Tom quien era el que sudaba más en mi opinión pues teníamos un perro que sabía de buscar personas con sólo oler alguna prenda, teníamos dos perros, uno era Bony el que buscaría a los chicos y el otro era Scoty un cazador de conejos, no lo necesitaríamos hoy.

—Hans —dijo mientras ya cabalgábamos rumbo a la montaña—. No sé tú pero creo que está pasando algo extraño… de eso que tú sabes.

—Oh, ¿notaste algo tú? —Empecé a preocuparme.

—Bueno, con Bill… él, como que a veces suele mirar raro a Tom, no quiero pensar eso de ellos, no quiero pensar que todo es como…. Ya sabes.

—No quiero pensar en eso tampoco ¿Trajiste la escopeta?


—Sí. —Oímos el sonido de los truenos y nos miramos con mala cara, ¿cómo no nos dimos cuenta de que se avecinaba la lluvia ni bien la luna se ocultó? era lo más lógico, pero nuestra preocupación era más en ese momento que ni nos percatamos.

Continuamos como media hora más, pero nada, el perro olía los rastros, pero dábamos vueltas y vueltas en un mismo lugar.

—Creo que ellos estuvieron por aquí mucho tiempo, han estado tan perdidos que caminaron en círculos por mucho rato —dije al darme cuenta del hecho.

—Sólo espero que no hayan ido pasando la montaña, puede ser peligroso.

—Creo que debemos ir Zelma, por si se encuentran con el cazador ese.

—Pues vamos, tengo la escopeta cargada

—Qué bueno…


Por Tom:

Bill simplemente me volvía loco, con sus movimientos, con sus jadeos, con sus besos y gemidos, definitivamente había perdido el control.

Temblaba debajo de mí con una mirada llena de lágrimas, las mejillas sonrojadas y los labios entreabiertos, rojos e hinchados de tanto besarle mientras que yo trataba de acomodarme lo mejor que podía sin aplastarlo, apoyado en la cabecera de ese mueble, me restregaba una y otra vez contra el cuerpo semi desnudo de mi hermano, no lo podía evitar. Alzando sus manos temblorosas logró posarlas en mis hombros y tímidamente se acercó a mi oído.

—Tom… ahh… —Puse una de mis manos sobre su costado, acariciándolo y sintiéndole estremecerse, serpenteando en el sofá, alzando mi polera que él tenía puesta, terminé de sacársela, no me resultó nada difícil—. Detente… —En un hilo de voz logró decirme eso, pero no quería parar, quería hacerlo mío de una vez.

—Te deseo. —Abrió la boca cuando mi mano dio con su muslo, y subió un poco más hasta llegar a su entrepierna ya dura. Acallé un gemido suyo con un beso, recostándolo en el sofá mientras ávidamente metía mi mano dentro de sus bóxer y tocaba su sexo, caliente. Con sus manos en mis hombros me clavó las uñas cada vez más fuerte y le mordí ligeramente el labio inferior, gimió alto, me separé para mirarlo—. ¿No deseas esto? —Tomé su miembro en mis manos y empecé a estrujarlo, cerró los ojos y su cabeza dio hacía atrás, apretó los dientes y luego gimió, muy erótico. Sus manos bajaron hacía mi mano, tomándola encima deteniendo mis caricias, abrió los ojos mirándome desesperado… comprendía que haga lo que haga él tal vez no cedería.

—Yo… por favor… —Me detuve y solté su miembro para luego subir mis manos, apoyarme en mis codos a los lados de su cabeza y mirarle a los ojos, él sudaba tanto como yo, y con la respiración rápida, posó sus manos en mi cintura, me hacía cosquillas un poco y se mordió el labio inferior—. Tengo miedo… —dijo y sonó muy sincero.

—Estás conmigo. —Besé la punta de su nariz.

—No entiendes, tengo miedo a todo esto, a nosotros, lo que hagamos y… —Suspiró—. A que mañana todo sea diferente entre nosotros… que me mires, no sé, como si ya no fuese tu hermano. —No lo entendía, pero tal vez él era de pensar mucho.

—Siempre serás mi hermano, sé que todo esto es raro. —Me moví de sobre él y me puse a su lado, con la espalda en el respaldar del sofá y él frente a mí, lo tomé de la cintura y lo pegué más a mi cuerpo, él puso sus manos en mi pecho, acariciándome tiernamente y suspirando cerca de mis labios.

—Esto es más que raro… ¿En verdad tú me quieres? —Su pregunta me causó gracia, claro que lo quería.

—Pero por qué preguntas eso, es lógico que sí.

—Pero eres igual a mí… digo somos gemelos, y como que no tiene mucho sentido.

—No sé cómo pasó Bill, pero no puedo dejar de verte como mi amante, queriéndote besar y hacerte mío, te deseo totalmente. —No sé cómo pude decirle todas esas cosas.

—Pero es que tengo miedo que sea algo del momento nada más y después mañana ya no me quieras más…

—No sé cómo llegas a pensar así, no lo veo así. —Besé sus labios pero él me esquivó un poco.

—Además… yo… —Ocultó su rostro de mi mirada, puso su cabeza en mi cuello y pasé mis manos por su espalda dándole seguridad, habían cosas que se debían hablar antes, y no le callaría por mis deseos de poseerlo de una vez—. Yo no sé si… si soy virgen. —Su voz se iba apagando mientras hablaba en un susurro—. No sé si me entiendes. —Asentí con la cabeza.

—No importa si no lo eres. —Tembló un poco y negó con la cabeza.

—Para mí sí importa. —Bien, había llegado el momento de hablar en serio sobre ese asunto que en verdad me molestaba un poco, no porque me impedía tocarlo como quería, sino porque sabría que querría estrangular a esos supuestos compañeros que lo tocaron alguna vez—. No recuerdo qué pasó esa vez. —Suspiró y lo abracé más fuerte, sentí mi hombro humedecerse, eran sus lágrimas—. Sólo sé que me golpeé y después había sangre… pero exactamente no sé qué pasó…

—No te preocupes… —En realidad no sabía qué decirle sólo quería que se calmara. Se asomó y me miró a los ojos, estaba lloroso.

—Mi temor es… no sé, es recordar lo que me pasó mientras me lo hagas. —Se sonrojó y cerró los ojos—. Y que después ya no te guste… —Se quebró comenzando a llorar, eso me trastocó, ¿cómo pensaba así?, jamás dejaría de gustarme, todo de él era especial.

—Siempre me gustarás…

—Es que… tengo miedo… —Empecé a entenderlo. Tomé sus manos y las besé, en un gesto de hacerle ver que lo entendía, después pasé una mano por sus mejillas, secando una lágrima, llevándome a la boca el pulgar probando de su salada lágrima, él me miraba y suspiraba algo más calmado—. Pero… quisiera… que al menos intentáramos. —Su voz era de temor, besé su frente tratando de darle confianza—. Quiero saber qué se siente —dijo y su respiración se agitó, mi estómago dolió y tuve temor, temor porque debía ser cuidadoso, aunque quería hacerle el amor, no lo haría esta noche, algo en mí me decía que tal vez esperar un poco sería mejor para Bill, en el estado que estaba… mejor si esperábamos un poco. Lo miré fijamente y el notó mi inseguridad—. Lo lamento. —Se excusó.

—No, no lamentes nada, será como tú quieras. —Entonces se me ocurrió una idea—. Sabes, creo que sé cómo ayudarte. —Abrió los ojos, expectante—. Bueno, sólo si quieres.

—Quiero.

—Cierra tus ojos. —Así lo hizo—. Voy a… a tocarte, y me dirás cuando parar, ¿está bien? —Abrió los ojos y me miró confundido.

—Pero… promete que pararás cuando yo quiera. —Asentí y él me besó en los labios, lo pegué a mi cuerpo y él apoyó su cabeza en mi cuello, respirando agitadamente sobre mi piel.

—Aquí vamos. —Pasé mi mano por su costado tocando su piel y luego la puse sobre su espalda—. ¿Estás bien? —Asintió y me susurró un pequeño “sí” Bajé un poco mi mano tocando su cintura, lo sentí suspirar y sus labios cerrarse besándome el cuello—. Eres tan suave. —Lo sentí sonreír y sus manos se posaron en mi cintura, reí un poco, empezamos a agitarnos más. Bajando mis manos por su espalda me detuve en el borde de sus boxers— ¿Puedo? —pregunté algo tímido. Él suspiró y asintió lentamente—. Sólo voy a tocarte…

—Sí…

—Bien… —Metí una de mis manos dentro de sus boxers y él se estremeció cuando toqué sus nalgas y entre ellas, mis dedos buscaban algo.

—Ahh… Tom —Me detuve.

—¿Quieres que pare? —Negó con la cabeza, él estaba sudando y jadeando con sólo rozarlo y yo no me quedaba atrás, tragando saliva me hice al fuerte, mi entrepierna dolía, él se percató de eso. Con algo de temor abrió el cierre de mi pantalón y luego sentí una mano colarse dentro de mis boxers y tocarme ahí—. Humm.

—Sigue —dijo y volví mi mano hacia su trasero a lo que él respondió inclinándose un poco, moviendo las caderas en señal de más contacto. Rocé su entrada delicadamente, sentí la necesidad de humedecerla pues quería intentar hacerle ver que no es algo de otro mundo, que quería hacerlo por ahí, así que humedecí mis dedos con algo de saliva para luego regresarlos a su trasero, él me dio la cara en ese proceso—. Pero… —Me miró sorprendido por lo que acabé de hacer, se sonrojó mucho y volvió a poner su cabeza en mi cuello, entonces tanteando esa zona logré encontrar su entrada, él empezó a removerse y a jadear—. No sé…

—¿Hum?

—¿Y si duele? —Presioné un poco y metí un dedo—. Ahhh…. —Empezó a agitarse.

—No va a doler, ¿duele?

—Ay… No lo sé… esto es raro.

—Sí lo es… pero algo como esto será cuando lo hagamos. —Metí otro dedo abriendo paso por su apretado agujero, de sólo saber que sería así me ponía mucho.

—Ahh… —Gimió agudo y con la mano acariciándome la entrepierna me la apretó y yo gruñí un poco. Me miró a la cara y lo besé, saqué mis dedos y rápidamente me senté tomándolo de la cintura lo puse sobre mí, tomé sus brazos y los puse en mi hombro, el jadeó en mis labios—. Tom… —Besé su cuello y el se echó un poco para atrás sacudiendo su cabello, era tan sexy. Volví una mano hacia su trasero y esta vez fue más fácil entrar, dos dedos, los moví escuchándole gemir de gusto, los metí más adentro probando su resistencia, estaba muy caliente—. Ohh… eso duele. —Cerró los ojos con una mueca de dolor, moví mis dedos en círculos y sus uñas me arañaron la espalda.

—¿Estás bien? —Empecé a besarlo para calmarlo, tenía temor que esté recordando algo, entonces se estremeció y abrió sus ojos, gimió alto empezando a mover sus caderas.

—Eso… ahh… ahí. —Di con algo ahí adentro, Bill empezó a gimotear y removerse con más ansias y lo miré, sus ojos estaban llenos de deseo y se pasaba la lengua por sus labios—. Oh… Tom... mmm…

—Eres… —Besé sus labios y quise hacérselo con fuerza, mis deseos eran tales, pero controlando mis impulsos sólo pude tomarlo más fuerte de la cintura mientras le metía otro dedo, él se estremeció aún más, pero mientras seguía metiéndoselos y sacándoselos dando en el mismo punto sabía que lo disfrutaría, y así fue—. Quiero acabar en ti… —dije con la voz ronca y él sólo pudo mirarme y subiendo y bajando en mi mano vi cómo empezó a temblar más y apretado los dientes dejó caer su cabeza hacia atrás.

—Nnnn… ¡Ahh! —Se corrió en mi vientre fuertemente, sentí cada músculo de su cuerpo temblar por el orgasmo y sus ojos brillar de una manera que juré que tenía que volverlo a ver así, en mis brazos, sudando y deseoso—. Oh Tom… —susurró y pegó su cabeza a mi pecho, lo abracé y recosté en el sofá, besando su frente haciéndole sentir especial, lo era; haciéndole sentir que él era lo único que tenía y así lo quería, que sea todo para mí, como una exclusividad, como más que un tesoro.

—Mi Bill… —susurré y él me sonrió, cerca de mis labios.

Los truenos se intensificaron y hubo muchos relámpagos que iluminaron el cielo, de pronto una ráfaga de viento entró por algún lado apagando la lámpara, nos quedamos a oscuras, aún así podía ver en cada iluminada de los relámpagos el bello rostro de mi hermano y pude sentir sus manos bajando poco a poco por mi dorso desnudo hasta llegar a colarse dentro de mis boxers, me estremecí y apreté los dientes.

—Tú… no has terminado —dijo con la voz sugerente y yo le sonreí, besando sus labios luego que él terminó de coger todo mi miembro erecto y masajearlo de arriba hacia abajo, primero despacio, luego cada vez más rápido que me hizo temblar de la pura excitación—. ¿Quieres terminar en mí? —preguntó intimidante, mi estómago dolió y no supe qué contestar, sólo lo sentí descender, sus cabellos daban con mi vientre y me asusté un poco, es que ¿acaso él? No lo podía creer. Abrí mis ojos de la sorpresa y me sentí tan caliente.

—Bill… por favor —le supliqué ni yo mismo sé qué. Puse un mano en su cabeza y la otra a un costado, agarré el sofá como si de él dependiera mi vida, me tensé un poco mientras sentía la lengua húmeda y suave pasarse por todo mi miembro—. Ohh… Bill… —Jamás antes su nombre me había sonado tan erótico como en esta noche, pero sí, todo de él lo era ¿cómo antes no lo había sabido? o tal vez lo supe y lo reprimí tanto que terminé alejándome de él sin querer en vez de otra cosa.

Me hundía en su cavidad bucal tanto que empecé a sudar, sabía que pronto llegaría al tan ansiado orgasmo. Lamió y chupó con tanto ahínco que los dedos de mis pies se curvaron y apenas pude mencionar su nombre para avisarle que estaba en el límite. No pude y me corrí en su boca—. Lo siento… —musité apenas audiblemente. Él no dijo nada, sólo hacía sonidos tan agradables y se pasaba la lengua por sus labios.

—¿Sabes? —dijo Jadeante—. Yo creo que amaré más el mañana a partir de ahora… quiero amanecer contigo y ser tuyo.

—Oh sí… serás mío, eso lo juro. —Acercándome a su oído le mordí la oreja, el gimió despacio—. Te haré el amor tantas veces que no podrás caminar. —Rió tímidamente y se pegó más a mí, empezó a respirar pausadamente, entonces supe que se había quedado dormido, vi en la oscuridad unos ojos rojos brillar, el pequeño bambi lo había visto todo…


Por Bill:

Tom era caliente.

Los latidos de su corazón me infundían tranquilidad, supongo que era como “recordar” cuando estábamos en el vientre de nuestra madre, estando tan cerca de él piel a piel, me sentía en las nubes, era mi hermano, pero también significaba algo más en mi vida, ocupaba el lugar de mi corazón, mi alma gemela.

Pasé la noche así, más junto a él de lo que algún día imaginé.

Al amanecer, los rayos de luz entraron por una ventana cerca de la puerta, alcé la cabeza y vi a Tom, le di un pequeño beso en sus carnosos labios y después miré mi aspecto, estaba semi desnudo, así que levantándome sin despertar a Tom cogí mi polera, en realidad la de él y me la puse, dándome cuenta de lo ridículo que se veía en mí, por la abertura que tenía. Todo mi vientre estaba manchado con mi esencia de la noche anterior, mis mejillas se calentaron un poco de sólo recordarlo. Sigilosamente salí de la cabaña, antes viendo cómo Tom dormía plácidamente con las rastas revueltas, el torso desnudo y los jeans semi bajados dejándome el borde de sus boxers, muy sexy; luego me fijé en el cervatillo que yacía en el suelo sobre pieles de animales, estaba sentado ahora y me miraba, le sonreí y salí un momento. Cerré la puerta despacio y decidí inspeccionar el lugar…

Había mucho barro producto de la lluvia, todo el suelo estaba mojado, resbaloso, caminé alrededor de la cabaña inspeccionado, me topé con una especie de pozo de donde podía sacar agua “Genial” pensé, era lo que necesitaba. Así que con el balde que encontré al lado del pozo decidí sacar un poco de agua, luego de eso, tomé con mis manos el líquido frío y lo pasé por mi vientre, miré a ambos lados y decidí que tal vez sería mejor si me lanzaba toda la cubeta de agua y me daba una especie de baño, total nadie estaba mirándome. Volví a coger más agua y lo alcé hacia mi cabeza… pero un sonido me hizo ponerme alerta. Volteé y sentí una mano tomarme y empujarme contra la pared de la cabaña, ahogué un grito de la sorpresa, fue tan rápido que no pude reaccionar, una escopeta apunto mi nuca, y un aliento desagradable sopló mi oído. Me aterré, intenté voltear para ver quién era.

—No te muevas. —Temblé e intenté gritar—. Preciosa. —Fruncí el ceño, un estúpido que me confundía de mujer.

—¡Tom! —grité y él me volteó rápidamente. Sólo así me percaté de quien era, un hombre alto y fornido, con una mala afeitada, mirada intimidante, se me acercó levantando una ceja y puso una mano en mi boca.

—¿Tom? ¿Eres nene o nena? —Una mano pasó por entre mis piernas, me removí pero él era más fuerte, respiré agitado, aterrado y me tocó la entrepierna abriendo sus ojos de la sorpresa sonriendo lascivamente—. Un chico.

La puerta de la cabaña sonó, y giré lo más que pude mi rostro, vi a Tom voltear y dar con mis ojos. Su rostro era de furia. Pero volví mi rostro hacia delante, aquel hombre traía en su mano algo, aparte de la escopeta, era una cuerda que daba con un ciervo que yacía muerto a mis pies, una arcada me quiso provocar el vómito cuando vi el lomo sangrante del animal, las manos se me pusieron frías, un mareo intenso se apoderó de mí… era sangre. Sabía lo que vendría después, el cuerpo se me debilitó tanto que intenté mirar por última vez a Tom, él tenía la vista fija en aquel sujeto.

—¡Suelta a mi hermano! —gritó, pero la vista se me nubló y mis piernas flaquearon.

Un disparo sonó… y todo fue negro.


¿Quién apareció y le arruinó el momento? Lo veremos >:D Comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidas. Gracias por leer *-*

4 comentarios:

  1. Bill se dejo tocar por Tom, lo mejor fue que no recordó nada feo :)

    que miedo con el cazador que se encontraron, espero que sus abuelos los encuentren pronto y que ese hombre no los lastime.

    espero el próximo,saludos :)

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    1. hallo <3 sí, es fue la parte buena, que no recordó cosas feas...
      y veremos el misterio de ese cazador
      besos<3

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  2. para mi que llegaron justo a tiempo los abuelos de Bill y Tom y le dispararon a ese feo señor violador vv

    Cuidate! besos!
    Criis.

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