Fresas amargas - XII

Hola a todos *-* les traigo el penúltimo capítulo de esta segunda parte la cual se llama: Tesoros. Quiero agradecer a Lupis por el bello regalo que me dio, me cayó de sorpresa *-*!!! un banner de fresas amargas ¡Muchas gracias! Y por leer el fic también. Un beso a todos y los quiero *-*

Simone hablaba amenamente, escuchar a David era muy relajante, aún tardaría meses en volver y así salir, él le invitaba a citas, estaban en la fase de conocerse. Pero Simone no podía concentrarse del todo en la conversación. Su hijo había subido con el que ella creía era su amigo de la adolescencia, pero ahora sabía que habían tenido un romance, ahora estaban en la habitación, ella tragó saliva no sabiendo cómo reaccionar, ¿debía hacer algo como la dueña de la casa? David siguió hablándole a lo que ella prefirió perderse en esa llamada; total, Tom ya no era un niño, al fin no era un niño para ella, suspiró resignada tratando de confiar en que Tom haría algo sensato…

Allá arriba, las manos de Tom estaban casi heladas, su pulso estaba raramente acelerado y respiraba agitado, era extraño, sentía que debía tomar una pastilla, pero en ese momento no tenía ninguna y tampoco quería pensar en ello.

Bill miraba aquel lugar minuciosamente. El color de las paredes seguía siendo melón, el pasadizo le pareció muy pequeño y angosto, pero en realidad no era así, él había crecido. La puerta del cuarto de Tom le pareció baja, y Tom volteó a verle antes de entrar.

—No puedo creer que… —habló Tom y Bill esperó que prosiguiera, pero no lo hizo.

—¿Qué esté aquí? —Tom asintió.

—Que estemos aquí, como hace ya… creo que nueve años. —Bill suspiró y Tom terminó por abrir el cuarto, la puerta rechinó por el poco uso que Simone le daba. Pero todo ahí estaba en orden.

Las cortinas cerradas, el mueble marrón de madera, un sofá pequeño en donde antes estaba la cama de Tom, y una pequeña mesa en donde descansaban libros. Simone solía leer ahí adentro, una forma de recordar a Tom en su ausencia.

Aquel olor particular llenó de emoción a Bill. Para Tom aquello pasaba desapercibido, se dispuso a abrir las cortinas, y Bill se sentó en el sofá, acariciándolo. Tom se giró y desde la ventana y le vio, no queriéndose acercar, aún estaba nervioso y confundido. Bill le sonrió desde su posición.

—No sabes lo que esto significa para mí —le dijo Bill suspirando, para luego disimular esquivando la mirada.

—No sé qué decirte, Bill. Esto es extraño, me siento entre la espada y la pared.

—Lo sé, no deseo hablar de ello… No quiero pelear, Tomi. —Tom le sonrió y Bill también lo hizo, casi al mismo tiempo suspiraron…

***

Andrej regresaba a casa algo temprano, tarareaba una canción y antes se animó a comprar algunas cosas para hacer una suculenta cena para su gran amor y con una bolsa llena de compras abrió la puerta de su departamento recibiendo el saludos de sus dos perros y el gato también… Pero no de Tom, no había rastro de él. Y aquello comenzó a preocuparle. Se sentó en el comedor y marcó su número de teléfono.

—Aló, Tom… —éste le había respondido.

—Hola… —fue todo lo que le dijo esperando que Andrej le hablara.

—¿Dónde estás? Quiero cenar contigo —escuchó unos sonidos que lo alertaron—. ¿Tom?

—En casa de mi mamá, estoy aquí por un momento, regresaré pronto…

—Entiendo, te espero con la cena entonces. —Otra vez el silencio y Andrej suspiró impaciente.

—Cenaré aquí, no te preocupes, estaré allá cuando pueda, hablamos Andrej. —Y Tom le cortó.

El rubio se quedó con el celular en la mano y con un nudo en la garganta tan intenso que hasta uno de sus perros fue con él para apoyar las patas en sus muslos y después escucharle sollozar de pura impotencia. Y es que el rubio tenía un presentimiento, sabía identificar las reacciones de Tom, y esa forma de hablarle solo le hacía notar que algo más estaba pasando, algo que quería ocultarle y eso solo podía referirse a Bill, lamentablemente.

***

Tom había contestado la llamada delante de Bill, éste había permanecido sentado en el sofá observando todas sus reacciones, qué decía, y cómo lo decía. Vio en Tom tanta inseguridad que torció la boca algo disgustado. Tom dejó de mirarle, estaba apoyado cerca de la ventana y miraba su celular algo cohibido.

—Te irás, ¿verdad? —preguntó el rubio con algo de inseguridad—. Lo entiendo.

—No, no quiero irme, aunque sé que sería una buena idea… Siento que hago mal. —Agachó la cabeza y Bill comenzó a incomodarse.

—¿Sabes, Tom? Vivir así no es vivir. Sé que sonará muy egoísta lo que te diré, pero veo en ti un sacrificio nada más, te sacrificas por él así como yo lo hice por Astrid, y lo entiendo, sé lo que se siente, pero ¿qué hay de ti? No veo felicidad, no te siento como el chico que fuiste antes, como mi Tom que me sacaba una sonrisa de cualquier cosa, el que se empecinaba por agradarme, solo veo un Tom triste, el inseguro y temeroso Tom, uno que no conocí antes.

Tom le miraba atento y solo agachó la cabeza algo cohibido para luego asentir dándole razón.

—Y es que no hay salida…

—Fatalista. —Tom le encaró y frunció el ceño.

—No me hables así, es fácil para ti ya que estás libre, pero tengo conciencia, Bill; y sé que haría muy mal si permito alguna cosa contigo estando con Andrej, teniendo con él una relación estable y seria, ¡esto no es fácil! —Se ofuscó y le dio la espalda, mirando el horizonte por su ventana, sus ojos se aguaron y se sintió patético e infeliz, era cierto lo que Bill le decía, él era un infeliz, pero por lo complicado de su forma de pensar no quería cambiar aquello, no quería causar mal a otra persona, así que se guardó sus sentimientos y se cerró no queriendo tocar el tema.

Bill suspiró y metió una mano en uno de sus bolsillos sacando un cigarrillo y un encendedor, lo encendió y comenzó a fumar en silencio.

—No debiste haberme dejado… —dijo Tom aún de espaldas a Bill y éste torció la boca algo fastidiado, otra vez Tom pensando en el pasado, en algo que no tenía solución—. Siempre estuve releyendo la nota que me dejaste debajo de la almohada el último día… vivía con eso en mis manos hasta que el papel comenzó a cuartarse, entonces decidí meterlo en un cofre el cual aún está aquí, en esta habitación.

—Quiero verlo. —Bill se puso en pie y comenzó a buscar con la mirada donde puede estar, Tom volteó a verlo y se dirigió al mueble de madera que tenía y lo abrió, ahí, sobre una repisa, yacía el cofre marrón muy bien cerrado, Bill lo vio y lo tomó sin consentimiento de Tom quien le miró como en alerta—. Dame la clave —pidió por el candado.

—¿Recuerdas la fecha en que te fuiste? —Bill frunció el ceño y giró el candado hasta formar la fecha y el cofre se abrió, Tom se agitó y le quitó aquel tesoro de las manos queriendo ser él quien vea su contenido.

Un papel amarillento y algunas fotos con la letra infantil de Bill aparecieron ahí, Tom sacó aquel papelito y lo leyó para Bill.

—“Cuando tenga dieciocho años te buscaré, y saldremos por un helado de fresa otra vez… es una promesa. Te amo Tom, y nunca te olvidaré”. —Quiso guardar el papelito en el cofre, pero Bill se lo arrebató quedándose Tom con parte de él en sus dedos—. ¡Bill! —le reclamó y luego vio cómo Bill deshacía el papel en pequeños pedazos con mucha fuerza, pulverizaba ese trozo de hoja para que no quedase nada de ella—. ¡Qué haces! —Tom le gritó de cerca tomando sus manos, deteniendo aquello, pero Bill terminó por destrozarlo completamente tanto que sus restos parecían un polvo blanquecino que cayó al suelo perdiéndose en él.

Tom le miró airado y no creyó ser capaz de golpearle, pero casi instintivamente su mano se alzó y con fuerza un puñetazo fue a parar en el labio de Bill quien con la fuerza del impacto volteó la cara casi chillando de la sorpresa… Tom se quedó quieto ante ello con los ojos abiertos totalmente arrepentido por su cobarde acción.

Por una hoja de papel cuyo mensaje alimentaba la esperanza de tenerle…

Bill le encaró con el labio sangrante y con los ojos que denotaban furia, Tom retrocedió un poco y alzo ambas manos en señal de disculpas, aún no articulaba palabra alguna, estaba sorprendido de su actuar.

—¡Cómo pudiste golpearme! —Bill avanzó hacia la puerta queriéndola abrir e irse a su casa, pero el brazo de Tom se lo impidió—. ¡Suéltame!

—Espera… lo siento, no quise golpearte… —Bill le encaró aún furioso.

—¡Vives atado a esa maldita nota, tenía catorce años, Tom!, creía realmente que funcionaría, en verdad lo creí; no quería dejarte y cuando lo hice me arrepentí no sabes cuánto, pero dentro de mí sabía que te hacía un bien puesto que estabas sufriendo por mí y cada que hablábamos me lo decías, yo no podía sobrellevar aquello, fue simplemente eso. Perdiste contacto conmigo, no me contestabas los mensajes, nada… ¿Qué querías que hiciera? —Tom se quedó estático viéndole a los ojos… Para él recordar esas épocas le resultaba en cierta forma dolorosa.

—Cuando terminaste conmigo, no vi ningún favor en ello… quería creerte, saber que lo que tanto insistías decirme era verdad, que me querías, pero cuando me mandaste ese estúpido mail todo se cayó, todo Bill, incluso mi vida misma, no sé cómo tuve fuerzas para querer seguir adelante. Yo sentí que fue el único que te quiso enserio y que tú lo superaste simplemente.

—Pero no fue así, y te lo repito, el pasado es el pasado… No lo cambiaremos nunca, no podemos… Solo seguir adelante, hacerle frente a la vida.

—Eso es lo que hago, tratar de tener en control mi vida, y vienes tú y todo se echa a perder.

Bill se quedó mirándole apretando los labios y viendo el brillo de los ojos de Tom intensificándose, sus pupilas temblaron y una lágrima cayó por su mejilla, fue cuando Tom le dio la espalda.

—Sal de aquí —le pidió controlando su voz para que no sonara rota.

Bill permaneció cerca de la puerta y suspiró en silencio, el deseo de irse pasó a segundo plano. Puso una mano sobre el hombro de Tom y éste tembló queriendo quebrarse para llorar, pero no lo hizo, supo aguantarse en ese instante. Bill acortó la distancia abrazando a Tom por detrás y apoyando su mentón en su hombro y acariciando la piel de su cuello con la punta de su nariz. Tom apoyó sus manos sobre los brazos de Bill y cerró los ojos queriendo relajarse, evitando esas ganas de rechazarlo por sentir que hacía algo malo.

—No me voy porque no quiero irme… Quiero quedarme contigo todo este día y mañana seguir contigo así sepa que regresaré pronto a Francia, así sepa que tú no romperás con Andrej, retiro lo dicho anteriormente, no me importa con quien estés, te quiero a ti, y joder, ya me cansé de que nada salga como quiero o queremos… todo tiene un límite, todo llega a cansar alguna vez. —Tom frunció el entrecejo, él no pensaba así, pero apretando los labios, no quiso hablar.

Bill cerró los ojos oliendo a Tom y comenzando a respirar algo agitado, sus labios dieron con la piel tibia del cuello de Tom y le besó.

—Sabes que no sé rechazarte… —le confesó Tom—. Siempre te aprovechas de ello, sabes que te deseo y pones en jaque mi razón.

—Me alegra saberlo, porque sé que a mí quieres. —Tom apretó sus puños.

—¡No quiero! ¡No puedes alegrarte de eso! Egoísta…

—¡Shh! Te condenas por pensar de esa manera… Te martirizas, te flagelas sin ser el culpable, eso es muy infantil, abre tu mente Tom, le encontraremos solución, y si no la hay pues le daremos la espalda al maldito destino y que se jodan todos… —Apretó a Tom entre sus brazos y éste suavizó su agarre en los brazos de Bill soltando un quejido.

Atrapado sin salida, una desesperación le inundó, sabía que no podía salir de ahí, se sentía cómodo y querido… Sentía que tenía el corazón de Bill y eso era lo que siempre había querido tener.

Se giró y le tomó del rostro, apretando sus mejillas con una sola mano, siendo rudo aunque reprimiendo sus deseos más bajos, le besó en los labios, apretándole entre sus brazos e impactando su cuerpo contra la pared de manera fuerte que hizo que Bill se quejara, pero cerrando los ojos le besó a la misma intensidad.

Rodeó sus manos a su cuello y acarició sus trenzas, y Tom le besaba como si fuese la última vez, saboreando sus labios y mordiéndolos, sintiendo el rastro de sangre en ellos, algo que se le hizo delicioso. Bill gimió de dolor y placer ante ello y solo se dejó hacer.

Tom tomó su cintura y le alzó haciendo que Bill le rodeara con sus largas piernas, le apretó las caderas con ellas y se alzó en sus brazos sin romper el beso.

El corazón de Tom latía tan acelerado que logró asustarse, sabía que los químicos en su cuerpo le estaban alterando su normal funcionamiento, pero aún así prosiguió. Llevó a Bill al pequeño sofá, lo recostó ahí y le miró a los ojos detenidamente, sus pupilas dilatadas y su boca semiabierta le recordó al anterior Bill, al de catorce años que le entregó su primera vez, pero cerrando los ojos por un momento decidió no pensar en el pasado… Bill tenía veintitrés años como él, y Tom ya no era el único hombre con el que había estado, y aunque eso le fastidiase mucho, por primera vez deseó cambiar de pensamiento, decidió ver la parte positiva…

—Quiero estar contigo… —le dijo Tom cerca de sus labios—. Creo que siempre lo he querido solo que nunca luché hasta el final por esto…

—Tampoco yo… —Bill era consciente que también le había intentado olvidar, escapar de Tom, refugiarse en la idea de tener una familia, cambiar de vida, cerrar la página del pasado, pero ésta no se dejó, estaba ahí latente por años, había podido sobrevivir aquel pequeño primer amor, de alguna manera había podido sobrevivir.

Cerró los ojos y Tom le besó otra vez. Aquello era único, aquel piercing y sabor de boca solo era de Tom, ninguno de sus tantos amantes le había borrado aquello. Sus fuertes manos tocaron su cuerpo por encima de su blanca ropa y le susurró un “quiero hacerte mío” con lo que Bill sonrió ampliamente deseando aquello con todo su ser.

Quitarse la ropa ajustada le tomó mucho tiempo, Tom le ayudó con sus pantalones soltando una risita mientras los deslizaba de sus delgadas piernas casi jalándolos con toda sus fuerzas, Bill se había ruborizado ante ello y luego se recostó en el sofá viendo cómo Tom se quitaba la polera y pantalones con tanta facilidad.

Pequeñas risas y sonrojos aparecieron como si fuesen niños otra vez… Pero luego que Tom le besara otra vez, el fuego se avivó entre los dos y casi con desesperación, ninguno quería que el tiempo pasara, más bien, que se detuviera y que no existiera el mundo allá detrás de las paredes de esa pequeña y acogedora habitación.

Tom vio la desnudez de Bill cuando le quitó todo y luego como su pecho subía y bajaba buscando llenar sus pulmones de aire, y sus músculos temblaban ansiosos… Se mordió el labio y vio cómo Tom le miraba con tal deseo… y quedándose quieto le vio bajar por su vientre, besándole cada que podía y le tocó íntimamente a lo que Bill arqueó un poco la espalda y abrió la boca jadeando, dejándose caer y cerrando los ojos en cuanto sintió a Tom lamiéndole la punta de su masculinidad y luego curveó los dedos de los pies cuando se sintió envuelto por toda su cavidad bucal, sus manos fueron al sofá y lo arañaron con ansias, dobló las piernas un poco y luego de sus caderas se impulsaban hacia adelante, entrando en Tom a su antojo.

—Tom… si esto sigue terminaré ahora… —habló como pudo y sintió que Tom le dejó para lamerle por la longitud de su miembro hasta bajar hacia sus testículos provocando en Bill un poco de nerviosismo hasta que se atrevió a descender aún más— .Tom… —se quejó e intentó apartarlo, pero Tom se lo impidió.

—Shh… déjame hacerlo —Bill abrió los ojos sintiendo mucha humedad, era la lengua de Tom lamiéndole por primera vez ahí, que atrevido fue.

Para Tom era sentirle de una manera diferente y luego de hacerlo, tanteó aquella zona con sus dedos para entrar en él. Viéndole a los ojos, Bill gimió y se dejó llevar…

—Mi Bill… —susurró y Bill le sonrió para luego impulsarse hacia él y darle la espalda, alzando su trasero, arrodillándose en el sofá, Tom tomó sus caderas y le penetró de esa manera.

Le besaba la espalda, le susurraba que le quería, y aquello fue casi como una primera vez aunque con más experiencia de parte de ambos.

Tom fue algo intenso, por alguna razón, necesitaba afirmarse en Bill y a él le había gustado esa intensidad. Tom se presionó tanto contra él que Bill le pidió parar y empujando a Tom lo sentó en el sofá subiendo Bill sobre él para así estar frente a frente. Apoyaron sus frentes sudadas y casi sonrieron en el éxtasis de su placer.

—Te amo… —dijo Bill y Tom cerró los ojos abrazando a Bill fuertemente. Él no quería decirle que también le amaba… Tenía temor de sus propias palabras, sabía que después aquello le pesaría mucho.

Bill comenzó a moverse tan rápidamente que Tom apretó los labios y besando su largo cuello se corrió en él para luego sentirle estremecerse y apretarle ya que Bill también había llegado.

Aquel cuarto quedó oliendo a ellos nada más, permanecieron minutos juntos, acariciándose y repartiéndose pequeños besos y casi perezosamente se separaron para coger sus ropas esparcidas por todo el suelo. Se miraban de rato en rato para sonreírse y suspiraban casi al mismo tiempo.

—No quiero salir de aquí… —le dijo Tom—. No quiero que te vayas… Y luego regresar a lo de antes. —Bill le miró serio y luego de vestirse se le acercó.

—Deberé salir, pero eso no cambiará nada entre nosotros. Tenlo presente Tom, ten presente esto y no lo demás, no dejes que nuestro amor se asfixie otra vez. —Un pequeño beso en sus labios logró reconfortarlo.

Al final los dos salieron y Bill se encerró en el baño por un momento. Tom bajó a la sala encontrando a su mamá sentada en el sofá sin hacer nada, solo pensando.

—Mamá…

—Descuida, no tienes que explicarme nada. Solo sé diligente, sea lo que sea que hagas, sé diligente, sé el hijo que he criado, confío en ti —dijo con una sonrisa y Tom se pasó las manos por las trenzas sueltas y solo asintió.

Bill bajó luego y algo avergonzado se despidió de Simone para ser acompañado a la salida por Tom. Abrió la puerta y Tom salió con él para parar algún taxi que le llevara a casa de Ian.

—Sé que odias que te diga que deberé viajar… pero es la verdad, tendré que hacerlo, tengo hijas a quienes ver, pero juro que regresaré y te buscaré. —Tom ante eso solo pudo asentir—. No olvides lo que pasó hoy… no me olvides que yo no lo haré.

—No quiero olvidarte, no lo haré.

Se abrazaron en la puerta de la casa y luego Bill tuvo que irse. Aquello fue una despedida con esperanza…

Estuvo suspirando en todo el viaje de regreso a casa de Ian y cuando llegó, ya de noche, éste no le cuestionó nada, le vio distinto y supo darse cuenta de por qué y es que era evidente las dos marcas rojas que tenía en el cuello, no las pudo ocultar.

—Ian, te estoy agradecido por todo lo que has hecho por mí, pero no podré quedarme más tiempo… voy a ir donde mi padre y luego regresaré a París por un tiempo. —Ian ante ello asintió algo dolido.

—Estuviste con él, ¿verdad? —Bill esquivó su mirada.

—Era inevitable, le pertenezco…

—Ya, no te excuses… puedes hacer lo que quieras, es tu vida.

—Pero quisiera tu amistad. —Ian le sonrió un poco.

—Lo lamento Belleza, pero prefiero no verte por ahora. —Bill lo entendió, era lo mejor, era lo correcto.

Entrando a su habitación provisional, alistó sus cosas topándose con un cuaderno blanco con rojo hecho a mano, un recetario de fresas. Se sentó en la cama viendo aquello con una enorme sonrisa.

—Mi tesoro… —Río al recordar cómo así logró tomarlo y lo mucho que aquello había significado a lo largo de su vida.

Y luego de pensarlo y sintiendo algo de temor, lo rompió en dos y luego en cuatro. Y aunque le dolió, sabía que era lo mejor… ¿Para qué vivir en el pasado si había un nuevo comienzo? Sintió que era justo…

Tom, en su habitación, tomó el resto que quedaba en el cofre marrón e hizo lo mismo.

No más aquellos catorce que no regresarían… No más de pensar ni martirizarse con ello. Simplemente era continuar, sea lo que sea el nuevo destino de ambos, necesitaba ser libre del pasado.

Y luego regresó a casa, sintiendo el pesar en su corazón. Andrej estaba llorando sentado en el comedor con un celular en la mano…

—¿Por qué me haces esto? —le reclamó.

Andrej apareció x_x veremos qué más puede ocurrir. En el siguiente: el capítulo final, no se lo pierdan :D comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidas. Gracias por leer.