Niñerías - 45

Hola a todos *-* este es el capítulo final aunque no parezca u_u Como podrán ver, es más largo que los otros y correremos en el tiempo un poco. Quiero agradecer a cada uno de ustedes, mis lectores, por seguir este fic al cual le tengo cariño, ni idea del porqué, pero gracias *-* y por el apoyo. Sé que estoy por ausentarme un tiempo muy largo y los extrañaré así como actualizar seguido, pero amo escribir y lo seguiré haciendo. Sin más qué decir, aquí el final ;_;

Tom tenía un fuerte dolor de cabeza, haber soportado eso había sido demasiado. Entró al baño y ahí lo vio, mirándose al espejo. Tan puro, tan él, todo suyo como un regalo exclusivo, Tom suspiró por la sensación de tenerlo pese a todo y no quiso prestarle atención a las sensaciones nuevas que sentía, solo quiso besarlo.

—¿Te pasa algo? —preguntó Bill luego de ser besado, tomaba su rostro con ambas manos y lo miraba a los ojos.

—Solo quiero irme de aquí, pero contigo. —Bill sonrió y besó la punta de su nariz.

—Tom… Se molestarán.

—Que se jodan, me cansé. Lamento sus rudas palabras con respecto a ti.

—Descuida, es lo de menos.

—¿Sabes lo que pienso? —Bill lo miraba a los ojos y le daba pequeños besos en su rostro—. Quisiera vivir contigo. —Bill sonrió ampliamente y se colgó de su cuello.

Tom rió por un momento y se sintió tan cursi que no sabía qué hacer para no sentirse así, pero alzó a Bill de la cintura un poco y luego aceptó recibir sus pequeños besos en todo su rostro hasta que unos jóvenes interrumpieron en el baño y tuvieron que separase.

Salieron muy rápido y Tom manejó el auto de Bill de regreso a su casa en donde estaba su moto.

El corazón del pelinegro latía un poco temeroso, de todas formas deseaba estar cerca de Tom como hacía días, pero sabía que mejor no, ya que terminaría mal, así lo presentía.

Llegaron a su casa y Tom bajó del auto de Bill para ir por su moto, aunque sabía que era ya muy tarde. Bill lo miraba nervioso. —Tom, gracias por la cena.

—No agradezcas, más bien olvida el mal rato, no volveré a aceptar cenas de parte de mi familia.

—No te cierres, Tom, ya déjalo pasar.

Los dos se miraron y Tom sonrió un poco. Bill acortó la distancia para besarlo y así despedirse. No esperó que Tom lo besara con tanta insistencia que terminó sintiendo calor, pero no diría nada. Las manos de Tom estaban en sus caderas y luego subió una por su camisa, metiendo sus dedos hasta rozar su piel, Bill ya jadeaba y continuaba besándolo en los labios sintiendo su lengua juntarse con la de Tom. Pero debía detenerse o luego estaba seguro que cometería una locura.

—Puedo calentarte en tu cama si deseas —ofreció Tom sintiéndose demasiado excitado, quería que Bill abriera la puerta de su casa y lo condujera a su habitación.

—No. —Le dio un último beso y se separó—. ¿Te veo mañana? —Tom frunció el ceño y llevó sus manos hacia el trasero de Bill, era más fácil tomarlo a través del pantalón de tela y lo apretó un poco, Bill llevó sus manos hacia su pecho e hizo una presión indicándole que lo soltara—. Tom… —se quejó con ese tono de voz que a Tom le gustaba, calmado, sin mucha energía, ¿pretendía que Tom cediera?

—Vamos, ¿qué dices? Te haré el amor hasta mañana. —Bill se emocionó con sus palabras, pero se había prometido no caer fácilmente, además era el consejo de su profesor, el único que sabía su secreto, él le había dicho que no se dejara, que Tom buscaría disponer de él como si fuera su posesión o propiedad.

—Hoy no —dijo serio y le dio un besito en su nariz—. Otro día puede ser. —Sonrió y Tom lo miró serio y hasta denotaba molestia.

—¿Es por tu mamá? Haré silencio, te mantendré en silencio, o si quieres puedo llevarte a otro lugar, ¿qué dices?

—No, hoy no quiero.

—¿Por qué no? —preguntó caprichoso y Bill se puso serio.

—Porque no quiero perderte.

Tom no lo entendió, se moría de ganas de hacerlo suyo otra vez, recordar su cuerpo y lo bonito que se ponía cuando estaba por llegar, deseaba hundirse en él y oírlo gemir por más. Pero Bill se negaba una y otra vez.

Vio a Tom irse en la moto con cara de frustración y Bill tuvo que morderse el labio fuertemente para no decirle un “pasa y hazme tuyo”, no, él no volvería a caer.

Cerró la puerta de su casa y subió a su habitación a paso lento, eso le había costado.

Se quitó todo ese atuendo formal y decidió dormir, pero cuando estuvo a punto de hacerlo, revisó su teléfono y tenía una llamada perdida de Tom, eso lo emocionó y decidió llamarlo.

—¿Aló? —respondió Tom.

—¿Todo bien?

—¿Tú qué crees? —preguntó y luego soltó una risita, Bill no lo entendía—. Me dejaste sin remedio.

—¿Qué dices? ¿Pasa algo? —Se preocupó y Tom rió en la línea, entonces Bill se relajó.

—Pasa que me desquité con mi mano por tu culpa. —Bill entendió eso y rió.

—Tom, habrá tiempo, ¿no crees?

—¿Cuándo? Pon fecha, quiero tenerte cuanto antes. —Bill cerró sus ojos y suspiró hondo.

Ayer volvió a buscar a su profesor Jared y le contó que Tom lo había buscado y le había invitado a una cena, que todo parecía estar bien y lo había confundido, entonces el profesor le dijo que si quería medir cuánto lo quería, que no volviera a acostarse con Tom por un tiempo y así vería si realmente era amor o solo deseo. Bill había decidido hacerle caso. Y ahí estaba, escuchando a Tom decirle todas esas cosas y claro que Bill deseaba lo mismo, tanto así que tan solo imaginarlo ya estaba excitándose.

—Cuando podamos, por ahora no se puede…

—Se puede Bill, mañana, en mi casa, no estará nadie.

—No, tu mamá de seguro querrá advertirme cosas, no quiero más miradas raras allá.

—Te llevo a un hotel.

—Tampoco, no creo que sea buena idea.

—En el auto, como la primera vez.

—No, Tom, no te apresures…

—¡Antes andabas dispuesto! ¿Qué pasó? —Bill rió un poco, Tom se parecía tanto a Liam con sus insistencias.

—Debemos ser responsables, ¿no crees?

—Bien, hasta mañana. —Colgó frustrado y Bill se sintió un poco culpable, él quería tanto como Tom pero sabía que mejor se esperaba.

Tom dio un golpe en su cama y dio varias vueltas revolviendo sus mantas, estaba ofuscado. «Se supone que es mío, ¿por qué se niega?», pensó molesto, «Porque no es como los demás, él es diferente, ese es el problema, Tom, ¿querías alguien para pasar un buen rato? Te equivocaste de persona, ahora, ¿cómo le harás? Tendrás que masturbarte, no te queda de otra.»

—Tonterías de pensamientos —se lamentó—. Hoy no quiso, mañana sí, total, por algo es mi novio… —«Y eso que no he sido novio de nadie», pensó con cierto temor, a ninguna de sus parejas le había llamado así, ni novio, ni novia, solo eran parejas, a veces les solía poner apodos, pero no las presentaba como novias, solo a Bill y ahora él se negaba. 

~*~

Cuando Bill pudo regresar al trabajo, le estaban esperando la abuela Helen y su hija Dunja en el despacho, Bill sabía lo que le dirían y solo se sentó en uno los costosos sofás a escuchar lo que ellas iban a decirle.

—Bill, por una parte no puedo quejarme, tú has sido el mejor niñero que ha tenido mi hijo y ahora lo veo cada vez mejor… —sonaba como si le estaría por despedir y Bill se angustió—. También ayudaste a mi hijo Tom a tomar la decisión de trabajar, nadie aquí lo pudo hacer y aunque la última cena con él haya resultado en lo peor, te quiero agradecer ese cambio en mi hijo mayor. —Bill alzó la cabeza mirando a la rubia mujer decirle todo eso y su corazón latió acelerado.

—Pero mi nieto no merece estar con un hombre —interrumpió la abuela, siendo firme y Bill se angustió—. No es gay ni esas cosas.

—Lo lamento —se excusó Bill y Dunja suspiró.

—Mamá, deja que yo hable. Mira Bill, hemos ya tomado una decisión, y lamento decirte que no podrás seguir aquí. —Bill sintió como si un hoyo negro se abriera en el suelo y cayera en él sin remedio, era despedido con bonitas palabras… por querer a un hombre, nada más por eso.

—Señora Dunja… —dijo en casi un gemido.

—No me mires así, aún no termino; no podrás seguir de lunes a viernes, pero sí los sábados; de lunes a viernes estará con mi mamá, ella también quiere criarlo, ella me apoyará y además es su familia, sabemos que eso es lo mejor, tú mismo me lo dijiste una vez. —Bill asintió, aunque no se sentía muy bien—. Tu paga será la misma —eso lo alentó—. Podrás estudiar mejor y postular a la universidad que quieres, esa es mi oferta, la tomas ahora o la dejas. —Qué difícil, Bill miró a todas partes, pero no tenía otra opción, así que asintió—. De acuerdo. Te agradezco todo lo que has hecho por mis hijos, Tom incluido, aunque no simpatice de su relación, ya sabes lo que te advertí. —Bill estaba rojo de vergüenza y las dos mujeres mayores lo miraban fijamente. Para Dunja era un niño con el cual su hijo jugaba, pero para la abuela era un hecho aberrante, no podía imaginar cómo Tom optó por un joven.

—Mi nieto solo juega a veces, no seas tonto —dijo molesta y Dunja tuvo que hacerla callar.

—Mamá, en ese asunto no nos meteremos más, ya Tom hará lo que tiene que hacer, ya te advertimos Bill. —Lo miró seria y Bill asintió.

Esa advertencia tan dolorosa, pero él quería confiar en Tom, en lo que estaban viviendo y que no tenía que darle explicaciones a nadie, correría el riesgo por su propia cuenta.

Esa tarde estuvo muy nervioso, debía despedirse de Liam, aunque lo seguiría viendo.

Se sintió un poco culpable pues era él quien había dicho a Dunja que era lo mejor para Liam estar con su familia, solo esperaba que la abuela sea una buena persona.

—¿Pasa algo? —preguntó el niño mientras terminaba su tarea.

—Estoy contento de que te estés portando mejor. —Liam sonrió.

—Sí, tengo amigos y una novia, se llama Liliana —contó con una sonrisa y Bill rió.

—¿Novia? No me contaste. Vaya, no lo imagino.

—Tom me ayudó a encontrarla, un día que fuimos al parque. —Sonrió y Bill también lo hizo aunque luego pensó en cómo eso había acontecido… pero no sospechó nada.

—Liam, debo decirte algo, en realidad no es tan malo, pero quizá te parezca así. —Liam soltó su lápiz y lo miró—. Debo irme por mis estudios, pero te seguiré viendo los fines de semana… —Vio cómo el niño abría la boca y luego dejaba de verlo—. Pero no estarás solo, tu abuela cuidará de ti…

—¡No! Ella vive lejos, no quiero…

—Tu abuela vivirá acá, es una mujer joven aún, sabe de ti más que yo… Dale una oportunidad.

—Siempre es así, no tienes que prometer que me verás, todas las niñeras se van porque consiguen otra cosa mejor o porque estudiarán.

—Escúchame, no soy como ellas, soy diferente, estoy con tu hermano, los quiero, Liam, no los voy a dejar. —El pequeño lo miró, sin embargo no le creyó. Bill suspiró, eso de ya no poder ir todos los días a verlo le iba a chocar y mucho.

El señor Arthur entró a la cocina mientras Bill, como siempre, preparaba la cena para Liam quien estaba en el jardín con el conejo, quería desligarse de cierta manera de Bill.

Bill miró al señor Arthur con un poco de incomodidad, podía percibir su desprecio.

—Me enteré que te vas —dijo con grave voz y Bill le dio la cara.

—Sí, bueno, vendré poco…

—¿Quieres un consejo?

—Señor Arthur, usted siempre fue amable conmigo, no me puedo quejar, pero estoy cansado que todos me digan lo mismo, estoy conociendo a Tom, sé que no es perfecto, lo sé. —El hombre mayor lo miró serio y se dio cuenta que no hablaba ante un niñero como las otras, él sabía en qué se estaba metiendo.

—Alguien tan listo como tú creo que pierde el tiempo con alguien como Tom que solo quiere sexo. —Bill bajó la cabeza algo avergonzado, tampoco quería exponer sus privacidades a un casi desconocido.

—El sexo es solo una parte de la relación, señor, solo una pequeña parte.

—Espero no salgas herido —dijo el señor Arthur siendo sincero. Después de todo lo que había visto en esa casa ya conocía a todos muy bien y podía predecir muchas cosas, era por eso el hombre de confianza del padre de Tom e incluso, la idea de despedir a Bill y que trabajara sólo los sábados había salido de él, porque la señora Dunja también era de confiar en sus palabras—. Y mucha suerte.

—Gracias, la tendré.

Suspiró y se concentró otra vez en sus quehaceres, pero sin dejar de pensar en esas palabras, en el “no salir herido”. Él se consideraba fuerte, solo que no sabía de relaciones, Tom era su primero en todo con respecto a eso, su primer y único amor, quizá ese era el problema. Debía estar muy alerta.

Regresó al comedor no encontrando a Liam y fue a buscarlo.

Lo encontró llorando y eso afectó mucho a Bill quien se arrodilló frente al pequeño y lo miró a los ojos comprendiendo su dolor, se había acostumbrado a él y ese era el maldito problema que causan que otros críen a los hijos.

—No me iré, Liam, yo vendré a verte siempre, así no trabaje aquí…

—¡Cállate! —Bill se calló y solo optó por abrazarlo.

Pasados algunos minutos, lo arropaba en su habitación y como los niños son tan cambiantes, Liam estaba riendo y jugueteando en su cama. —Oye Bill, ¿mi hermano es de verdad tu novio? Digo, en la cena hablaron tantas cosas, no entendía, pero él es tu novio, ¿verdad? —Bill sonrió un poco.

—Sí, lo es, ¿es malo para ti?

—No, no lo creo, solo que me pareció extraño que dijeran todo eso. Tú me caes más que los demás, o bueno, las demás, todas eran chicas, eres el primer novio de mi hermano —dijo con una sonrisa. Bill deseaba ser el único.

Liam se durmió y a Bill le nació darle un pequeño beso en su frente. Nunca antes pensó que podía querer a un niño, siempre le parecían seres muy traviesos y tontos, pero ahora sabía que no, que eran mundos interesantes y estaba tan satisfecho de haber siquiera cambiando un poco su pequeño mundo. Bill no lo dejaría, estaba seguro de eso.

Bajó hacia la sala a tomar su mochila e irse, pero cuando estaba por salir, Tom entraba agitado, se había apurado en salir temprano para llegar antes que Bill se vaya.

—No pensé encontrare —dijo Bill con una sonrisa.

—Quería verte, lo deseaba tanto. —Su vientre se contrajo con esas palabras, muy pocas veces Tom decía algo así y eso lo llenó de duda, debía estar alerta.

Tom se le acercó y le dio un pequeño beso en sus labios, Bill miró a ambos lados, al parecer no había nadie en la sala, pero de todas formas debía irse.

—Tom, yo… debo decirte algo. —Tom se ilusionó, esperaba sea pasar más tiempo a solas.

—Dime —sonrió.

—Tu mamá me redujo los días de trabajo a solo uno.

—¿Qué dices? —Frunció el ceño.

—Sólo vendré los sábados nada más, tu abuela cuidará de Liam los demás días.

—Así que pusieron consecuencias… No te preocupes, yo me encargaré. —Bill tomó su mano y lo miró a los ojos.

—Tom, ¿quieres que sea un niñero para siempre? Liam merece más a su familia que a mí. —Tom pestañeó seguido comenzando a entender muchas cosas.

—Está bien, será como quieras.

—La escuela está por acabar, el dinero que tengo ahorrado me servirá para entrar a la universidad… deberé mudarme, tengo tantas cosas planeadas.

—Lo sé. —Sonrió y buscó sus labios. Bill se dejó besar porque también extrañaba mucho eso, pero antes que Tom siguiera y lo condujera a su habitación, Bill se separó.

—Debo regresar a casa…

—¿Pasa algo? ¿Aún te duele? —fue directo y eso provocó un sonrojo en Bill.

—No, nada de eso, solo debo irme, Tom.

—Quiero pasar la noche junto a ti.

—Tom… —se quejó.

—Ya basta, eres mi novio, ¿no? Esto debería ser mutuo, ahora qué pasó.

—Es mutuo, Tom, también lo deseo, pero no es el momento, cuando lo sea, iremos juntos.

—Es solo porque no vivo en tu casa, ¿verdad? Cuando estaba allá hasta te desnudaste frente a mí y…

—Tom —interrumpió poniendo sus dedos en sus labios para callarlo—. Tom, lo sé, era atrevido y lo quería, pero ahora deseo aprender y esperar.

Tom se puso serio, aún no sabía cómo lidiar con eso de esperar, posponer sus deseos, respetar al otro, aceptar su derrota. Quería presionar, decirle que se buscaría otra compañía o que no se quejara por lo que pudiera pasar, pero calló porque ya en su corazón, la pequeña vela de la traición estaba encendida y lo hizo sentir culpable. Esa voz acusadora le decía que mejor se callara.

Se despidieron con un beso y Bill tuvo que irse.

Tom subió a su habitación y suspiró sintiendo su cabeza doler.

Esa tarde, Vicky le había insinuado que deseaba salir con él y Tom había aceptado, habían puesto una fecha, pero iría con calma porque estaba interesando en su trabajo más que en ella misma. Pero Vicky quería una cita para hablarle de algo mucho más serio que cuestiones románticas o sexuales, no, ella deseaba dejarle en claro que podía ir a la cárcel si la empresa se enteraba de lo que estaba haciendo con respecto a las medicinas, pero ¿por qué simplemente no se lo decía de frente ese mismo día? Porque ella tenía un plan, quería ir con calma, como Tom, pero con otra intención.  

~*~

Los días pasaban y Bill entró en exámenes, casi no podía ver a Tom y eso lo ponía muy nervioso, ansioso y provocaba que lo extrañara a horrores, pero debía ser fuerte porque debía estudiar muy duro.

Tom, por su lado, había aprendido a entender a Bill, siempre había una excusa para no verse, sea el estudio, sea el trabajo de ambos o sea que Bill debía aprovechar el tiempo para ir a ver a su padre o eran sus planes buscarse un departamento cerca de la universidad a la que postularía.

Liam se había acostumbrado a su abuela, fue muy fácil hacerlo pues la conocía y era de engreírlo mucho. De todas formas todo niño necesitaba mucha atención y ella tenía mucho tiempo para dárselo.

La vida seguía, algunas cosas se complicaban mucho y otras no.

Tom tuvo problemas serios en el trabajo, pero su orgullo era más alto que la necesidad de pedir ayuda.

Iba a su segunda cita en privado con Vicky y ya se sentía nervioso e intimidado, las cosas se le iban de las manos.

Se encontraron a la salida del trabajo y manejaron hacia un lujoso restaurant.

—No tengo mucho tiempo, Tom, tengo una hija.

—Lo sé, tampoco tengo mucho tiempo, tengo asuntos más importantes. —Ella rió un poco, ¿qué podía ser más importante que ser demandado por estafa?

—Estás en graves problemas.

—Lo sé, no vine a hablar de más detalles —dijo sobándose la cabeza.

Hace semanas, un cliente se quejó hasta el presidente de la empresa farmacéutica acerca de que le habían vendido más de un ciento de medicamentos a un precio equivocado y que se quejaría a nivel de las empresas que cobran los impuestos, eso podría llevar a juicio a la empresa y que el demandante se haga acreedor de una fuerte indemnización. Tom reaccionó muy mal porque la persona que lo denunció era amigo de su padre, era un médico reconocido, pero lo que Tom no sabía era que él compraba medicinas no solo para sus clientes sino para una pequeña corporación y entre empresas las cosas eran más complicadas que entre personas… amenazaba con demandarlo pero el presidente de la asociación había llamado a Vicky para que lo solucione, pues Tom era de su área.

—Serás despedido, no trabajarás más, además deberás de pagar todo con respecto a la indemnización que están pidiendo.

—De cuánto dinero hablamos.

—Unos diez mil euros.

—Eso no es nada —dijo Tom aliviado.

—Diez mil euros más ir a prisión. —Eso era mucho, demasiado, perder la libertad solo por querer ayudar, Tom se puso frío.

—No me puedes hacer esto, pagaré las medicinas.

—El doctor demandó, lo hizo porque le interesa la indemnización. —Tom se ofuscó, conocía al doctor, era rico como sus padres, ¿para qué querer más dinero? Pero él no iba a recurrir a su familia porque sabía todo lo que le dirían y él prefería solucionarlo de otra manera.

—Dime, qué quieres, acabemos esto de una vez. —Vicky sonrió.

—Vaya, eres un joven decidido, eso me gusta y mucho. Seré clara, Tom, no quiero juegos de niños, quiero disponer de ti, eso es todo, quiero tu entera voluntad.

—¿Un esclavo? —La miró con desprecio.

—Parecido. —Tom frunció el ceño, qué mierda era eso que le decía, casi ni lo podía creer.

—¿Por qué? No lo entiendo, dame una explicación.

—No hay explicación para ti, lo tomas o lo dejas. —Tom suspiró comenzando a estresarse.

Vicky era una mujer rica, exitosa, tenía una hija y un prestigioso trabajo, ¿de qué podía quejarse? Pues de los hombres, había tenido tan malas experiencias que solo deseaba poder tener el total control de uno para así vengarse de su destino y la posibilidad llegó sin haberlo planeado.

—Maldita sea, haré lo que quieras, pero no permitas que vaya a la cárcel. —Vicky tendría a Tom en la palma de su mano.  

~*~

Días después, Tom acompañó a Bill a su casa, era la tarde y estaba tan nervioso porque había postulado a la universidad, quería ser un abogado.

Toda la semana estuvo tan nervioso y dedicado a sus estudios que casi no salía de su habitación. El profesor Jared lo asesoraba por internet de vez en cuando, Bill se sentía motivado para proseguir, aunque lamentablemente su relación con Tom se había enfriado porque se veían poco, pero pese a eso, deseaba poder verlo.

Ese día Tom salió temprano del trabajo y fue directo a la casa de Bill. Subieron a la habitación y Bill no quería ver su computador.

—Si no alcancé los primeros puestos no sé qué haré, no podré tener la beca que quiero, Tom, me siento perdido.

—Descuida, no pienses así, de seguro ingresaste. —Bill miró a Tom, cada vez lucía más estresado que antes, definitivamente el trabajo lo tenía así, sin embargo, había acudido a su llamado cuando se lo suplicó pues era un evento importante.

Abrió la laptop y Tom lo abrazó por la cintura mientras buscaba en la página web de la universidad. Miró a Tom y recibió un pequeño beso en sus labios.

—Dame suerte —susurró cerca de sus labios.

—No la necesitas, la tienes.

Dio clic y vio la lista. Sus ojos se llenaron de lágrimas de solo ver su nombre en el puesto número dos… Había ingreso, tenía la beca y Tom lo aprisionó en sus brazos. Lo tenía todo, aparentemente.

—Te lo dije, te lo dije, Bill.

El menor se subió en las piernas de su novio, estaba tan feliz.

Lo llenó de besos mientras sentía que su corazón latía tanto, ahora cruzaba la puerta hacia otra esfera de la vida, dejaba el colegio y entraba a la universidad.

—Te amo, Tom, te amo —dijo agitado y mirándolo a los ojos. Tom sonrió, él deseaba poder decirle algo, pero enmudeció, solo lo contempló así, animado, feliz… al menos uno de ellos era feliz y Tom se sintió bien con eso—. Ahora debo pensar en mudarme más cerca…

Tom estaba metido en problemas, graves problemas, pero no sabía cómo decírselos a Bill. Suspiró ocultando su angustia y solo pensó en qué sería si al menos, al regresar a casa, estaría con Bill.

—Vivamos juntos, ¿qué dices? —Bill sonrió ampliamente.

Luego de tanto estrés, de haberse sumergido en los estudios y haber recibido su recompensa, haber ingresado a la universidad, había otro gran paso que dar: La independencia.

—Sí —dijo casi riendo—. Quiero vivir contigo.

No más niñerías, no más dependencia ni quejas, no más, ahora era un adulto.

No más niñerías, bienvenida la adultez…  

Fin.

No más. Billyberto ahora es un adulto enfrentándose al mundo de la independencia~ Liam es un niño un poco más estable recibiendo el amor de su abuela y... ¿y Tom? ¿En qué se ha metido? ¿Quieren una segunda parte que se llame "Adultez" para explicar algunas cosas y ver si la convivencia que plantea Tom funciona? ... Sugerencias, comentarios y preguntas son bienvenidas. Los quiero *-*