Zorrito - II

Hola a todos *-* aquí les dejo otro capítulo más y debo decir que esta historia me hace dibujar infantilmente lol, ¿ya vieron mi dibujo? XD los quiero *-*~

Al día siguiente, Bill salió muy temprano dejando a su novia envuelta en las sábanas.

Se puso un abrigo y salió hacia el bosque. Solía alimentar a las pequeñas aves con migajas de pan, pero esta vez quiso solo caminar por los alrededores de la cabaña por si veía al pequeño zorro.

Se había quedado intrigado por la sospecha de que el animalito lo había entendido, pero luego de hablar con Naty le había hecho entrar en razón y lo más probable era que lo había interpretado mal.

Suspiró sintiendo el aire frío refrescarle los pulmones y el olor a bosque animarle a seguir. De repente escuchó un ruidito como de hojas moverse cerca de un árbol y fue cuidadoso al acercarse.

Bordeó el grueso tronco y descubrió un hueco en la base, en las raíces, era como una puerta. El corazón de Bill se aceleró por creer haber descubierto la madriguera del pequeño zorro y se mantuvo cauteloso.

Se inclinó y posó sus rodillas en las hojas secas con mucho cuidado para ver al interior. Efectivamente había un zorro ahí dentro quien dormía sobre muchos objetos, curiosos objetos de un humano: papel periódico, platos y vasos de plásticos, unas bolsas de supermercado y muchas cajetillas vacías de cigarrillos. Así que el zorrito era una especie de coleccionista, tenía su madriguera implementada de cosas que Bill pudo reconocer eran de su cabaña y ante eso sonrió.

Los ojos del pequeño zorro se abrieron pues su nariz sintió el olor particular de Bill y se puso en alerta. Bill se quedó muy quieto, no quería asustarlo. Vio como el zorrito abría un poco la boca mostrándole sus dientes y gruñendo como lo haría un perro cuando está molesto.

—No voy a hacerte daño, descuida —dijo Bill poniendo su teoría a prueba.

El zorrito lo miró y demostró en sus facciones tristeza lo cual llamó mucho la atención de Bill quien enarcó una ceja. —Puede sonar estúpido pero creo que me entiendes, ¿me entiendes? —preguntó mirándolo con ternura, el zorrito trataba de evitar su mirada y luego salió muy despacio de su madriguera. Bill retrocedió un poco, el zorro se sentó a su frente y lo miró.

—Bien, humm, me llamo Bill —se presentó con una sonrisa y luego se sintió un poco estúpido—. ¿Me entiendes? —preguntó con duda y el zorro asintió con su cabeza—. ¡No lo puedo creer! Esto es increíble, aunque de seguro nadie va a creerme si lo cuento. —El zorrito negó con la cabeza—. No puedes hablar, solo me entiendes—. El zorrito asintió apenado y luego se recostó sobre las hojas secas.

Bill dio una mirada interna a la madriguera, adentro todo estaba como ordenado, los platos y vasos por un lado, los periódicos como una cama y las cajetillas de cigarrillos por otro. Suspiró buscando en su mente alguna lógica para todo eso.

—¿Eres doméstico? —El zorrito miró hacia arriba y negó—. ¿Qué eres? ¿Por qué me entiendes? —Tantas preguntas para el pequeño zorro que no sabía cómo responderlas.

Bill vio como entraba a su madriguera y revoloteaba todo ahí, buscando algo en lo que parecía ser su cama de papeles periódicos y recortes de revistas, sus revistas de moda. —Vaya, tú has saqueado mi cabaña. —Rió Bill viendo todo lo que movía ahí dentro. Y luego el zorrito sacó un periódico de hace un año atrás. El papel amarillento fue tratado con mucho cuidado por el animalito, Bill se dio cuenta de eso, como si tratara de no romperlo, lo abrió en una página y con su patita señaló un pequeño artículo.

«Joven desaparece misteriosamente luego de irse al bosque de cacería, sus familiares están desesperados pues creen que fue asesinado por otros cazadores. Ya va tres meses desde su desaparición y ruegan a la comunidad colaborar con su búsqueda». Había una fotografía de un joven alto con gorra y sonrisa abrazado de una señora, debajo de la foto decía “Tom Trümper, 22 años”.

—Espera, no logro entender —dijo Bill mirando al zorrito quien bajó sus orejas demostrando tristeza—. ¿Este es tu dueño? —El zorrito negó con su cabeza—. ¡Lo has encontrado! Al hombre desaparecido. —El zorrito bajó la cabeza negando—. Entonces, no entiendo, qué tiene que ver este hombre desaparecido contigo… —El zorrito lo miró achinando los ojos, no podía creer lo menso que era—. Hum, un zorro que entiende el lenguaje de humanos, que colecciona cosas en su madriguera y que tiene un recordé de periódico de un hombre desaparecido en este bosque, humm… —Se puso a pensar—. Solo debe ser… —El zorrito se levantó y lo miró con emoción, Bill razonaba y estaba por hallar la respuesta, eso creyó en zorrito—. Debe ser que este hombre te hizo daño y buscas venganza —dijo sin más, con una sonrisa en sus labios y el zorrito decayó en tristeza otra vez—. ¿No es eso? —El zorro negó.

—¡Bill! —escuchó la voz de su novia llamarlo y Bill se puso en pie.

—Debo irme, pero regresaré, no te vayas, voy a ayudarte.

El zorrito se quedó solo y guardó el periódico otra vez en su madriguera y se puso a ordenar todo otra vez. Luego suspiró recostándose y mirando la fotografía de ese humano… Había perdido todas las esperanzas de regresar a ser lo que él era.

Bill regresó a su cabaña y su novia lo miró extrañada. Ella intentaba cocinar algo para tomar de desayuno, pero había quemado las tostadas y estaba quejándose. Bill la miró con desaprobación pero no dijo nada, ¿qué podía esperar de una modelo? Aunque él también era uno, al menos había tenido una crianza normal de pequeño.

Esa cabaña le perteneció a su abuelo, él vivía ahí, lejos de la ciudad y su padre había crecido ahí casi toda su niñez hasta que, por el divorcio, se fue a vivir en la gran ciudad junto a su madre. Allá estudió, luego se casó y tuvo su único hijo Bill.

Desde pequeño visitaba a su abuelo en la cabaña y a veces pasaba las vacaciones con él, así que, por más de haber vivido en la gran ciudad y ser un modelo reconocido, sabía el manejo de la cabaña, al menos cocinar y valerse por sí mismo.

Quitó a Naty de la cocina para él hacerse cargo.

—Sabes Bill, me encanta tu cabaña pero solo si es para pasar una noche —dijo ella esperando en la mesa de la cocina comedor. A Bill le gustaba ir a su cabaña y pasar algunos días, lejos de todo, reflexionando, pensando, planeando y dibujando paisajes, sin teléfono, sin internet ni televisión, solo él y los misterios de la naturaleza. Pero Naty era diferente, chica rica de ciudad, modelo de profesión con sirvientes en casa, para ella era una aventura estar en la cabaña, pero luego del incidente del zorro estaba un poco asustada—. Además debemos tener cuidado con los animales salvajes, las enfermedades y esos zancudos que pueden dejar marcas en la piel.

—Ya, no seas quejosa, anoche la pasamos bien —dijo poniendo unas tostadas a la mesa y luego un bold de frutas frescas.

—Lo sé, solo que la idea de quedarnos hoy no me gusta, ¿por qué mejor no vamos a una discoteca en la noche? Eso sería divertido, ¿qué vamos a hacer acá metidos todo el día?

—La cosa no es estar metidos en la cabaña, Naty, están las montañas, los paisajes, quizá podamos tomar fotos afuera…

—Pero afuera están los animales salvajes, ya viste lo del zorro, afuera puede ser un oso o un tigre…

—No hay tigres en estas montañas, son de África.

—Como sea, me refiero a animales salvajes, Bill y no solo animales, insectos también, no solo eso, ¿y si me caigo? ¿Te imaginas? Me hago una herida en la pierna, me raspo la cara, sería terrible, no podría modelar así… —Ella se quejaba de todo, Bill pensó que había sido mala idea invitarla dos días a su cabaña.

Solía tener varias parejas, novias, algunos novios, y los invitaba a pasar los fines de semana a su cabaña. Para algunos era divertido, pero para otros como Naty, simplemente no podían conectarse con la naturaleza.

—Está bien, regresaremos hoy —dijo desganado, si ella seguía así, poco a poco las cosas que tenían en común no serían las suficientes para mantenerlos juntos y buscaría dejarla.

Ella se emocionó y Bill buscó salir de la cabaña otra vez cuando ella se adentró a descansar en la habitación.

Caminó entre los árboles de nuevo buscando al zorrito, pero no lo halló en su madriguera.

—¿Zorrito? ¿Zorrito? —llamó en un susurro.

El animal apareció con algo de verduras en su hocico, eso le llamó la atención a Bill. —Vaya, así que comes hierbas. —El zorro dejó a un lado lo que llevaba, eran hortalizas, pequeñas zanahorias. Bill sacó de su chaqueta marrón un pedazo de tostada y la dejó a un lado del zorro para ver que luego la devoraba sin dejar rastro—. Tenías hambre, qué curioso resultaste.

El zorro se había animado por verlo otra vez y luego de comer la tostada lo miró a los ojos achinándolos y parecía sonreír. Bill se percató que tenía una de sus orejas como partida.

—¿Sabes? No sé cómo me entiendes, esto es extraño, pero hoy me iré, regresaré a la ciudad y… —Vio cómo el zorrito se entristecía de tal modo que sintió pena—. Oh, lo siento. ¡Esto es tan loco! No puedo llevarte conmigo, eres un animal del bosque, está prohibido… —Suspiró un poco triste, el zorrito parecía pedirle algo con la mirada, pero Bill no podía entenderlo—. Pero te prometo venir pronto, ¿de acuerdo? Si me prometes que estarás. —El zorrito asintió aunque su estado de tristeza seguía.

El zorro tenía la esperanza de que ese hombre pudiera solucionar su problema o al menos darle noticias…

Bill acarició la cabeza del animalito, y el zorrito cerró sus ojos sintiendo esas manos sobre su cabeza, hacía tanto tiempo no sentía un contacto físico, Bill se deleitó en eso y prometió en su mente que no olvidaría su promesa.

Casi corrió hacia su cabaña, debía irse ya y Naty tenía su maleta lista, lo esperaba.

—De todas formas pasé un lindo momento —dijo ella con una sonrisa y Bill se dijo mentalmente que no la volvería a traer.

Salieron y caminaron un tramo hasta llegar al auto de Bill estacionado debajo de algunos árboles. —Hay que tener cuidado, no vaya ser que nos estemos llevando alguna criatura salvaje —intervino ella observando todo el auto.

—Ya deja de quejarte, no todo lo que crees salvaje lo es, el bosque tiene sus misterios, yo pasé aquí parte de mi niñez cuando venía a visitar a mi abuelo. Amo este lugar. —A Naty parecía no importarle sus palabras, ella ya quería irse.

Subieron al auto y Bill pudo ver al zorrito por el espejo retrovisor, lo miraba desde atrás, cerca de algunos árboles, así que sacó su mano por la ventana del conductor e hizo una señal de promesa, cruzando su dedo índice con el medio. Naty le cuestionó si era un ritual, pero Bill no respondió.

Arrancó el auto y vio al zorro seguir mirándolo como quien confiaba y creía en su palabra: regresar.

Una promesa *-* ¿regresará o no? ¿Regresará con Naty o no? xd lo veremos pronto. Comentarios, sugerencias y críticas son bienveninas~ Gracias por leer.