Niñerías - XXIII

hola a todos *.*~ es sábado wuii~ les traigo capítulo nuevo de este fic que, como dije en facebook, ya está a puertas del desenlace final, pero aún le faltan muchos capítulos para que termine, solo que estos capítulos son decisivos. Besos

Tom podía saborear la lasaña que había traído, Simone tenía muy buena sazón. Bill no dejaba de estar nervioso, su madre lo observaba y ya estaba comenzando a creer que ella podría sospechar algo, esperaba que no. 

—Esta noche iré a un baile —le dijo él y ella sonrió. 

—¿Con Tom? 

—¡No! —respondió rápido, luego se atoró con la comida y Tom le pasó un vaso con refresco—. No, con Nicole, iré con ella —dijo rojo de vergüenza. 

—Ah, tu amiga inseparable, es un milagro que no la vea por aquí desde hace semanas. 

—Desde que empecé a trabajar —corrigió Bill y era así, Nicole no podía salir de casa en las noches, antes que Bill trabajara ella paraba en su casa y a Simone le simpatizaba mucho. 

Terminaron de comer y Bill subió a su habitación muy rápido para cepillarse los dientes, cambiarse de ropa y salir al trabajo, sabía que Tom lo llevaría. 

Tom, abajo, se dispuso a limpiar la mesa, sabía que debía hacer algo aunque en sí no estaba acostumbrado. Ya Simone se había dado cuenta que él no era un jovencito como su hijo, podía predecir que era de familia rica por sus modales y esa falta en colaborar propio de la gente adinerada en los quehaceres. 

—Disculpe por solo poder hacer esto —dijo Tom un poco avergonzado, solo limpiar la mesa, pero había traído la lasaña para que Simone la preparara y eso compensaba el resto. 

—Descuida, gracias. —Simone le sonrió ampliamente—. Gracias por todo lo que haces por mi hijo, tipos como tú hay muy pocos y sé que no eres el chofer que trabaja allá. —Tom se puso un poco nervioso—. De seguro te conoció en la casa de los señores esos, pero no eres un empleado más… 

—Yo… no sé qué decirle. 

—No tienes que justificarte, solo te agradezco. —Volvió a sonreírle y Tom se sintió un perro o quizás inferior a eso, Simone le agradecía por algo que él hacía por interés. 

Se dio cuenta que había sido egoísta y mucho. Esa mujer confiaba en él, lo creía un buen tipo a pesar de saber que no era un pobretón como Bill sino alguien de buena familia. Simone podía sonreírle como lo hacía con Bill y no veía sus errores ni sus malas intenciones. No era como su madre que siempre le recalcaba el mal ejemplo que era y lo poco que valía para ellos por no ser como ellos. 

Ella acarició su cabeza y eso enterneció a Tom. Pronto vio bajar a Bill quien se ponía una chaqueta de jean para ir al trabajo. 

—¡Mamá, ya vengo! —se despidió. 

—Creo que vendré luego de dejarlo en el trabajo —dijo Tom a Simone y ella asintió. 

—Está bien, te espero, tengan buena tarde. 

Tom salió tras Bill y encendió su moto, Bill se acomodaba el casco y luego se subía detrás de Tom para abrazarlo por la cintura y enrumbarse al trabajo. 

Llegaron en minutos y Bill entró primero llegando a la sala donde la señora Dunja lo esperaba. —Aquí tienes la lista —le dijo pasándole el papelito y Bill asintió—. Bill, ¿Tom viene contigo? —preguntó dudosa y ya Tom le había dicho que no le dijera nada acerca de que dormía en su casa. 

—No, me lo encontré afuera. 

—¿Otra vez? Ayer también entraron casi juntos. —Bill tragó saliva y solo se mantuvo serio. 

—Coincidencias. 

La señora Dunja se disponía a salir y le dijo a Bill que comenzara con sus labores. Bill subió las escaleras en busca de Liam mientras Dunja salía y en el jardín encaró a Tom antes de que éste pudiera adentrarse en la casa. Tom esquivó su mirada pero ella quería aclarar muchos puntos. 

—¿Dónde andas? 

—Lejos, muy lejos y me va bien, solo vine por algo de ropa. 

—Supe que estás sacando comida del refrigerador, esa no era la idea inicial. No sé qué pretendes hacer con tu vida pero no lograrás sacar más cosas de aquí, deberás trabajar para sustentarte. —Tom frunció el ceño y apretó sus puños mirándola a los ojos. 

—¿Terminaste? Debes ir al trabajo, no te quitaré más tiempo, solo vine por algunas de mis cosas. —enfatizó lo último. 

—Pues a ver si logras sacar algo, con permiso. —Empujó su hombro antes de irse y Tom contuvo una mala palabra en la punta de la lengua, no quería más discusiones. 

Entró a su casa y fue rápido hacia su habitación encontrándola diferente. Se asustó de ver todo revuelto como si hubieran estado buscando algo. Su ropero estaba vacío y toda su ropa esparcida en el suelo, las gavetas de sus cajones donde guardaba sus cosas estaban abiertas, su cama hecha un revoltijo. No pudo más seguir viendo eso y bajó las escaleras vociferando el nombre de Arthur. 

—¡Dónde estás Arthur! —gritó rabioso y el hombre mayor salió de la oficina encarándolo—. ¿Me puedes explicar qué pasó allá arriba? 

—Lo siento, la verdad no lo sé. 

—¡Habla! —gritó rabioso. 

—Mire, usted no vive más aquí, era lógico que ese cuarto ya no le pertenece más y quisieron sacar sus cosas, pero como eran tantas lo dejaron en proyecto nada más. 

Sus propios padres habían intentado sacar todas sus cosas y ponerlas en maletas como para que viera que hablaban en serio, lo había hecho luego que se enteraron que entraba y salía de la casa como si nada y además llevaba cosas. Había desaparecido algunos de los cerámicos finos que adornaban la sala, también un cuadro y ni hablar de la cocina, las compras para el mes comenzaron a faltar en especial la comida importante como lasaña, comida semi preparada, un vino fino, varias botellas de yogurt y conservas. El señor Arthur había oído una discusión entre los señores de la casa y habían mandado a guardar las cosas de la cocina en un armario con llave. 

—Es el colmo, ¿tan rápido dejé de ser su hijo? Qué pretenden, ¡que me mate! 

—No lo vea así, joven Tom, usted debe entrar en razón. —Eso era algo que Tom no podía entender. 

—Con tu permiso, veré qué puedo rescatar de mi cuarto. 

Volvió a subir y se encontró a Bill quien salía de la habitación de Liam junto con él. 

—¡Tom! —corrió el pequeño para colgarse de su cuello—. Ya no duermes en casa y quieren sacar tus cosas, ¿dónde duermes? —preguntó mirándolo a los ojos mientras Tom lo alzaba a su altura. 

—Pesas, el niñero te alimenta bien. 

—¿Dónde duermes? 

—Qué insistente, duermo en casa de un amigo —dijo mirando a Bill quien se puso un poco nervioso. 

—Debemos hacer a tarea —interrumpió Bill y Liam comenzó a quejarse. 

—Hazle caso —dijo Tom serio—. No querrás ser un rebelde como yo y luego que papá y mamá tengan que botarte de casa. —Liam se puso serio escuchándolo—. Jamás seas como yo, ¿me escuchaste? 

—Tom… —dijo el pequeño comenzando a incomodarse, no sabía qué sentir en esos momentos ya que amaba a su hermano mayor y ahora le decía todo eso. Como el niño que era no sabía cómo reaccionar. 

—Obedece a Bill, sé mejor que yo. 

—¿Vendrás seguido? 

—Claro que sí, todos los días vendré por ti y no quiero escuchar que te estés portando mal. —Liam asintió y luego bajó las escaleras adelantándose para hacer la tarea. Tom miró a Bill. 

—Debo ir con él… 

—Anda. 

—¿Estás bien? 

—No, luego te cuento, te espero a la salida, me iré ahora, pero regresaré a recogerte. —Bill asintió y le sonrió, Tom se acercó un poco y le dio un pequeño beso en sus labios. 

—¡Bill! —chilló Liam desde abajo, estaba celoso. 

—¡Ya voy! —gritó separándose de Tom y bajó muy rápido las escaleras. 

Esa tarde Bill pudo ver cómo la ausencia de Tom afectaba a Liam. Todos sus problemas radicaban en la falta de una estabilidad familiar, prácticamente crecía a la deriva sin una guía, sin una crianza permanente. 

Bill debía pensar en la forma de cómo ayudarlo, no podía simplemente seguir trabajando como si eso no le importara. Liam era hermano de Tom y Tom ya era importante para él. 

~*~ 

Tom renegaba de haberse dado cuenta que ya no podría sacar más comida para llevar a la mamá de Bill y vivir sin aportar al menos eso no era su intención, debía pensar en algo. 

Salió de esa casa sin que Liam y Bill se dieran cuenta, llevaba en una mochila algunas de sus cosas entre ellas un juego de relojes que tenía y no lo usaba, algunos de ellos tenían bonitas incrustaciones en piedras preciosas, pero como era algo que no usaba pensó en sacarle provecho. 

Fue a una joyería y le dieron mucho dinero por la colección, sonrió aunque un poco apenado pues sabía que vendía cosas valiosas. Luego manejó con la moto hacia el supermercado e hizo algunas compras las cuales llevó a casa de Bill. 

Simone lo recibió como quien recibe a un hijo y le sonrió agradecida cuando de la moto bajó algunas compras para la casa. 

—No tenías por qué, eres nuestro invitado. 

—Sentí hacerlo, creo que no es justo que casi viva aquí y no aporte en nada. 

Luego de llevar la bolsa a la cocina subió a la habitación de Bill y se dispuso a terminar el proyecto de investigación, había comprado algunos lapiceros de colores con los que pensaba poder terminar los planos y dibujos de autos. 

Casi podía imaginar a Bill cuando viera el proyecto terminado, su sonrisa y ese brillo de emoción como un niño, saltando de alegría y luego que lo mirase a los ojos y le dijera que podía hacer de él lo que quisiera. Tom sonrió ante esa imagen mental, que Bill se quitara la ropa para él, todo ruborizado y le pidiera específicamente que lo hiciera suyo. Se mordió el labio fuertemente ante esas imágenes, de cómo sería Bill en la cama, verle y sentirle a detalle y que ruegue por más. 

Pronto, unos toques en la puerta lo sacaron de ese estado y dijo un “pasa”, era Simone quien le traía un vaso de jugo de naranja. 

—Muchas gracias —dijo Tom con una sonrisa cuando ella puso el vaso al lado del proyecto de investigación. 

—No, gracias a ti por todo lo que haces por mi hijo, puedo ver el cariño que le tienes y él a ti. —Tom enmudeció, solo la miraba, no quería levantar sospechas—. Puedo ver que tienes buenas intenciones para con él en ayudarlo así, ese tipo de amistades son valiosas. —Tom tragó saliva ante eso, ella parecía sincera—. Entiendo si ustedes están… ya sabes, no hablo de eso con mi hijo pero soy muy observadora. —Simone pudo ver que Tom se incomodaba, pestañeando rápido y bajó la cabeza—. Te entiendo, Tom, si quieres a mi hijo de otra forma, te entiendo y no te juzgo. Sé que eres un buen tipo, sea lo que sea que haya pasado en tu casa como para que prefieras vivir aquí. 

—Yo… agradezco la confianza. 

Simone le dio unas palmadas en la espalda antes de salir y cerrar la puerta. Tom se quedó un poco incómodo, ella no lo juzgaba ni mucho menos pensaba mal de él, ¿cómo era eso posible? Tom se sintió culpable por pensar en conseguir sus deseos para con Bill. 

Simone era muy observadora pero a la vez ingenua, no podía ver maldad en Tom, no notaba malicia ni nada parecido, solo lo vio enamorado y lo mismo con Bill, cada día que pasaba veía su interés por Tom y esa preocupación que le daba a entender que sentía algo por el chico. 

Tom se quedó pensativo y casi no pudo concentrarse para terminar el proyecto de Bill, quizá esa noche no podría tener la ganancia que tanto buscaba y ya era hora de recogerlo de su casa. 

Salió diciéndole a Simone que traería a Bill y así fue, manejó a su casa y lo esperó una cuadra antes. 

El pelinegro salía con mucho pesar de esa casa, sin duda la ausencia de Tom afectaba mucho a Liam, el niño estaba cada vez peor en sus estudios y no podía concentrarse muy bien. Encontró a Tom y fue a abrazarlo. 

—Tom, ya no doy más, algo debes hacer con tu hermano, no está bien —decía en sus brazos y Tom se puso serio. 

—No sé qué hacer. 

—Quizá el fin de semana debas pasarlo con él. 

—No quiero pisar esa casa. 

—Tom. —Lo miró suplicante—. Te necesita… —Tom suspiró y luego le dio un pequeño beso en su frente. 

—Voy a ver qué hago este fin de semana. —Bill sonrió y lo abrazo dándole besos en la mejía muchas veces. Tom sonrió maliciosamente, no solo la tarea podría ponerlo así, sino que le prestara atención a Liam. 

Se lo llevó de regreso a casa y Bill no podía estar relajado, Nicole lo llamaba a cada momento para saber si pasaría por ella o ella por él, o se encontrarían en un lugar en específico para ir a ese baile. 

—¿Un baile en una casa? 

—Sí, debo alistarme ya —decía Bill en su habitación, abriendo su armario buscando su traje. 

—Eso se llama fiesta. 

—Algo así, es más formal. 

—¿Y deben ir vestidos así? —preguntó cuando Bill sacó del fondo de su ropero un traje gris. Tom reía burlón pues no podía imaginar una fiesta así de aburrida, él estaba acostumbrado a las fiestas locas que luego se convertían en orgías llenas de mujeres con trajes cortos, cervezas, y juegos de mesa. 

—Sí, es algo formal como te dije… hum… ¿podrías voltearte? Me cambiaré. 

—De acuerdo. Benditas fiestas Nerds. —Bill rió ante eso. 

—Es eso —dijo riendo—. Es una fiesta nerd organizada por un grupo de estudio, Nicole pertenece a uno de esos y me invitó. 

—Es la cosa más aburrida que he escuchado. 

—Bueno sí, pero debo ir. Date la vuelta. 

Tom, sentando en una silla frente al escritorio, giró para ver hacia la puerta mientras Bill detrás de él se desnudaba sentado en la cama dándole la espalda. Por un momento pensó en si podría atreverse a verlo, ya antes había pasado y Bill terminaba gritándolo, cada cosa de ese tipo generaba una discusión, Bill era el chico más difícil que había conocido alguna vez. Tom siempre le preguntaba si él le gustaba y Bill, con las mejillas rojas, respondía siempre un sí, nuevamente Tom preguntaba si podía acostarse con él en algún momento y Bill respondía que no. Eso eran cosas que Tom no podía entender, si había una atracción en común, ¿por qué Bill se negaba? 

Dio la vuelta por un momento y lo vio, parado junto al ropero, sin camiseta ni pantalones, solo con sus calzoncillos negros, y pretendía ponerse una camisa blanca. Su vista se clavó en ese pequeño trasero, en sus piernas delgadas y su espalda. No pudo darse cuenta que Bill había girado por sí acaso Tom lo observaba encontrando su vista fija en su parte trasera. 

—¡Tom! —gritó para luego lanzarle sus pantalones que cayeron en el rostro de éste—. ¡Eres un mirón! ¿Qué pretendes? —Tom se quitó la ropa de la cara y ver a Bill molesto, sonrojado y semi desnudo se le hizo muy provocativo. 

—Te ves hermoso, ¿por qué no puedo mirarte? —Bill se cubrió con la camisa y buscó ponerse el pantalón lo más rápido que podía, se sentó en la cama y vio a Tom ponerse en pie para bordear la cama y acercarse. 

—Tom… —casi chilló cuando estuvo a su lado. Se puso en pie para subirse los pantalones, pero Tom detuvo sus manos en sus caderas—. No te atrevas, ya hablamos… 

Tom no le hizo caso, tenía a Bill agarrado de ambas manos las cuales presionaba en sus caderas, con un movimiento brusco hizo que soltara en pantalón y éste cayó hacia sus tobillos, Bill jadeó paralizado mirando a Tom a los ojos, esos ojos que no sabía cómo describirlos, parecían ser dos pupilas de fuego y como lo miraba solo destilaba deseo en ese preciso momento. Sus pupilas bajaron por su cuello y más abajo, su plano vientre, lo abultado de sus calzoncillos y eso formó una sonrisa en sus labios, Bill trató de removerse, pero Tom lo aprisionó contra el ropero. Sus manos y piernas temblaron y Tom se acercó a su oído respirando un poco agitado. 

—Sé mío, te lo pido —susurró y luego lamió parte de su oreja. 

—No es la manera —respondió Bill intimidado. 

Tom miró a detalle su frágil cuerpo desnudo y claro que se deleitó en saber que, pese a su temor, Bill estaba excitado, así que lo besó y sintió que gemía de gusto. Soltó sus manos y Bill las puso en su pecho, empujándolo. 

Las cosas se salieron de control cuando las manos de Tom bajaron y se aferraron a su trasero tocándolo con fuerza y hasta apretándolo cosa que hizo gritar a Bill e intentar liberarse. 

—¡Eres un cerdo! —gritó siendo empujado hacia la cama por un desequilibrado Tom. 

Tom no quería forzarlo, no lo haría, pero tenía mucha fuerza y las ganas de hacer suyo eran tan palpables en ese momento, Bill estaba bajo su cuerpo, semi desnudo, frágil, como lo había imaginado, solo que ahora podía ver temor en sus ojos y eso no era lo que quería. 

Se irguió y liberó a Bill quien salió casi corriendo de la cama y buscó con qué cubrirse. 

—¿Cómo pudiste? 

—Lo siento, no quise… 

—¡Casi me violas en mi propia casa! —gritó rojo de vergüenza y luego se tapó la boca, su mamá estaba abajo y de seguro podría escucharlos—. Sal de mi habitación ahora. 

Tom se puso en pie un poco asustado, pero en realidad estaba asustado de él mismo.

Tom cerdito u_u ¿Bill lo perdonará? ¿Podrá ir a esa fiesta nerd? e_e ¿Echará a Tom de su casa? Veremos~