jueves, 1 de noviembre de 2012

Polizón - XVIII

Penúltimo capítulo~ Que lo disfruten. La imagen fue un regalo de AleKaulitz *-* preciosa <3


Tom caminaba apresurado a su casa, mejor dicho, a la casa de su madre. 

Al llegar muy sudado, todos sus hermanos esperaban algo de él, Tom llamó al mayor que se llamaba Dave y le dio una bolsa con frutas y algunos panes con relleno muy deliciosos, le dijo que los repartiera equitativamente. 

—Mamá está… está enferma, sangra. —le dijo con angustia, Tom frunció el ceño. 

—Iré a verla. 

Al entrar a su habitación un hedor bastante desagradable le hizo fruncir la nariz, eso era olor a sangre podrida, comenzó a desesperarse. 

—¿Mamá? —La sacudió de la cama y ella abrió los ojos, Tom le tocó la frente al ver sus mejillas rosadas y el brillo de su frente sudada—. ¡Ardes en fiebre! 


—Hijo, hola… —Se sentó en la cama quejándose, el dolor en su vientre era mucho. 

Frank la había pateado en una de las discusiones por aspectos económicos y por negarse a tener relaciones sexuales porque le dolía el embarazo. Embarazo que ya no existía, al pie de la cama había una manta arrugada de sangre, el pequeño feto yacía ahí sin vida y ella débil se había dormido, tenía una fuerte infección, casi se estaba envenenando por dentro y no dejaba de sangrar. 

—Estás mal, estás… ¿qué pasó aquí? 

—No preguntes, solo tráeme agua. 

—No. Voy a llevarte al hospital ahora mismo, esto es terrible. —Ella le miró angustiada. 

—Médicos ineptos querrán quitarme mi fertilidad. —Tom abrió la boca sorprendido y se le acercó enfurecido. 

—¿Para qué tienes hijos? ¡Son infelices por ti! ¡Todos! Ahora vendrás conmigo para salvar tu vida. 

La cargó cual bebé y salió de la habitación encontrando a Frank en la sala comiendo los bollos rellenos que les había traído a sus hermanos, se los comía cual cerdo, uno a otro metiéndolos en su boca tan rápido, como para que Tom no se atreva a salvar alguno. 

—¡Eres un maldito! Espera que regrese a casa. 

Salió de ahí con las venas que se le hinchaban, pocas veces en su vida se había sentido furioso e impotente. Comenzó a sentir que se enfermaba. Su madre se quejaba y le reclamaba tal acto, pero Tom no la escuchó y se la llevó al hospital pagando casi la mitad de su sueldo por ella, para que le salvaran la vida. 

—Se quedará una semana —dijo el médico—. Deberá pagar su estadía aquí. 

—Lo haré. 

Regresó a casa frustrado y en el camino se detuvo en una casa enorme con puerta ancha de madera. Sus manos se pusieron frías… El orfanato del pueblo, aquel lugar tan frío en su opinión cuyo nombre era utilizado para amenazar a los niños malcriados que desafiaban a sus padres. Se detuvo a pensar por un momento, qué maldad sería dejarlos ahí, pero por otra parte, qué maldad más grande sería dejarlos con Frank. 

Entró en la casa y averiguó acerca de ello. La asistenta social le dio una explicación detallada de en qué consistía todo eso, no sonaba tan malo al fin y al cabo, era solo un lugar de acogida, podrían estar estudiando, viviendo ahí y luego ser regresados de vuelta a casa cuando existan las condiciones adecuadas para eso. Tom suspiró aliviado, ahora solo faltaba convencer a sus hermanos. 

Tarea difícil y dolorosa. Los más pequeño de sus hermanos se abrazaban a él llorando de angustia, pensando que sería el fin de ellos metidos ahí, no lo entendían y los más grandecitos le amenazaron con escaparse si él hacía eso. 

—¿Cómo sabremos que regresarás por nosotros? —preguntó Dave, el mayor de catorce años—. Nos dejarás allá con gente extraña, ¡no queremos! —Le dio la espalda y todos sus hermanos le miraron en alerta, buscando alguna esperanza. 

—No quiero que crezcan en las calles, no quiero que no sean alguien en esta vida, les quiero a todos, no los abandonaré, pero si me quedo aquí no podré sostenerles y si me voy y les dejo ustedes no podrán solos aquí sin nada, con ese tipo en casa y con mamá enferma, no hay otra salida, deben ir allá, tendrán comida, tendrán abrigo y estudios. Estarán juntos… —Tom trató de ser fuerte, tenía un nudo en la garganta al verlos a todos así, indefensos, asustados, temerosos de ser abandonados en un orfanato—. Dave, prométeme que cuidarás de todos ellos y pequeños, ustedes deben ser fuertes, la vida está para eso, para luchar, no para llorar. 

—¿Regresarás? —preguntó una pequeña cogiéndole parte de su chaqueta. 

—Lo juro, regresaré y nada les faltará. 

Horas más tarde, un autobús los recogía y Tom firmaba algunos papeles. Casi con lágrimas en los ojos los vio irse entre forcejeos y miedo en sus ojos. Algo que resultó perturbador para él. 

Ahora su casa estaba vacía, se encargó de tirar a la calle todas las cosas que eran de Frank y luego compró cinco candados y mandó a poner una reja ahí para que nadie entrara. 

Tomó su maleta de cosas y salió de ese lugar. 

Subió al barco y trabajó arduo, concentrándose en solo llegar. 

*** 

El pequeño Bill ahora no era tan pequeño. Estaba en el salón de costura descociendo la basta de sus pantalones para bajarlos un poco más ya que había crecido algo. No quería comprar más ropa pues estaba ahorrando dinero para viajar a otro pueblo a trabajar con el cuñado de Dunja en un negocio de comercio de ropa, ahora se sentía capaz de aprender más y poder ser alguien en la vida. 

Para Dunja sería difícil dejarlo ir, pero sabía que ese chico tenía que encontrar su destino solo. Todo pichón al tener alas necesita ese empujón para volar. Así que eso haría, lo dejaría ir. 

—Bill —llamó ella desde la sala, él acudió a verla. 

—Sí, señora Dunja. 

—Voy donde mis amigas, regresaré mañana por la mañana. —Llevaba una pequeña maleta en mano—. Por favor, alimenta a los animales, no dejes sola la casa y no habrás a nadie desconocido. Hay una sopa en una olla y algo de legumbres para que cocines si deseas. 

—Muchas gracias, que se divierta. —Ella le sonrió. 

—¿Sabes? Esta semana llega Alex, mi cuñado, deberás ir alistando tus maletas. 

—Lo haré, estoy ansioso. 

—Nos vemos. 

—Sí, hasta mañana. 

Entrando a su habitación para estudiar, vio su reloj. Tres de la tarde y no tenía ánimos de salir de casa por el frío que hacía, el invierno. 

Un año nuevo había comenzado, así que miró su habitación, debía empacar. 

Escuchó la puerta sonar, y pensó que era Dunja que se había olvidado algo. Salió de su habitación con el cabello revuelto, era más largo que antes y en casa solía dejarlo suelto porque le gustaba así. Abrió la puerta con cuidado dejando la cadena aún puesta por si era algún ladrón y decidiera empujar, pero sus ojos se toparon con los de Tom que titiritaba de frío allá afuera. 

Su corazón dio todo un brinco y casi su cuerpo perdió el peso, su vientre dolió y sus manos se pusieron frías, su respiración era sonora y sus mejillas se colorearon, toda una reacción que él conocía. Tom rió desde la puerta mientras Bill, con manos temblorosas, trataba de quitar apresurado el cerrojo final. 

La puerta se abrió y tal como Bill le dijo una vez, saltó abrazándolo, colgándose de él como un koala. Tom sintió su peso diferente, mucho más robusto y había crecido, era evidente. Soltó su maleta para recibirlo en sus brazos. Reía emocionado y Bill solo decía su nombre una y otra vez como para ser consciente que era real, no un sueño, estaba ahí. 

Tom pateó la puerta detrás suyo y se adentró con Bill en brazos a esa casa. 

—Oye, ya… —le dijo cuando Bill comenzó a besarle el cuello y la barbilla con emoción—. Cuidado con Dunja. 

—No está… no está. —Se bajó de él y tomó su rostro para verlo de cerca. Tom estaba más delgado y tenía un poco de barba, pero sus ojos seguían siendo los mismos—. Sigues siendo el mismo, creí no reconocerte… qué sorpresa tenerte aquí. —Tom le sonrió y le tomó de las manos que estaban en su rostro acariciando su pequeña barba. 

—El capitán dijo que volvería, así que aquí estoy. Me alegra verte, no sabes cuánto. Veo que has crecido, ya no puedo llamarte más pequeño polizón. —Ambos rieron, casi Bill llegaría a su altura. 

—¿Cómo estás mi Tom? —Le abrazó otra vez—. Yo no te he olvidado, no he podido hacerlo y no quiero tampoco. 

—Yo… solo quiero pensar en ti en este momento, vine para estar contigo aunque luego tenga que irme. 

—No hables de irte, no. Lo que importa es que estés aquí. Más de medio año, nadie me quitará este momento contigo, te extrañé demasiado. —Palabras que acariciaron el corazón herido de Tom, éste le besó en los labios cual hombre hambriento del otro, casi devorándolo, Bill se deshacía entre suspiros y corrientes eléctricas en todo el cuerpo. 

Recordarse era bueno, tenerse, era perfecto. 

Si la felicidad podía ser palpable por una vez, esa era una de esas veces. Se lo merecían después de todo. 

Bill se separó por sentir a Tom excitado, rió cerca de sus labios, era tan evidente sus intenciones en ese momento, Bill se sintió orgulloso de saber qué Tom lo deseaba de esa manera. 

—Hay algo de comer en la cocina si deseas… —Tom le acariciaba la espalda meciéndose en él. 

—No… 

—Sí. —rió nervioso—. Vamos a comer algo, de seguro estuviste descargando cosas del braco, has de tener hambre. 

—Hambre de ti. —Bill le dio un manotazo en su pecho. 

—Primero comemos algo, ¿te parece? —Tom asintió y fue con él. 

*** 

Bill no podía contener toda la emoción que era estar junto a Tom, en privado, otra vez después de meses lo cual sintió como si fuesen años. 

Luego de comer algo de legumbres se adentraron en la habitación de Bill la cual había adecuado ya como una habitación habitable para un estudiante. Estante de libros, un escritorio improvisado frente a la ventana en donde estaba el barco de madera de hilos brillantes. Detrás de eso había al fin una cama muy bien arreglada con mantas azules como el mar. 

—Wow, adecuaste el almacén para ti. 

—Sí, Dunja me permitió y con la ganancia del trabajo compré una cama y algunas cosas más. Sin ella de seguro viviría en las calles ahora. Eso te lo debo a ti, eres… como mi héroe. —Tom le sonrió de lado y se rascó las rastas agachando la cabeza. 

—No digas eso, no sabes quién rescató a quién en esta historia. —Le abrazó por la cintura comenzando a delinearle el cuello con pequeños besos—. Estás tan crecido, tan… —Bill solo reía acariciando sus brazos. 

—Hazme tuyo. 

Tom no se resistía más. 

Bill terminó sobre la cama. 

Solo él, solo a Tom le permitiría tocarle así. 

Sus dos dedos dentro de él, Bill rojo de vergüenza jadeando sobre la cama completamente desnudo, Tom aún mantenía su camisa abierta, arrodillado en la cama con ambas piernas de Bill sobre sus hombros las cuales se movían y a veces le ahorcaban cuando se tensaba. 

—Creo que… ahh… —gimió contrayéndose y abriendo los ojos enfocándose en Tom—. Estoy… 

—No. —negó con la cabeza, acercándose a él, poniendo su vientre contra del otro y besándole en los labios—. Si no hago esto te dolerá, lo sabes. —Lo sabía y muy claro, muchas veces ni podía sentarse luego. 

—Me gusta —confesó agitándose—. No sé si esto es normal… pero tocas algo en mí que… —Tom vio como lágrimas se acumulaban en sus ojos y luego llevaba la cabeza hacia atrás gimiendo sin contenerse, Tom estaba tocando su punto una y otra vez—. Si… si sigues así terminaré. —Los dedos de sus pies se curvearon y tomó su pene erecto. Tom sacó sus dedos, no quería que Bill terminara rápido—. Ugh… Tom. —abrió sus ojos encontrándose con los de Tom. 

—Tampoco sé si es normal, pero te gusta, ¿cierto? —Bill asintió tocando el rostro de Tom con sus dedos temblorosos. 

—Sí. —Tom lo besó y se hundió en él. Ambas manos de Bill fueron a sus brazos, tensándose ahí y apretando los dientes en señal de dolor. 

Al principio era así, pero solo se lo permitiría a Tom, que recorra su cuerpo de esa manera, que entre tan hondo como le sea posible, que le acaricie de formas nunca antes experimentadas ni sabidas; todo era único para él, pero justamente eso era simplemente especial. Su amante, su amor, su todo. 

—No sabes lo precioso que eres así… —Comenzó a moverse en él y la cama a sonar golpeándose en la pared. 

—Oh, Tom, la cama… suena… —Se irguió un poco para abrazar a Tom mientras le embestía—. Ahh, esto, añoraba esto, sentirte así, dentro de mí… —ocultó su rostro en el cuello sudado de Tom quien le tomaba de las caderas. Bill estaba casi colgado de él para evitar que Tom colisionara contra su cuerpo haciendo rechinar la cama. 

Tom se apartó de él para salir un momento. Bill buscaba su cuerpo, mezclándose en él, restregándose y repartiéndole besos. Un brazo fuerte de Tom le alzó de la cintura para bajar de la cama y tomar el colchón lanzándolo al piso, Bill rió nervioso sabiendo que quizá sería lanzado ahí. 

—No más ruido —le dijo Tom y eso le dio seguridad a Bill, sabía que tenía vecinos, para él era importante su absoluta privacidad. 

—Ahora sí, tómame y no pares —susurró besando sus labios, mejilla y todo lo que podía de su rostro. Tom lo abrazaba pasando sus manos por su suave espalda, bajando hasta sus bien formadas nalgas y estrujándolas a su antojo, sacando gemiditos de parte del otro. 

—No pararé, lo juro. —Lo empujó a la cama y se arrodilló sobre él para luego voltearlo y besarle la espalda. 

Las manos de Bill se aferraron fuertemente a sus sábanas azules, miró de costado, Tom le observaba a detalle todo. —Cuántos lunares, mi polizón… —Tallaba su espalda con la punta de sus dedos yendo hacia abajo y tomando sus caderas Bill alzó su trasero ya ansioso. 

Antes ni se hubiera imaginado estar así frente a alguien, o mejor dicho, de espaldas a alguien. Pero la confianza entre ambos a pesar de todo, seguía intacta. 

Ahogando un gemido y revoloteando las mantas se estremeció al sentirlo otra vez. Si había algo que Bill amara del cuerpo de Tom, uno de esas cosas sería su parte íntima. Aquel pedazo de carne firme que lograba sacarle lágrimas de placer y hacerle vibrar cada músculo de su cuerpo, hacerle ver las estrellas y gritar por más. Y Tom amaba su sumisión, lo suave de su piel desde el primer día que logró tocarlo, lo estrecho de su anatomía, como vibraba por dentro, lo caliente que era y sobre todo la forma única en cómo lo miraba, como si fuese el centro de su universo… 

Le jaló de un brazo haciendo que se irguiera y pegara su espalda a su vientre, avanzó un poco hasta que Bill topó la pared que hubo frente. 

Tom le besaba la nuca y el cuello, le lamía como un perro, jadeaba cerca de su oído sin dejar de embestir. 

—Tom… voy a acabar —dijo temblando y cerrando los ojos. Tom soltó una risita y cogió su miembro apretándolo un poco en especial la punta húmeda con su pulgar, Bill casi chilló estremeciéndose—. Tom, no doy más. 

Segundos de éxtasis, Tom seguía, no quería parar. Tanto tiempo sin verse, sin sentirse, quería seguir así por más, lamiendo en cuello de su Bill, dándole más cuanto podía. 

El cuerpo de Bill tembló sin control, gimiendo. —Déjame terminar, por favor —suplicó cuando creyó desfallecer de tanto placer. Casi arañaba la pared. Tom le soltó y se corrió fuerte cayendo a la cama, el de rastas lo sostuvo y se vino en él. 

Se abrazaron y recostaron juntos, mirándose a los ojos. 

—Te extrañé tanto —le dijo Tom y Bill sonrió apenas. 

—También yo, no sabes cuánto, hasta dolerme el alma y ahora, te tengo. 

*** 

Casi se durmieron ahí, desnudos. Pero sintieron algo de frío y además estaban algo sucios por todo. Bill decidió preparar un baño, apenas anochecía y calentó agua mientras Tom preparaba la tina echándole algunas cosas aromáticas, que lujo fue para Bill entrar al cuarto de baño. 

Tom le quitó la bata y se quitó la suya. Bill rió nervioso y se metieron a la tina de agua acariciándose mutuamente. 

Los dedos de Tom viajaron por toda su espalda hacia su trasero, Bill se arqueó cual gatito buscando tacto y Tom tocó su entrada con duda. 

—¿Duele aquí? —presionó un poco causando un respingón en Bill. 

—Sí, un poco, solo un poco. —Apoyó su frente en la de Tom. 

—Siempre se me pasa la mano —dijo decepcionado—. No es mi intención hacerte doler, sé lo que es eso. —Se percató de sus palabras, se arrepintió de decirlo, pero Bill no le cuestionó, ni se sobresaltó. Solo le acarició el rostro. 

—Creo que… no estamos diseñados para eso. —Rió un poco—. Creo que siempre va a doler un poco porque no soy una mujer. Sus vaginas son elásticas de por sí, ¡dan a luz bebés! Pero ¿sabes? No me importa si duele o no, me importa tenerte dentro, estar así contigo, eso me importa. —Le abrazó acariciando su espalda y se acercó a su oído—. El pasado que no te persiga —susurró con cierto temor, temor a ser empujado o algo, pero Tom esta vez lo abrazó más fuerte. 

No había otra persona en el mundo capaz de entenderlo como Bill, eso era especial, algo por el cual luchar. 

El agua de la tina se removió bruscamente saliendo de ésta cuando Tom tomó a Bill, a su polizón que se le había metido en el corazón sin su permiso. Bill casi rió cómplice del otro dejándose alzar en brazos directo a su habitación otra vez. 

Otra vez, otra vez. No había mejor cosa para ellos en ese instante que tenerse por más de una sola vez. Hacer el amor pese a todo, pese a que Tom se iría, porque eso pasaría, debía irse dentro de poco, Bill lo sabía y aunque quisiese y pudiese detenerle usando sus influencias cariñosas para con Tom no lo haría, porque alrededor de Tom estaban otros que lo necesitan quizá aún más que él. 

Bill comenzaba a madurar a la fuerza, porque no todo lo que uno quiere puede tenerlo, pero sí puede mantener la esperanza de que algún día, solo algún día podrá alcanzar todo por cuanto ha luchado. 

Se abrazó a Tom al borde del sueño, sus cuerpos habían sudado por lo intenso de tenerse otra vez. Querían marcarse. 

—¿Pensaste lo que te dije? —preguntó Tom despertándolo de su ensoñación. 

—¿No es ya suficiente haberte demostrado mi respuesta? Te pertenezco, soy tuyo, no me separaré de ti solo porque no podrás estar a mi lado. —Tom suspiró sintiendo en su pecho algo poco antes sentido, esa seguridad que solo da el amor, esa especie de fuerza que entrelaza personas y no las desata, todo lo contrario, es capaz de hacerlas fuertes. 

—No seré más marinero. —Bill se sobresaltó y lo miró—. Me di cuenta de algo. Cuando yo decidí serlo, era solo para enfrentarme a mí mismo capaz de viajar y escapar de los problemas que me aquejaban en casa y de todo lo malo que alguna vez me pasó en el primer barco al que subí. Quería dejar que los años pasaran simplemente y que estuviera metido ahí trabajando, luchando por otras personas menos por mí mismo… Hoy pensé en todo eso y me di cuenta que no es vivir, es… estar adormecido. Quiero despertar y pensar que se puede… —calló mirando el brillo en los ojos de Bill, sus pupilas temblar. 

—¿Que se puede qué? —Bill fue casi sobre su cuerpo acariciando sus rastas esparcidas en su almohada. 

—Que se puede confiar en el amor y vivir contigo pese a tanto. —Los ojos de Bill se aguaron mirando cada pupila de Tom, la sinceridad de sus palabras y mirada. 

—Entonces lo intentamos… 

—Dame tiempo. 

—Todo el que quieras, todo… —le abrazó emocionado y Tom cerró sus brazos en su Bill. 

Lo amaba.

u_u el próximo capítulo será el fin. ¿Podrán estar juntos pese a las complicaciones de la vida? Veremos.

6 comentarios:

  1. Ouwwwww Pink! Pink! PINK!!! me encantan los dos, son ta adorables!! :33 el proximo sera el fin >_< me encanta esta historia creo que podria leerla sin cansarme!! me encanta!!

    nos leemos :)

    Meowww!! Purr!! :''3

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    1. Hallo <3 jijiji gracias, este capi fue medio subido *///* pero bueno, era necesario un reencuentro así
      besos, pronto subiré el final~

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  2. Holis :3...ahora si te salude primero ^^..xDD...ok..cuando es ta historia estaba en THF.es...no lei el final por ke tampoco supe si lo terminaste o no...como en ese entonces andaba fallando la paguina no supe :/ ..y ahora ke lo e vuelto a leer ahora si espero leer el final :D ...otra de mis favoritas!! <3 ..Eres Increilble!! *w* ..SALUDOS BESOS Y APAPACHS!! ;3 ..espero el final!! x3..

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    1. hola *o* también lees esto~ y bueno, creo que esa página no regresará o no sé, pero la biblioteca de tokio hotel está funionando *-* una web que reunirá todos los fics wuiii es genial
      Gracias <3 ser favorita es demasiado para mí *.* pronto pondré la final+
      muah

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  3. *____________________* mierdaaaaaa!! lloro lloro como amo esta fic besos pinkie <3

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    1. *-* gracias <3 <3 espero sean lágrimas de felicidad xdd pronto subiré el final
      muah <3

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