Póster - 31

Hola a todos <3 esta vez quiero empezar saludando a dos hermosas amigas, May y Alexa quienes están cumpliendo años. Espero la pasen genial, agradezco mucho su amistad <3

El auto se estacionó en una zona residencial de Hamburgo. Bill era tan rápido que ya había conseguido la dirección por medio de una minilap del auto. Ahora planeaba qué decir y cómo hacerlo. 

—Saki, vienes conmigo; Georg quédate aquí y vigila a Tom. 

—No quiero —se quejó Georg. 

—¡Te quedas! —gritó y se le acercó a Tom para quitarle el póster. 

—Espera, no, este póster es mío. 

—¡Me importa un comino! ¡Me lo das! —Forcejeó con él ahí dentro del auto y luego que pudo quitarle el póster bajó rápidamente poniéndose una capucha y yendo con Saki hacia una casa. 

Georg se cruzó de brazos y cerró los ojos, dormiría un poquito. Tom se quedó con la preocupación sentado al lado del chofer. Temió por su póster, por el Bill a quien comenzaba a querer… Solo esperaba volverlo a ver. 

*** 

—¿Está seguro? —cuestionó Saki a un Bill bastante nervioso—. Es que es la madrugada. 

—Mejor ahora, mucho mejor, así no hay prensa quien tenga que ver todo esto. Ahora, Saki, deberás ayudarme, necesito persuadir a este sujeto a que me explique qué mierda me ha hecho y que lo solucione, quizá tenga que pagarle o quizá… usar la fuerza, tú me entiendes. Pero de aquí no me voy hasta dar fin a todo este embrollo. —Saki se rascó la nuca, pero sabía que mejor debía obedecerle. 

Tocó el timbre una y otra vez, insistente. Luego de varios minutos una voz resonó en el intercomunicador. 

—¿Sí? ¿Quién llama a estas horas? 

—¿Señor Jeff? Le llama Bill Kaulitz. —Hubo un silencio prolongado, Bill comenzó a mover una de sus piernas dando taconazos en el suelo—. Ábrame ahora. —Escuchó una risita al otro lado y lo impacientó más—. ¡Saki, haz algo! Se burla de mí… 

—Ya va, ya va; no has cambiado nada, bah… —contestó el fotógrafo. 

Bill se puso frío, debía ser amable para negociar algún tipo de solución, algo. 

La puerta se abrió y un hombre de aproximadamente treinta años con una pequeña barba y vestido con una pijama gris les salió al alcance, pero no abrió la reja de su puerta por seguridad. Bill lo vio y trató de contener su ira, aquella sensación de querer cogerlo del cuello y preguntarle qué demonios le hizo. 

—¿Y bien? ¿Deseas alguna foto matutina? Esto debe ser para algo importante, ¿no? Pocas veces, por no decir nunca, algún artista ha venido directamente a mi casa… 

—¡Directo al grano! ¿Qué me hiciste? O mejor dicho, ¿qué hiciste a este póster? —le mostró el póster vacío con su nombre escrito ahí—. Había dejado en claro que no saldría esta edición de fotos, ¡y salió! Además algo está pasando que estoy seguro usted tiene mucho que ver, ¡confiéselo! —Jeff se sonrió de lado. 

—No me digas… De seguro te dicen que te ausentas por momentos, ¿no? Quizá cuando duermes… —Bill se encrespó y Saki se puso alerta. 

—¿Qué fue lo que me pasó? —Jeff rió bajito. 

—No puedo creer que haya funcionado, es increíble… 

—¡Quiero saberlo! ¿Cuánto quieres? ¿Diez mil euros? ¿Veinte? ¿Treinta? Negociemos, ¿te parece? 

—No me parece, qué fácil ¿no? Solucionar todo con dinero. Conmigo no funcionará. —Bill estaba controlando todos sus impulsos agresivos lo más que podía. 

—Dime de una buena vez qué me está pasando y como saldré de eso. 

—Al menos un por favor, ¿no crees? —Bill apretó sus puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos, miró a Saki para que éste hiciera algo, quizá usar la fuerza, ¿sacar un arma? Algo extremo, pero el guardaespaldas no hizo nada, esquivó su mirada y Bill suspiró resignado. 

—Por favor… —susurró. Jeff sonrió y se acercó más a la reja. 

—Ese día no hice nada. Oh, bueno sí —rió—. Solo pedí un deseo… ¿quieres saber cuál fue? —Bill apretaba la mandíbula y comenzaba a temblar. Asintió mirándole con cólera—. Deseé que te partieran en dos. 

—¡Qué dices! 

—Dime, ¿qué te pasó? Si es que se puede contar claro está. —Rió tratando de disimular. 

—El póster, me traga. No sé cómo pasa, pero alguien lo compró y aparezco en su casa dice sin recordar nada y luego cuando vuelvo todos me preguntan qué me ha pasado. Y estoy por realizar la gira mañana, esto es… catastrófico. 

—Claro, como lo fue cuando destruiste mi cámara profesional, me la había regalado mi abuelita con sus últimos ahorros y tú la destrozaste totalmente, solo salvé la tarjeta de memoria. —Bill se apoyó en la reja mirándolo fijamente, casi suplicándole con la mirada. 

—Puedo remediarlo, le compraré miles de cámaras como esa, solo dígame la forma para revertir todo esto. —Jeff negó con la cabeza. 

—No tienes que hacer nada para conmigo. Tú te metiste en ese problema, me temo que no puedo hacer nada. —Lágrimas de frustración se acumularon en los orbes del pelinegro y comenzó a temblar apretando sus manos en los barrotes de esa reja. 

—¡Debe haber una forma! —El fotógrafo lo miró detenidamente, ya estaba amaneciendo pudo ver el brillar de sus ojos suplicantes. 

—Bueno, tú y el que sale del póster son uno solo, la misma persona. Cuando duermes existe un estado en donde no recuerdas nada, tu conciencia reposa y eres como un bebé, sin problemas, sin traumas, ni recuerdos. Hechicé el póster para que sea un portal, lo llevé muy temprano a un supermercado y ni cuenta se dieron cuando lo puse entre todos los póster que ahí vendían. Vigilé algunos minutos y vino un tipo que lo compró. Me pareció raro eso, pero luego pensé que estarías en “buenas manos“. —Ironizó con una pequeña risita. 

—Es usted el hombre más despreciable que he conocido —dijo conteniendo el llanto, hablando con rencor—. ¿Y esto seguirá pasando? 

—Así es… aunque… 

—¡Dígame! 

—Solo hay una forma… solo una. 

—¡Exijo saberla! 

—¿Al menos un por favor? 

—¡Grr! 

—Ah, entonces no te lo diré. —Se cruzó de brazos y Bill sacudió la reja conteniendo su rabia. 

—¡Por favor, maldita sea! 

—De acuerdo… Mira, hay dos tú, ¿verdad? —Bill asintió—. Pues, como todo hechizo, solo uno podrá quedarse y dejar de traspasar el póster quedando este inservible cuando la persona que compró el póster se enamore de verdad de ti, ¿difícil, no? 

—La gente me ama... no será difícil para ese idiota amarme… es un fanático. 

—Ah, pues suerte con eso. Si te amara como dices, no tendrías ese problema. 

Bill se quedó pensando en lo que dijo, se quedó casi petrificado cogido de la reja con la mirada perdida en algún punto. 

—¿No me ama? —se preguntó bajito y luego miró a su lado—. Saki, ¿me amas? 

—Qué dice, yo… le quiero, sí. —contestó el robusto hombre. 

—¡No te pregunté eso! Dije que si me amas, no es difícil. 

—Bueno… —rió disimulando rascándose parte de la cabeza, Bill achinó los ojos. 

—Nadie me ama —soltó al vacío. 

—Hay cosas que uno mismo las construye —le dijo el fotógrafo—. Ahora, si me lo permites, tengo una familia esperándome, debo cerrar la puerta. 

—¡Esto no se quedará así! ¡Pagarás muy caro haberme hechizado, brujo! 

—Lalala, tú te lo buscaste. Adiós y mucha suerte. —Le cerró la puerta. 

Bill se quedó ahí parado por un momento. ¿Acaso Tom no le amaba? Saber que no le amaba y por eso seguía con el hechizo simplemente lo desilusionó tremendamente. 

Y ahora que lo pensaba tenía una competencia. Él mismo, su otra parte… 

Él debía de ganar, como dé lugar.

Misterio resuelto y una consigna!! ¿podrá hacerlo? >:3 todo se paga en esta vida, muajaja