Niñerías - XXVI

Hola a todos~ como prometí, capítulo 26 subido. Aquí se verá un poco de Simone. Besos y muchas gracias.

Un día nuevo empezaba, fin de semana. 

Toda persona dormiría unas horas extras los sábados, pero Bill no, quien automáticamente abrió los ojos a eso de las cinco de la mañana. Se removió en la cama no queriendo levantarse, estaba muy cansado, pero el propio estrés del día hacía que ya no pudiera pegar una siestita más. 

Se sentó en la cama y miró detrás de él, Tom aún dormía abrazado a la almohada que había servido de barrera entre los dos. Le pareció enternecedor de cierta forma y así, dormido plácidamente, lo sintió indefenso y casi no pudo evitar acercarse con mucha cautela para darle un pequeño beso en la punta de su nariz. Lo vio poner una mueca y se alejó rápido para salir de la cama y cambiarse. Esperaba que Tom no abriera los ojos mientras lo hacía y así pasó. Luego de estar vestido y a punto de salir de su habitación para asearse vio sobre el escritorio su proyecto de investigación ya casi terminado. Se acercó y lo abrió, su corazón comenzó a latir acelerado por lo que sus ojos veían. Tan linda letra y había usado lapiceros de colores para resaltar palabras, poner títulos y hacer los esquemas. Vio que le había dejado hojas en blanco en la parte de los anexos donde faltaba una entrevista y pensó en prioridades, Tom le había dicho que podrían ir ese día a entrevistar un corredor de autos y eso sería perfecto para dar cierre a su proyecto. Suspiró pensando mejor decirle a su padre que se tomaría la mañana para terminar su tarea y podría viajar en la tarde, o quizá no viajar esa semana. 

Cuando quiso salir de su habitación, se percató de la mochila de Tom, una negra de muchos bolsillos que estaba puesta sobre el escritorio y sintió curiosidad. No pudo evitar abrirla con cuidado percatándose que había ropa interior limpia y algunas camisetas, sonrió ante eso además porque vio cremas y perfumes, aún así no dejó de creerlo un cerdo, Bill se había bañado ayer antes de dormir y Tom apenas se había levantado los pantalones y recostado en su cama con todo y ropa. 

Metió su mano más al fondo y se topó con una bolsa de tela la cual sacó y abrió encontrando fajos de dinero. Se inquietó un poco pues sabía que no tenía dinero, ¿cómo así andaba con fajos? Al sacar la bolsa logró también visualizar un par de fotos, eran la de sus padres y una de Liam solo, sonrió ante eso, pero luego se puso serio al ver una foto de él mismo, era una de hace dos años, ¿cómo tenía una foto de él? Se cuestionó. Era una foto que estaba en el mueble de recuerdos que su madre tenía abajo en la sala, Tom la había tomado clandestinamente porque Simone sería incapaz de regalarle una, Bill sabía eso. 

Volvió a meter todo rápidamente cuando escuchó a Tom suspirar como despertando y salió de la habitación muy rápido. 

Tom abrió los ojos y al encontrar aún la poca luz de la mañana supo que era demasiado temprano y solo tomó más los cobertores de Bill para cubrirse más. Pensó que Bill había salido al baño y ya regresaría en minutos, ni se imaginó que para Bill el día nuevo empezaba ya. 

Abajo, Bill vio a su madre preparar el desayuno cantando una canción mientras lo hacía y se le acercó. 

—Bueno días —dijo con una sonrisa y Simone le puso en la mesa huevos revueltos con pequeños panes caseros. 

—Buenos días. —Se había puesto seria y Bill no sabía el porqué. 

Hubo un silencio incómodo mientras desayunaban, Bill quería decirle que planeaba no ir en la mañana a casa de su padre sino que haría el viaje en la tarde porque debía terminar su proyecto, pero también quería saber por qué estaba seria e inexpresiva. 

—¿Y Tom? —preguntó sin mirarlo. 

—Duerme. —Rió Bill un poco, pero luego se puso serio al sentirse incómodo por el silencio de su mamá. 

—Anoche te… te vi. —Al fin habló y Bill sintió ponerse muy rojo de vergüenza a lo que optó por bajar la cabeza. 

Simone no sabía cómo hablar de esas cosas con su hijo. Sentía que tenía el mejor, nunca le dio problemas de algún tipo, sabía que era responsable y desde pequeño, por ser hijo único, era muy independiente, por eso tampoco pudo frenar sus deseos de trabajar aún siendo menor de edad. De lejos lo observaba hablar con las muchachas y ver el interés de éstas para con él, pero casi nunca había visto que Bill correspondiera a algún tipo de insinuación femenina, era por eso que ella tenía la sospecha de que sus gustos eran otros y lo confirmó cuando le presentó al apuesto de Tom, un poco mayor que él y con una forma de ser educada y respetuosa, claro, lo poco que había podido ver, no sabía sus malas intenciones, solo veía atracción mutua entre los dos y pensó en que siempre confió en Bill y en sus buenas decisiones, ¿por qué desconfiaría justo ahora? 

—No pasó lo que tú piensas —dijo Bill con minúscula voz—. Si quieres que él ya no esté en la casa, lo entenderé. —Simone suspiró hondamente. 

—Hijo, no te juzgo. Si lo haces acá o fuera, no es el problema. —Bill alzó la vista y se topó con los ojos comprensivos de su mamá—. Tengo miedo que te rompan el corazón. —Bill comprendió eso. 

—Aún no tenemos nada —dijo serio—. Él… él aún no me quiere y yo no sé, estoy confundido en estos momentos. —Simone se puso seria y hasta se molestó en su interior porque Tom le había dicho que sí lo quería, pero si Bill le decía eso era porque en realidad no era así. 

—Si busca algo contigo, debe ser algo tuyo, eso es lo correcto. —Bill asintió—. Yo sé que te gusta, pero no por hacerte la tarea, comprarte ropa y llevarte al trabajo va a pensar que tiene derecho sobre ti sin antes tener las cosas claras. 

Su madre tenía mucha razón y Bill estaba serio analizando todo lo que le decía. 

—Cuando tenía dieciséis años conocí a tu padre —confesó ella y Bill solo la miraba atento—. Un hombre apuesto además ya estaba terminando la universidad, y yo apenas el colegio. Me enamoré como en los cuentos, perdidamente y no quería que nadie me dijera que eran niñerías, estaba segura que era amor puro, mi primer amor… —Ella suspiró—. Y era correspondido, ¿sabes la felicidad que se siente cuando crees que has encontrado la persona con la que pasarás en resto de tu vida? Es increíble. Pero mis padres se oponían, en especial mi madre, ella me decía que Gordon era mujeriego, y bueno, la verdad es que había tenido muchas enamoradas para cuando lo conocí, pero conmigo era especial. Es extraño pero algunos hombres buscan divertirse con muchas mujeres y cuando encuentran una que será solo para ellos, la ven como la futura madre de sus hijos y por eso se casan con buenas mujeres. —Bill bajó la cabeza imaginándose todo eso, su padre habiendo escogido a su mamá solo por ser una buena mujer, futura madre de sus hijos, pero luego de haberse divertido con quien sabe qué tipo de mujeres—. Un día… —suspiró—. Cuando tu abuelo no quiso dar mi mano en matrimonió, Gordon me propuso escapar. Tuve mucho miedo, porque si no escapaba con él lo perdería, él tenía muchas mujeres para escoger y yo solo lo tenía a él, entones, en la noche, armé mis maletas y bajé por la ventana de mi habitación para irme con él. Y ya sabes el resto, meses después tu abuelo me mandó a buscar, me encontró embarazada, golpeó a tu padre y luego le dio mi mano. Para ese entonces ya tenía dieciocho y era una mujer hecha y derecha. 

—¿Él te amó de verdad? —Simone dudó en contestar por algún momento. 

—Yo me sentí amada, es la verdad, si fue mentira o no, no lo sé, pero me sentí así y cuando le di un hijo, o sea a ti, él cambió un poco, se centró en nosotros dos, quizá quiso cambiar por su familia, quizá fuiste tú el que logró mantenernos unidos todos estos años hasta que ya no se pudo más. 

—No me quejo de la familia que tengo. Te amo a ti y a papá. —Simone bajó la vista y Bill se desesperó cuando vio descender una lágrima—. No llores, mamá, no te pongas así —pidió angustiado. 

—Prométeme que serás cuidadoso y que no te pasará lo mismo que a mí. —Bill sintió que se le encogía el corazón. Sabía el porqué de la conversación sobre el pasado—. Ese joven llegó con su rostro bonito y amables palabras, ¿pero qué hay de sus sentimientos? Caras vemos, Bill, caras y nada más pero ¿su corazón? Prométeme que nada malo te pasará si te enamoras. —Bill entendió ambas manos y tomó la suya cobijándola y acariciándola. 

—Te lo prometo, nada malo me pasará, sabré cuidarme. 

Bill no pudo más con sus sentimientos y se levantó para abrazarla. Podía entender a su madre y ahora, deseaba poder hablar con su padre de muchas cosas, entonces pensó en sus prioridades, debía cumplir la tarea e ir de viaje sí o sí. 

~*~ 

Tom despertó cuando Bill le lanzó un almohadazo, ya eran las ocho de la mañana. 

—Se pasa la hora —reclamó Bill—. Debo viajar en la tarde y es ahora o nunca para lo de la entrevista. —Tom se removió en la cama pesadamente. 

—Es tan temprano —dijo y luego bostezó—. Media horita más. 

—¡No! Ya te di mucho tiempo. Vamos Tom. —Se subió a la cama, se puso sobre él con ambas piernas a ambos lados y como era de esperarse, Tom terminó de despertar enseguida y tomó su cintura. 

—Sexo en la mañana —dijo con una sonrisa pícara y Bill saltó sobre él de manera violenta causándole dolor en sus partes íntimas—. ¡Por la mierda! —gritó quejándose. 

—Será mejor que mantengas controlado esto. —Posó una mano sobre su miembro por encima de los cobertores y Tom abrió mucho los ojos—. Si crece, lo haré pedazos, ¿entendiste? 

—¿Qué pasa contigo? —Miró asustado, no creía que era Bill. 

—Es una advertencia nada más, para evitar problemas después. 

—En serio, ¿qué demonios te ha pasado? 

—Nada, Tom, nada. —Se levantó de ahí y supo ser rápido antes que Tom lo tomara de sus brazos—. ¿Iremos a la entrevista o no? Necesito saber eso para de una vez viajar o esperar a la tarde. 

—Espera… —Tom no salía de su asombro, se levantó de la cama y comenzó a estirarse—. Algo te pasa, no sé, no es posible que me digas todo eso. 

—¿Ah? —hizo una mueca de disgusto—. ¿Por qué no? Siempre intentas sobrepasarte, ¿Por qué no poner mis límites? 

—Lo de ayer te gustó mucho —reclamó Tom. 

—Sí, mucho, me encantó, pero no quiero más de eso. 

—¡Por qué! —Parecía un niño reclamando. 

—Porque tú y yo no somos nada, ¿entiendes eso? No besaré a nadie que no sea mío. 

Tom casi se cae sobre la cama, ¿qué pasó con Bill y la relación libre que tenían? 

—Pero Bill… 

—La entrevista sí o no. 

—No te pongas así. 

—La entrevista sí o no —repitió sin mirarlo. 

—¿Acaso no podemos tener una relación moderna? 

—¡La entrevista sí o no! 

—¡Joder, sí! Espero me expliques por qué mierda dejaste de ser el de ayer. 

—Estaré esperando abajo, no tengo todo el día —dijo para luego salir de su habitación. 

Tom estaba ofuscado y otra vez se le pasó por la mente hacer trizas el proyecto de investigación. Le había puesto todas sus ganas, había dibujado con meticulosidad y Bill le gritaba y mandaba para ir a la entrevista, ¿qué se creía? ¿Por qué hacía eso? Nada de besos de gratitud, ni una insinuación, ¡nada! Todo lo contrario. 

Fue a bañarse y se cambió en la habitación para huéspedes y luego sacó su ropa de los cajones, ¿qué hacía metido en esa casa? Suspiró muy molesto, había llegado la hora de mudarse y así quizá se olvidaría de Bill, si no podía conseguir lo que quería, ¿qué demonios buscaba? Cuando regresara a casa se llevaría todas sus cosas. 

Se puso la mochila y bajó. Simone le dio los buenos días y le pasó un emparedado de esos que a Tom le gustaban. —Bill está impaciente —dijo ella con una sonrisa. 

—Lo sé —contestó con una sonrisa fingida. Bill estaba en la sala esperando por Tom quien tomaba un jugo de naranja antes de ir con él. 

—Gracias Tom por llevarlo a la entrevista. —Tom se quedó pensando en la extraña amabilidad de Simone, pero se sintió bien, ella le agradecía, al menos eso. 

Tom terminó el corto desayuno y encontró a Bill en la sala viendo el mueble de fotos y adornos de su madre, se paralizó un poco porque él había tomado una foto de Bill sin decir a nadie, pero luego suspiró y disimuló una sonrisa, habían tantas fotos que pensaba Bill no se daría cuenta. 

—Es extraño pero creí que había una foto mía de hace dos años cuando recibía un diploma, ¿raro, no? —Miró a Tom y éste se puso serio. 

—¿Nos vamos? Creí que estabas apurado. 

—Sí —contestó con una pequeña sonrisa—. Ah, y… creo que tu mamá me puede acusar de ladrón si sabe que trajiste esto. —Tomó un grupo de elefantes de piedras preciosas que sabía que eran de la casa de Dunja. 

—A tu mamá le gusta. 

—Pero son de tu mamá. 

—Mi mamá ni tiene tiempo para apreciarlos en la casa. Bill, ¿nos vamos? —dijo ya ofuscado. 

Bill se giró en sus talones y asintió para ir. Tom llamó rápidamente a su amigo y confirmó que estaban yendo en camino. 

Se subieron a la moto y manejó por la carretera principal. Bill estaba muy bien abrazado a Tom, se enderezó un poco y extendió sus brazos como un avión, cerró los ojos y sintió como si volara. 

—¿Te pasa algo? —preguntó Tom al escucharlo gritar eufórico—. Me romperás los tímpanos. —Luego sintió a Bill abrazarlo fuerte por la cintura y reír como loco. 

—Me siento libre —dijo agitado—. Libre, libre… 

Tom no sentía eso y aceleró la moto causando que Bill se aferrara más a él. Se molestó un poco al tener que hacer todo eso por Bill, ¿qué pasaba? ¿por qué simplemente no podía bajarlo de su moto y dejarlo? 

Llegaron a un club enorme y estacionó la moto. Bill se quedó impresionado del lugar, no sabía de su existencia en Hamburgo, claro, no era de frecuentar esas zonas, Tom rió un poco ante su expresión de sorpresa. 

Lo jaló de la muñeca y lo llevó hacia la puerta, sacó de su billetera una tarjeta de socio y el recepcionista la pasó por una pequeña maquinita. 

—¿Joven Tom Trümper? 

—¿Sí? 

—Su tarjeta está restringida, lo sentimos mucho. 

—¿Qué? —gritó molesto, nunca antes le había pasado algo vergonzosamente semejante. 

—Debe haber un error, además yo antes corría aquí —le extendió una credencial. 

—Lo sentimos, está vencida y su tarjeta de membrecía también lo está o quizá fue bloqueada por quien se la tramitó. —Su madre, nadie más que ella pudo bloquearlo hasta de los clubs donde solía frecuentar. 

—Tomi… —Puso una mano sobre su hombro, pero Tom se sacudió, lo que menos quería eran palabritas de ánimos, le sonarían a pena y él odiaba eso. 

—¿Cuánto quiere? 

—Bueno, joven, si quiere pueden entrar como particular, noventa euros cada uno. 

—Es demasiado —dijo Bill, pero Tom abrió su mochila y sacó un fajo de dinero fanfarroneando tener mucho ante el hombre de la recepción 

—Dos boletos. 

Ambos entraron y Bill estaba serio. —Tom, no debiste, eso fue demasiado dinero para solo una entrevista. 

—Ya estamos dentro, descuida. 

Caminaron por un hermoso camino lleno de árboles, piletas y estacionamientos lujosos hasta llegar a un estadio de carreras de autos, era gigantesco y Tom parecía saber hacia dónde ir. 

Fueron hacia unos camerinos por dentro del estadio y cuando no lo dejaron entrar, Tom tuvo que llamar a su amigo. 

—Malditos, ya no me recuerdan —dijo entre dientes. Bill bajó la cabeza mientras esperaban en la entrada de los camerinos. 

Pronto, un hombre alto y moreno salió y sonrió al ver a Tom. 

—¡Tom! qué sorpresa —rió un poco y le lo abrazó golpeando su espalda, Bill lo miró y sonrió. 

—Él es Bill, mi amigo y Bill, él es Anis Ferchichi, uno de los mejores corredores de autos de la historia alemana, amigo de mi infancia… 

Siguió hablando y Anis miraba a Bill con curiosidad, esa carita que tenía era muy bonita, Tom tenía buenos gustos, lo sabía. 

—Es un placer —dijo Anis extendiendo la mano y Bill sonrió ampliamente. 

—El placer es mío, espero tengas unos minutos de tu tiempo para una entrevista. 

—Por supuesto que sí —contestó con grave voz y luego miró a Tom y le guiñó un ojo. 

Tom frunció el ceño, él no pensó que Anis gustaría de Bill, ni lo había imaginado, pero luego lo confirmó cuando Anis jaló a Bill y posó una mano sobre su cintura para escucharlo más mientras se adentraban a los camerinos. Bill parecía no sentir las insinuaciones del otro, solo quería proseguir con la entrevista. 

—Anis… quita esa mano —murmuró entre dientes comenzando a acercarse.

Un nuevo personaje que Tom no creyó se fijaría en Bill, es que el nene Billyberto está creciendo y como tal se está poniendo cada vez más buenote, al menos así lo imagino en mi mente XD veremos qué más pasa. Besitos