Niñerías - XXIV

Hola a todos~ les traigo otro capítulo más de este fic, espero les guste. 

—Sal —dijo con débil voz y vio cómo Tom le dio la espalda para luego tomar su chaqueta que yacía sobre el escritorio. 

Bill estaba agitado, sonrojado y muy nervioso, aún sus piernas no dejaban de temblar, pero luego Tom de casualidad removió las cosas que estaban en el escritorio y el proyecto de investigación cayó al suelo. Muchas hojas escritas a mano se esparcieron y pudo ver los dibujos que Tom había hecho. 

Tom giró para ver todo lo que cayó al suelo pero pasó de eso y caminó hacia la puerta. 

—Espera —dijo Bill, aún la voz le temblaba. Tom se detuvo, mas no volteó a verlo—. Espera… no te vayas así. —Rápidamente se subió los pantalones y abrochó su camisa, Tom estaba parado frente a la puerta a punto de irse. 

—El proyecto está casi terminado, lo único que falta es la entrevista y si tú quieres mañana podríamos ir… 

—Mañana veré a mi padre. 

—Entiendo. 

Un silencio incómodo y luego Tom tomó el pomo de la puerta para salir. 

—¿A dónde irás? —preguntó Bill abrochándose la camisa. 

—A donde sea. 

—No… espera, no quiero que te vayas, no así. —Tom suspiró. 

—¿Puedo voltear? 

—Sí. 

Volteó y vio a Bill ya vestido aunque hecho un desastre, lo miró a los ojos y vio sus labios temblorosos. —Disculpa, Bill —pidió sincero y Bill asintió suspirando hondamente para calmarse. 

—Se me hará tarde… Debo ir a esa fiesta o Nicole se molestará. —Tom se apoyó en la puerta y lo observó terminando de cambiarse, pero luego vio a Bill mirar sus pantalones, le quedaban por arriba de sus tobillos, la basta le quedaba chica. 

Tom se tapó la boca evitando reír y es que si iba a una fiesta nerd estaba adecuadamente vestido, solo le faltarían sus tirantes negros y lentes gruesos para parecer uno. 

—No puede ser, he crecido —dijo angustioso, fue a su ropero a sacar el saco y cuando se lo puso las mangas le quedaban chicas, además que le ajustaba en la espalda—. ¡No te rías! —Ya Tom no podía aguantar las carcajadas al verlo así. 

—¡Es perfecto! Es como para una fiesta nerd, ¿no vas a una? —Bill le lanzó el saco para que se callara. 

La risa de Tom duró unos minutos hasta que vio a Bill sentarse en la cama, listo para quitarse ese atuendo; lucía serio, entonces Tom calló y se le acercó. 

—Vamos por un traje —ofreció. 

—¿Qué dices? No tengo dinero para eso, aunque quizá pueda alquilar uno pero a estas alturas… 

—¿Es importante que vayas a esa fiesta? 

—Me comprometí, le di mi palabra y ahora, ¿qué le diré? Que crecí y no me entra el traje, creerá que no me importan sus cosas, lo cual no es así. —Tom asintió y le extendió una mano. 

—Vamos por tu traje entonces. —Bill se avergonzó un poco. 

—No tengo el dinero y… 

—Shh, no te preocupes, te lo compro yo. 

—¿Sabes cuánto está un traje? Estás loco. —Tom rió, claro que sabía cuánto podía costar uno y en especial en las tiendas que él solía frecuentar. 

Luego de discutir un poco, Bill bajaba junto a Tom para ir a una tienda lo más rápido que podía, hablaba por teléfono con Nicole, ella estaba ya lista y Bill tuvo que decirle que se adelantara porque él tardaría un poco. 

Simone estaba abajo en la sala viendo televisión mientras limpiaba la casa un poco y los miró con cierta seriedad, Tom bajó la cabeza creyendo que quizá ella había oído el anterior incidente. 

—¿Dónde van? —preguntó preocupada, Bill hablaba por teléfono y casi discutía. 

—Vamos por un traje —dijo Tom bastante apenado, no podía verla a los ojos, ella lo miraba como si supiera sus intenciones. 

—Tengan cuidado —dijo y Tom asintió. 

Se le había pasado la mano y no sabía cómo remediarlo. 

Tom le quitó el celular cuando estaban afuera y se lo apagó en su delante. 

—¡Tom! —reclamó. 

—Nos hacemos tarde y las mujeres no tienen que saber todo Bill, ya le dijiste que tardarás, no tienes que explicarle el porqué. 

—Es mi amiga. 

—Es mujer. 

—¿Qué tiene eso? 

—¿No te das cuenta? Pregunta y pregunta para seguir sabiendo, la mal acostumbras, ya le dijiste que tardarás un poco, con eso se tiene que contentar, no tienes que explicarle todo. 

Bill no pudo reclamar, Tom ya se había subido a la moto y debía apurarse. Manejó muy rápido y Bill le indicaba ir hacia el supermercado de su barrio, quizá y la tienda de ropa aún seguía abierta, pero Tom rió un poco manejando en sentido contrario, hacia su barrio residencial. 

—No, Tom, ¿a dónde me llevas? 

No fue necesario una respuesta, Bill enmudeció cuando llegó a las galerías más caras de la ciudad, las propias de diseñadores famosos, las casas de la moda, una mini Paris en el centro de los barrios más ricos tanto así que tuvieron que dejar la moto en una cochera pues ahí solo entraban autos. 

—Maldita sea, ¿qué problema tienen las motos? —se quejó Tom pagando por su espacio en la cochera mientras tomaba a Bill del brazo para conducirlo por las tiendas. 

—Ni siquiera he venido presentable, de seguro aquí los trajes cuestan un dineral, Tom no debes… 

—Bill, por favor, esto no es nada para mí. —Bill se puso serio, él sabía que le habían quitado sus tarjetas y todas las propinas, era consciente de su situación y no sabía cómo decirle sin ofenderlo. 

—No quiero nada sofisticado —pidió y Tom sonrió de lado. 

Lo llevó de la mano a una tienda casi secreta, entrando por un pasillo hacia un elevador. Arriba anunció su nombre por un intercomunicador y una puerta se abrió dando pase a una tienda de ensueño. Todo iluminado y las vitrinas con los mejores trajes, muebles de cuero y lamparines adornaban el sitio, una música clásica y un aroma a flores, Bill se cohibió, en cambio Tom habló con quien le salió al pase. 

—Aquí mi amigo busca un traje. 

—Como no caballero, tenemos de los mejores. 

—Sí, muéstranos los exclusivos. 

—Por aquí, por favor. —Los guió hacia una vitrina en donde destellaban los más finos trajes—. Dior, Armani, Gucci, todos modelos exclusivos. 

Bill se angustió un poco y apretó la mano de Tom. 

—Anda —lo miró con una sonrisa—, escoge el que quieras. 

—Yo… yo no sé —dijo cohibido—. Tom sonrió hacia el hombre, le señaló un traje oscuro cuya tela era algo brillante y el corte perfecto que lo haría lucir todo un caballero—. Tom… —se quejó casi a su espalda cuando el hombre sacó el traje cubierto por una bolsa, lo tocaba con tanta delicadeza que Bill no sabía cómo se lo probaría sin dañarlo. 

—Pruébate. —Se lo pasó Tom y el anfitrión lo guió hacia un cuarto amoblado donde se lo probaría. Bill entró y el hombre guía lo miró fijamente a Tom. 

—Piensa comprar, ¿verdad? —Tom lo miró con desprecio. 

—Por supuesto que sí. 

Adentro, Bill veía las etiquetas, el precio era mucho más de lo que él podía pagar, estaba nervioso por no saber si decirle a Tom que compraría ese. Cuando se vio en el espejo se asombró de lo bien que le quedaba, parecía esos modelos de pasarela y solo era por el traje, estaba tan bien confeccionado que le quedaba perfecto. 

Salió del probador y Tom lo vio de pies a cabeza. 

—¿Te gusta? —le preguntó. 

—Es demasiado —contestó Bill aún mirándose por los espejos de la tienda. Tom fue con él y lo miró a tevés de estos. 

—Entonces nos lo llevamos. 

—Tres mil euros Tom, con ese dinero me puedo comprar cuatro trajes en la tienda del señor Lucas. —Tom rió un poco. 

—Así cuesta un buen traje, nos lo llevamos entonces. 

—Pero… 

—Estamos tarde, ¿lo olvidaste? Aun faltan los zapatos y accesorios, una buena corbata y el peinado. 

—Tom… 

Bill se sentó en uno de los sofás, le dieron una taza de té mientras le mostraban opciones de corbatas y zapatos. Escogió los más baratos y simples y se los puso. Vio a Tom pagar en efectivo, no sabía que tenía todo ese dinero en su mochila, estaba sorprendido pero no había tiempo para preguntar. 

Saliendo de la tienda lo llevó a una peluquería para que le acomodaran el cabello, Bill se quejaba, pero Tom solo hacía sin preguntar. 

Después de casi media hora, salía de la peluquería muy bien cambiado y con un buen peinado además de sus ojos ligeramente delineados y hasta perfumado, Tom había gastado un dineral. 

—Te ves precioso —dijo Tom antes de subir a la moto, Bill solo se ruborizó y tomó su brazo, mirándolo a los ojos. 

—Gracias —dijo serio—. Nunca antes alguien había hecho esto por mí… ni mi propio padre. —Su padre tenía dinero, le pudo haber comprado un traje si se lo pedía, pero no hubiera tenido todos los detalles por los cuales corrió Tom. 

—No tienes de qué agradecer. Ahora vamos. 

Bill ya ni quería ir a la fiesta, estaba llegando una hora retrasado y podía imaginar que cuando llegara Nicole le recriminaría, pero ya estaba en la moto rumbo a la casa de Gustav, el organizador de la fiesta. 

Cuando llegaron, Tom estacionó su moto cerca de algunos autos y rió al escuchar la música clásica propia de esa fiesta y al ver a los demás invitados, jovencitos que efectivamente, parecían nerds. 

—No le encuentro el chiste —reclamó Bill acomodándose el cabello que se le había revuelto. 

—Es como entrar a una librería y no a una fiesta, es gracioso —decía riéndose. 

La casona era grande y las puertas estaban abiertas, curiosamente había una escultora en forma de libro abierto en la entrada la cual era un bonito jardín con un camino alfombrado para la ocasión. 

—Bueno, Gustav es un líder estudiantil muy influyente… Hum, debo entrar, estoy tan tarde. 

—¿A qué hora vendrás? 

—No lo sé… 

—Antes de las doce, cenicienta, te espero… —Tom calló al percatarse que quizá no podía regresar a casa de Bill y lo miró preocupado—. Creo que iré a mi casa. 

—Bueno… yo… —Tom se subió a la moto y le sonrió poniéndose su casco, Bill quería decirle algo, pero no sabía cómo—. Tom… 

—Dime. 

—Tú puedes ir a la mía, si aún te cuesta ir a la tuya, mi casa está a tu disposición, avisaré a mi madre que irás allá. 

—Creo que a ella no le gustará la idea. 

—¿Por qué lo dices? Ahora mismo la llamo. —Tom quería impedir eso, pero ya Bill marcaba el número y su mamá contestó. 

Simone estaba un poco preocupada porque, efectivamente, había escuchado algunos ruidos que le confirmaron sus sospechas. 

—¿Quieres que se quede aquí? —preguntó ella. 

—¿Puede? Por favor, no tiene a donde ir. 

—Sí puede —dijo seria y Bill agradeció para luego colgarle. 

Le dijo a Tom que sí podía ir, eso sorprendió mucho al mayor y hasta lo llenó de temor. 

Bill se despidió con un pequeño beso y caminó casi corriendo, adentrándose a la fiesta. En la entrada encontró a Nicole quien lo miró estupefacta y hasta se le aguaron los ojos. Vestía un hermoso vestido azul largo y ceñido pero con un bonito escote, el cabello recogido en un moño y maquillaje casi por primera vez, era una preciosidad. Ella le saludó con un pequeño beso cerca de sus labios y Bill se incomodó un poco… Había pasado tanto en una semana que estaba seguro que solo la quería como una amiga más nada. 

Entraron a la fiesta y hubo una exposición de libros y cosas relacionadas a literatura, iban a crear más círculos de estudio para que participaran en movimientos políticos, Bill quería estar alejado de eso en realidad, pero no podía pasar por alto el interés de Nicole. 

Luego de tanta palabrería de los organizadores al fin el baile comenzó y la música suave no se hizo esperar. Nicole quería bailar muy junta a Bill y se lo llevó más adentro, al jardín interior de la casona donde estaba iluminado con pequeñas luces doradas y había un poco de privacidad. 

—Parece un sueño —dijo ella con una sonrisa, apoyándose en su pecho mientras bailaba lento. Bill tragó saliva, debía decirle la verdad de alguna manera, debía ser claro para no hacerle daño. 

—Nicole… 

—¿Sí? —Lo miró a los ojos. 

—Yo… yo… —Sintió un nudo en la garganta, él la quería mucho, no buscaba hacerle daño pero sabía que debía aclarar las cosas—. Yo espero ser tu amigo. —Ella se puso seria y sus ojos brillaron en lágrimas—. No mereces ponerte así por mí, siempre seremos amigos, nada va a cambiar. 

—¿Por qué? —preguntó con un nudo en su garganta—. ¿Por qué me dices eso? 

—Porque te quiero y ya no puedo verte ilusionada por algo que no es. 

—Es por ese chico, ¿no? Admítelo —desafió ella con mirada crítica, Bill agachó la cabeza, no quería decir eso. 

—Es diferente, es porque ya no quiero vivir una mentira. 

—¿Lo nuestro fue una mentira? 

—No, no… —se puso nervioso, ella era muy astuta, no quería perder su amistad de todas formas—. Lamento no quererte como debería, es solo eso. Si me importa Tom o no, eso no tiene nada que ver con esto. 

Ella lloró y Bill no supo qué hacer, se sentía destrozado también. Hubiera querido no arruinarle la noche de esa manera, pero no tenía otra opción, ya no podía seguir fingiendo que nada estaba pasando. 

Lamentablemente, así como llegó, tuvo que irse. Rápido e inesperadamente junto a Nicole, ya no había ánimos para estar en la fiesta. La acompañó a su casa y le pidió muchas veces disculpas, sabía que lo había arruinado pero en parte se sentía aliviado de haber aclarado eso. 

—Prefiero no verte —dijo ella y él bajó la cabeza. 

—Lo siento. 

—Mejor así. 

Entró a su casa y él se quedó inconforme, pero ya estaba hecho, no había marcha atrás y esperaba poder reponerse. 

~*~ 

Tom estaba un poco nervioso, había regresado a casa de Bill, aunque sabía que quizá no era buena idea, no pudo evitarlo y Simone le tenía la cena lista en la mesa, sopa de verduras con algo de pollo, pero su sazón era siempre la mejor. 

Se sentó junto con ella y el ambiente se volvió un poco tenso, Simone no dejaba de verlo sin emitir ninguna palabra y eso inquietó a Tom pero no sabía cómo explicarle lo que había pasado arriba. 

—Señora Simone… —quiso empezar, pero luego se detuvo, no sabía cómo decirlo, estaba hasta avergonzado. Simone lo vio a los ojos sentada frente a él, esperando por su argumento—. Sé que usted escuchó lo de… lo que pasó… 

—Sí. —Tom tragó saliva, no sabía qué hacía ahí sentado saboreando la rica cena si ya Simone sabía sus oscuras intenciones, no sabía si debía salir de ahí muy rápido o pedirle disculpas, solo estaba asustado—. ¿Lo quieres? —preguntó luego que el silencio le indicara que no hablaría. Tom bajó la cabeza, sentía que lo recriminaría, cerró los ojos y se sintió el peor hombre del mundo. —Mi hijo es fácil de querer, ¿no crees? —Tom se sorprendió ante la pregunta—. No puedo juzgarte por tus intenciones, pero ten presente que él es muy chico aún. —Tom no podía creer lo que le decía—. Aún no me respondes si lo quieres o no. 

¿Querer? Tom no podía descifrar esa palabra, ese sentimiento de querer, no podía describirlo, no sabía cómo. Siempre creyó que el amor era solo una palabra nada más, una forma de unir dos personas, como una excusa para el placer, él no creía en el amor porque nunca lo había sentido, él solo veía un interés mutuo, pero quererlo, no podría decirlo. 

—Lo quiero —dijo solo para que Simone no pensara que tenía malas intenciones para con él. Vio cómo la mujer sonreía ante esas palabras. 

—Entonces no busques hacerle daño. Todo a su tiempo, Tom, todo a su tiempo. 

Simone se levantó y le dio las buenas noches, iría a dormir. Tom se quedó pensando por un momento, todo había sido muy extraño y lo dejó con sensaciones confusas, él no podía querer a un don nadie como Bill, menor que él, de familia desconocida en la sociedad, un empleado de su casa, no, él no podía quererlo y es más, sentía que no lo hacía. 

Se levantó de la mesa y luego de lavar su plato fue a la habitación de Bill para terminar el proyecto antes de dormir. Se sentó en su cama compilando todas las hojas que había escrito, no lo había hecho porque quería a Bill, no, lo había hecho para recibir algo a cambio, pero lamentablemente Simone tenía razón, no debía hacerle tal daño, entonces, ¿qué demonios seguía haciendo en esa casa? Debía pensar en tomar una decisión. 

La puerta se abrió y era Bill quien entraba a su habitación encontrando a Tom serio y pensativo, el mayor notó que Bill lucía triste. 

—¿Qué pasó? —preguntó Tom preocupado. Bill pestañeaba seguido y se le acercó para sentarse al lado en la cama. 

—Nicole no quiere saber de mí… —dijo y Tom sonrió ante eso cosa que Bill no pudo ver porque agachó la cabeza. 

—Cariño… —lo abrazó y atrajo a su pecho—. Estás conmigo, te enseñaré a entender a las mujeres. 

—La quiero, la quiero mucho, no quiero hacerle daño, por eso le dije la verdad. —Tom tragó saliva, otra vez esa palabra de “querer”, “hacer daño” seguido de “decir la verdad” lo puso nervioso. 

—La mentira haría más daño que la verdad, así que… haces bien. 

Abrazó a Bill y ésta alzó sus brazos para rodear el cuello de Tom y ocultar su rostro ahí, se sentía comprendido, le gustó que le dijera esas palabras… siempre decir la verdad sería más positivo que una mentira. Tom lo sintió agitarse y eso le gustó, pero se quedó quieto. 

Bill quiso ser atrevido por primera vez en su vida, sacando su lengua la pasó por el cuello de Tom. 

—No hagas eso… —dijo Tom apretando los dientes y Bill dejó de hacerlo un poco asustado, lo miró a los ojos y supo que no había sido buena idea. 

Tom perdía el poco control que creyó tener.

=.= Bueno~ ahora saben que Tom no siente amor, creo que Bill se está engañando. ¿Qué pasará en esa habitación? Aún falta un poco más para el desenlace final. Besos a todos.