Niñerías - XLII

Hola a todos *-* les traigo el capítulo 42~ muchas gracias por sus comentarios y el interés en el fic a pesar de que ya casi estamos en la recta final *o* me sorprende y lo valoro. Espero analicen este y me digan qué piensan de Tom. Un beso<3

Tom manejó su moto hasta su casa casi anhelando regresar. No quería pensar en que regresaba para ser el mismo de antes, no, pero quería regresar para sentirse un poco como antes.

Entró a la casa y como era sábado, de seguro todos dormían un poco más, menos el señor Arthur quien se sorprendió de verlo.

—Esta volvió a ser mi casa, ¿entendiste?

—Sí, joven Tom, su madre ya me lo dijo.

—Bien, así me gusta.

Terminó de entrar y fue directo a su habitación. Suspiró al abrir la puerta de su cuarto con la llave que su mamá le había dado y encontrar todas sus cosas hechas un desastre. Maldijo por lo bajo, entró y cerró la puerta de un porrazo, debía arreglar todo ahí.

Mientras levantaba sus cosas del suelo, se topaba con algunas pertenencias que le hacían recordar el chico que antes era. La tira de condones, las revistas de mujeres desnudas sobre autos, la libreta con números de teléfono de sus citas, algunas prendas femeninas que ellas le habían dejado y notas de su adolescencia. Tenía una especie de cuaderno donde pegaba notas de sus experiencias sexuales, lo había creado a los quince cuando su primo le dio la genial idea de tener escritas sus experiencias y luego comprobarlas. Frunció el ceño al percatarse que todo estaba regado por el suelo y era probable que su familia había estado ahí viendo todo eso.

Se sentó en su cama tratando de poner todas esas notas que encontró dentro de su libreta secreta. «Anna es espectacular, sabe cómo moverse en la cama», leyó parte de la nota y trató de recordar a esa tal Anna, compañera de su escuela cuando él tenía dieciséis años.

—Vaya, ¿qué será de ella? Capaz y está casada —se dijo a sí mismo. «Hoy lo hicimos por detrás, creo que me enamoré, jajaja». Leyó otra de las frases escritas.

Suspiró cuando los recuerdos le vinieron a la mente y se recostó en su cama. «¿Con cuántas personas he estado y he podido vivir tranquilo, por qué Bill tiene que atormentarme la mente?», pensó cerrando los ojos y se sintió extraño, «Eso te pasa por darle mucha importancia, ¿lo ves? Ahora que ya fue tuyo, escríbelo en la libreta y deja de pensar en eso».

—Pero no puedo hacer eso —dijo serio—. Aunque quisiera, perdería su magia. —«¿Magia, puto? ¡Qué pasa contigo! ¿Qué magia? ¿Las relaciones no son mágicas, qué piensas, Tom?»—. Oh, maldita sea. —Se masajeó la cabeza, tenía sentimientos contradictorios que ya estaban hartándolo. Decidió tomar una siesta ahí en su habitación y de paso arreglarlo un poco, al menos hacerlo habitable.

Y cada cosa que encontraba ahí le recordaba quien era.

~*~

Bill tomaba desayuno en el hotel donde su padre se hospedó en estos días de su visita. Gordon le contaba chistes y le palmeaba la espalda porque lo vio decaído y distante… Sentía que lo perdía y eso le preocupaba porque amaba a Bill.

—¿Qué piensas? —preguntó cuando ya Bill no se reía de sus comentarios. Bill bajó la cabeza, no le podía decir que pensaba en Tom y tenía la tremenda inseguridad que lo dejaría, que ayer había sido su primera vez y Tom simplemente se había ido sin decirle un adiós en la mañana.

—¿Sobre qué?

—No sé, estás por acabar la escuela este verano, ya no falta nada…

—Postularé a la universidad, aún no me decido entre Derecho u otra cosa, aún no sé, pero de que estudio este año, lo haré.

—En Bremen estarías en las mejores universidades, habrían muchas para escoger. —Bill se puso un poco triste, sabía lo que su padre quería decirle.

—Quiero quedarme aquí.

—Tendrás que mudarte como todo estudiante, estás lejos de la universidad. —Bill asintió.

—Me mudaré, eso no es un problema, tengo mis ahorros y con eso estudiaré.

Gordon seguiría insistiendo. Sentía que había perdido a su hijo en muchos sentidos y ese sentimiento no le dejaba en paz, sentía que Simone lo había puesto en su contra con sus pensamientos moralistas sobre la vida y lo había convertido en el niño que parecía, en el frágil Bill que ahora salía con un hombre y se emocionaba al verlo, eso no pasaba desapercibido por Gordon y le dolía mucho la posibilidad que su único hijo fuera gay, él no iba a permitirlo y quería la custodia de Bill… aunque ahora era mayor de edad y ya no podía decidir sobre su vida.

A Bill le comenzó a doler el estómago pues él quería mucho a su papá, lo amaba y le costaba tener que decirle que en sus planes no estaba la posibilidad de irse a Bremen con él. —¿Por qué no regresas aquí? —pregunto Bill, extendiendo una mano para tocar la de su padre sobre la mesa.

—Aquí no tengo el trabajo que deseo, hijo, allá en Bremen soy mi propio jefe, administro la casa de diseño yo mismo, aquí, ¿dónde? En mi anterior trabajo estaba bajo muchos jefes, no era fácil. —Bill infló las mejillas. Su padre se había ido a Bremen para que Simone no viera las cosas que él hacía allá, con las mujeres, además una de sus amantes era de allá y le ayudó a instalarse en esa ciudad.

—Puedes venir siempre que desees, yo te quiero papá, no creas que no, pero ya tengo mi vida aquí y no la dejaré.

—Dime que no tiene que ver ese joven, dime que no es lo que estoy sospechando de ustedes. —Bill bajó la cabeza, dejó de tocarle la mano a su papá y se sonrojó comenzando a pensar en alguna cosa—. A mi hijo le gustan las mujeres, ¿no es así? Recuerdo a tus quince años, te instruí cómo conquistar una, ¿recuerdas? —Bill asintió—. ¿Por qué dudas al responder? ¿Qué pasa, Bill? ¿Ese joven te acosa? A veces creo que Simone apaña eso contigo, quizá ese joven por ser mayor está queriendo pervertirte…

—Papá, no, Tom es… es mi amigo —prefirió mentir.

—Amigo al cual te emocionas verlo como si fuera algo más, amigo a quien le has tomado de la mano ayer, lo vi. —Bill se sobresaltó, ni cuenta se había dado que, efectivamente, lo había tomado de la mano para ir a la cocina a comer pastel, no pensó que su padre se fijaría en eso—. Amigo que prefieres que se quede a dormir en casa en vez que tu padre.

—Es un amigo especial y no detallaré mis cosas. —Se puso firme y el corazón de Gordon dolió.

—Será mejor que pienses en ir conmigo, Bill, ya no es una petición, te vendrás conmigo.

—No quiero discutirlo, papá, por favor. —Gordon no dijo más, pero ahora sentía un cierto desprecio por Simone, quería gritarle y reclamarle qué demonios estaba haciendo con su hijo varón, el único que tenía… su sucesor.

~*~

—¡Tom! ¡Tom ha vuelto! —gritaba el pequeño Liam en toda la casa, corriendo por el pasillo de arriba, bajando las escaleras y gritando en la sala—. ¡Tom ha vuelto! —Tom reía. De todas formas lo extrañaba aunque a veces peleaban porque Liam era un poco malcriado.

—¡Cálmate o me voy! —amenazó y Liam corrió hacia él para abrazarlo y Tom lo cargó—. Pesas mucho, se ve que comes bien.

—Es por no comer brócoli.

—Oye Liam, ¿qué es de tu amigo ese gordito que venía a verte? —Liam se puso serio.

—Explotó.

—No bromeo, ¿qué es de tus amigos, por qué ya no vienen? —Tom se había dado cuenta que Liam estaba solo la mayor parte del tiempo y eso no estaba bien, todo niño debía tener vida social y ya sabía en la escuela que no tenía amigos.

—Ya no están, ya no son mis amigos —dijo inflando sus mejillas.

—Ya veo, eso no está bien.

—Yo no los quiero, me molestan y luego se quejan.

—Eso tampoco está bien.

—Ya, no te pongas así, ¿sabes quién es mi amigo? —preguntó con una sonrisa y Tom sonrió un poco.

—¿Bill?

—¡No! Él es mi niñero.

—¿Entonces quién?

—Tom, el conejo. —Sonrió y Tom soltó una risita.

—Necesitamos remediar eso.

—De verdad, Tom es un buen amigo, está en su casa y entro ahí, le hablo mucho y lo cuido, luego salimos al jardín a escarbar la tierra y buscar raíces para comer, claro que yo finjo comerlas porque no tienen sabor, pero Tom sí las come, luego lo paseo en mi carrito hasta que se cansa y lo regreso al jardín, así pasamos las tardes que mamá está ocupada. —Tom se puso serio, su hermano no tenía vida social, necesitaba hacer algo por él.

—Pues hoy saldremos de cacería, ¿te parece? Tienes ocho y yo a los ocho ya tenía mi primera novia.

—¡No! Qué asco…

—Nada de asco, te divertirás, vamos.

Liam no entendía algunas cosas que Tom le decía, pero Tom se divirtió como nunca en su vida al vestir a su hermano con una chaqueta negra como él y unos lentes de sol. —¡Ese es mi hermano! —decía mientras le ponía una gorra, Liam lo tomaba como un juego y los dos salieron sin decir nada a nadie rumbo a un parque.

—¿Y qué se supone que voy a hacer? —preguntó cuando llegaron. Había muchos niños jugando en los juegos.

—Pues, mira todos esos niños. —Liam se cruzó de brazos e infló las mejillas, Tom se había arrodillado a su lado y le susurraba al oído—. Por ejemplo, mira esa niña en el columpio, es linda y está sola, es tu oportunidad.

—Pero para qué, ¡es una niña!

—Justamente, las niñas son buenas amigas, ellas no pelearán contigo por juguetes, ellas solo quieren atención, nada más.

—¿Y si no le gusto? —Tom rió ante eso y Liam lo miró.

—Le gustarás porque eres Trümper, mételo en la cabeza, acércate y dile si puedes jugar con ella, si te dice que sí, te ofreces a empujarla pero no fuerte, no te olvides de sonreír y saludar.

—Bah, pero…

—Carajo, deja de dudar y ve. —Tom le dio una palmada en su trasero y Liam avanzó lentamente y casi marchando, con las manos juntas y mordiéndose el labio inferior, volteó a ver a Tom y éste le indicó con la mano que vaya.

Tom se sentó en una banca a observar.

Liam avanzó pasando otros juegos de niños y llegó al lado de la niña de cabello rubio y rizado, tenía un vestido verde y ella lo miró con curiosidad.

—Hum, hola —dijo él y luego recordó sonreír y fingió una sonrisa grande, ella lo miró extrañada por eso.

—Hola.

—Soy un Trümper y quiero jugar contigo. —Ella se puso un poco nerviosa y Liam se incomodó también—. Regreso —dijo para correr donde Tom.

—¿Ahora qué pasó? —preguntó Tom con una sonrisa.

—No sé, ella no quiere, ella es… extraña. —Tom la miró y bueno, la niña era un poco tímida, se veía así porque estaba sola en el columpio. Miró a los lados, había un jardín y sacó una flor.

—Dale esto, a toda mujer le gusta.

—¡Pero es una flor!

—Exacto, a ellas les gusta esto.

—Qué asco.

—Sí, pero a ella le gustará.

—Está bien.

Liam regresó y la niña le miró pestañeando rápido. —Toma. —Le dio Liam y ella tomó la flor.

—¿Por qué? —preguntó y Liam no supo qué decir, cuando miró hacia Tom éste negó con la cabeza y regresó la vista hacia ella.

—Porque a las mujeres les gusta y tú eres una, ¿no? —Ella sonrió y se puso la flor en su cabello.

—Sí, es bonita.

—Bueno no, pero si te gusta está bien.

—¿Cómo te llamas?

—Liam, ¿tú?

—Liliana.

—¡Empieza con L! —Y así conversaron mientras Tom seguía observándolo.

Miró su celular y tenía cinco llamadas perdidas todas de Bill, se puso serio por un momento y sintió una incomodidad… quería pasar un tiempo con su familia ahora que se sentía bienvenido en casa, quería salir con su hermano y luego comprar comida para llevar a casa en la noche, no quería pensar en Bill porque comenzaba a sentir muchas cosas extrañas que lo asfixiaban, además, si lo llamaba estaba seguro que Bill le reclamaría algo, luego Tom le contestaría mal y pelearían.

—Hola, ¿es tu hijo? —le saludó una mujer, aparentemente tenía más de treinta años, pero lucía muy bien, cabello lacio castaño, lentes negros y un bonito lunar cerca de sus labios rojos, estaba maquillada y bien vestida deportivamente. Tom al verla se puso en alerta.

—Es mi hermano —sonrió.

—Estoy encantada que se le haya acercado a mi hija, ella difícil se relaciona con otros niños, siempre la traigo, pero prefiere columpiarse sola y ahora no ha venido hacia mí, sigue hablando con tu hermanito. —Tom miró al frente pues si la seguía viendo era probable que le preguntara sus datos personales, de seguro era casada por eso tenía una hija, él no era de meterse con personas comprometidas porque detestaba el tipo de problemas que eso traía.

—Me alegra, mi hermano también es de poco relacionarse, por eso lo saqué.

—Me llamo Vicky.

—Soy Tom, mucho gusto señora…

—No me digas señora —rió ella—, soy madre soltera. —Tom abrió los ojos del asombro y disimuló una sonrisa, ella también sonrió de una forma que agradó a Tom, él conocía esa forma de sonreír de las mujeres. Qué fácil era para él conseguir compañía.

Liam pasó una tarde agradable, luego del columpio fue con Liliana a comprar un helado y claro que le pidió dinero a Tom.

—¿Puedo tomar tu mano? —preguntó a la niña y ella se dejó—. ¡Corramos! —así fueron a la heladería que quedaba en el mismo parque.

—¿Vendrás seguido? —preguntó Vicky y Tom asintió.

—Trataré.

—Mi hija pronto cumplirá nueve años y me gustaría invitar a Liam a su fiesta.

—Es un hecho. —Tom sacó su celular—. ¿Me darías tu teléfono? —La mujer sonrió y claro, sacó su celular para intercambiar números.

Regresaron cuando ya estaba por anochecer, Liam le hablaba a Tom mucho de su nueva amiga, que no era egoísta ni le había hecho renegar, todo lo contrario, era amable y agradable, Tom estaba contento por eso.

—Es posible que vayas a su cumpleaños, será pronto, su mamá me ha dado su teléfono.

—¿Crees que a las mujeres les gusta que las llamen? —Tom rió.

—A ellas les encanta.

—¿Crees que pueda llamar a Liliana?

—Claro, puedes cuando quieras. —Liam sonrió, tenía una amiga aparte del conejo Tom.

Tom compró comida y retornó a casa. Dunja recién había llegado junto a su padre y no le reclamaron haber salido con Liam.

—Sabes Tom, tu abuela está contenta con que trabajes este lunes que ha organizado una cena el miércoles.

—¿Una cena? Sabes que no me gustan esas cosas.

—Pero es tu abuela —dijo Dunja con una sonrisa y Tom entendió la indirecta, su abuela le daría las propinas de siempre.

—Bueno, me confirmas y ahí estaré.

Todos sentados a la mesa, Tom había comprado comida japonesa diversa y ninguno se quejó. Su papá se sentó a su lado para hablarle acerca de su nuevo trabajo, de quienes eran los administradores, de cómo eran sus personalidades, Dunja también hablaba sobre eso y en cierta forma Tom estaba nervioso, pero no había marcha atrás.

—Me alegra que te hayas dejado de niñerías, Tom —dijo Dunja—, que al fin hayas decidido por trabajar. —Tom rió sin ganas. No quería explicar que lo hacía por Simone y eso era en parte por Bill…

Otra vez se puso serio, revisó su teléfono que lo había puesto en silencio y había otra llamada perdida, de Bill.

Tom se puso en pie y salió del comedor y fue hacia la sala. Sus manos se pusieron frías y llamó a Bill.

—¿Aló? —dijo él con voz diminuta.

—¿Sí? Me estuviste llamando —habló serio.

—Sí… ¿todo bien?

—Todo está bien. —Bill, en su casa se angustió mucho por esa frialdad, no sabía qué decir.

—Te fuiste sin decirme nada.

—En la noche hablamos, ¿lo recuerdas? Te dejé tu regalo, duerme con él para que no me extrañes.

—Tom, quiero verte…

—Supongo que el lunes que vienes nos veremos cuando regrese de mi trabajo. —Bill enmudeció, se sentía extraño, Tom parecía otro—. ¿Estás bien?

—No, no lo estoy.

—¿Qué pasa contigo? ¿No puedo tener un tiempo familiar? Está bien que mi familia sea una mierda, pero ya volví, quiero estar con ellos. —Tom no sabía que estaba siendo hiriente, pero Bill tampoco demostraría eso.

—Está bien, Tom, está bien. —Y colgó porque deseaba llorar.

Tom se quedó un poco molesto y otra vez la serie de sentimientos confusos le pesaron. Se molestó consigo mismo y no quiso regresar a la mesa.

Esa noche, ya en su habitación, a punto de dormir, buscó su libreta llena de papeles de sus experiencias y buscó una hoja nueva que poner, una muy blanca y sin ningún otro nombre escrito y puso: «Bill Kaulitz, el niñero, el virgen» y la metió junto a todas las demás.

Uno más en su lista, quería creer eso, deseaba librarse de todo lo que sentía y así, tiró la libreta lejos buscando paz.

u_u lo hizo el muy... Veremos qué más pasa~ ya tengo listo el siguiente capítulo y lo subiré pronto. no se olviden de comentar, respondo cada uno de sus comentarios. Los quiero *o*