sábado, 15 de septiembre de 2012

Inalcanzable - 3

Hola<3 siguiendo con las actualizaciones de este fic, subo el capítulo tres. Gracias por los comentarios, los respondo y valoro. Un abrazo!


Había pasado semanas, y lo mismo se había repetido. Simone no veía la hora en que Bill pudiera entrar a la escuela para no tener que dejarlo encerrado en casa. 

Estar solo en casa había deprimido en sobremanera a Bill. Él era de tener una vida sociable antes que su padre se separara de Simone y los echara prácticamente a la calle. En su anterior escuela solía estar en el equipo de fútbol, deseaba tanto poder correr tras una pelota, poder ser libre, reír y hablar con alguien. 

Recostado en su cama en la mañana, sabía que su madre se iría de nuevo. Esta vez, ella pasó por el cuarto de su hijo encontrándolo despierto con los ojos llorosos. 

—Cariño… perdóname, pero es algo que debo hacer, sino, cómo pagaré el alquiler de esta casa, cómo podré matricularte en la escuela… es necesario. —Bill cerró sus ojos tratando de no llorar, no quería hacer sentir mal a su mamá. 

—Lo sé —musitó—. Pero… es que… me siento morir, ya no soporto más, todo es tan aburrido aquí, no hay nada que ver en la tele. —Simone suspiró resignada, qué podía hacer, a dónde podía mandarlo si no conocía a nadie aún y tampoco confiaba en nadie. 

—Bill, lo lamento, pero, se me hace tarde, lo siento en verdad. —Se levantó de ahí y se dirigió a la puerta, cerrándola detrás de ella, escuchó a su hijo llorar, y eso le partió el corazón, ¿qué madre en el mundo dejaría a su hijo todo el día encerrado en la casa? Llevaba haciendo eso por casi tres semanas y eso podía enloquecer a cualquiera, eso no estaba bien. Se detuvo detrás de la puerta de su hijo y respiró profundamente por la nariz. Volvió a entrar. 

—Bill —Él la miró consternado con lágrimas en los ojos—, alístate que vienes conmigo. —No lo podía creer, saldría de la casa—. Pero que quede claro que si no te veo cerca de mí no te vuelvo a llevar conmigo. —Asintió frenéticamente mientras se levantaba de la cama, secando sus lágrimas iba a su ropero y buscaba qué ponerse. 

—Gracias mami, gracias —repetía una y otra vez. 

—Tienes diez minutos. 

—Quiero peinarme. 

—Lo siento, eso no será posible. 

Pobre Bill, él quería estar presentable, pero sólo pudo ponerse su ropa y salir de la casa. Al menos había salido, aunque no espectada ver a Tom, el simple hecho de salir y ver la luz natural le hizo estar de buen humor, ansioso e intranquilo. 

Al llegar a la mansión, Simone se percató de que Saki no la viera entrar y avisó a sus amigas, las otras cocineras, que no la delataran por llevar a su hijo con ella, sus nuevas amigas no lo harían, escuchaban a Simone lamentarse tanto por tener que dejar a su hijo solo en casa. 

Ella sabía que tenía que darle algún tipo de responsabilidad a Bill o sino él se escaparía a andar por ahí. 

—Bill, escúchame —llamó ya que Bill tenía la vista en todos lados menos en su rostro, él la miró expectante—, tendrás que ayudarme, en algo, pero no salir de aquí. —Él asintió resignado—. Haré un pastel, hoy vienen las amigas de la señora de la casa, tomarán el té en la tarde y les gusta los pasteles que hago, así que en eso me ayudarás hoy. 

—Sí. —Nada cambiaría su estado de ánimo, estaba fuera de casa. 



Por Tom: 

No sabía qué más empacar. Mi padre me había dicho que debía acompañarlo a este viaje, iríamos a Suiza por una semana. Para mí mejor, ya que estar en casa últimamente había sido bastante aburrido, y eso que ahora tenía una novia, nadie lo sabía, era algo de lo cual no me gustaba hablar mucho. Brigitte era agobiante y melosa, pero al menos era una compañía. Aunque por esta vez, acepté viajar con papá para darme un respiro, lo necesitaba. 

—¿Aló? —Mi padre me llamó. 

—Tardaré en llegar a casa, le dije a Saki que te llevara al aeropuerto en la tarde no podré ir por ti. —Como siempre, estaba seguro que tendría que ir solo con Saki, no sería la primera vez. 

—No te preocupes. 

—Sí, nos vemos hijo. 

—Sí, hablamos. —Dejé el celular en la cama mientras terminaba de empacar para una semana. Lo más importante, mi cámara fotográfica y algún otro libro. 

Salí de mi habitación y busqué a mi madre, ella hablaba por el móvil, de seguro acordaba alguna fiesta o reunión en casa, pasé de ella, seguramente se daría cuenta de mi viaje al notar mi ausencia en casa. Pasé la sala y el living y me dirigí a mi casa del jardín, quería tocar un poco de piano, pero también deseaba llevar un poco de galletas conmigo. Busqué con la mirada a Saki o alguna empleada, y no encontré a nadie. Caminé por los jardines y vi una de ellas, una señora que caminaba de un lado a otro poniendo flores en los jarrones de las terrazas de afuera, de seguro mi madre tendría visita pronto, no quise interrumpir a esa señora en su arduo trabajo, así que decidí ir a la cocina yo mismo por mis galletas. Entré por la puerta trasera de ésta, pasando el almacén y todo, vi otra señora que me daba la espalda, una de las cocineras hacía una torta o algo. 

—No… Bill, no así no. —Me percaté que ella tapaba a alguien, ese alguien se llamaba Bill, como mi amigo. 

—Lo siento. —Reconocí su voz y me oculté detrás de la puerta, era él… mi amigo. Rió frescamente mientras la señora lo regañaba, estaba tan relajado, sólo podía ver su perfil, me preguntaba por qué no vino aquel día que dijo que iba a venir, por qué no me quiso decir que su madre era alguna de las mujeres que cocinaban aquí, yo no soy como mi madre… 

—Joven. —Una voz a mis espaldas me sacó de mi concentración, volteé y vi que era la mujer que arreglaba las flores afuera—, ¿desea algo? —Preguntó amablemente. 

—Oh… yo… vine por galletas. 

—Oh, enseguida se las doy. —Entró a la cocina y yo la seguí algo nervioso—. El joven Tom quiere galletas —anunció nerviosa y las dos mujeres que estaban ahí se movilizaron para proporcionármelas, entonces Bill, que estaba de espaldas, se giró para verme, aún confundido, le sonreí. 

—Hola —le saludé y él de lo serio que estaba sonrió. Luego miró a todas partes nervioso, como si hubiese descubierto algo, agachó la cabeza y quise decir algo, pero un plato lleno de galletas fue extendido hacia mí—. Muchas gracias, gracias —dije nervioso—. He… no tenían por qué dejar de hacer sus quehaceres, yo no quise interrumpir nada —me excusé. 

—Oh, no joven, usted puede venir cuando quiera aquí u ordenar las galletas con Saki, siempre se las hacemos llegar —Bill se dio la vuelta, dándome la espalda mientras seguía creo batiendo huevos o algo así. 

—Hijo —le llamó una mujer—, deja eso, así no. —Le quitó lo que tenía en sus manos y ella continuó el trabajo, la otra mujer estaba parada a mi lado expectante de mí. 

—¿Desea algo más? —me preguntó. 

—Hemm… en realidad no. — Bill aún me daba la espalda ahora lavando algunos platos en el lavaplatos—. Bueno… ¿quisiera saber qué hacen? —la verdad era que no quería salir de ahí sin antes saber qué le pasaba a Bill. La señora que me dio las galletas seguía parada a mi lado mientras que la otra, posible madre de Bill, estaba haciendo algo en la alacena, la que estaba a mi lado se animó a responder. 

—Su madre ordenó hacer algunos bocaditos para esta tarde, sus amigas vienen, eso hacemos. 

—Ya veo. —Bill dejó de lavar platos y yo aún quería hablar con él— Hum, Bill —me animé a llamarlo por su nombre, dándose la vuelta me encaró algo sonrojado—. ¿Tú… tú quisieras venir a jugar conmigo? —Pregunté nervioso. Miró a la señora a su lado y ella no le dijo nada. 

—No sé… —Apenas le oí decir—. ¿Puedo? —Preguntó a la señora de al lado, ella hizo un gesto molesto, pero luego me miró y sonrió. 

—Joven Tom, no sé si sea buena idea… —Miró a Bill otra vez y algo en ella cambió— Si sólo es un momento y regresa aquí para ayudarnos, entonces él puede. 

—Él puede regresar cuando quiera —dije. Bill sonrió a la señora y se quitó el delantal que tenía puesto. 

—Regreso —dijo al salir conmigo. 

Ambos afuera, no sabía qué decirle. 

—Yo puedo llevar tus galletas—se ofreció. 

—No tienes por qué, las llevo yo, son nuestras galletas… —dije un tanto nervioso. 

—¿Y bien, a dónde vamos? 

—¿Quieres conocer mi casa, digo, mi lugar preferido en la casa? —Él asintió, entonces lo conduje por un camino en medio del jardín. Ambos en silencio, no sabía qué más decirle, él se mordía el labio y jugaba con sus uñas una y otra vez. 

—Yo… —Agachó la cabeza—. Lamento haberte mentido. —Un rubor se acentuó en sus mejillas. ¿Cómo que mentido? 

—¿Mentido? 

—Sí… en realidad mi madre no es amiga de la tuya… mi mamá es una de las que trabaja aquí… lo siento. 

—Oh, nada de eso, yo lo sabía, sólo que no exactamente quien de ellas es tu mamá. —me miró nervioso—. No es un problema eso, ¿es un problema para ti? —Negó con la cabeza y me sonrió. Llegamos, miramos al frente y saqué el manojo de llaves, mi casita, en el jardín, mi lugar secreto se lo haría saber a él, casi un extraño. 

—Conozco esto —me dijo con una sonrisa—, tú tocas piano adentro. —Le sonreí pues sabía que él me había visto antes. 

—Sí, ven, pasa. —Cerré la puerta tras él y puse las galletas cerca al piano—. Siéntate donde quieras. 

—Gracias —dijo tímidamente mientras veía por todas partes lo que tenía ahí dentro, cuadros, muebles y un piano—. Es muy linda tu casita. 

—Fue un regalo de mi abuela, la construyó para mí, sólo para mí. 

—Hermoso regalo. Ahh… lindo piano, es bellísimo. —Sonreí al verlo emocionado él quería acercarse. 

—Ven, puedes tocarlo si quieres, ¿sabes tocar piano? —Negó con la cabeza aún mirando el piano—. Ah, pues yo te enseñaré. 

—¿En serio? —Me miró ilusionado. 

—Claro, todos los días si quieres…. Oh… oh, no. 

—¿Qué pasa? 

—Hoy… hoy me voy de viaje por una semana —sentí un pesar tener que ir, tenía que estar en la tarde en el aeropuerto para viajar en la noche. 

—Al menos es un viaje… —él suspiró—. ¿A dónde irás? 

—A Suiza, pero en realidad no quiero… —suspiré sentándome en el banco del piano— Algo se me ocurrirá —lo miré y le sonreí viendo como él también me sonreía. 

—Puedes fingir que estás enfermo. —Empezaron las ideas locas—. O puedes decirle que tienes algún compromiso, o que tienes examen —si él supiera que ni iba a la escuela—, o puedes hacerte tarde y tu avión se irá sin ti —reí ante lo último, que ocurrencia. 

—Puede ser… —Me hice a un lado para que él se sentara conmigo junto al piano—. Puedo decirles que tuve una clase de piano impostergable, soy tu nuevo profesor —Él me sonrió y miró las teclas del piano, entonces posé mis dedos sobre las teclas formando un acorde, y presioné, él suspiró con el sonido. 

—Hermoso… —dijo mientras comenzaba a tocar algo, para él—. El piano suena tan dulce… —Su voz sonaba dulce, pero no quería pensar en eso. Dejé de tocar por un momento. 

—¿Quieres intentarlo? —Asintió emocionado—. Pon tus dedos así sobre estas teclas —de lo ansioso que estaba, aplastó unas cuantas sin tino produciéndose un sonido raro. 

—Lo siento, lo siento —decía medio riéndose. 

—Tranquilo —le sonreí—, trae tus manos. —Me las dio y yo le ayudé a acomodarlas sobre las teclas, él era un buen alumno, formamos un acorde—. Mantenlo presionado mientras yo toco por este lado, entonces verás cómo sale una parte de la melodía —Así lo hice. 

—Oh… —Exclamó—. Eso sonó genial. 

Nuestra clase de piano duró algún tiempo. Lo cierto era que parecía que lo conociera desde antes. Sólo semanas nos había separado pero ahora él estaba aquí. Lo bien que se sentía estar junto a él me hizo sonreír. 

Un sonido molestoso nos sacó de nuestra clase. El teléfono de la casita. Yo no quería que pongan uno aquí, pero insistieron que era más rápido contactarme así. Tuve que levantarme para contestar. Era mi madre. 

—Aló mamá. 

—Te he estado buscando Tom, hoy vendrá Ross con Brigitte. —Oh, no… 

—Pero que pena, hoy viajo con papá. —Le informé—. En la noche nos vamos para Suiza, creí que te lo dijo. —Hubo un silencio en la línea—. ¿Ma? 

—¡Tú padre te llevará allá! —Me gritó y no lo entendí—. Ven ahora mismo a casa. 

¿Y si mi madre me hacía quedar…? Eso sería bueno, ya no quería viajar. 

—¿Problemas? —Preguntó Bill desde su asiento en el piano. 

—No, sólo debemos posponer las clases de piano… —Estaba pensando en algún plan— ¿Quieres esperarme aquí? Debo ir donde mi mamá, me está llamando. 

—Humm —Pensó un rato—. No creo que deba quedarme —Oh no, se iría—. Debo regresar. 

—¿Estarás en la cocina? 

—Debo. 

—Entonces te busco allá. 

Regresamos en silencio a la cocina y lo dejé ahí. Rápidamente me dirigí a la habitación de mi madre, ella estaba algo alterada. 

—Tom…. ¡Tom! —me llamó y me acerqué—, ¿cómo es eso de que irás allá, pero qué tiene tu padre en la cabeza? 

—Mamá, no veo cuál es el problema, siempre voy, siempre vamos. 

—Lo sé, no me refiero a eso, solo que tu padre no me lo dijo, no me dice nada, él cree que puede mandarte así porque quiere. 

—Yo no quiero ir —dije sin rodeos. 

—Entonces no vayas, listo —creo que mi madre buscaba la manera de pelear con mi padre por cualquier cosa— sacó el móvil y marcó un número. 

—¡Mamá¡ 

—Shh… aló, Gordon —llamó a papá—, no puedes hace esto… que no, pero escúchame —peleándose como siempre—. Él se queda, él dice que quiere quedarse —poniéndome a mí en el medio de todo—. Si, lo dijo, me lo acaba de decir… no te lo pasaré, no, no está aquí… las cosas no son así ¡Gordon! ¡Gordon, que me entere de lo que haces allá! ¡No me cuelgues! ¡Ahh! —Le colgó, volvió a llamar pero no le contestó más. Ella me miraba con reprobación, lo que me faltaba, me di media vuelta y salí de ahí. 

A la cocina de la casa, con mi nuevo amigo…

Y así es como nace esta amistad particular. Pronto subiré lo que sigue :3 Saludos a todos.

4 comentarios:

  1. desde ya se nota el interés de Tom en Bill...
    ¿él es consciente que le interesa Bill?

    :3 wee! no se va de viaje! :D mas tiempo con Bill :D

    pobre Bill :( aww estaba depre.. menos mal a su madre se le ablando el corazón.. jeje ahora gracias a ella Tom y Bill se conocerán mas :D

    Cuidate! küsses!
    Criis.

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    1. Hallo <3 creo que en este momento ninguno piensa en interés más allá de la amistad :3 eso tendrá su inicio más adelante~
      Simone es buena, aunque sobreprotectora como toda madre jajaja
      besos y gracias *-*

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  2. Aww! que lindos *-*
    A mi siempre me ah gustado tocar el piano y Bill tiene un "amigo" que sabe hacerlo, que suerte.
    Que suerte que Tom no se va de viaje, así pasará mas tiempo con Bill c:

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    1. jaja sí *-* también me hubiese gustado aprender a tocar piano~ suerte la de Bill.
      Veremos qué más pasará.
      Besos <3

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