Hola a todos n_n otro capítulo más de este fic acercándose cada vez más al final. Un beso!
El día tres estaba muriendo y Bill se sentía roto. Todo el día casi no podía concentrarse al cien por ciento en el trabajo por pensar en Tom, ahora sentía una mezcla de tristeza combinada con culpa por simplemente no poder hablar y arreglar las cosas. Su parte orgullosa salía y le impedía rebajarse.
—Hoy no creo poder darte una buena propina, jovencito —dijo Dunja y él asintió algo avergonzado.
Regresaban a casa para la cena y Bill había estado distraído en todo el recorrido de venta de vestidos así que asintió bajando la cabeza.
Entraron a la casa y Bill ayudó a Dunja a hacer la cena. Gustav trabajaba en una tienda y estaba comprometido con una linda mujer, pronto se casaría y se iría a vivir con ella a otra casa.
—Sabes, Bill, debemos ver esto de que no sabes leer ni escribir, Tom me lo comentó. —Las mejillas del pelinegro se colorearon de rosa—. No te pongas así —le animó Dunja—, también lo he sido, aprendí de adulta y créeme que no es difícil, solo es cuestión de perseverar.
—Gracias, pero la verdad estudiar a estas alturas, no hay ni dónde.
—Sí hay, e irás la otra semana. Tom te está pagando las clases, ya hablamos la otra vez.
Tom, la mención de su nombre nada más lograba remecerle el mundo. Bill no supo qué decir, solo quería ver a Tom y arreglar las cosas, ahora sí lo quería.
La puerta sonó y el corazón de Bill latió hasta casi dolerle el pecho, pero suspiró resignado al ver que solo era Gustav quien entraba a casa. Dio la espalda a la puerta y se sentó a la mesa del comedor a cenar. Dunja hablaba más con su hijo lo cual era lógico.
Se devoró las tostadas y luego Dunja le dijo que podía ir a su habitación a dormir, pronto apagaría los lamparines y todo sería penumbra. Bill pidió permiso para tomar un baño y Dunja se lo permitió.
Llevando una olla de agua caliente llenó la bañera y luego de desnudarse se sumergió ahí. Necesitaba un baño que le hiciera pensar en todo lo que estaba viviendo.
Sumergido, pensó en su futuro, ¿qué sería de él ahora? No podía imaginarse sin Tom, eso en su mente era catastrófico, de solo pensar se sentía solo y eso le hacía sentirse débil. Nunca antes en su vida se había sentido así, entonces llegó a creer que había perdido su fortaleza de antes, todo se había quedado en Inglaterra, ahí era otro Bill. Cerró los ojos lamentándose, debía hacer frente a su destino, debía ser fuerte.
La puerta del baño sonó en pequeños toques, Bill abrió los ojos y su corazón latió más fuerte.
—Bill, voy a dormir, hasta mañana. —Era Tom.
Tom escuchó el agua de la tina siendo sacudida, al parecer Bill salía de ella tan rápido, retrocedió un poco de la puerta del baño y esta se abrió, Bill tenía puesta la toalla alrededor de su pequeña cintura y su mirada denotaba cierta angustia, Tom tragó saliva sonoramente y ese sonido no pasó desapercibido por Bill.
—V-voy… voy a dormir en el sofá —dijo nervioso y se mordió el labio luego. El cuerpo mojado de Bill lograba provocarle en gran manera. Olía agradable y esa mirada que tenía era de las favoritas de Tom, podía ver su pureza a través de sus ojos, pero él no quería tener más cercanía con Bill de la que ya había tenido, eso podría significar arruinar sus planes de trabajo.
—¿En el sofá? —preguntó con tono suave y acercándose a Tom en una insinuación tímida que era palpable de percibir.
—Sí, iré a dormir, bue… —calló cuando de repente Bill soltó la toalla que le cubría dejándola caer en el suelo descubriendo todo su cuerpo desnudo aún húmedo—. Pero qué haces —habló agudo, abriendo los ojos desmesuradamente y sacándose la chaqueta café que tenía puesta para cubrirlo. Bill se dejó, tenía a Tom cerca pasando sus manos por encima de la chaqueta. Bill se abrazó a su cintura suspirando de gusto, sintiéndose confortado en cierta forma. Tom no tenía fuerza de voluntad para hacerlo a un lado, así que le correspondió al abrazo pegándolo a su cuerpo y oliendo sus cabellos.
—Lo siento, Tom. Yo a veces no sé cómo actuar. —Tom se quedó estático pensando, debía ser él en realidad quien pidiera disculpas o buscara arreglar las cosas, pero ahí estaba Bill diciéndole todo ello.
—No digas nada, ya, tranquilo. —Bill alzó la vista para verlo y Tom le esquivó la mirada—. Vamos, vamos a dormir. Te llevo a tu cuarto y dormiré en el sofá, es lo correcto. —Esa palabra logró atemorizar al polizón.
—¿No dormirás conmigo? —Aferró sus manos a su camisa siendo llevado así a la habitación, Tom negó con la cabeza y luego abrió la puerta entrando al cuarto del almacén acondicionado para Bill.
—Debemos hablar.
Bill se sentó en el colchón tomando unos pantaloncillos para vestirse y luego se quitó la chaqueta de Tom pasándosela. Se recostó así, semi desnudo, Tom permaneció cerca de la puerta viéndolo. La vela que había alumbraba tenuemente, la imagen de Bill recostado con el torso desnudo y esos ojos acuosos le había puesto la piel de gallina. Suspiró calmando sus nervios y sobre todo sus ganas de tenerlo como últimamente solía tenerlo. Pero había tomado una determinación.
—Te escucho.
—Quiero que estés bien, Bill —calló por un momento, todas las palabras que había estado ensayando se habían esfumado y lo hacían quedar en ridículo—. Bueno, debemos olvidar esto simplemente. —Vio como Bill se sobresaltó y se sentó en la cama para verlo, sus labios temblaron y puso una mueca de extrañeza total.
—¿Olvidar?
—Sí, por el bien de los dos, porque me iré pasado mañana y te quedarás aquí.
—Pero regresarás, quizá el otro mes estés aquí, yo te esperaría. —Tom agachó la cabeza, su corazón latía acelerado recordándole esos sentimientos instalados. Debía decirle la verdad.
—No. Nunca se sabe si se regresará o no, el barco donde trabajo tiene rutas marítimas distintas, no siempre se desembarca en Boston, esto es una vez al año o quizás dos, los demás meses estoy en alta mar desembarcando en otros puertos, a veces solo trabajo allá en Inglaterra yendo de puerto a puerto trasportando carga, los viajes a América son esporádicos, son así.
La expresión de Bill era de tristeza. Encogió los hombros y evitó ver a Tom, abrazando sus brazos, estaba procesando toda esa información.
—No… no vendrás —soltó al vació y Tom le dijo un débil “sí”.
—Debemos superarlo, por nuestro bien.
—No podré —se negó volteando el rostro evitando verlo y luego un sollozo salió de sus labios—. Vete a dormir, déjame solo —apenas pudo decir, el nudo en su garganta era doloroso.
Tom se lamentó mucho, apretó sus puños tan fuerte que sus uñas le hacían daño, avanzó un paso hacia él pero Bill se encogió evitándolo y alzó una mano que lo detuvo, vio como apretaba los labios para no llorar tratando de mantener compostura.
—Bill, por favor, no vale la pena ponerse así, no por mí.
—Sal, vete —susurró con débil voz y Tom prefirió salir, darle su espacio, ya le había aclarado las cosas.
Aquello acontecido había significado mucho para ambos. Afuera de la habitación Tom se pasaba los dedos por los ojos, tratando de relajar su rostro, suspiraba insatisfecho, fastidiado por haber provocado tal dolor en Bill, él hubiese querido mejor no decirle la verdad y seguir viviendo un romance que al fin y al cabo no llegaría a nada y se ahorraría todo esto, pero no pudo, sintió que Bill debía saber la verdad.
Caminó a paso pesado hasta la sala y en la oscuridad se recostó en el sofá. Su corazón latía acelerado de solo pensar en Bill. Quería entrar en la habitación y abrazarlo, sabía lo sensible que era y lo mal que de seguro estaba, por su culpa más que todo.
Esa noche se sintió perverso y malvado. Esa noche se sintió frío y poco inteligente. Había dañado a Bill.
***
Al amanecer, Bill se limpió las legañas que tenía y decidió darle la cara a la vida. Él siempre se había considerado fuerte y se avergonzaba de haber llorado gran parte de la noche. Su corazón lo dominaba y ahora pensaba que solo pasaba con él, ya no creía que Tom lo quería o al menos no con la misma intensidad.
Salió de la habitación y entrando en la cocina desde ahí divisó el sofá en donde suponía que Tom había pasado la noche y ahí lo encontró aún durmiendo. Suspiró y sintió las típicas sensaciones a las que estaba acostumbrado, ese retorcijón en el vientre y el acelerar de su corazón.
Se acercó sigiloso, mas no se inclinó como el día de ayer, permaneció a una distancia prudente solo para verlo y luego escuchó la puerta de una habitación abrirse, era Gustav quien salía a la casa de su prometida.
—Buenos días, Bill —Sonrió amable y Tom despertó por el sonido—. Oh, y Tom.
—Buenas días —dijo Bill.
Tom se sentó y vio salir a Gustav, miró a Bill y éste le dio la espalda para dirigirse a la cocina, entonces Tom supo que las cosas seguían más frías que un témpano de hielo.
Dunja Salió muy bien arreglada con un pequeño bolso en donde cabía una Biblia. Saludó a los dos jóvenes y luego le dijo a Bill que tendría día libre pues era domingo y ella acostumbraba ir a misa temprano y luego salir con amistades, era el único día que se tomaba tal atrevimiento.
—Entonces Tom, puedes llevarlo a algún lugar de aquí, claro, si no tienes nada qué hacer, Bill merece pasar más tiempo contigo antes de que te vayas, ¿verdad, Bill? —dijo ella inocente terminando de beber su café antes de ir a la misa. Bill y Tom terminaban de desayunar así como ella. Tom miró al menor y no sabía qué decir.
—No se preocupe señora Dunja —dijo Bill—, yo ya pasé mucho tiempo con Tom, él de seguro tiene muchos asuntos más importantes qué hacer.
—Descuide, Dunja —habló Tom poniéndose en pie—. Con permiso. —Llevó su taza al lavadero y la lavó. Bill lo miraba de reojo a cada momento, y Tom salió de la cocina.
—Bueno, les dejo. No vendré sino hasta la noche, hay verduras y patatas, puedes coger algunos huevos del gallinero y prepararte algo para la tarde, con confianza.
—Muchas gracias señora Dunja —sonrió.
—De nada, hasta luego pequeño.
Ella salió y Bill terminó su desayuno en silencio a propósito para escuchar a Tom yendo del baño a la sala y abriendo una maleta que yacía sobre un mueble, se alistaba para salir, Bill podía adivinarlo. Sus manos estaban frías, su estómago dolía, él no quería salir, pero al parecer Tom sí lo haría. Se levantó de ahí, lavó los servicios que quedaban, se secó las manos y fue hacia su habitación. Temía encontrarse a Tom en el camino, quizá mejor si se iba y le dejaba en casa el día libre, sería buena idea.
—Bill —llamó yendo hacia la puerta de su cuarto—, vamos, te estoy esperando. —Bill volteó y lo encaró algo dudoso, pestañeando seguido.
—¿Qué?
—Lo que oíste, polizón. Saldremos.
—No, no lo deseo, tendrás cosas más importantes de seguro, yo me quedo. —Le dio la espalda y buscó alguna cosa qué hacer en su habitación, recogió las mantas del colchón donde dormía comenzando a doblarlas, era evidente que quería ignorar completamente a Tom.
—Bill —volvió a llamar esta vez con un tono más suave y luego suspirando como queriendo decir más, pero no lo hizo. Bill lo miró de reojo aunque luego volvió su vista a arreglar su cama, acomodó su almohada y se arrodilló ahí. Tom permanecía en el lumbral de la puerta.
—¿No tienes nada más que hacer que quedarte ahí parado? —Tom rió por el tono serio de Bill, pocas veces lo había escuchado así—. No le veo el chiste, ¿dije uno?
—Pues para mí sí, te ves… es que te ves diferente cuando estás molesto, parece un chiste, no parece serio lo que dices.
—Lo es, es muy enserio Tom, anda ya, haz tus cosas.
—No tengo más cosas qué hacer, quiero quedarme en casa entonces.
—Pero no en mi habitación, no. —Tom pudo ver como inflaba esas mejillas que tanto le gustaban y como se cruzaba de brazos en aparente molestia, rió otra vez y entró en la habitación causando que Bill le girara el rostro, sentado en el colchón queriendo no verlo—. No entres, no te he dado permiso.
—¿Y quién lo dice? —Se acercó con una sonrisa, lamiendo sus labios.
—Yo, Bill Kaulitz.
—¿Y debo temerle a la criatura más suave que he conocido? —Bill comenzó a ruborizarse, Tom lo ponía así, lo derretía con palabras tontas, se lamentó mentalmente por ello y le dio la espalda para no mirarlo y caer en sus encantos.
—Debes, Tom. No deseo nada ahora y ¿sabes?, sé que quieres que hagamos eso, lo presiento y no estoy dispuesto. —Tom tomó eso en serio, algo en la voz de Bill le hizo darse cuenta de que estaba molesto, así que se puso serio sentándose a su espalda y luego suspiró hondamente.
—Lamento causarte todo esto, sé que en parte es mi culpa no debí tocarte en el barco, eso es mi entera responsabilidad. No debió pasar. —Bill se quedó pensando por un momento, Tom sonaba comprensivo, pero él sabía que también tenía parte en todo. Era inocente en cosas del amor, mas él escogió estar con Tom, se enamoró, esa era su parte.
—Pasó —dijo con suave voz—. Y a mí me gustó, lo quise así, no me forzaste, es mi culpa también, estamos los dos en esto. —Tom asintió torciendo la boca—. Lo único que me molesta es que… —No sabía cómo decirlo y Tom volteó a verlo tomándolo del brazo, Bill tenía su cabello negro como una cortina en su rostro para que Tom no viera sus expresiones, éste buscó su mirada pero respetó que Bill no quisiera mostrarse.
—¿Qué te molesta? Quiero saberlo.
—¿Cómo osas preguntarme eso? Le escuché, a ese sujeto, tiene algo contigo y yo, yo solo soy alguien con quien te acuestas nada más. —El agarré de Tom en su brazo se soltó y se sentó a su lado, suspirando algo fastidiado, él detestaba ese tipo de confrontaciones.
—Andreas, es un imbécil, no lo quiero, no tengo nada más que un trato con él. —Bill le dio la cara con duda.
—¿Un trato?
—Un acuerdo vergonzoso, para protegerte. Cuando estabas oculto una vez tiraron por la borda a un polizón, yo lo vi y no fue la primera vez que pasaba, te iban a tirar, así yo suplicara al capitán lo harían. Ese mal nacido me iba a delatar y si eso pasaba no había otra salida que seas tirado al mar, no podía otra cosa más que ceder a sus peticiones, eso fue todo.
—¿Hiciste un trato por mí? ¿Por qué debías haberlo hecho? —Tom rió un poco y Bill le miraba asombrado.
—Ya lo sabes. —Bill frunció el ceño.
—No lo sé.
—Sí, lo sabes, no lo diré.
—Pues entonces no lo sabré.
—Bien.
Tom se levantó de ahí y le extendió una mano, Bill alzó la vista y lo miró dudoso.
—¿Vamos? —invitó Tom.
—¿A dónde?
—A cualquier lado, es día libre —le sonrió—, algo así no pasa seguido.
—Mañana te irás.
—Lo sé, no tienes que recordármelo a cada momento. Vamos, vamos a perdernos hoy, en cualquier lado, quiero pasarlo contigo. —Bill lo miró con algo de duda, pero a la vez emocionado. Su corazón le traicionaba otra vez, ahí estaba latiendo en su pecho haciéndole ver lo débil que era. Extendió una mano temblorosa y Tom se la tomó para luego besarla, Bill cerró los ojos, atesorando ese detalle, los labios de Tom en su mano. Le jaló y lo levantó de la cama, Bill rió emocionado.
—Deja que me aliste, ¿sí?
***
Tom esperaba y esperaba en la sala, había pasado más de quince minutos y Bill aún no salía. Y es que se había metido al baño a bañarse rápido para ponerse ropa limpia, una que Tom le había comprando la otra vez.
Frente al espejo del baño miraba su rostro, deseaba estar atractivo para Tom, de alguna manera. Encontró una caja de metal al lado del lavabo y la abrió, algo brilló ante sus ojos, era un delineador, lo probó en su mano y le gustó aquel matiz negro. Con cuidado se lo aplicó en los ojos, apenas delineándolos para acentuar su mirada, le gustó el efecto que consiguió y peinó su larga cabellera dejándosela suelta. Abrochando su camina azul y ajustándose el pantalón negro que tenía decidió salir. Estaba seguro que había tardado mucho, pero lo vio necesario.
Al salir, caminó sigiloso por el pasillo hasta dar con Tom quien estaba de espaldas mirando hacia la ventana. Tenía las rastas recogidas en una coleta alta.
—Listo. —Tom volteó y dio un sobresalto que no pasó desapercibido por Bill. Pestañeó algunas veces mirándolo extrañado.
—¿Te pintaste los ojos? —Bill asintió y luego bajó la cabeza.
De algo estaba seguro Tom, se arrepentiría el tener que dejarlo. «Se ve precioso, se ve… provocativo», pensó y luego se lamentó por pensar eso.
Salieron de casa y aún no era la tarde. Tom atrajo a Bill del brazo y luego lo abrazó para acercarse a su oído y susurrar un “te ves precioso”, lo cual ruborizó a Bill, quería escuchar algo así y logró escucharlo.
Tom estaba harto del bullicio de la gente en las calles congestionadas de negocios así que se lo llevó a un pequeño bosque a las afueras de Boston. Habían tomado un tranvía y se habían bajado en una zona de muchos árboles.
Tom le tomó de la mano y echó a correr con él por un camino entrando más al bosque, Bill reía de puro nervios. Las hojas siendo pisadas por sus zapatos hacían un sonido escandaloso en todo el lugar.
Pronto, Bill se liberó de su agarre y corrió escapando de Tom. Se ocultó detrás de un frondoso árbol y comenzó a híper ventilar.
Sonreía como un niño jugando a las escondidas, escuchaba las pisadas de Tom buscarlo sigiloso.
—Polizón…
—No soy más un polizón —le respondió desde su lugar girando en el árbol para no dejarse ver.
—Para mí lo eres. —Sigiloso caminó hacia el árbol en donde había escuchado a Bill y casi sorpresivamente lo tomó del brazo aprisionándolo luego entre su cuerpo y el árbol, mirándolo fijamente—. Y para mí eres mi polizón, solo mío.
Bill cerró los ojos por un momento, uno que duró mucho en su mente, quería que fuese así, que el tiempo se detuviera en el último día que les quedaba juntos, aún no sabía a qué hora Tom partiría de América, pero en ese instante evitó pensar en el mañana, solo quería disfrutar su hoy.
Las manos de Tom viajaban por el interior de su camisa, Bill le había dicho que no allá en casa, él recordaba que debía evitar las caricias que después no podría negarse, pero se mordió el labio fuertemente y aún con los ojos cerrados dejó que Tom le besara en el cuello, estaba perdido.
—Tom, haremos una locura… —jadeó cerca de su boca.
—Sí, quiero hacerlo, déjame hacerlo —pidió suplicante mientras Bill le permitía abrirle la camisa. ¿Cómo negarle algo? No había voluntad en él aunque sabía que si lo permitía aumentaría el sufrimiento del final.
—Te dejo y luego me dejarás, ¿tiene sentido? —preguntó abriendo luego la boca cuando Tom comenzó a frotarse contra su cuerpo ahora sin la camisa, Bill se abrazó a él empezando a sudar.
—Lo tiene, será nuestra despedida aquí.
—No hables de despedida, no digas nada. —Tom le tomó de la cintura y de un movimiento lo recostó encima de su camisa al pie del frondoso árbol y luego miró a sus ojos acuosos.
—Si habría una razón para quedarme esa serías tú, me quedaría solo por ti para vivir contigo, estar a tu lado. Si existiese una vida paralela en donde esto funcionaría no dudaría en vivir esa vida, solo por ti. Pero la realidad me arrastra a tener que tomar decisiones verdaderamente difíciles. No quiero que sea mañana, no quiero Bill, porque solo te quiero a ti en esta vida, no hay más. —Bill llevó ambas manos a su rostro y tapó sus ojos sollozando, se giró para que Tom no lo viese así.
De todo lo que Tom le dijo, lo último, ese “te quiero a ti” llegó a conmoverlo. De tantas palabras que alguna vez le dijo, solo eso lograba ponerlo así.
¿Sería cierto? ¿Alguien podía querer a un don nadie? Bill no estaba seguro. Una mano acarició su mejilla secando parte de sus lágrimas y Tom se le acercó al oído para darle una pequeña mordida.
—No llores, Bill.
Tom sintió un nudo en su garganta y una impotencia abrumadora en ese instante. Apoyó sus manos a los lados de Bill y agachó la cabeza.
Su corazón latía acelerado y temía quebrarse delante de Bill.
«Malditos sentimientos, maldita situación» pensó recriminándose. «Él no se merece esto, no merece sufrir por mi causa».
El nudo en su garganta se rompió en llanto y luego sintió a Bill abrazarlo tan fuerte. Le acariciaba la espalda besándole la mejilla.
El hombre fuerte se había roto, y el débil de corazón intentaba restaurarlo, fallando en el intento. El corazón de Bill latía algo asustado por no saber qué hacer en esos momentos, Tom lloraba en silencio con una mano en su rostro y evitando que Bill le siguiera acariciando.
—Tom, Tomi… Tom —decía buscando su mirada—. No estés así, no.
Pero para Tom fue inevitable no llorar. Mañana se iba, no había marcha atrás.
Ese era el último día juntos.
u_u el último día, lo que viene a continuación de esto es... mejor no adelanto nada. Un abrazo grande <3 <3
T-T Tom llorando, fue muy triste :(
ResponderEliminar...ya quiero leer que mas pasara en ese bosque ;) ...
Cuidate! :3
Criis.
Hallo <3 pronto subiré lo que pasó en ese bosque
Eliminarbesitos <3 y gracias por siempre comentar *-*
muah
Que triste que los dos tengan que pasar por eso :L yo creo que los dos se sienten igual de mal y que los dos aman al otro, solo que no lo expresa, al menos Tom :L ojalá no se tenga que ir de algún modo o Bill se vaya con él, aunque realmente él esta mejor viviendo alli que en el barco como Polizon :(... Buen capi Pinky :) ojala subas pronto! <3
ResponderEliminarHallo <3 es difícil u_u tienen al mundo en contra, pero quizpa si piensen logren encontrarle alguna salida... pero tienes razón, estará mejor ahí que como polizón
Eliminarbesitos <3
No no no, conmovedor el final del capitulo, casi me pongo a llorar con ellos xD
ResponderEliminarpiiiiink, espero el proximo, tu como siempre, escribes genial! :*
att:wajillo
gracias *-* pronto subiré más y se viene el drama ;_;
Eliminarbesitos <3
:´(
ResponderEliminar-nudo en la garganta-
:´(
hallo <3 ;_; pues a veces es así
Eliminarmuah <3
asaddad aunque ya halla leido esta historia, me sigue provocando emociones cada vez que la leo! *-* y Tom llorando omg me mata, " el hombre fuerte se habia roto, y uno de corazon debil intentaba restaurarlo" esa frase fue lo mas! me dejo en coma por unos dias *-* omg aveces las personas que aparentan ser las mas fuertes y frias, tambien pueden romperse como una copa de cristal, al igual que tom se rompio*-*-* asdasdasdas :')
ResponderEliminarHallo
Eliminarmuchas gracias *-* pues creo que ya era hora que Tom demostrara lo afectado que está por tener que irse u_u y lo que dices de romperse como una copa de cristal es tan cierto, uno no sabe cuáles pueden ser los detonantes de eso, pero de que pasa, es un hecho.
Besos <3
...que triste :'(
ResponderEliminarcasi me pongo a llorar, ojalá encuentren una salida.
Me encanta, escribes precioso Pink ;)
Hallo <3 gracias *-* valoro tus palabras y sí, todo es un poco triste u_u
Eliminarbesos <3