viernes, 28 de septiembre de 2012

Inalcanzable - 6

¡Al fin es viernes! *-* emoción! Les traigo otro capítulo de este longfic, espero llegar a donde me quedé para seguirlo :3


—Bill, despierta. —Le pasó la voz Simone, ella se alistaba para ir a trabajar—. Hoy será el último día que me acompañes al trabajo. 

Bill se sobresaltó en su cama, ¿cómo que el último día? 

—¿Por qué? —preguntó bastante asustado. 

Él ya se había acostumbrado a ir más de cuatro veces por semana, y se sentía muy a gusto con Tom, jugando con él, saliendo a pasear en la casa y sobre todo cuando éste era cariñoso, era una amistad bastante extraña pero Bill la valoraba. Quizá lo valoraba demasiado. 

Ese era el problema. 

—Pues, al fin tengo dinero para poder matricularte aquí en la escuela pública de Hamburgo, queda a siete cuadras de la casa, podrás ir caminando sin problemas. —Bill estaba sentado en la cama pensando en lo que eso significaba. 

—¿Y tú? 

—¿Yo qué? 

—¿Qué harás? —Simone rió, estaba acomodando la ropa limpia de Bill en los cajones de su ropero. 

—Iré a trabajar, en casa de los Kaulitz, ¿qué tiene? Te dejaré la comida lista, pero si no entras a estudiar ahora habrá problemas después, así que este lunes entrarás. 

Bill se quedó bastante preocupado. Entraría a la escuela y no vería más a Tom, sería muy triste no verlo. 


Se alistó como de costumbre, se peinó de una manera especial, con algo de cabello en la cara y con un poco de gel en la parte de atrás. Simone se reía, le decía que así atraería la mirada de todos allá en la casa. Bill se ruborizó un poco, él solo quería los ojos de Tom en él, no de los demás. 

—Bill, escúchame, no puedes estar andando por la casa de los señores, ¿me escuchaste? Saki me lo advirtió, y no quiere que te acerques al hijo de los señores. —Bill la miró algo preocupado. 

—Pero si Tom es el que me busca, ante eso no puedo hacer nada. 

—Claro que sí, tienes voluntad, dile que no quieres jugar con él y te quedas conmigo en la cocina. —El semblante del menor decayó, era lo que menos quería. Y al parecer Simone lo notó—. Bueno, como hoy será el último día que pasarás allá, pues… puedes jugar con Tom. —Bill se le lanzó a sus brazos y ella le dio un beso en la frente. 

Salieron de la casa y tomaron el autobús. Bill moría por verlo, casi cuatro días habían pasado y lo extrañaba. 

Al llegar a la mansión, entraron por la puerta de servicio y Simone fue con él a la cocina. Saludó a todas las señoritas ahí, tenían una lista enorme de cosas que organizar. Habían ido de compras y necesitaba escribir en un horario qué menús harían en la semana, y había una reunión social en aquella casa dentro de poco para lo cual los bocaditos y demás cosas para el buffet deberían estar listas con anticipación. Esa era la especialidad de Simone. 

Bill comenzaba a aburrirse entre tanta conversación de señoras acerca de comida. Simone lo perdió de vista por el estrés y Bill sigilosamente salió de la cocina. Se dirigió al jardín con la esperanza de encontrar a Tom, ¿pero cómo Tom adivinaría que Bill había llegado? ¿Y si no estaba en casa? 

Se ocultó entre los árboles mirando desde ahí la mansión, la parte trasera de ésta. Y luego se percató que unos ojos de una mujer lo miraban por lo alto de una ventana… ¿quién era ella? Tenía los ojos delineados y el cabello castaño que parecía una peluca. 

Pasados algunos minutos, Saki lo encontró. 

—¡Hey! ¡Qué haces aquí! —gritó yendo hacia él y tomándolo del brazo—. ¿Qué te dije de no estar merodeando esta casa? Le puede costar el trabajo a tu madre, mocoso insolente. 

—Lo lamento —se quejó por la presión en el brazo que le causaba daño—. Suélteme por favor. 

—No, esta vez seré severo, si no puedes quedarte en la cocina deberé encerrarte. 

—No… no… —se quejaba. 

—¡Déjalo Saki! —Una voz airada sonó desde arriba, en uno de los cuartos. Tom había asomado la cabeza por uno de sus balcones y su corazón latió en cuanto vio a Bill. Pero luego de ver que Saki lo cogía tan rudamente, se enfureció y gritó. 

—Joven Tom, este jovencito estaba merodeando aquí. —Los ojos airados de Tom pudieron intimidar en algo a Saki, quien lo soltó. Bill se encogió un poco, se sentía avergonzado. 

Tom bajó inmediatamente, casi corriendo, bajando las escaleras de dos en dos peldaños, saliendo por la puerta trasera de la mansión hacia el enorme jardín encontrando a Bill prácticamente al borde de las lágrimas. Saki lo miraba amenazante. De seguro se vengaría. 

—Joven Tom, este niño es hijo de uno de las cocineras. 

—Lo sé —dijo él yendo hacia Bill para tomarlo del brazo y ponerlo detrás suyo—. Es mi amigo, no vuelvas a tratarlo así—. Tom lo miró amenazante y el guardaespaldas se intimidó, asintiendo, pero muy en el fondo se sintió humillado cosa que era culpa del hijo de esa cocinera así que habría alguna consecuencia en el futuro. 

Saki se fue y Bill suspiró sonoramente. 

—Lo lamento —dijo el pelinegro bastante avergonzado. Y se mordió el labio. Tom tomó su mano con delicadeza. 

—No, lo lamento yo por las personas que viven en mi casa, perdón por ese trato de Saki, le advertiré que no te vuelva a tratar así… —Se miraron en silencio y vio como se formaba una linda sonrisa en los labios de Bill. Era como el amanecer, su risa radiaba—. ¿Deseas venir conmigo a la casita? —pidió bastante nervioso y Bill asintió. 

Dieron media vuelta y se adentraron en el jardín. Lo que no vieron fue a la mujer allá arriba, en una de las ventanas de la mansión, en un cuarto de estudio. Ella había llamado a Saki a que sacara a ese jovencito que merodeaba por ahí y no sabía que luego su hijo lo defendería… Extraño, muy extraño. 

*** 

—Te extrañé —susurró Tom cerca al oído y Bill se sintió flotar, rió bastante nervioso, aquella sensación de atracción era a veces desbordante. Bill no sabía si debía ser evidente, si debía decirle algo o no. 

Estaban los dos sentados en el banco del piano y ya Tom había tocado una pieza alegre para Bill, y se le había acercado atrevido para susurrarle eso al oído y lo que causó fue una pequeña risa de parte del otro que le electrizó el cuerpo. 

—Yo… también y mucho —dijo Bill y sintió como se sonrojaba, él odiaba eso, pero últimamente con Tom pasaba seguido con cada cosa que le decía. 

De lo atrevido y juguetón que era, ahora solo estaba con el corazón bombeándole a mil mientras estaba a su lado y eso le limitaba querer jugar, era desesperante aquella sensación, pero a la vez, era excitante. 

—Bill —llamó mirando hacia el frente y no a sus ojos—, tengo algo que decirte y mejor hoy… —Bill se sintió ansioso. 

—Dime —pidió y Tom giró su rostro para verlo. 

—Pues… no quiero, pero haré un pequeño viaje a América… —Bill pestañeó seguido tratando de entenderlo. 

—¿Te irás? —preguntó incapaz de ocultar su pena. 

—Por casi un mes… tomaré un curso allá, algo que no quiero, pero debo. Me voy la otra semana—suspiró y decayó en una mueca de tristeza. 

—Entiendo… Y yo también me iré —le dijo bajito—. Esta semana empezaré la escuela y… ya no vendré. 

Tom sintió una especie de desesperación y hasta quiso llorar, pero se contuvo, al parecer la vida no era nada generosa con él, con ninguno de los dos y eso le preocupó. 

—Cuando regrese… te buscaré —dijo Tom bastante seguro—, así estés en la escuela, te buscaré. —Bill sonrió emocionado. 

Luego de una pieza más de piano, ambos chicos salieron al campo a jugar pelota. Aunque Tom no quería, sabía que Bill sí, y es que estar en la casita sin hacer mucho lo mataba lentamente. 

El campo verde estaba regándose, por lo tanto había muchos charcos de agua, y eso le pareció muy divertido a Bill, no reparó en mojar sus zapatillas y jugar un pequeño partido. 

—Bill… leoncito —le dijo Tom persiguiéndolo para quitarle la pelota. 

—¡No podrás! ¡Soy el capitán! —Reía divertido y Tom se emocionaba con eso, Bill tenía tanta energía. Sentía que sería la última vez que lo vería, y eso lo tenía bastante triste. 

Bill corrió detrás de la pelota y por la humedad del césped terminó en el suelo riéndose a carcajadas. Tom se quedó ahí viéndolo reír hasta que lagrimitas se acumularon en sus ojos de tanto hacerlo. 

—¡Bill! —reclamó Tom, el otro estaba en el suelo riendo y Tom fue con él, le extendió una mano para levantarlo y Bill se la tomó—. ¡Ahh! —gritó como niña en cuanto Bill lo jaló fuerte tirándolo en el pequeño charco, cómo le gustaba a Bill mojarse la ropa, y eso era lo que Tom menos quería. 

Luchó con Bill que quería mojarlo totalmente ahí. 

—¡No, Bill! —gritó algo fastidiado, pero el pelinegro tenía mucha energía. 

—¡Sí! —gritaba emocionado ahora sobre Tom, terminándolo de meter en el agua— ¡Ahora estás como yo! —Tom se quedó sobre el césped mojado con la respiración agitada. 

Miró a Bill a los ojos y luego fue conciente de su posición… Ambas de sus finas piernas desnudas estaban a sus costados y Bill casi sentado sobre él. La tela del short era tan delgada, tan suave, no como los jeans, le podía sentir todo y eso lo ruborizó. 

Bill por la emoción y toda la energía, reía y se agitaba sobre Tom sin pudor, no sabiendo lo que todo eso causaba al otro, hasta que sintió las manos de Tom tocar su cintura y Bill tragó saliva poniéndose nervioso, y no sabiendo qué hacer. 

—Extrañaré tu risa —habló Tom serio, recostado en el charco mojado, acariciando su cintura y viendo como se formaba un lindo rubor en el otro. 

Bill se inclinó y ocultó su cabeza en su cuello y respiró ahí. Tenía vergüenza y ya no reía, solo estaba agitado y no quería separarse de Tom ni romper ese momento. 

Quería estar así por mucho. 

Las manos de Tom acariciaron su espalda y Bill le susurró un—: Te… quiero Tom —bastante inaudible que hizo que Tom se aferrara a su cuerpo en un abrazo desesperado. 

¿Qué era todo eso? ¿Eso era más que amistad? Tom no lo sabía. 

Se removió de ahí y se sentó, aún con Bill sobre su regazo, estaban mojados y algo sucios, y Tom acarició su rostro. 

—Me creerías si te dijera que… que creo que tú me… —calló, tenía miedo de decirlo, se mordió el labio y evitó su mirada, Bill aún esperaba por aquellas palabras. El menor tomó su mano y la puso en su pecho, Tom podía sentir sus latidos acelerados y volvió a mirarlo. 

—Tomi… —apenas dijo, tenía un mar de emociones que querían salir, pero no sabía qué palabras decir o cómo actuar. Tom posó ambas manos en su cintura atrayéndolo a él y le besó la mejilla. 

—Me gustas… lo siento —se disculpó inmediatamente queriendo levantarse de ahí, pero Bill no lo permitió. 

—Yo… —Bill estaba agitado aún tan cerca de Tom y cerró sus piernas atrapándolo para que no se vaya—. Espera… —Ahora sí Tom estaba que se moría de tantos nervios, las manos frías, el corazón latiendo mucho, el estómago contraído en un dolor molestoso y la respiración acelerada. 

Tom se quedó quieto y dejó que Bill se le acercara un poco más, tan nervioso como estaba, le acarició una mejilla y Tom cerró los ojos, suspirando… y luego de pequeños segundos sintió los labios de Bill puestos en los suyos temblorosos. 

Ninguno se movió por algunos segundos, respiraban por la nariz algo desesperados y Tom apretó su agarré en la cintura de Bill casi con desesperación y eso le indicó a Bill besarlo. 

Con movimientos que no sabía cómo coordinar, ladeando un poco la cabeza para que sus narices no chocaran tanto y apoyando sus manos en los hombros de Tom, le besó un poco más… él no sabía que podía tomar la iniciativa, solo se sintió a gusto con lo que Tom le dijo. 

Era el momento más emocionante de su vida. Ni los viajes caros, ni los lujos podían reemplazar ese momento sentado en el charco de agua con Bill besándole con sus suaves labios, sintiendo cómo podía querer a una persona… lo quería, y ese sentimiento era desbordante tanto como la intensidad de vivir su primer beso a voluntad con alguien a quien él quería. 

Un jadeo de parte de Bill los separaron y luego Tom lo abrazó, acariciando su espalda, no sabiendo qué decir. 

—Te quiero Tom, te quiero —le decía al oído. 

Minutos después, se levantaron de ahí, casi en silencio, se miraban y risitas salían de sus labios, Tom le extendió una mano otra vez. 

—Ven conmigo… —Bill aún no sabía lo que eran… ¿sería su novio? ¿Se podría eso? 

Y Tom, él no sabía cómo decirle que lo sea. Estaba conforme de saber que lo que él sentía por Bill, al parecer era muy correspondido. 

Dentro de la casita, Tom vio la hora. Cerca de la tarde, era demasiado tarde para él, de seguro Saki lo estaba buscando y en su celular había muchas llamadas perdidas. 

—Oh, no —se lamentó secándose el cabello, Bill se le acercó ayudándolo—. Debo irme Bill, no quiero, pero tengo clases… oh —se lamentó mucho. 

—Descuida, en la noche me iré a casa… —Ambos, sin pensarlo se abrazaron. 

—Te buscaré, espérame que lo haré —le dio un beso en la cabeza—. ¿Tienes teléfono en casa? —Negó con la cabeza y Tom fue a su habitación tan rápido como pudo, sacó una caja y se la dio—. Ten esto, te llamaré aquí. —Era un equipo móvil. 

—Wow… no Tom, mi madre no me dejará tener uno —se mordió el labio. 

—Pues hablaré con ella, es regalo mío. —Miró la hora y volvió a lamentarse —. ¡Maldición! 

—Gracias Tom… Espero verte. 

—Te llamaré. —Y esta vez Tom se le acercó para besar sus labios. Qué deliciosa sensación—. Eres… mi novio —declaró y Bill asintió emocionado riendo en sus labios y volviéndolo a besar. 

—Esperaré por ti… todos los días mientras no estés, te pensaré. —Tom le llenó de pequeños besos en su rostro. 

Y luego, tan rápido como pudo, regresó a la mansión… 

Bill caminaba emocionado hacia la cocina y entró ahí para tomar un vaso con agua. Su mamá amasaba un pastel y ella se percató de la sonrisa que tenía. 

—¿Pasa algo? —preguntó ella inocente. 

—Estoy feliz —dijo él con una bella sonrisa en su rostro. 

Aunque sabía que no vería a Tom por mucho, él estaba totalmente seguro que lo esperaría. 

El teléfono vibró y se desesperó por verlo. Un mensaje de texto entraba. 

“Bill… tus labios, me volveré adicto a ellos… te quiero”. 

Volvió a reír y luego Simone le hizo entrar en la realidad. —Ven aquí, ayúdame. 

—Ya mami…

*-* llegó el amor y veremos cómo logran soportar la distancia... Besos a todos y disfruten el fin de semana, wuii~

5 comentarios:

  1. *-* Que hermoso. Recuerdo cuando lo leí por primera ves y me quede embobada, porque ahora son novios y se quieren mucho :3 pero como son de diferente condición social creo que va a estar difícil que la mamá de Tom acepte esa linda relación :/
    Ahora ya no se van a poder ver tan seguido por que Tom se va de viaje :( Buena idea la del celular.
    Este es uno de mis capítulos favoritos.
    Pink te quedo hermoso el cap, tienes mucho talento :)

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    1. Hallo *-* sí, son novios chiquititos ajajja y bueno, claro que se les hará difícil todo esto de estar pero veremos si logran superarlo...
      gracias! espero subirlo seguido y gracias por las hermosas palabras *.*
      <3 besos

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  2. Holaaa!!! hasta ahora pude terminar de leerlo, odiosas interrupciones... LO ADOREEE!!! El 1er beso, tan tiernuuu son pekes aún pero ese sentimiento es sincero, puro y verdadero ♥_♥ ese Saki y la madre de Thomas darán problemas :C y una GRAN pena ke se distancien pero son sus obligaciones y deben kumplirlas. Kon el cel ahora estarán komunicados :) Esperare ansiosa otro kpi DamitaRosa TKUM :) ♥

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    1. Hallo *-* gracias~ sí, su primer beso, veremos qué más sigue y claro que habrán muchos problemas más que deberán solucionar...
      besitos <3 <3

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  3. hallo *-* gracias<3 creo que influye el factor edad también, 113 y 14 años, difícil entender los sentimientos, solo nació<3
    Creo que experimentarán muchos obstáculos que no verán por estar encegecidos el uno ocn el otro, verás conforme avance el fic~
    Besitos y gracias por comentar *-*

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