jueves, 13 de septiembre de 2012

Polizón - IX

Siguiendo con este fic está por llegar a la mitad ;-) veremos qué más pasará. Saludos a todos y muchas gracias por el apoyo, lo valoro *.*~

La señora Dunja, a petición de Tom, le había preparado un baño con agua tibia, Bill se sorprendió de eso y una emoción lo inundó el cuerpo cuando entrando al baño vio una bañera de porcelana llena de agua. Dunja le pasó una esponja. 

—Voy a cerrar bien la puerta. 

—Gracias —dijo emocionado. 

Entrando más en el baño la puerta fue cerrada, un lamparín alumbraba el agua que destilaba un vapor agradable. Se desnudó rápidamente y se metió ahí gimiendo un poco por la agradable sensación de su cuerpo entrar en las tibias aguas. Se sentó ahí y cerró los ojos, algo así no había experimentado nunca. 

Apretó la esponja en sus manos y luego comenzó a pasarla lentamente por todo su cuerpo hasta sentirse muy relajado, suspirando en esa agradable sensación. Cerró los ojos y luego de un hondo suspiro se dejó llevar y se durmió en la bañera. 

*** 

—Viniste… —canturreó Andreas. 

Estaban en un prostíbulo, pero él quería descansar, así que había pagado a Madame Rouse solo por una habitación y que no pediría compañía. Andreas estaba con dos mujeres de mala vida gastando su salario incluido la parte de Tom, él quería recuperar ese dinero, lo necesitaba. 

—Sí vine. Estoy cansado, Andreas, solo dame el dinero, sabes lo arduo del trabajo, no puedes hacerme esto y luego llamarte mi amigo. —Andreas se le acercó con una sonrisa. 

—¿Deseas un masaje, eh, marinero? —Tocó sus hombros y presionó suavemente sus dedos en su carne—. Puedo hacer que te sientas bien, y mira, no te pido lo contrario, ¿qué dices? Por la amistad… 

Tom podía sentirse tan igual a esas mujeres de la vida, las prostitutas de ese lugar, tener que acceder a los deseos de Andreas por recuperar su dinero. 

Solo había ido a esa casi posada para pedir su dinero y descansar, pero al parecer Andreas se había puesto pesado. Tom suspiró resignado, le frunció el ceño, pero se dejó llevar al segundo piso. 

Hacía mal, muy mal, pero aparentemente no veía otra salida. 

—Andreas, esta me las pagarás, esto no es amistad, me chantajeas. 

—Te hice un favor, ¿recuerdas? No te delaté y eso que pude haberlo hecho, tenemos un trato, ¿qué es lo que te pesa? Sé que la pasaremos bien ahora que a ti te gusta… ya sabes, tú me entiendes. —Le sonrió mostrando sus dientes, Tom seguía serio y solo se dejó llevar a la amplia cama. 

—Estoy cansado, tan cansado que cuando mi cuerpo tope esa cama me dormiré y te dejaré caliente, no molestes. 

—Bueno, entonces vamos a la cama a descansar. —Sonreía. Tom trató de relajarse, total, había pagado su cuota para pasarla en ese lugar, y quería solo dormir. No podía hacer ello en casa de Dunja pues carecía de habitaciones, no quería ser una carga, por eso solo dejó a Bill ahí. 

Andreas besó sus labios, mas Tom lo apartó acomodándose en la cama. 

—Será mejor que estés quieto, no quiero nada, no podré, ¿ok? 

—No te daré tu dinero —Tom le frunció el ceño. 

—Me lo darás porque yo lo digo, deja que duerma y luego verás —retó y Andreas sonrió emocionado acomodándose a su lado frente a él para dormir. 

—Me gustas Tom, me gustas —declaró a lo que Tom frunció el ceño. 

—Tú no me gustas. 

*** 

La señora Dunja era buena, le tocó la puerta del baño y lo despertó, Bill salió de ahí sintiéndose un poco avergonzado, se había demorado mucho porque se había dormido. 

Dunja le preparó unas galletas sabrosas y le dio de comer. Luego le dio unas mantas con que armaría su cama en el almacén. 

—Mañana hablaremos de trabajo, ¿te parece? —Aún era de día, pero ella tenía que encargarse de muchas cosas pues era comerciante. 

—No se preocupe, muchas gracias por las galletas —titubeó un poco curioso—. Disculpe, ¿sabe algo de Tom? ¿A dónde fue? —Dunja rió un poco. 

—No lo sé, tiene asuntos pendientes, debe hacer mucho aquí pues luego deberá irse, supongo que es eso. 

—¿Dormirá aquí? 

—Tampoco lo sé, no me ha dicho nada, pero no hay donde dormir aquí, salvo quieras compartir tu habitación. 

—Por supuesto —dijo emocionado y ella le sonrió para luego dejarlo. 

Caminó hacia el fondo de la casa en donde estaba el almacén, entró ahí y comenzó a acomodar todo haciendo a un lado los sacos de cosas que había para extender el colchón que Dunja le había dado y ponerle las mantas encima. 

No podía evitar sentirse esperanzando por Tom, porque llegara y entrara en la habitación y le dijera que prefería estar a su lado, tenerle y muchas otras cosas más que le hicieron ponerse algo nervioso y ansioso. No podía imaginar dónde estaba Tom, pero lo esperaría. 

Escuchó pasos en la casa, pasos diferentes a los de Dunja y se emocionó, vio una sombra cerca de la ventana y abrió la puerta con una sonrisa, dándose cuenta de que no era Tom, era más bien un hombre rubio y bajo, vestido con un traje un poco elegante. 

—¿Quién eres tú? —preguntó sorprendido, mirando a todos lados. Bill se asustó un poco y trató de presentarse. 

—Me llamo Bill y… me trajo Tom, un amigo de la señora Dunja. 

—¿Tom? ¿Está aquí? —Bill asintió y se relajó un poco al ver al otro hombre sonreír algo emocionado—. Genial, me llamo Gustav, soy hijo de Dunja. —Le extendió la mano en un saludo a lo que Bill hizo lo mismo y sonrió emocionado. 

—Mucho gusto. 

—Tienes un acento fuerte, ¿eres de Inglaterra como él? 

—Sí, vengo de allá. 

—Pues bienvenido. 

A Bill le regresó el alma al cuerpo, todo parecía salir bien, conocer gente que conoció a Tom alguna vez le parecía interesante. Gustav le sonrió observándolo bien, un chiquillo extranjero de mirada dulce, sería interesante conocerlo. 

Las horas pasaron y se hizo de noche. Gustav le invitó unas galletas otra vez y Bill las aceptó de buena manera. Las luces en la casa se apagaban ni bien todo era penumbra. Bill tuvo que irse a dormir en su nueva habitación con el corazón expectante, quería ver a Tom, saber de él, tenerlo. 

Esa noche no pudo dormir siquiera un poco. Mantuvo los ojos abiertos en la oscuridad total tratando de escuchar algún sonido de la puerta principal, pero nada, solo se oía el chillido de los grillos e incluso de ratones en ese almacén, pero no les temía. 

Su angustia aumentaba y no sabía cómo quitársela de encima, quizá Tom no vendría, y hasta quizá lo había abandonado. Suspiró tratando de no pensar en eso último y cerró los ojos un momento. 

Pasos y pasos en la casa lo alertaron, haciendo que su corazón latiera irregular. Se sentó en la cama cuando divisó una vela prendida en alguna parte y llegaban los pequeños rayos de luz hacia su ventana. Aquella luz se metió en el baño y otra vez fue penumbra. 

Pasados minutos angustiosos alguien tocó la puerta. 

—Soy yo… —La grave voz de Tom sonó en el silencio de la noche y Bill se levantó de la cama improvisada y corrió hacia la puerta para abrirla. 

—¡Tom! —Casi gritó emocionado con el corazón queriéndose salir de él, las manos frías y una desesperación evidente. Se le colgó del cuello y lo abrazo—. Tom —Éste rió emocionado. 

—Sí, soy yo. —Lo empujó hacia adentro y cerró la habitación. 

—¿Dónde estuviste? —Tenía las manos en su pecho y se emocionó al sentir los latidos de Tom así de rápidos como los suyos—. ¿Estás bien? 

—Estaba cansado y necesitaba resolver algunos asuntos. No quería pasarme todo el día durmiendo aquí sabiendo lo trabajadora que es Dunja. Por eso salí y… —le extendió una bolsa de tela— te traje esto. 

Bill tomó la bolsa y Tom puso la vela sobre unas cajas que ahí había. Abrió la bolsa sacando ropa de ahí, ropa nueva para él, un pantalón, una chaqueta y ropa interior. Se emocionó y le sonrió. 

—No sé cómo pagarlo, juro que te repondré todo esto. 

—No, es regalo mío. 

Bill puso la bolsa a un lado y Tom estiró sus brazos hacia arriba, estirándose, aún parecía cansado. Bill se le pegó llevando sus manos a sus hombros para masajearlos. 

—Trabajaste tanto —decía acariciando su cuello y hombros—. Mereces descansar, ¿sí? Mereces dormir un poco. —Tom sonreía, estar con Bill siempre traía beneficios, era agradable. 

Se sentó en el colchón y Bill fue detrás, acariciando su espalda, susurrándole lindas palabras. 

—Dime, mi héroe, qué planes tienes, qué pasará… —Tom rió un poco, Bill así no había estado antes, tan atento y cariñoso. Alzó una mano y tomo la suya que masajeaba su hombro. 

—Regresaré a altamar en algunos días, debo de comprar algunas cosas que aquí son más baratas para mi familia. 

—¿Tienes mucha familia? —preguntó apoyando su frente en su hombro aún detrás de Tom. 

—Una mamá y muchos hermanos de diferentes padres, creí que te lo había dicho. —Bill se quedó pensativo, era casi su realidad, aunque sabía que extrañaría a sus medios hermanos, no tenía planes de regresar a Inglaterra. 

—No, es primera vez que sé de eso… ¿Te tendré por cinco días? —Tom no quería contestar eso y se quedó en silencio—. Al menos miénteme… 

—Bill, jamás mendigues amor, jamás lo hagas, sea con quien sea, nunca te rebajes, no lo hagas por favor. 

Bill enmudeció y dejó de acariciarlo, Tom dio la vuelta para verlo a los ojos y acariciar su mejilla, el pequeño cerró los ojos, temía decir alguna cosa incorrecta, algo que los comprometiera aún más. 

—No creas que esto es fácil para mí porque no lo es —dijo Tom casi en un susurro—. Quisiera tantas cosas, Bill. Pero sé que no todo lo que uno quiere se obtiene. 

Tomó de las muñecas a Bill y lo jaló hacia él sentándolo en sus muslos, el otro se dejó nada más, algo nervioso por la cercanía, sabía lo que podía pasar y lo deseaba con toda su alma aunque las palabras le habían dolido y llenado de desesperanza. 

Tom besó sus manos como solía hacerlo en el barco y Bill suspiró prolongado. La vela hacía que sus cuerpos hicieran sombras enormes en ese almacén, todo lucía en tonalidades amarillas. Bill buscó con sus labios los de Tom sabiendo que podía ser rechazado, acariciaba su rostro con la punta de su nariz hasta lograr besarlo. El rastrudo se quedó estático por un momento, aquello era demasiado y luego bajó sus manos hacia la cintura del otro, pegándolo a su cuerpo para así besarlo con ganas. 

El pequeño abrió la boca y se aferró a Tom rodeándolo con sus brazos el cuello, acariciando sus rastas y rostro cada que podía, cerrando los ojos y dejando a Tom entrar en su boca, acariciando su lengua y deleitándose en el sabor, en las sensaciones de caricias rudas en su cintura, y en escuchar la acelerada respiración del otro. 

Gimió sonoramente cuando las manos de Tom acariciaron su trasero, apretándolo con posesión. Agitado se separó un poco. 

—No puedes hacer ruido —dijo Tom cerca de sus labios—. Es como en el barco. —Bill asintió sabiendo lo que vendría. 

Tom lo recostó en la cama y le abrió la camisa viéndolo a los ojos. Caricias lentas en su suave vientre, no había prisa, y luego le quitó el pantalón dejándolo en ropa interior. Las piernas de Bill temblaban un poco, se le notaba las costillas de lo delgado que estaba. 

—¿Sabes que enloqueces? —dijo con grave voz y el pequeño se sobresaltó. 

—Lo lamento. —Tom le puso un dedo en sus labios. 

—No, lo digo por tu belleza innata, eres muy bello. —Bill sonrió apenas, la vela estaba consumiéndose y parpadeaba, en cualquier momento todo sería oscuridad total. 

—Hazme tuyo —pidió bajito y poniendo sus manos en su ropa interior, queriendo deslizarla hacia abajo mostrando su erección en el proceso. 

—Así que el polizón no tiene vergüenza de mostrarse —canturreó al ver como se quitaba su última prenda, deslizándola por las largas piernas mostrándole todo a Tom. 

—Ya me has visto… —dijo con un intenso rubor en sus mejillas cautivando al otro. 

—Lo sé. —Le besó la frente y comenzó quitarse la camisa, frente al otro el cual le veía con detenimiento. Bajó sus manos hacia su pantalón de tela y los abrió demostrándole lo excitado que estaba. Bill abrió la boca algo sorprendido cuando Tom se desnudó completamente, ¿todo eso entraba en él? Fue lo que pensó inmediatamente. Tom se acariciaba a sí mismo para mantener su erección y luego tomó una pierna de Bill a la cual flexionó. El pelinegro se tensó un poco—. Sabes que es necesario —dijo llevando sus dedos a los labios de Bill. 

—Sí… —cerró los ojos y se dejó hacer. Lamió y chupó sus dedos y luego lo sintió preparándolo. 

La vela no duraría mucho, parpadeaba con su luz la habitación. Una capa de sudor comenzó a formarse en Bill y se mordía el labio muy fuerte comenzando a preocupar a Tom. Y es que le dolía lo que éste le hacía, pero sabía que valdría. 

—¿Tendrás cuidado? —preguntó con voz temblorosa. Tom le sonrió y se posicionó entre sus piernas, tomándolas. Bill ahogó un gemido cuando lo sintió rozarlo con su miembro. 

—Por supuesto, quiero serlo. —Le besó en los labios y la luz de la vela no soportó más, se apagó dejándolos a los dos en la oscuridad de su intimidad. 

Se abrazaron, besaron e intentaron hacer silencio. 

Para Tom era una vergüenza si Dunja se enteraba que se acostaba con el que había traído a su casa. Bill sentía que se sumergía en un sueño irreal al tener a Tom entre sus brazos y piernas. Lo abrazaba con posesión no queriendo que se separara de él por ningún motivo. Trataba de no gemir, Tom le silenciaba aquellos sonidos con besos prolongados hasta sentirlo estremecerse como si rompiera en llanto. 

—No llores —susurró al oído notando las húmedas lágrimas y como sus gemidos eran quejidos lastimeros—. No soy rudo, ¿verdad? 

—No, solo no quiero que esto acabe. 

Tom se hundió en él aún más y el otro ahogó un grito, tapándose la boca luego. Tom prefirió no decirle nada, solo se concentró en darle placer, tratándolo suave, haciendo que dure aún más tiempo. Amándolo a su manera, aunque sin ser conciente precisamente de eso. 

Habían tantas emociones en su ser. Lo quería, quería a ese pequeño extraño polizón que había conocido en ese barco. Pero también había culpa en su ser, una culpa por saber que no podría corresponderle como debería. 

No podría nunca pedir su mano, ni planificar una boda, no podría tener una casa para vivir con él porque no podría estar a su lado, no podría tener hijos porque ambos eran hombres y eso para Tom era difícil puesto que su idea de familia era una mujer con hijos. Y Bill era muy joven para él, solo era un bello ser que no se había arrepentido de ayudar. Todo lo que había hecho por él valía la pena, incluso haberse acostado con Andreas en el Burdel. Prefirió no pensar en ello ni arruinar el momento íntimo que tenía con Bill. Todas las caricias que le hacía en la espalda, y el presionar de sus escasas uñas al sentirlo tensarse lo más que pudo antes de alcanzar su orgasmo, todo ello valía la pena pasando el resto. 

—Yo le amo —dijo Bill pensando que jamás sería capaz de decir eso a un hombre alguna vez en su vida—. Por favor, no me pidas que me calle si esto es lo que siento. 

—Lo sé… —Aún en su interior, continuó y el otro arqueó su espalda, tapándose la boca lo dejó terminar. 

Solo podía sentir a Tom moverse con pesadez para acomodarse a su lado y abrazarlo con sus fuertes brazos. 

—Créeme que si las cosas fueran otras no podría separarme de ti —besó un hombro descubierto abrazándolo por detrás. 

—Pero me dejarás —se quejó. 

—No hablemos de eso. Mañana Dunja te mostrará algunos trabajos de seguro, podrás ganar tu dinero y establecerte aquí. 

—¿Por qué no trabajas aquí? Dunja podría conseguir algo para ti también. 

—¿Olvidas que tengo familia? ¿Quién les alimentará? ¿Sabes que tengo dos hermanas mellizas de siete años? Las dejé enfermas de tuberculosis, no sabes el temor que me da si al regresar las encuentro muertas. Son tantas cosas. —Bill se quedó pensando en todo ello. Sabía poco de Tom, de su vida en Inglaterra. 

—Quiero regresar contigo allá, no me importa si es como polizón. —Tom le palmeó el trasero en son de recriminación. 

—No, ¿estás loco? Al barco no regresas, si supieras todo lo que estoy sacrificando por ti. No vuelvas a decir tal cosa. 

—Podría trabajar como tú entonces. 

—No, el trabajo es muy pesado además de que eres aún un niño, no te permitirían y… existen hombres malos ahí capaces de aprovecharse de ti. 

—Como tú —rió Bill dándose la vuelta para sentirlo frente a él. 

—Estás bromista, ¿eh? —Le quiso besar los labios, pero al no verlo, sus labios dieron con la punta de su nariz—. Siento mucho aprovecharme, aunque no me arrepiento. 

—Tú puedes, todo lo que quieras. —Se pegó a su pecho para dormir. 

Estaban desnudos, pero no había energías para vestirse otra vez. 

Esta vez Tom se quedó despierto sintiendo a Bill dormir en su pecho. 

Su vida era un completo desastre lleno de cosas sin resolver. Quería quedarse, pero no podía ni lo haría porque había gente que dependía de él al otro lado del mundo. Tenía en brazos al ser más inocente que había conocido sin merecerlo. 

Había recuperado su dinero sí. Lo que había acontecido en el burdel horas antes aún no salía de su mente. 

Frunció el ceño, había sido un sacrificio bastante desagradable, pero lo había hecho. Andreas le devolvió el dinero no sin antes haberle dicho que el viaje de regreso sería una luna de miel entre los dos. 

Desafortunado. Pero no podía regresar en otro barco.

No, no podía regresar en otro barco u_u aún le queda un poco de tiempo, veremos qué más pasa. Besos <3

5 comentarios:

  1. Andreas >.< menudo cerdo ><' Ok ya .__.
    Que le pasa? Que se consiga a alguien como él,
    alguien que no sea Tom ni Bill >.<'
    Tom cuando vaya en el barco de nuevo que lo
    tire por la borda *uu*'.

    Que triste que Bill & Tom no pudiesen estar juntos :c'.
    Pero Tom tiene que regresar ><. Bill conseguirá alguien mas? A Gustav quizás?

    Buaaaaano Pink, saludos *uu* espero estes bien c:.

    Atte: July c:

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    1. Hallo <3 sí ;_; ese Andreas cerdo u_u pero el quiere con alguno de ellos pues, no piensa buscarse otros D: jojojo veremos si lo tira por la borda o no >:3
      Gustav está comprometido así que no, pero verás que alguien aparecerá en su vida jijiji aunque veremos.
      muah! gracias *-*

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  2. capi triste u_u pero estuvo bueno, espero el siguiente pink n_n*

    att:wajillo

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    1. Wajillo <3 sí, este fic es medio tristón. Pronto subiré el siguiente.
      muah <3 <3

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  3. Gracias por tu opinión y sí, habrá drama u_u
    Besitos <3

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