Siguiendo con este fic, les traigo el segundo capítulo que se llama "Pensamientos Nekos" Saludos a todos *-* El dibujo fue un regalo que me lo dio Allsocreepy Ideal para este capítulo, lo amé <3
Había pasado como una semana y Simone ya tenía un pequeño trabajo. Atendería en una cafetería por las tardes hasta la noche. Prefería hacer eso a no hacer nada realmente. Bill podía salir de la casa, buscaría conocer la ciudad, y buscaría poder hablar con alguien y así pasar el tiempo.
Llegó a un parque cercano, ahí pasaba la mayor parte del tiempo. A veces hablaba con alguna chica, pero cuando le preguntaban mucho de él, realmente no sabía qué responderles. Con sus cinco años no tenía mucho qué contar y tener que explicar su vida le era un fastidio. Él sabía que no era como una persona normal. Últimamente en eso pensaba, pero lo dejaba pasar; quería divertirse, vivir el momento, conocer gente.
Ya en el parque, estuvo caminando cerca de los juegos y se sentó en una banca, quería jugar con los niños aunque no se sintiera uno, así que su vista se enfocó en ellos, los observaría para divertirse. Los observó hasta que un sonido le llamó la atención. Agudizó sus orejas, aunque la capucha le impedía que las moviera con agilidad, aún así pudo percibir una voz, una masculina y sentía mucha curiosidad. La curiosidad podía meterlo en problemas muchas veces, pero no dudó en pararse y caminar hacia donde provenía aquella voz grave.
Se percató que el sujeto estaba muy lejos, aún así podía escuchar que hablaba algo por el celular, agudizó su vista y podía verlo, curiosamente era su vecino que caminaba por la misma calle en donde quedaba su departamento, regresaba a casa.
Bill fue más rápido, tratando de que nadie lo viera. Salió del parque y cruzó la calle, luego casi corrió hacia el departamento, podía escucharlo llegar, y cuando lo hizo pasó por su lado. Olfateó su aroma, usaba un perfume muy delicioso. El hombre vestía un saco de abrigo y llevaba una bolsa de comida para gatos en una mano, Bill pudo percibir aquello también. Así que lo siguió. El hombre aún hablaba por su teléfono.
Ambos entraron en el ascensor, Bill los odiaba, le daba vértigo, él prefería mil veces trepar la pared, aunque su madre le diera un sermón ante eso. Pero ahí estaba con aquel hombre. Lo miraba de reojo observando sus facciones.
—Sí, lo entiendo, mañana entonces no iré, de acuerdo, sí… entiendo —decía y Bill agudizó su oído, captando con quien hablaba, era una mujer.
—Es sólo por mañana, descuida. —Y colgó.
Bill observaba cada gesto que él hacía.
—Hola —le saludó sorpresivamente y Bill enrojeció un poco.
—Hola… —contestó tímido.
—Soy Tom. —Sonrió y eso le fascinó, extendió una mano y Bill se la tomó.
—Soy Bill. —Sonrió disimulado, tenía pequeños colmillos, no quería inquietarlo.
La puerta del ascensor se abrió y ambos salieron. Caminaron por el mismo pasillo, entonces Tom lo miró.
—¿Buscas a alguien? —Bill se puso un poco nervioso.
—Vivo… vivo aquí. —Señaló la puerta de su departamento.
—Oh, eres mi nuevo vecino, qué gusto. —Le sonreía amable mientras sacaba sus llaves de su bolsillo—. Si deseas algo, sólo pídelo. —Bill pestañeó varias veces ante eso, quería hablarle, pero no sabía qué decirle.
—Casimir… él desea jugar más tiempo —soltó algo nervioso—. Tom estaba por abrir su puerta, pero se detuvo consternado ante lo que dijo y lo encaró.
—¿Cómo sabes que tengo un gato que se llama así? —Bill retrocedió un poco, algo temeroso, ¿qué decirle? Que tenía orejas de gato y podía escucharlo todo además de comunicarse con su mascota… mejor callar.
—Lo… lo supuse así de la nada, ¿acerté? —Tom lo miró serio, pero luego de percatarse que el otro se estaba asustando, le sonrió amable.
—Sí, lo hiciste, ¿te gustan los gatos?
—Sí —dijo algo emocionado. Simone nunca le dejó tener uno ya que tenía miedo que adoptara conductas similares. Suficiente con todo lo que tenía y hacía de gato.
—Entonces, ven mañana, no iré a trabajar, y pues, te puedo prestar a Casimir, ¿qué dices? —Bill asintió y luego Tom entró a su casa—. Nos vemos. —se quedó quieto viendo sonreír a su vecino hasta que éste se despidió.
La puerta se cerró, Bill saltó unos pasos y se metió a su departamento. Extrañamente su corazón estaba bombeando a mil, era raro sentirlo así, y sus mejillas estaban un poco calientes, ¿qué había sido eso? Aún no podía descifrarlo, pero Tom producía en él una curiosidad que quería saciar sabiendo más de él… Que difícil era tener que esperar hasta mañana.
Acostumbraba a tomar mucha leche, prácticamente era lo que más consumía, su único alimento y galletas, las amaba. Así que abrió el refrigerador y tomó un poco de leche fresca.
Era la tarde y decidió subir a la azotea para ver el atardecer, amaba hacerlo, y de paso escuchar los sonidos a su alrededor.
Se puso la capucha y salió otra vez, Simone tardaría en llegar a casa.
Aquel atardecer un poco frío, era hermoso. Colores anaranjados mezclados con celestes alumbraban apenas y los sonidos de las avecitas acomodándose para dormir en algunos árboles cercanos al parque lo llenaban de mucha nostalgia, de algo inexplicable, y eso era reciente. Cuando era más pequeño no se había sentido así, la vida no le parecía complicada como en este tiempo en que su pensamiento avanzaba y sacaba conclusiones de que dejaría de existir más antes que su mamá y las demás personas. Quizá no podía casarse o engendrar hijos, ¿cómo los cuidaría si cada año que pasaba, para él era como tres?
Escuchó la risa de su vecino y algo en él saltó, era su corazón otra vez y esa curiosidad por saber de él se incrementó. Empezó a caminar en la azotea y saltó al techo de su vecino.
—Casimir no, no, ven aquí, ni se te ocurra salir —Bill podía escucharlo. Y Casimir logró salir de la casa por la ventana, trepó al techo y se reencontró con Bill.
—No debiste venir —dijo Bill, pero el gatito se le acercó aún más. Bill se sentó en el suelo y lo acarició, sabía que necesitaba cariño, todo gato era así, podía intuirlo.
—¡Casimir! —Gritaba Tom por su ventana —¡Verás cuando de atrape! —Bill rió un poco, maulló ligeramente para calmar a su amigo Casimir que se acurrucó sobre sus piernas y se dispuso a dar una siesta.
Bill pudo sentir el calor que desprendía el cuerpo del animalito en sus piernas y no pudo más, se recostó en el suelo abrazándolo y se dispuso a dar una siesta también.
Algunas horas pasaron y su mamá había llegado. Lo buscó por toda la casa y supuso que estaba en la azotea, así que decidió ir por él. La imagen de su hijo durmiendo sobre el techo de la casa con un gato en sus brazos, la entristeció demasiado… eso no era normal, así no debía ser. Bill y el gato despertaron al mismo instante en que oyeron a Simone acercarse.
—Bill, hijito, mira donde estás durmiendo. —Bill se estiró similar a Casimir y bostezó levantándose. Casimir maulló y Bill quiso hacerlo pero sabía que a Simone le disgustaría y vio como Casimir regresaba a casa.
—Sólo tomé una siestita.
—¿Y ese gato? Sabes que no debes juntarte con ellos, además ese es techero, puede tener pulgas o enfermedades, vamos a dentro.
—No mami, es el gato del vecino. —sonrió al decir eso.
Ya dentro de la casa se quitó la capucha.
—Hoy tuve un día estresado, espero y no me des muchos problemas Bill. —él suspiró y se sentó en el comedor… tenía tantas dudas.
Simone se sentó en la mesa para cenar algo ligero, Bill la acompañó.
—Estoy pensando que vayas a la escuela, ¿te gustaría? —Bill recordó con mala cara aquellas veces que había ido a una, para él lo difícil era tener que dejarla y tener que admitir que crecía diferente a los demás y que no podía contar nada de él a nadie. —¿qué dices? Así como fuiste a una en Bremen, parecías entusiasmado.
—Y luego me trajiste aquí a Berlín…
—Era lo necesario —Bill lucía triste, Simone pudo captar eso. —Lo dejo a tu decisión, ¿de acuerdo? Pronto llegará el día en que ya ni podré darte una orden, serás adulto y necesitas vivir una vida como tal.
—Mamá… —No sabía cómo preguntarlo—. ¿Crees que alguien pueda quererme…—trató de no mirarla agachando la cabeza—… quererme así? —Simone dejó de comer por un instante.
Bill le había hecho muchas preguntas, cosas de la vida, de estudios, de tener amigos, pero nunca una que tuviera que ver con algo “sentimental” como de que otra persona lo quiera aparte de ella. Él tenía la seguridad de que Simone daría todo por él, pero ya no era un niño, como el año pasado, empezaba a ser un jovencito que quería valerse por sí mismo y sobretodo, como todo joven pensar en amar, en tener una pareja. Simone lo planteó en su mente, era tan pronto como toda la vida de su hijo, él era muy pronto en todo. Más temprano que tarde eso pasaría, esa pregunta y esas inseguridades vendrían. Y habían llegado esa noche.
—Bill, claro que sí. —Tomó la mano de su hijo y la presionó un poco—. Algún día conocerás a alguien. —Simone calló por un instante, debía ser cuidadosa con lo que le diga—. Para el amor no hay imposibles. —Bill la miró con aquellos ojos azules brillantes.
—Quizá para el amor no, pero para mí… no soy como tú o como otros, nadie sabe como soy, sólo tú y papá… olvidemos a él. —Sonrió para Simone, recordarle a Georg la pondría mal.
—¿Te gusta alguien? —preguntó curiosa y vio como él se sonrojaba y movía hacia abajo sus orejas, su cola no dejaba de estar tranquila, estaba nervioso—. Oh, conociste a alguien y no me di cuenta, ¿cómo es ella? —Bill rió, él ni sabía por qué se había sonrojado tanto, en realidad no le gustaba nadie, sólo se imaginó a él con una pareja que le quiera. Se imaginó con Sarah, la niña que alguna vez le dijo que lo quería, pero en su mente ella era tan pequeña para él, y luego recordó algunas amigas que tuvo en la escuela, pero también en la realidad, en el tiempo actual ellas tendrían trece años, muy pequeñas para él.
—No me gusta nadie, sólo quería saber como sería si alguien me quisiera. —Simone le sonrió, ¿cómo no quererle? Si él encontraría a alguien especial, Simone podría confiar que pudiera ser feliz.
Aunque sería complicado. Se puso en el papel de novia, toda novia querría un novio que la mime, Bill podría mimar a alguien sí, toda novia desearía sentirse segura, para ella no estaba claro que su hijo podría dar seguridad a alguien. Imaginar a su hijo haciéndose cargo de un hogar, de una chica dentro de poco, la puso nerviosa. Pero no le diría nada a él.
—Alguien te querrá Bill. Eres un joven ahora, y eres muy bonito. —acarició su cabeza despeinando sus cabellos provocando que cerrara los ojos y ronroneara. Ella ya se había acostumbrado a ello, sabía que a él le gustaba que le acaricien la cabeza de esa forma.
Ella tenía mucho sueño y se fue a su habitación. Hace un año aún compartía la pieza con su hijo, pero ahora era grande y hasta le pasaba de tamaño. Le dio las buenas noches y se fue a dormir.
Que difícil era para Bill dormir, las noches para él eran tiempo de juego cuando era más pequeño, pero ahora recostado en su cama mirando hacia la ventana el cielo estrellado, las noches eran momentos de pensar… y las preguntas sobre él mismo cada vez se intensificaban más ¿Quién era? ¿Qué era? ¿Por qué existía? A veces algunas lágrimas caían por sus ojos y se estremecía al pensar en que su vida sería corta y que estaba destinado a vivir metido en las cuatro paredes de su casa, protegido del mundo que no entendería por qué él era así.
¿Por qué era así? ¿Por qué había nacido?
Así, entre pensamientos dolorosos, pudo dormir en cuanto amaneció.
Simone fue a despertarlo, ella trabajaría en la tarde y en la mañana había decidido que era hora de comprarle algo de ropa.
Un cansado y somnoliento Bill, despertó. Se puso su típica capucha celeste y salieron. Estaba entusiasmado con tener ropa nueva. Simone gastaba un dineral en eso pero Bill crecía rápido, no había otra opción.
—Deseo… deseo elegir solo —dijo un poco incómodo. Simone debía aceptar que crecía en todo aspecto, como adolescente, ella ya no podía decidir sobre él.
Bill eligió una polera azul con rayas, esas rayas negras y blancas que tenía le había llamado la atención. Pero Simone le dio algunas chaquetas con capuchas para que se probara… él quería vestir como los demás, sin nada en la cabeza, pero sabía que eso sería un riesgo.
Al final de las compras, llevaba una única polera azul y cinco chaquetas con capuchas. En parte Simone tenía razón, lo principal era cuidar su identidad.
Al llegar a casa Bill se alistaba. Él no había olvidado la invitación de su vecino a quedarse con el gatito Casimir en su casa. Vio que su mamá se alistó para salir a su trabajo.
—Que bonita mami, —le silbó, Simone rió—. Tanto maquillaje. —Se acercó a su mamá quien se maquillaba en el espejo de su habitación.
—Es el trabajo cariño, uno tiene que pintarse la cara así últimamente, es que hay mucha competencia. —Bill la escuchaba atento—. Competencia con otras camareras.
—Nadie te gana a ti. —Simone le codeó, su hijo se ponía todo un galán.
—Lo sé, pero es para sentirme mejor, mira como quedan mis ojos, resaltados. —Le guiñó un ojo y Bill sonrió—. Regresaré temprano, lo prometo, no hagas travesura y recuerda…
—Ponerme la capucha si salgo —le dijo él mismo pesadamente.
—Exactamente.
Simone lo besó y se fue a trabajar.
Bill se quedó frente al espejo y tomó el lápiz negro para ojos de su madre. Delineó un ojo y luego el otro, su mirada se intensificó, sus ojos azules resaltaron y a él le gustó esa imagen. Sonrió frente al espejo, por alguna razón estaba emocionado y ansioso…
Se perfumó y también pintó sus uñas de negro. Se puso la nueva polera azul y encima tuvo que ponerse una chaqueta negra con capucha. Tomó un poco de leche y salió.
Al lado del departamento, en la casa de su vecino Tom, había una música de fondo, él estaba ahí. Tocó el timbre con cautela y la puerta se abrió.
—Hola, viniste. —Sonrió amable y Bill, él no sabía qué decirle. Aquel hombre lucía mayor que él, serio y de buen porte—. Pasa.
Bill entró y Casimir se le acercó. —Gracias por invitarme. —Se agachó para coger al gato negro en sus brazos.
—No hay de qué, si te gusta tanto Casimir, puedes venir cuando quieras, quizá hasta me harías el favor de cuidarlo por mí cuando no esté en casa, si puedes claro, has de estudiar en la escuela. —Bill no podía quitar sus ojos de los labios de Tom, estos se movían tan dulcemente al hablar y esa voz, le erizaba los finos vellos de sus brazos. Era algo nuevo, todo lo que pasaba en aquella casa lo era para él.
—Me encantaría…
Tom lo invitó a sentarse en el sofá de la pequeña sala, le trajo galletas de vainilla para que probara, Bill se emocionó, no sabía que Tom comía galletas como él. Luego Tom se sentó a su lado.
—Y bien, cuéntame de ti, ¿cuántos años tienes? Cómo así te mudaste aquí a Berlín —Bill palideció, de todas las preguntas que quería oír, esas dos las temía—. ¿Pasa algo? —Tom se percató de que lo había incomodado, Bill estaba con la cabeza agachada y sus manos estaban haciendo ovillo su polera negra, estrujándola nervioso. Casimir de entrometido se subió en sus piernas y Bill lo abrazó.
—No pasa nada… ¿cuántos años cree que tengo? —Tom le sonrió para calmarlo y puso una mano en el mentón de Bill para alzar su cabeza, Bill sintió sus mejillas arder, nunca antes alguien había hecho tal cosa, otra persona que no fuera su mamá o Georg.
—A ver… tienes los ojos como alguien de… doce. —Rió un poco y Bill se removió de su asiento, bastante nervioso—. Perdón, lo siento, tienes los ojos como alguien de quince. —Bill le sonrió tímido y Tom asintió —tienes quince años, ¿cierto?
—Si usted lo dices… —Apenas puso susurrar, Tom aún no quitaba la mano que tenía en su mentón. Bill suspiro evidente y Tom retiró su mano. Lo miró detenidamente, el silencio empezó a ser incómodo—. ¿Usted? —se animó a preguntar.
—Tengo veintiún años.
—¿Trabaja, estudia? —preguntaba como un robot, no sabía cómo mantener una conversación fluida.
—Trabajo en una revista —Tom le sonrió para que dejara esa cara seria y Bill sonrió bajando la cabeza—. ¿Y tú, minino? —Bill dio un pequeño salto en su asiento, ¿cómo lo había llamado?
—¿Q-qué?
—Que si trabajas o estudias… no me has dicho. —Bill trataba de calmar sus nervios, ¿qué pasaba con su cuerpo? Él no era así de tímido, antes no era así, ¿qué pasaba?
—Estudiaré en la escuela. —Y otra vez el silencio reinó en la casa. Sus oídos se agudizaron y escuchó el celular de Tom sonar—. Tu teléfono. —Estaba dentro de su habitación, Tom no podía escucharlo así que miró extrañado a Bill mientras se levantaba a buscarlo.
—¿Estás seguro?
—Creo que sí —Y así salió de la sala adentrándose en su casa, efectivamente al abrir la puerta de su habitación su celular estaba sonando.
Bill, desde su sitio, podía escuchar la conversación, era otra vez esa mujer, la de ayer.
—Estoy con mi vecino hablando, no deseo salir hoy.
—Pero Tomi, todo el día estás casa, debe ser aburrido. —insistía la mujer.
—Estoy cansado, mañana nos veremos igual, pasó por ti en la mañana.
—Bueno… —sonaba molesta, como queriendo llamar la atención.
—Hablamos mañana, un beso Candy… —Colgó la llamada.
Regresó junto a Bill, pero esta vez no se sentó en el sofá, preguntó a Bill si deseaba conocer en qué trabaja. Eso lo emocionó mucho, así que lo invitó a su estudio. Era un cuarto pequeño un poco oscuro en donde revelaba fotos. Tom era un fotógrafo.
Bill cerró por un instante sus ojos, sabía que podían brillar como los de un gato en la oscuridad, temía tanto asustar a su nuevo amigo, eso sería horrible… Tom parecía ni percatarse que algo raro había en él.
—Acércate —le invitó a que vea las nuevas fotos que había sacado. Bill miró en una especie de máquina las fotos salir, tan nítidas, eran fotos de flores muy bellas—. Es para la revista, me pidieron tomar foto de flores y tomé algunos rosales.
—Son hermosas. —Sonreía emocionado. Bill estaba mirando las fotos y Tom tomó su brazo para jalarlo un poco hacia un mueble que había ahí, había libros de más fotos.
—Tengo más, te muestro.
El cuartito era pequeño y acogedor. Bill no dejaba de ver a Tom, cada movimiento que hacía, como sus manos se movían para abrir el libro y mostrarle cada foto.
Y Tom, él se sentía tan cómodo con Bill quien prestaba mucha atención a su arte, tan pequeño parecía, pero era interesante y muy educado.
Sus manos se juntaron en una foto, ambos la tomaron al mismo tiempo. Tom no deseó quitarla, Bill sabía que debía hacerlo pero no quiso. Tom lo miró y tomó su mano, el menor tembló un poco, estremeciéndose de nervios y se agitó.
Su corazón otra vez, latía tanto… pero siendo realista, mejor salir de ahí. Quitó su mano lentamente. Tom se disculpó y luego Bill se disculpó por hacer disculpar a Tom. Las cosas se pusieron raras y salieron del cuarto oscuro.
—¿Es hora que te vayas? —preguntó por verlo incómodo. Bill negó con la cabeza algo intimidado—. Puedes quedarte… —le sonrió y extendió su mano. El otro se puso serio—. ¿Quieres hacer galletas conmigo?
—Sí… —Tomó su mano y ambos fueron a la cocina.
Bill moría por saber más de él y que el tiempo no corriera tan rápido y le diera una oportunidad de ser como todos…
El minino tiene problemas existenciales como todo adolescente :3 ¿podrá alguien quererlo tal y como es? Veremos. Un beso grande <3
:3 me gusta minimo :3
ResponderEliminarla estaba leyendo en thf.es pero.. bueno, ya todos saben lo que ocurrio :(
cuidate, küsses!
Criis.
gracias *-* es un fic que ya está muy avanzado y me quedé casi en el desenlace final, espero poder acabarlo.
Eliminarbesos<3
Aun no he leido por falta de tiempo, pero en estos días lo haré *marcando a favoritos*. Saludos nena ♥
ResponderEliminar*-* gracias, pues subiré de a pocos en fic.
EliminarBesos <3
Al fin, ains harán galletitas!!!!!
ResponderEliminarYo pense que se iban a besar al haberse agarrado de las manos, se me hizo tan intimo ese momento *-----*
Que puedo decir pinki, me dejas sin palabras!!!! Puff, me emocioné de demasiado con el capi ;) Sin duda alguna ya formas parte de mi top de Autores <3 besos!!!
hallo <3 sí, galletitas y pues Tom aún no siente atracción, pero verás cómo evoluciona todo ;-)
Eliminartremendo honor formar parte de tu top de autores *-* muchas gracias
muah <3
me enccanta esta historia!! <3 ...una de mis favoritas :3 ...realmente te admiro Pink! ^^ ...eres increible...la forma en la ke escribes y redactas una historia :) ... soy tu fan!!!! x3 <3 ...esta hirtoria la leia THF.es ...pero bueno ya sabemoslo k paso :/ ... en Fin SALUDOS!!! >:DD...espero el proximo! ;D ..
ResponderEliminargracias por las lindas palabras, las valoro <3 espero poder terminarla aquí, el fic es largo y demoraré en subir los casi 32 capítulos que ya había publicado.
EliminarBesos <3