lunes, 17 de septiembre de 2012

Polizón - X

Hola a todos, un nuevo capítulo de este fic y ya es la mitad de la historia. Besitos y gracias por los comentarios.


Bill se estiró en la cama no sintiendo a Tom a su lado. Abrió los ojos con pesadez encontrando luz natural del patio en la habitación, era otro día y él seguía durmiendo, que vergüenza. 

Se sentó en la cama dándose cuenta de ese dolor particular en su parte trasera, cerró los ojos por un momento y sonrió recordando. Había pasado la noche con Tom, era lógico sentirse así. Aún desnudo y con rastros de esa sustancia blanquecina en su cuerpo decidió que era hora de levantarse y limpiar todo el desastre. 

Se vistió como pudo y salió sigiloso al baño, ahí se aseó y luego regresó al cuarto a cambiarse. 

Se puso la ropa que Tom le había dado, le quedaba muy bien, se ajustaba a su medida. Era una camisa manga larga azul marino y un pantalón gris, sonrió emocionado al verse ante un espejo roto que estaba en el almacén. Se amarró su largo cabello en una coleta y suspiró antes de salir. Esperaba encontrar a Tom por algún lado. 


Cruzó el patio de animales y entró a la cocina por la puerta trasera. Había un plato con una nota que le hizo dudar, ¿sería para él? Cómo saberlo pues no sabía leer, así que se angustió, tenía mucha hambre. 

Escuchó voces en la sala y se asomó algo cohibido, y es que no era su casa, temía encontrarse a alguien que le preguntara qué demonios hacía en la cocina. 

—¿Tan poco tiempo? —cuestionó Gustav. Estaba conversando con Tom en la sala comiendo panecillos. Al parecer Dunja no estaba. 

—Ese capitán se puso malo este año, nos hace trabajar sin parar, así que solo me quedaré días. —Bill hizo un puchero de imaginarse eso. Solo faltaba cuatro días y sentía que el tiempo pasaba volando. 

—¿Ese niño que trajiste trabajó contigo allá? Parece aún menor. —Hubo un silencio entre los dos, Tom no le miraba a los ojos, solo agachó la cabeza. El corazón de Bill latió acelerándose. 

—Es menor y, él vino como yo alguna vez. 

—¿Como polizón? —asintió y Bill abrió la boca bastante sorprendido inhalando aire en el proceso haciendo un sonido que hizo que Tom voltease hacia donde él estaba. 

—Bill —llamó con una pequeña sonrisa, el mencionado se ruborizó sin querer y sonrió caminando hacia él—. ¿Ya conoces a Gustav? 

—Sí, ya me conoce. —Sonrió Gustav. 

—Buenos días a los dos. 

—¿Has desayunado? —preguntó Tom y Bill negó con la cabeza—. Pues ve, tu desayuno espera en la cocina. 

—Gracias. Con permiso. 

Entró a la cocina otra vez y devoró lo que vio en el plato, se guardó la nota pues supuso que lo que decía era su nombre. 

Aún no quitaba de su mente el hecho de que Tom había sido un polizón, cruzando el océano sin pagar pasaje y camuflado en algún equipaje. Quizá por eso lo ayudó, aún así ese concepto le hacía más unido a él. 

Tom entró a la cocina y Bill se puso algo ansioso, quería besarlo, pero sabía que eso sería muy atrevido en casa ajena con Gustav merodeando. Se le acercó y le puso una mano en el hombro, Bill casi se atraganta con sus cereales. 

—Bill, debo irme. Asuntos pendientes otra vez. Dunja me dijo que vendría pronto y creo tiene algo para ti, confío en ti y en tu capacidad para aprender rápido un trabajo. 

—¿Regresarás en la noche? —preguntó sabiendo que sonaba atrevido de alguna manera. 

—¿Quieres que regrese en la noche? —En sus labios comenzó a formarse una sonrisa grande mientras Bill se sonrojaba y evitaba verlo a los ojos. 

—¿Qué crees? Claro que sí. —Le codeó suspirando por el bochorno. 

—¿Y eso? —le pellizcó una mejilla y Bill deseó quitarse la goma del cabello para ocultar su vergüenza—. Oh vamos, también lo deseo como tú. —Acercándose le dio un pequeño beso en los labios—. Pero qué crees, no regresaré en la noche, regresaré por la tarde. —Bill le sonrió, sintiéndose más en confianza. 

—Te espero… 

—No, no me esperes, espera lo que te diga Dunja, ella manda aquí. Hasta más luego Bill —le sonrió y Bill también le mostró una sonrisa—. Mucha suerte. 

—A ti también. 

*** 

Dunja regresó a casa con una cantidad de compras. Eran finas telas las cuales llevaba envueltas en bolsas de papel. 

—¡Ayúdame! —le gritó a Bill que estaba en la sala un poco sorprendido y fue corriendo hacia ella. 

—Sí, señora. 

Eran hermosas telas algunas estampadas, Bill podía reconocer la textura de muchas de ellas, había venido en una caja de telas cuando era polizón. Dunja había comprado alguna de esas telas importadas de Inglaterra. 

—¿Sabes coser? 

—Oh, no, no sé de eso. —Ella le miró y negó con la cabeza. 

—Pequeño, deberás. Sé que es algo de solo mujeres, pero para empezar no se me ocurre otro trabajo para ti en tu condición. —Se le acercó y tomó su brazo—. Mira. —Se lo apretó—, estás tan delgado, un trabajo como lo que hacen comúnmente los hombres aquí podría matarte, primero deberás engordar un poco, ponerte robusto, mientras tanto me ayudarás a crear vestidos para las mujeres en esta ciudad. Son muy exigentes, pero al final pueden pagar mucho y eso es lo que cuenta, ¿estás dispuesto? —Y es que no había otra opción, Bill asintió decidido a aprender a coser. 

Acomodó las telas en una habitación iluminada por ventanas que daban a la ruidosa calle. Dunja le contó que era viuda y por ser mujer le era difícil acceder a un trabajo estable por lo que tuvo que ponerse a coser vestidos y luego vendría la parte difícil de venderlos. 

Acomodó la máquina de coser y ella le enseñó como coser siguiendo la línea trazada. 

—¿Ves que no es difícil? Sólo es cuestión de técnica y listo. 

—Ya veo. Espero aprender y ayudarle mucho. Usted es una buena señora, gracias por permitir que me quede en su casa. 

—¿Cómo no hacerlo? Eres amigo de Tom y a él no lo veía hace un año, es un placer. —Bill se le quedó mirando por un momento. 

—Señora Dunja, ¿cómo conoció a Tom? —Ella lo miró y sonrió sentándose en un banco con un vestido para bordarlo usando algunas piedras brillantes. 

—Era invierno, hace ya creo siete años, él era un chiquillo como tú, aunque mucho más decrépito, lamento si te ofendo. 

—Oh, no lo hace, siga. 

—Pues lo encontré en las calles huyendo de una golpiza, quién sabe qué había hecho, pero su cabello rubio me recordó a mi Gustav, en ese tiempo de su edad. El pobre escapaba de algo y parecía no haber comido en meses. Por su acento descubrí que era de Inglaterra y lo albergue en casa. Al día siguiente amaneció con una fiebre intensa y hasta delirando cosas sin sentido. Me asusté, recuerdo que salí con él en brazos que ni pesaba a tocar la puerta de alguna casa de médico. Él tenía una herida que no me había mostrado, la tenía en el costado, una herida que olía mal y hasta gusanos tenía. Al parecer le habían acuchillado ¡Pero qué chiquillo era!, no me había dicho nada, lo noté mientras lo llevaba al médico. Tuve que empeñar algunas joyas que felizmente llegué a recuperar. El médico le zurció la herida sin anestesia prácticamente, mi economía en ese tiempo era miserable, pero quería que él viviera, no merecía morir en mis brazos sin haber intentado salvarlo. Y así lo hice. Luego de dos días comía desesperado atragantándose con las sopas de carne que le preparaba. Mi cuñado se lo llevó luego de días para hacerlo trabajar en algún negocio, después de un año regresó diciéndome que Tom se había ido en un barco, que había conseguido trabajo como marinero y que estaría bien. Me dio una carta que hasta ahora la conservo, me llamaba segunda mamá. 

Bill se quedó algo pasmado por el relato, su corazón latía acelerado por saber el pasado de Tom. 

—Vino como polizón… 

—Exactamente, qué atrevido, ¿no? De seguro casi lo mataron cuando salió de ese barco, aún no sé por qué escapó de Inglaterra. Pero bueno, cada joven tiene sus asuntos personales, de seguro tú también. 

Claro que los tenía. Ahora Bill se ponía a pensar si había visto o sentido esa cicatriz alguna vez. Le había visto desnudo más de una vez, sus manos habían recorrido gran parte de su cuerpo desnudo, no era posible que aquella cicatriz haya pasado desapercibida, no para él. 

También se puso a pensar en los peligros que él no pasó gracias a Tom. Quién sabe si le hubiesen descubierto le hubiesen hecho tal daño, quizás hasta matarlo. Entonces la idea de regresar como polizón cada vez se desvanecía. 

—¿Terminaste con ese vestido? Y recuerda que tiene que quedar bien, las mujeres somos muy perfeccionistas. 

—Sí, disculpe, me quedé pensando, en un momento termino. 

Qué difícil era concentrarse en coser vestidos si Dunja le había contado algo así referente al amor de su vida. Necesitaba ver a Tom con urgencia. 

Pasadas las horas, Dunja recogió algunos vestidos que Bill había cosido, descosiendo algunos para volver a coserlos porque estaban mal hechos y luego ponerles blondas y bordados. 

—Es usted muy rápida, no puedo creerlo que ya haya cosido así. 

—Es la experiencia, verás que aprenderás, aunque estoy segura que esto es temporal para ti, mereces algo mejor. 

—Esto, hasta el momento, es lo que podría pedir, gracias por la oportunidad. —Ella terminó de poner algunos vestidos en unas bolsas de papel y otras en cajas muy bonitas. 

—De nada. Vendrás conmigo, intentaremos vender algunos. ¿Sabes?, no tengo tienda pues pagar impuestos me dejaría sin ganancias. Lo que suelo hacer es hacer un pequeño viaje hacia una zona residencial por aquí, y venderlo a las señoras casa por casa. Para ello me ayudarás, eres un jovencito apuesto y de seguro les caerás bien, solo debes sonreír y decirles que el vestido las hará aún más hermosas, ¿captas? —Bill asintió sonriendo—. Perfecto, entonces vamos. 

Bill pensó que quizás irían en algún auto de esos hermosos, negros que tanto empezaron a haber en ese sitio, pero no. Una carreta a caballo les llevaba por calles y calles congestionadas de gente hasta llegar a una especie de villa en donde el carruaje se detuvo bajando ellos con las cajas en las manos. 

—Debemos caminar un poco. 

Era ya de tarde y Bill sintió el pecho estrujarse pues él quería ver a Tom, pero sabía que no podía quejarse, aún no habían ganado nada de dinero. 

Dunja tocó una puerta de una casa blanca muy bonita con un hermoso jardín. 

—Buenas tardes —sonrió ampliamente a una señora con el ceño fruncido—, traemos vestidos de moda, hechos con pedrería fina y de colores diversos, con telas traídas de Inglaterra y hasta de Persia, la mejor calidad. 

—No deseo nada —espetó cerrando la puerta. 

—No hay que desanimarse, Bill, diez casas nos dirán así, y la número once se probará algo, quizá la doce nos dirá para regresar otro día y la número trece nos compre algo. Así son los negocios. 

—Entonces, ¿no regresaremos hasta vender algo? 

—Exactamente. Si aquí no nos compran algo iremos al mercado y tendremos que gritar para llamar la atención, hay que ser listos. 

—Lo comprendo. 

En la segunda casa efectivamente, pasó lo mismo, y en la tercera, así hasta casi la novena casa en donde una señorita fue la que abrió la puerta dejándoles pasar a la sala y queriendo ver todos los vestidos posibles. 

Era rubia y de delgada figura, Bill se le quedó mirando, parecía un cisne hecha humana, qué bonita era ella y parecía amable. 

—Son tan bonitos, ¿de dónde los compra? 

—De Inglaterra y Persia, aquí mi amigo los trae, él es de allá, ¿verdad? —Dunja le codeó y Bill asintió. 

—Sí señorita, son de la mejor calidad, algo que aquí aún no hay. —Y claro que su acento extranjero llamó la atención de la rubia mujer. 

—Tan joven y comerciante, que bueno. —Le sonrió en una pequeña insinuación y Dunja le codeó disimuladamente incitándole a hablar. 

—Pues es de familia, mis padres son comerciantes de telas. Este vestido le hace muy bien, cae con el tono tan hermoso de su piel —le pasó una caja con un vestido largo color champán con bordados en pedrería. La rubia mujer abrió la caja quedándose fascinada por el fino acabado—. Quizá le parezca una fortuna el precio, pero en realidad no lo es, trabajamos vendiendo casa por casa y eso hace que sea accesible para todos. —La señorita sonrió y llamó a su madre. Una señora refinada bajaba las escaleras de la fina casa. 

—Mamá, estos vestidos son preciosos. 

Bill cruzaba los dedos para que comprasen muchos. La señorita escogió unos tres vestidos y se los probó en su habitación, su madre la veía no muy convencida, pero luego decidió probarse algunos ella también. 

Al final, luego de casi una hora de puros halagos, la señorita llegó a comprar cinco vestidos, despidiéndose de Bill con dos besos en cada mejilla. Le había parecido un caballero de familia aunque muy jovencito. 

—¡Qué bueno, niño eres bueno! —gritó Dunja al salir de esa casa—. No venderemos más, con este dinero podré comprar algunos materiales e intentar vender mañana o quizá dentro de días. Y es que por lo general vendo un vestido por cada intento. Me has traído suerte… como me la trajo Tom en su momento. —Agarró sus cachetes y se los estrujó, Bill sonrió emocionado. Ella le puso algunos billetes en el bolsillo de su camisa y eso para él significó mucho. Su primera paga en algo decente. 

Al regresar a casa, aún no se ponía el sol, aún eran las seis de la tarde y era verano. Había más luz. 

—Tómate el resto del día —le dijo ella—. Yo prepararé la cena y luego iré a descansar. 

—Muchas gracias señora Dunja, ha sido para mí una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida. 

—Ay, eres tan como Tom —rió ella y eso confundió a Bill. 

Entró en su habitación en el almacén para acomodar sus cosas, guardar su pequeño dinero y escuchó alguien entrando en casa, era Tom, podía reconocer sus pisadas. 

Tom entró en su habitación casi sin llamar a la puerta, la cerró y se apoyó en la pared a mirarlo. 

—¿Cómo te fue, polizón? —Éste estaba sentado en una silla acomodando algunas cosas de un mueble. Se levantó para acercarse. 

—Me fue muy bien —dijo con una sonrisa—. Dunja es una buena mujer, estoy ayudándola en la venta de vestidos, es… genial. —Tocó sus fuertes brazos y luego se arrodilló ante él sin dejar de verlo a los ojos. 

—¿Qué haces? ¿Bill? —Se sorprendió del atrevimiento de que esté de rodillas y con sus manos algo frías le abría la camisa. 

—Debo… —apenas dijo con una curiosidad. Desabrochaba los botones hasta descubrir su vientre. 

—Así que… quieres jugar así, eso nunca pensé de ti; eh, polizón, no pensé que quisieras… 

—Deseo verlo simplemente. 

—¿Nada más eso? —Reía pensando una perversidad. Los labios de Bill en su masculinidad y aquel pensamiento despertaba poco a poco su miembro viril—. Ayer me lo viste. 

Las manos de Bill acariciaban sus costados y Tom solo reía hasta que jadeó haciendo que Bill le mirase a los ojos. 

—¿Qué pasa, Tom? No puedo tocarte sin que… pienses en eso —Tom rió y movió su cadera hacia su mentón viendo como Bill se sonrojaba. 

—¿Quieres? —Tom alzó una ceja y se lamió los labios. Pero Bill no lograba entenderlo. 

Sus manos toparon una cicatriz y bajó la vista hacia el costado de Tom, había un corte ahí, podía sentir el relieve de su piel y se veía rosáceo. 

—Esto es… —Tom frunció el ceño percatándose de qué era lo que en realidad Bill quería. 

—Bah, solo eso —le apartó la mano—. Déjame. Se ve que hablas mucho de mí con Dunja. 

Bill se puso en pie y le tomó del brazo. 

—No me cuentas nada de ti, quiero saber… creí merecer saber. Fuiste un polizón como yo, no sabes lo significativo que es eso para mí y me entero por otra persona. 

—No preguntaste, es solo eso. 

Bill se quedó con la boca entreabierta, estaba sorprendido de la manera de reaccionar de Tom y luego se le acercó dudoso y lo abrazó, Tom no lo esquivó. 

—Quiero que confíes en mí. —Tom suspiró y asintió. 

—Lo intentaré, ¿vale? —No sonó tan convincente. Tom comenzó a moverse un poco. 

—Ops, Tom, no puedo creer que estés duro, ¿qué hice? —preguntó algo avergonzado al sentir la erección de Tom en su ingle, estaba excitado que hasta su respiración comenzó a ser irregular. 

—Casi pones tu linda boquita ahí. —Le rozó siendo evidente—. Creí que eso querías. 

—¡Qué! —Se separó algo asustado y le dio la espalda—. Cómo puedes pensar eso de mí. 

—Ya, no te sulfures… —Lo abrazó por la cintura y le mordió la oreja caliente de su vergüenza—. ¿Recuerdas en el barco? —Bill jadeó un poco tratando de tener control sobre su cuerpo—. Tú gemiste tan… no hay palabras cuando yo te besé ahí. —Bill cerró los ojos suspirando, el recuerdo le pegó como una corriente de excitación que hizo que su miembro casi saltara dentro de sus calzoncillos. Solo recordaba la humedad tan enloquecedora y como su miembro era envuelto en algo cálido. Obviamente Bill no había visto qué era lo que Tom le había hecho aquella vez—. Te lamí y tú… explotaste en mi boca. 

—¡No! —se quejó avergonzado—. No lo digas, yo… lo siento, no quise hacerlo así. —Otra vez la risa de Tom resonó cerca de su oído. 

—Pero qué inocente. ¿Te gustó eso? No lo niegues que sé que sí. No veo el problema. 

Bill suspiró algo más calmado. Sí, aquello le había gustado mucho, ahora entendía que era la boca de Tom lo que le acarició esa vez en el barco. Si a ambos le gustaba él podía tolerarlo. Pero también había un asunto pendiente en los dos. 

—Quiero que confíes en mí, yo soy tu… —Bill calló no sabiendo qué término utilizar— ¿Soy algo tuyo? 

—Sí… 

—¿Qué soy? —Tom suspiró sonoramente cerca de su oído y cerró los ojos. 

—Eres mi nuevo amanecer. 

Una corriente de emociones lo azotó y solo rió un poco cerrando los ojos. Quería atesorar esas palabras. 

Pero todo eso pronto bajó a algo más físico. Tom se movía detrás de él algo ansioso. 

—Tú quieres que… que… —calló bastante nervioso. 

—¿Qué? Habla —rió un poco. 

—Qué… no sé cómo decirlo. —Bill rió suspirando varias veces seguidas. 

—Solo dilo, dices que no tenemos mucha comunicación, anda dilo, quiero oírlo. 

—Tú sabes a lo que me refiero, Tom. —Tom rió aún más ansioso. 

—Sí, pero me hago al que no sé y no pararé hasta escucharte. 

—Oh, Tom. —Silencio por minutos que eran interrumpidos por risas nerviosas de ambos—. Quieres que… eso. 

—Hay muchas formas de eso, no te entiendo. —Bill le codeó y luego suspiró. 

—Que te acaricie con mis labios, que los ponga ahí. —Se tapó la cara al decir aquello. 

Tom cerró los ojos por un momento. Nunca antes alguien le había dicho eso con tanta inocencia. Él en realidad no quería tener sexo con Bill en ese momento. Quería sacarlo a pasear, tener un tiempo a solas. Al parecer Bill quería agradarle y veía eso como una gran entrega. Tom no se negaría, no podría decirle no. 

—Sí. —Le mordió una oreja susurrando—. Y luego quiero sacar a mi novio a la playa…

¿Qué pasará en ese paseo? Pronto lo sabrán. Saludos <3

6 comentarios:

  1. aaa! mori! me gusto tanto como le dice tom: y luego quiero sacar a mi novio a la playa *-* ... imagino que Bill se emociono mucho al escuchar eso! :D
    jajaja...Bill es tan lindamente inocente! :D
    mmm creo que ese paseo, me gusta :D

    cuidate! küsses!
    Criis.

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    1. Hallo <3 sí, ese nene es muy inocente y bueno, felizmente Tom no es tan malo que digamos y lo quiere así :3 lo sacará a la playa y pasearán, pronto subiré el capítulo que sigue.
      Besos <3

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  2. Ahhhh le llamó novio *-*
    Estoy deseando leer lo próximo :)
    Y que bueno que al polizón se le de bien con los vestidos, me gustó mucho la parte que Dunja le cuenta sobre Tom :B
    Sube pronto ok? <3
    Besos Pink :)

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    1. Hallo <3 Sí *.* verás que a Bill le irá bien con eso de los vestidos, como para empezar le irá bien. Y sí, ahora se sabe que ambos fueron polizones alguna vez...
      Besos y subiré pronto <3

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  3. Uaaaaaaaaaaaaaaaaaa *O* amo con lujuria & pasión a él Polizón tan inocente, pero con una imaginación *--*'.
    Y Tom, todo un caballero (; quiere sacar a su novio a la playa *ww* Que dulce Ü' él es su amanecer *¬*.

    ¡Ay, ya! Me gusta *--* AMO ESTA FIC' & lo sabes. <3

    Pink, saludos, espero te encuentres bien n_n. Cuidate C:

    Atte: July :B

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    1. Hallo July jajjaa sí, es un personaje muy tierno, como lo imagino es tan aww~ felizmente conoció a Tom.
      Veremos qué pasa en ese paseo :3
      Gracias!! espero te encuentres bien también, besitos <3

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