viernes, 21 de septiembre de 2012

Polizón - XI

Hola a todos, creo que al fin hemos llegado a la mitad de este fic que en su momento me gustó hacerlo. Aquí lo dejo y un abrazo a todos, buen fin de semana :D

La vergüenza era tanta. Bill casi ni podía articular palabra. 

Estando en una casa que no era suya y que a Tom poco le importara eso, le hizo atreverse a hacer lo que nunca pensó tan siquiera alguna vez en su corta vida. 

Tom estaba sentado en la cama con Bill arrodillado casi entre sus piernas besándole el vientre, con las manos temblorosas acariciando sus brazos. Tom sonreía de lado comenzando a temblar de excitación imaginándose los labios de Bill ahí. 

—Sí… —Rió bajito cuando Bill decidió descender un poco más abajo, pero dudando otra vez le besaba parte de vientre hasta subir más besando su pecho y acariciando su musculatura. Pensaba en si realmente sería capaz de tal acto. Otra vez sus labios dejaban besos un poco más abajo y Tom se dejó llevar hacia atrás para dejarle el camino libre, apoyándose en sus manos, cerró los ojos cuando Bill tenía su barbilla apoyada en lo abultado de su pantalón. 

—No podré… no puedo —jadeó avergonzado. 

Tom suspiró largamente, él jamás le obligaría a hacer algo que no podría. Lo alzó de sus brazos y lo recostó en la cama. 

—Ya, no es algo realmente importante, no te obligaré. 


—Quiero hacerlo, de verdad quiero. —Tom le besaba el cuello intensamente. 

—¿Quieres que vayamos a la playa? ¿Quieres? Quizá sea una buena idea ir ahora, que después no pararé y… sería quedarnos toda la noche aquí. —Bill se estremeció casi poniendo los ojos en blanco al sentir las callosas manos de Tom en su pecho y espalda. 

—Haz lo que quieras —jadeó entregándose. 

—Siempre querré esto… Pero esta vez, quiero que vengas conmigo. —Dejó de besarlo para verlo a los ojos—. Quiero que veas el atardecer. 

Bill se quedó viéndolo por un instante, embelesado de su único amor. Su corazón ya no latía solo por excitación, estaba emocionado y se sentó en la cama para abrazarlo. 

—¡Sí! Quiero ir. 

Acomodándose las vestimentas, y alisándose el cabello, decidieron salir caminando por las calles congestionadas de gente, comerciantes y negocios al paso. 

Tom lo tomaba del brazo, acariciándolo disimuladamente. Todo parecía como un cuento para Bill. La puesta de sol iluminaba el cielo naranja del puerto, había un gran bullicio de comerciantes y pescadores, así que Tom siguió caminando por el borde del puerto y luego pasó un brazo por el hombro de Bill, abrazándolo así, riendo un poco y caminando lento. Estaban adentrándose en una playa. 

Bill prefirió quitarse los zapatos algo gastados para sentir la arena directamente en los pies, cálida y hasta suave. Tom hizo lo mismo. 

—Tom, quiero saber más de ti —dijo mirándolo a los ojos, mas Tom le sonrió echando a correr en la playa. 

Para su conveniencia, carecía de personas a esa hora. Casi en la puesta del sol, muchas aves volaban por todas partes y los cangrejos comenzaban a salir de sus hoyos. 

Tenían ese lugar solo para ellos y a los lejos se veían las grandes embarcaciones en contraste al inmenso sol ocultándose en las aguas. 

Bill no se quedó atrás, corrió tras Tom hasta cogerlo de la cintura y abrazarlo fuertemente entre risas y manotazos. 

—Suéltame, Bill. —Reía Tom tratando de liberarse y el otro no lo dejaba, presionándose contra él también riendo. 

—No hasta que me cuentes sobre ti, merezco saberlo, de tus labios. Dímelo. —Tom se detuvo en sus movimientos y se dio la vuelta encontrando los ojos de Bill mirándolo con curiosidad. 

—Vine como polizón, ¿contento? —Evitó su mirada acuosa, Bill permanecía mirándolo fijamente un poco absorto por la información aunque ya lo sabía. 

—¿Sufriste mucho? ¿Por qué viniste? —Tom parecía no querer hablar de ello, pero Bill no lo soltaba y su tono de voz era suave y cálido, no quería rechazarlo y hacerle algún tipo de daño—. Quiero saberlo. —Tom suspiró inflando sus cachetes y rodando los ojos para luego mirar a los suyos expectantes. 

—Mamá se consiguió otro hombre, y tuvo muchos hijos con ése. Dejé de estudiar y un día un hombre me invitó a realizar un viaje con él y su familia, pensé que viajaría como un pasajero, pero no fue así —calló recordando el miedo que sintió aquellos años cuando era apenas un adolescente—. Solo me quería para que sea yo quien robe la comida o algo así. Estuvimos metidos unas dos semanas en no sé qué parte del barco, yo no entendía muy bien por qué tenía que estar oculto, tampoco entendía las intenciones de este señor. No veía nada malo en todo ello. Padecí hambre sí, pero las provisiones que habíamos llevado nos sirvieron de mucho. La tercera semana… —rió nervioso mirando por encima de la cabeza de Bill hacia el horizonte. 

—¿Qué pasó? —Tom había enmudecido, reía de manera extraña, suspirando, tratando de calmar sus emociones, y suspiró poniéndose serio y apretando los labios en una mueca de reprimir algo—. ¿Pasó algo malo? 

—No lo sé. Es que no sé ni cómo explicarlo, casi ni lo recuerdo, todo eso se me hace exactamente la misma sensación de recordar una pesadilla. 

—Oh, no. —Lo abrazó con fuerza poniendo su cabeza en su pecho y sobando su espalda. 

—No querrás saber… 

—Quiero, quiero saber sea lo que sea. —Tom frunció el ceño y evitó verlo. Trataba de recordar en lo confuso de su mente. 

—El señor ese me sacó del escondite, faltando tan poco y me canjeó creo que por agua y comida, al menos así lo entendí y luego de eso, los marineros me hicieron daño. 

Bill se puso frío, su mente volaba en muchas formas de hacer daño, mas no quiso preguntar, no quería hacerlo recordar temas así. Ahora entendía por qué Tom lo protegió estando en el barco, porque fue, hasta cierto modo, amable con él. 

—¿Por qué haría semejante cosa ese señor? Que indignación, que… —Se removió en los brazos de Tom— No puedo creerlo, que poco humano ese hombre y los otros. Lo lamento, lamento que hayas sufrido viajando y que luego… al llegar te hayan perseguido. 

—Tenían miedo de que dijese algo a las autoridades, querían matarme antes de llegar a tierra, pero el capitán me salvó, al parecer le recordaba a su hijo con lo pequeño que era. Uno de ellos sacó su navaja y me cortó mientras intentaba huir, el resto lo sabes. No sé cómo logré escapar, tenía miedo morir y eso me llevó a poder librarme. 

—Oh, Tomi. —Apretándolo en sus brazos no lo dejó ir. 

No sabía qué decir, habían tantas emociones en su ser que prefirió callar, y Tom hizo lo mismo, ya no quería pensar más en el pasado, siempre evitó recordar ese suceso. 

Ahora era un marinero. Logró vencer su temor de viajar en barco y se hizo marinero, un poco solitario del grupo, aislado buscaba siempre independencia y cumplir su trabajo, evitando confrontaciones, peleas, etc. Así logró un puesto entre todos, era respetado y considerado de confianza pues no era de meterse en problemas. 

Casi empinándose, Bill logró darle pequeños besos en su mejilla, barbilla y labios, cerrando sus ojos esperando que Tom le siga besando lo cual fue así. Quería darle seguridad y fuerzas. 

Tom le apretó de la cintura y lo alzó en sus brazos logrando que Bill se colgara de él sin dejar de besarlo. Girando con él. Quería que aquello no se rompiera nunca, que ese océano que había no fuera un impedimento para quererlo, que el tiempo no corriera y hubiera un final. 

Tom quería estar con él. Pero no podía. 

Casi sintió un estremecimiento al cual llamó debilidad y lo soltó con cuidado, acariciándole el cabello. 

—No podemos llegar muy tarde a casa de Dunja, no es correcto. 

—Entiendo, ¿ya regresamos? 

—No. Quiero que me acompañes a comprar algunos regalos para mis hermanos y luego regresamos a casa, ¿me ayudas? —Bill le sonrió de oreja a oreja suspirando de emoción. 

—¡Claro! Cómo no hacerlo. 

Caminando por la playa ya casi oscureciendo, regresaron al puerto y se pusieron los zapatos, debían otra vez disimular ante la gente. Ambos tenían en la conciencia que lo que hacían no era correcto a la vista de los otros, no era necesario tener que decirse que disimularan, Bill sabía que Tom no tomaría su mano, o le daría un pequeño beso mientras había gente. 

Así entraron a las tiendas congestionadas del puerto en donde vendían muchas cosas a veces extravagancias. 

—¿Cuántos hermanos tienes? 

—Siete. 

—Ya veo, ¿más o menos qué deseas comprarles? —Tom lo miró y torció la boca. 

—Dímelo tú, eres el más infantil de los dos. —Bill abrió la boca algo indignado y le codeó causando risa en Tom—. Ya, lo siento. De verdad para estas cosas soy un cero a la izquierda. 

—¿Un cero de qué? 

—Olvídalo. Me refiero que no sé de estas cosas. Aquí se supone que existen cosas nuevas que a ellos les gustará. —Miraban la tienda de artículos antiguos y algo estrambóticos. Encontrar juguetes sería difícil pues no le daban mucha importancia a eso, por lo general los fabricaban en las casas. 

—Qué tal unas muñecas. —Bill tomó un par de ellas que yacían en un estante, eran de porcelana y decía en un letrero “no tocar”. Tom se le acercó y se las quitó de las manos para regresarlas a su lugar disimuladamente. 

—Sí, puede ser. 

—¿Cuántas hermana y cuántos hermanos tienes? 

—Tres son mujeres y cuatro son varones. Todos menores que yo, así que por eso busco algunas cosas con las que puedan jugar. 

—Ya veo… 

Continuaron la búsqueda llegando a una tienda en donde vendían artículos de madera, algunos muebles y entre todo lo que vendían había una sección de juguetes, algunos finos carritos de manera tallada entre otras cosas como muñecas con vestidos vistosos. Ambos chicos se quedaron perplejos y es que nunca antes habían pensando que existiese tal lujo. 

—Creo que no podría jugar con algo así —habló Bill tocando el vestido de la muñeca de porcelana—. Temería romperla y claro, no soy niña como para tener cuidado, algo así merece estar en una repisa y ser admirada. 

—Creo que a Lisa y Martha les gustaría, justamente sé que ellas podrían cuidar de unas muñecas así. 

—Entiendo. Conoces muy bien a tus hermanas. —Tom le sonrió y Bill tomó dos muñecas del mostrador pasándoselas a Tom el cual las tomó con cuidado. 

Cogió así unos carritos barnizados y compró siete juguetes, los metieron en unas cajas envolviéndolos con unas cintas de tela. 

Bill se quedó viendo un barquito de madera que estaba en el mostrador de la tienda dentro de una caja de vidrio. Aquello no parecía un juguete puesto que lucía muy fino, tenía detalles que logró deslumbrarlo, tenía hasta velas de tela. Puso sus manos en el cristal y el señor de la tienda le llamó la atención pues dejaba sus huellas ahí, Bill un poco avergonzando puso sus manos detrás de su espalda y se mordió el labio. Tom miró aquello de reojo y se molestó un poco. 

—Bill, vamos. 

Ambos salieron de la tienda cuando en eso escucharon la risa de un hombre conocido. Andreas estaba algo ebrio caminando por la calle abrazando a una cortesana y reconoció a Tom. Casi trastabillando se le acercó riendo. 

—¡Amigo! —Le quiso abrazar pero Tom lo empujó y Bill se puso en estado de alerta, sabía quién era. 

—Andreas, vete. Mira cómo estás, das asco. 

—Eso no decías ayer… ¿no recuerdas? Y yo que recuerdo hasta de ebrio. —Bill escuchó eso y abrió la boca algo indignado no queriendo imaginar a qué se refería Andreas. El rubio logró verlo y achinando los ojos lo reconoció—. ¡Andas con el polizón! 

Tom decidió tomar del brazo a Bill y avanzar por las calles dejándolo hablar. 

—Espera, Tom. —Miraba a Andreas queriendo saber qué dice. 

—¡Te extraño, Tom! ¡Él no te dará todo lo que yo te doy! —gritaba en la calle vergonzosamente y Bill se soltó del agarre de Tom retrocediendo un poco. 

Caminó hacia Andreas con los puños apretados y escuchando a Tom llamarlo como una madre que llama a su hijo cuando hace algo malo, mas Bill no le hizo caso. Andreas ladeó la cabeza tratando de descifrar su mirada, esos ojos algo oscuros y ese ceño fruncido, y solo se percató de sus intenciones cuando Bill le metió un puñetazo en la nariz tumbando a Andreas al suelo con un sangrado. La mujer que estaba a su lado se inclinó y le sacó dinero de su bolsillo para luego irse lo más rápido que pudo. 

—¡Qué te pasa, niño! —le reclamó Andreas tratando de levantarse. La gente comenzó a mirar la escena algo consternada. 

—¡Aléjate de él! —gritó Bill queriendo patearlo ahí y Andreas le sonrió maléficamente. Tom terminó de acercarse a Bill y tomarlo del brazo otra vez. 

—Vamos —le mandó—, ya déjalo. 

—Tom, tu niño me las pagará —amenazó Andreas. 

—¡Cállate! —Bill parecía airado y Tom lo jaló siendo algo tosco. 

Casi en silencio y refunfuñando entre dientes siguió caminando con Bill airado también. 

—No me toques. —Se liberó de su agarre y se cruzó de brazos, Tom solo musitó un “aish” y siguió caminando. 

Casi nunca habían peleado, casi nunca habían discutido. Ahora parecía Bill bastante resentido y Tom estaba seguro que no soportaría una escena de celos. 

—Recuerda que Dunja se puede molestar —advirtió frente a la puerta de la casa, Bill se puso de costado evitando su mirada—. Joder, contigo —dijo sonando airado. 

Entraron a la casa en silencio y Bill fue de frente al cuarto que le habían asignado esperando que Tom lo siguiera, pero el de rastas no lo hizo, se quedó en la sala poniendo las compras en un mueble y Gustav salió a su encuentro. 

—Que tarde vienes, nos tenías preocupado. 

—Oh, perdónenme, salí con Bill. 

—Descuida. Creo que mi madre ha dejado la cena en la cocina para ustedes dos. 

—Gracias. 

—De nada. Buenas noches amigo, voy a descansar. 

Tom asintió con una sonrisa y luego suspiró caminando hacia el fondo de la casa y llegando a la puerta de Bill, por la ventana se veía la luz de la vela encendida. Tocó despacio y Bill no abrió la puerta. 

—Déjate de niñerías, Bill —habló serio frente a la puerta, pero Bill no dijo nada. 

Cenó solo y se recostó sobre el sofá tapándose con una manta, esa noche no dormiría junto a Bill. Aún quería entender qué era lo que le había molestado de esa manera. 

Bill dentro de su habitación se recostó en su cama con un dolor en el pecho que jamás había experimentado. No sabía si era celos o era una tristeza dominante de su ser, las palabras de Andreas retumbaban su cabeza. ¿Ayer se habían visto? ¿Acaso Tom hacía con Andreas lo mismo que con él? No entraba en su mente, no quería creerlo, pero Tom no había desmentido nada. 

Que rabia que sentía contra ese rubio sujeto que incluso era más alto que él y ahora sabía que Tom regresaría al barco y estarían cerca. Gruñó de rabia y se puso la almohada sobre la cabeza. Qué rabia, qué rabia era lo que sentía que hasta llegaba a dolerle el corazón y su mandíbula se tensó tanto apretando sus dientes. 

Tom tocó su puerta una vez más. Y él solo gritó un “vete” que sonó determinante. 

*** 

La mañana llegó y Bill salió del cuarto muy temprano, se aseó y se fue a la cocina encontrando un platillo con algo de comida que suponía era la cena que dejó ayer. Se la comió y luego divisó a Tom en el sofá de la sala, aún dormía. Se le acercó caminando a paso lento para no despertarlo y se arrodilló en el suelo frente a él. Lo observó y el estómago se le encogió. 

Malditos sentimientos, eran desbordantes en ese momento. Quería estar a su lado, estaba enamorado. Suspiró y casi gritó cuando una mano de Tom tomó su brazo velozmente y abrió los ojos. 

—Bill. 

—Suéltame. 

—No, no lo haré hasta que me expliques qué es lo que te pasa. —Se sentó en el sofá y atrajo a Bill hacia él para sentarlo a su lado. Bill lucía fastidiado y algo nervioso, evitó verlo—. Dime, qué pasó. 

—Eso es justamente lo que quiero saber —dijo cruzándose de brazos haciendo una mueca de disgusto—. Crees que no le escuché… —Tom suspiró y se pasó una mano por la cara. 

—¿Qué hay con eso? —Bill lo miró con indignación en sus ojos. 

—¿Yo no significo nada? ¿Eso intentas decirme? 

—Bill, no sé por qué sacas conclusiones así. No sabes todo lo que he tenido que hacer para sacarte de ahí sano y salvo, no me vengas con escenas de celos o cosas semejantes. —Tom calló por un momento al ver como los ojos de Bill se tornaban acuosos y rojos. 

—Significas mucho para mí. —dijo con la voz entrecortada, se puso en pie y salió de la sala adentrándose en la casa otra vez. 

Tom suspiró fastidiado. El día comenzaba mal, muy mal y ya quedaba solo tres días más juntos. 

Más tarde salió Dunja y llamó a Bill para que le ayudara con los vestidos y Tom desapareció de casa otra vez. Bill estaba dolido, no podía disimular sus emociones, parecía confundido y se sentía engañado. 

—Parece que estás diferente hoy, ¿no dormiste bien? —preguntó ella y Bill solo suspiró sentado en la máquina intentado coser bien—. Algo te pasa, tú siempre sonreías. 

—Creo que extrañaré a Tom —se atrevió a decirle. 

—Ya veo, se han hecho muy amigos, pero si él te trajo a estas tierras es para que seas alguien en la vida, velo así. 

—Lo sé, eso lo sé. 

Decidió callarse y no hablar más por temor a que ella supiera que había una relación entre ellos dos. 

*** 

Tom caminaba por las calles de Boston, estaba algo airado por lo ocurrido y es que Bill también significaba algo para él, quizá más de lo que debía significar. 

Fue a buscar a Andreas en el burdel y éste salió a la puerta con unas ojeras muy feas en su rostro. Tom sentía un remolino en su ser. 

—¡No sabes lo que has causado por tu boca de rata! 

—Como si no fuese verdad. No puedo creer que te desveles por ese polizón muerto de hambre, me sorprendes, no llegarás a nada con él. 

—No te permito hablar de él, Andreas, hay muchas cosas que no sabes ni entenderás. 

—Si has venido a recriminarme que él no ha querido tener sexo contigo por mi culpa puedes ahorrarte tus palabras. 

Tom apretó los puños e hizo lo que Bill fue capaz de hacer ayer, le metió un puñetazo esta vez en el ojo. 

—Él es cosa seria, algo que un puto como tú no entenderá nunca. 

Andreas se le quedó viendo intentando entenderlo, se sobó el ojo quejándose. 

—¿Crees que te casarás con él? —rió burlonamente—. Menuda idiotez. Estás perdido, Tom, no debiste enamorarte de un desconocido del barco, menos de un polizón mal oliente, ¿dónde está tu cabeza? ¿Qué paso con mi amigo el fuerte que todo lo superaba? Dominado por un niño… 

Aquellas palabras en vez de molestarlo aún más, le hicieron pensar. 

Era cierto en parte, ¿dónde estaba el Tom inicial? El fuerte Tom… Estaba siendo dominado por los sentimientos. 

Malditos sentimientos.

¿Dudará Tom de los sentimientos que siente por el Polizón? ¿Andreas influirá en eso? Veremos, aún le quedan tres días juntos. Besos<3

4 comentarios:

  1. :O yo creo que sii sii dudara!.. :O es mas.. creo que ansia que pasen los tres dias para no tener nada que ver con Bill y el hecho de enfrentar sus sentimientos!.. xD jaja ok noo.. no creo eso xD .. igual :) muahaha ya se que pasara.. xD
    bueno, en teoria lo sé.. porque ya no me acuerdo muy bien xD

    Cuidate! küsses!
    Criis <3

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    1. Hallo <3 veremos si dudará o no >:3 jajaa esos tres días pasarán muy rápido u_u
      muah, <3 pronto actualizaré.

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  2. Andreas lengua de serpiente!!

    Tom estas en un dilema digno de arrancarse las greñas, ok no,
    pero no me gustaría estar en tu lugar

    Bill, es un de los personajes mas tiernos y dulces que he leído
    hay mucho Bill tiernos por ahí pero este no es uno común

    Es, como dicen en mi pueblo, un inocente pispireto.
    Con ellos nada es lujurioso, es amor y entrega apasionada. Llegan a ser expertos en la cama pero jamas vulgares.

    Capitulo pronto nenita rosa ;)

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    1. Sí t_t re mal tipo... pobre Tom, veremos qué hace.
      Bueno, este Bill no tiene malicia y aunque es muy vivo para unas cosas, para el amor, Tom es el primero y único en su vida, por eso actúa así. Y omg, lo que dices es tan cierto en este Bill ;-) es pispireto xd
      Besos y gracias por leer.

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