Demente - III

Hola a todos *-*~ fin de semana, fin de semana ♫ ♪~ waa, lamento traerles un capítulo perturbador justo un fin de semana, pero bueno, para los que están leyendo este fic ya sabrán de qué va así que... esta es la parte más candente, lo que sigue después de esto, es el final. Un beso grande a todos.

Desequilibrio

Bill está llorando en el hospital, comienzo a impacientarme, si tan solo lloraría por mí.

Habla con los médicos, parece un loro, uno muy lindo, aunque está desesperado, eso es evidente en su mirada. Se me acerca buscando consuelo. Se lo doy, le abrazo y beso la punta de su nariz.

—Oh, Dios, Tom, no sé qué hacer… Sus padres acaban de saberlo, están viniendo de lejos… —Le aprieto en mis brazos y él me mira a los ojos, buscando algo de mí, suspiro.

—Tranquilo mi amor, ya verás que vienen sus padres y ellos se encargarán. —Se pega más a mí, suspira creyéndome. Le beso la mejilla y él sonríe ante ello, así que lo vuelvo a hacer.

Me quedo esperándolo horas hasta que sus ojos se tornan rojos, es hora de irnos. Comienza a fastidiarme la cantidad de compañeros que han llegado al hospital, todos quieren saber de ese idiota. Así que tomo a Bill de la mano antes que se ponga a conversar otra vez, detesto que me deje de lado.

—Vamos —le digo. Me mira consternado y me suelta. Se dirige a sus amigos y comienza a despedirse de cada uno. Gustav le abraza fuerte, avanzo hacia él y le jalo de la mano no sin antes mirar retadoramente a ese enano quien suelta a mi Bill mirándome extrañado.

—Tom, no tienes que ser tan posesivo —me dice mi ángel mirándome con esos bellos ojos, trato de calmarme, pero igual le jalo para la salida.

—Eres mío Bill, de nadie más… No quiero que Gustav te abrace así, ni que fueras su novio, ¡eres el mío! —sin darme cuenta termino sermoneándole. Él se lo buscó.

—Tom… —su tierna voz logra apaciguar mi ira. Suspiro y él se relaja también.

***

—Oh… —Mira mi departamento asombrado—. ¿Todo esto lo hiciste tú? —pregunta por las pinturas que ve por todos lados y los enormes lienzos que cubren las paredes, yo asiento y le veo sonreír—. Es increíble, Tom, eres… ¡un artista! —Me mira con sus ojos brillantes y me le acerco tomándole de la cintura.

Le he traído a mi departamento por primera vez.

—Pues… ni tanto. ¿Quieres ver mi mejor colección? —pregunto rozando sus labios. Me besa apenas.

—Sí. —Le suelto y le jalo de la mano.

Hay una sábana blanca que cubre mis más preciadas obras, están al lado de mi cama la cual es solo un grueso colchón sobre el piso gris. Descubro la sábana y se lo muestro. Bill se detiene a mi lado y lleva sus manos a la boca, luego me mira con los ojos totalmente abiertos.

—¡Tom! —chilla con aguda voz y yo solo le miro—. ¡Soy yo! —grita no sabiendo cómo reaccionar. Se arrodilla para ver mejor aquellos cuadros de diferentes tamaños. Si supiera que por pintar algunos ni he dormido algunas noches—. No sé qué decir, esto es extraño… —me dice mirándome serio. Comienzo a agitarme, esperaba una mejor reacción.

—No veo lo extraño, te amo Bill, lo sabes, estás en mi mente en cada momento —me escucha serio y de rato en rato mira a los cuadros, cerca de diez de ellos están ahí y eso que no ha visto mi libreta llena de anotaciones de él y dibujos también… Me acerco y él retrocede—. ¿Qué pasa? —pestañea seguido y luego se muerde el labio.

—Es que me sigue pareciendo extraño. Tom, estamos apenas semanas… No tenemos ni un mes.

—¿Y? No le veo el problema. Te quiero desde que te conocí, eres mi inspiración. —Me mira extrañado, esa mirada empieza a fastidiarme.

Así que le tomo de la cintura y lo beso. Noto su resistencia, pero lo aprisiono en mis brazos, lo beso intensamente hasta sentirle temblar otra vez… Amo cuando tiembla, me excita mucho. Junto mi lengua con la suya, empieza a gemir en mi boca. Mis manos se pasean por toda su espalda, las desciendo hasta apretar su muy bien formado trasero, que agradable es hacerlo, tan durito, tan firme. Sus manos se aprietan en mis brazos, sé que está agitándose mucho, clama por aire pero mi boca en la suya se lo impide.

Avanzo con él hacia mi cama y él parece darse cuenta de ello. Empieza a forcejear conmigo y lo que él no sabe es que eso me encanta.

—¡Ahh! —gime alto, pero vuelvo a atrapar su boca. Me froto en su cuerpo, parezco un perro haciendo eso, pero ya estoy más que excitado—. Espera… ahh… —Le oigo al fin cuando beso su cuello, y hasta lo lamo, es inevitable, parezco animal, pero él me pone así, deseo su cuerpo, entrar en él, hacerlo mío, ya es el tiempo y tengo todo listo—. Ahh… Tom, es muy pronto —dice jadeando, ¡tonterías! Estoy tan empalmado, además planifiqué esta tarde, ya le mostré los cuadros, ahora quiero de él todo.

—Lo deseas como yo. —Mi mano desciende por su vientre y le toco descaradamente su abultada entrepierna, él gime y oculta su mirada de la mía en mi hombro. Me arrodillo en la cama y lo jalo, cae sobre mí y me mira algo asustado.

—No creo estar preparado —me dice apoyando sus manos en mis hombros, aún le sostengo de la cintura, y lo jalo hacia mí, pone ambas piernas a mis lados, está arrodillado y se sienta en mis muslos—. Solo besos, ¿sí? —Que tal petición, dudo poder concedérsela.

—Depende si puedo —dijo con deseo y él me sonríe.

—Ay, Tom… —Le aprieto las nalgas indicándole lo que quiero, le quiero a él entero, no solo besos. Él suspira y llevo una mano a sus pantalones, comienzo a desabrocharlo y él empieza a agitarse—. No… —me dice.

Pero ya no puedo más, comienzo a desesperarme y le quito la correa que tiene, parece agitado. Lo tomo de la cintura y lo recuesto en la cama, empieza a jadear, su rostro cambia.

—Espera, no…

—¡Sí! —grito y él se desespera, mueve las piernas y los brazos. Pero por más que intento controlarme, esto puede conmigo—. ¡Te deseo, Bill! Quiero hacerte mío, confía en mí —lo beso, pero no lo noto animado, está frío, sus manos están frías.

—Es tan pronto… —suelta otra vez con la voz extraña.

—No lo es, estamos destinados el uno para el otro, es normal en las parejas tener sexo, esto es común y como es tu primera vez tengo todo listo, Bill, todo. —Estiro una mano hacia mi mesita de noche en donde había puesto mi celular y le doy play a una lista de reproducción especial para este momento. Me irgo sobre Bill y saco de debajo de la almohada un lubricante y preservativos, varios de ellos y los pongo a un lado, él me mira atónito y yo le beso la punta de su nariz.

—No sé qué decirte. —Comienza a temblar.

—Solo dime que sí… —acaricio sus mejillas y él solo asiente tímidamente.

—Pero déjame alistarme, préstame tu baño… —Le dejo ir y veo cómo le tiembla todo el cuerpo, sé que está nervioso, será su primera vez.

Acomodo la cama en su ausencia, prendo unas velas aromáticas que compré para este momento. Bill tarda un poco así que me quito toda la ropa, quedándome solo en bóxers. Algo impaciente, le toco la puerta del baño que está casi al lado de mi cama. Y él sale.

Aún está vestido… qué extraño, le sonrío y lo tomo de la mano, él me mira asustado.

—Tengo miedo —me dice y no le entiendo, ¿miedo a qué? Si trato de que este cómodo.

—No tienes por qué temer, estás conmigo. —Le tomo de la cintura y casi cargándole le recuesto en la cama.

—Tom… —se queja, pero ya esperé mucho y le di tiempo incluso.

Se encoge en la cama mientras lo desnudo rápido, estoy ansioso por verlo a detalle todo. Quiero poseerlo, tenerlo en mis brazos, gimiendo por más.

Veo su vientre, agitado, su pecho subiendo y bajando por aire. Me contengo, me doy cuenta de que voy rápido, él parece no disfrutarlo, me mira asustado y sus manos están apretando fuertemente mis hombros.

—Espera… —dice otra vez, esa palabra la está repitiendo muchas veces—. Tom, espera… —suspiro y doy un puñetazo fuerte a su lado, él se sobresalta y yo me detengo respirando como un toro airado. Me recuesto a un lado dejándolo salir por un momento.

—No te haré daño —dijo ofendido, él se arrodilla y me mira asustado—. ¡No veo por qué tienes que mirarme así! —Tomo su brazo y lo aprieto un poco.

—Solo me da temor… —trata de relajarse, de dejarse llevar. Lo puedo percibir pues no ha huido, ni ha gritado por ayuda; solo está arrodillado con los pantalones desabrochados, sonrojado, mirándome, esperando a que tome la iniciativa y pienso hacerlo. Tomo el lubricante y se lo muestro.

—No voy a dañarte —extiendo mi mano y él duda en tomarla—. Ven… —pestañea seguido y toma mi mano, lo jalo y él ríe un poco, está nervioso, debo comprenderlo.

—Solo no me mires tanto… ya sabes —susurra recostándose y yo que quiero mirarle todo, qué difícil respetar su decisión. Río y le beso con rudeza, él solo gime y me aprieta los brazos otra vez.

Esta noche será especial. Estoy sudando mucho y él se remueve sensualmente, termino quitándole el pantalón y veo sus bóxers blancos abultados, le sonrío y él trata de lucir relajado.

—Quiero hacerte el amor —dijo entre dientes, controlando aquella sensación de querer poseerlo con fuerza. Él me sonríe y me deja colocarme entre sus piernas las cuales acaricio con posesión, son mías, las dos, tan firmes junto con todo lo demás.

Da un sobresalto y se agita cuando termino de despojarle de su última prenda, me muerdo el labio al verle así, vulnerable, entregándose solo a mí. Él prefiere no mirarme, quiere cerrar las piernas, pero se lo impido. Con un movimiento rápido estoy con mi rostro entre sus piernas y cojo aquel grueso miembro para meterlo en mi boca. Cierro los ojos extasiado, él tiembla y pone sus manos en mi cabeza queriendo impedir aquello que deseo, no se lo concedo ya que puedo sentir que le gusta mucho, se pone muy duro en mi boca además de escucharle gemir.

—¡Tom! —me gime, o quizá reclama, no lo sé. Estoy cegado por él y tomo la botellita de lubricante, vaciando perezosamente un poco sobre la palma de mi temblorosa mano.

Me desconozco, él me desequilibra, me tiene al borde de algo. Su blanca piel me hipnotiza y su mirada me pone cachondo. Estoy a punto de arrebatarle la inocencia, todo será mío, así que tomo sus piernas y las alzo un poco para exponerlo a mí. Grita algo nervioso ante cada movimiento que mis fuertes manos hacen en su cuerpo. Repite mi nombre algunas veces y yo llevo mi mano hacia ese agujerito cerrado que tiene ahí abajo. Ni me deja mirarle, solo lo busco y al encontrarlo hundo dos de mis dedos los cuales se hunden fácilmente por el lubricante.

—Tom, será mejor que te apures —pide con voz aguda y ladeando la cabeza. Él no quiere mirarme, está avergonzado y se contrae con cada movimiento mío.

Esto es hermoso, es… no sé. Es como haber alcanzado algo y a la vez no, yo deseo más, deseo todo de él. Comienza a gemir y a morderse el labio, cerrando los ojos y abriéndolos cuando le meto mis dedos más al fondo, cada vez más rápido—. Me duele… —se queja y le beso.

Su cuerpo tiembla como una hoja de papel. Siento su piel húmeda y su olor me embriaga por completo. Saco mis dedos para penetrarle. Él parece desearlo pues no pone resistencia cuando le jalo por los brazos para que se siente en mis muslos y luego de ponerme un preservativo le abro las nalgas y comienzo a entrar en su estrechez. Él me mira a los ojos con la boca abierta y soltando un quejido que por alguna razón me encanta. Mis manos se clavan a su trasero profanado y él se muerde el labio inferior tratando de no gritar.

—La tienes muy grande —jadea cerca de mi oído y yo sonrío ampliamente. Era lo que quería escuchar, le azoto el trasero y él salta sobre mí asustado, mirándome agitado—. No hagas eso —pide, pero veo en sus ojos que le gustó así que lo vuelvo a hacer viendo su carita contraerse del dolor—. ¡Tom! —gime y yo le sonrío. Saca su lengüita y me lame la mejilla, se pega más a mí, me abraza… Suspiro sintiéndome en éxtasis…

—No duele, ¿verdad? —pregunto ya que quiero darle duro.

—Sí… duele aún, pero… me gusta —me confiesa y lo miro a los ojos, una sonrisa maliciosa se forma en mis labios y él deja caer su cabeza sobre mi hombro otra vez.

Le recuesto en la cama sin romper la penetración. Él se deja hacer, está mirándome esperando algo, así que le embisto y él solo trata de no gritar. Su rostro se contrae y sus piernas quieren cerrarse, se ha encogido en la cama, así que se las tomo y beso parte de su pantorrilla, él apenas sonríe.

No me es difícil entrar duro en él, así que lo hago. Me aprieta deliciosamente. Gruño acelerando más y él gime.

—¡Ahh! —cierra los ojos fuertemente y mantiene la boca abierta… Es en estos momentos que comienzo a detestar sus uñas las cuales me provocan dolor en los hombros, un poco más y me las mete en la carne. Así que salgo inesperadamente y tomándole de la cintura lo giro en la cama—. ¡Tomi! —se queja y pega todo su cuerpo a la cama, pero le alzo el trasero y le vuelvo a penetrar.

Si tuviera que describir esa sensación sería… enloquecedoramente placentera. Enceguece, aturde, deja la mente en blanco, paraliza, hace que pierda el sentido, hace que crea que él es todo en este mundo… No sé si sea porque estamos teniendo sexo, por haber descubierto este lado de Bill, o porque quizá esté enfermo. No lo sé, y no me importa, quiero que estos segundos se hagan eternos.

Su culo es precioso, tan formado. No creí que el trasero de un hombre lograra enloquecerme, la vista que él me da es… deliciosa. Estoy seguro que sus rodillas se están cansando por esa posición, apoyado en sus codos, le veo moverse una y otra vez al compás de mis rudas embestidas. Le he abierto todo. ¡Es mío! Gime fuertemente, sus manos desordenan mis sábanas y le azoto una nalga.

—¡Tom! —chilla mi nombre y me mira ido… Se ve precioso así, demasiado… y luego se muerde el labio menando la cabeza—. Hazlo… otra vez —pide tímido.

Es extraño… ¡Pero me encanta! Le azoto otra vez y él gime tan fuerte que le siento contraerse y arquearse para luego correrse. Cae en la cama respirando agitadamente.

Se la meto hasta el fondo y casi gruñendo me vengo en él. Caigo a su lado y él me mira satisfecho, casi gatea a mi lado, me le quedo mirando con devoción, acaricio su rostro viéndole sonreír.

—Eso me gustó —me dice… Y descubro lo que es la felicidad.

***

Esto se ha vuelto como una ruleta rusa.

Acelero a cada momento, siempre terminamos sobre mi cama, él se deja y me ha confesado que le gustan algunas cosas que a mí me enloquecen. No sabía muchos lados de él y estoy feliz de ser yo quien los sepa. Sus íntimos secretos, su intimidad es solo mía junto con todo él.

Pero no todo parece salir como deseo.

Georg ha salido del hospital. Es una pena que no se haya muerto, es una carga más, una piedra en el zapato. Bill le visita mucho puesto que está en cama ya en su casa. Él tiene a tantos a su alrededor, ¡por qué me quita a Bill! Es algo que comienza a fastidiarme en sobremanera.

Bill sale de su salón de clases, esta vez junto a ese enano de Gustav, él ya sabe que estoy rondándolo, me busca con la mirada y me encuentra. Alza una mano en señal de espera, pero yo no espero, me le acerco y tomo su brazo.

—Tom, un momento —me pide—, debo hablar con Gustav, estamos coordinando una campaña, un pequeño evento en la facultad para ayudar a nuestro amigo Georg, necesitará una operación costosa pues puede quedar sin caminar… —oh, qué pena, por eso quería que pasara a mejor vida. En fin.

—Bueno… —hablo sin mirarle y me quedo a su lado, él solo continúa hablando con Gustav y ese enano me mira a cada momento, comienzo a fastidiarme—. Bill, vamos —le exijo tomando su brazo y me encara.

—Tom, en serio, debo coordinar algunas cosas, es importante, suelta mi brazo —desafía y le aprieto un poco, él mi mira airado, detesto esa mirada, la odio.

—¡Fui paciente, ahora vamos! —Le jalo tratando de no ser violento, aunque sé que a estas alturas me lo estoy llevando jalándolo del brazo por todo el pasillo. Bill intenta zafarse, pero yo ya estoy airado, solo quiero sacarlo de ahí conmigo, nada más eso quiero.

—¡Que me sueltes! —reclama ya afuera de la facultad, su mirada está roja de rabia, me he pasado, pero ya no hay marcha atrás.

—¡Sube al auto! —Le mando al mío específicamente.

—¡Tom, te has dado cuenta lo que acabas de hacer! ¡Me estás forzando! —Me mira asustado, como queriendo hacerme ver la gravedad del asunto. La verdad es que no lo considero grave, solo tomo lo que es mío, él debe entender ello. Lo tomo del brazo otra vez y le meto al auto, ya estoy fastidiado y no quiero discutir aunque sé que él quiere eso, llegar a un acuerdo; yo no, no llegaremos a un acuerdo, estoy seguro, así que prefiero decidir por él y así lo hago.

Tantos gritos y lamentos, comienzan a aturdirme, está chillando en el auto, incluso golpea mi hombro, quiere que le haga caso, parece un niño berrinchudo, en cierta forma me parece enternecedor.

Llego a mi departamento, él acaba de sermonearme en todo el camino, no ha dejado de hablar como una cotorra queriendo negociar alguna cosa que no pienso permitirle, él me ha hecho pasar un mal rato allá en la facultad, debe entenderlo.

—No voy a subir contigo, Tom. No después de esto. —Se cruza de brazos y se queda sentado en el asiento del copiloto, le sonrío y él trata de descifrar esa sonrisa, no sé por qué hace eso, cada que me mira, busca mis reacciones con la vista.

—Subirás —dijo y él me voltea la cara. Suspiro tratando de no ser rudo, pero al salir del auto y acercarme a la otra puerta para sacarlo de ahí, le veo retroceder en el asiento algo asustado, abro la puerta y meto mis manos para coger a mi presita, lo quiero todo para mí.

Sus pataletas son ridículas, me hace reír un poco pero él solo grita nada más.

—¡Estás demente, bájame! —Le alzo en mis brazos, me golpea la espalda, está boca abajo yo le aprieto la cintura.

No sé qué me está pasando últimamente… No lo sé, intento ser consciente de mis actos y pensar si están bien o no… Y no hallo respuesta. Me siento cómodo teniendo el control total de su vida.

Pocas veces le he forzado para tener sexo, pero esta vez fue una de las más severas… lo puedo ver en su cuerpo, en como mis manos le dejaron marcas moradas en sus caderas y piernas… Y sí, me arrepiento, aunque sé que a él le ha gustado, no ha dejado de gemir y reclamarme al mismo tiempo. Es extraño, pero eso aumenta mis ganas de poseerlo cada vez más.

Se retuerce en la cama y me mira luego de haberse corrido en su vientre, trata de cubrirse el cuerpo.

—Esto no lo quise…. —me dice encogiéndose.

—Te gustó —le afirmo señalando su propio semen el cual limpia desesperado con parte de la sábana, me mira luego algo frustrado. Él no puede negarlo.

—Esto no está bien… no lo está, esto es bizarro, Tom… —ahí va otra vez con sus reclamos.

Me recuesto a su lado y le jalo de un brazo, lo pongo sobre mi pecho y lo abrazo, quiero que se calle y duerma junto a mí… Para luego volverlo a hacer, oh sí, eso es lo que quiero.

Estar con él siempre…

***

No sé cómo pude dormir tanto… Creo que cuando uno usa la fuerza tiende a debilitarse mucho. Me siento en la cama y no le hallo.

—Bill —llamo con pastosa voz, carraspeo—. ¡Bill! —no le escucho… Qué extraño, ¿dónde puede estar?

Miro a mi lado, hay una hoja de papel doblada, ¿será una carta?, veo que sí, tiene su letra, me sobo los ojos y la leo.

“Tomi… me fui sin despertarte, creo que llegamos lejos hoy, lo siento pero tuve miedo, quiero que tomemos distancia por un tiempo, es solo por un tiempo. No te lo quise decir en persona porque sabía que te negarías y no habría una solución, pero por medio de esta carta te digo que nos demos un tiempo. Aún te quiero y espero que entiendas mi decisión, no siempre todo tiene que salir como tú quieres… Un beso.”

Arrugué la carta y luego la rompí, algo en mí me hizo temblar sin control… ¡Bill me había dejado!

Esta noche supe lo que era sentirse peor que la mierda…

Pero este día supe que, más que nunca, sería capaz de mucho por recuperarlo y lo haría como dé lugar, ¡porque él es mío!

 x_x Tom sigue pensando cosas que no son y bueno, al menos ya Bill tomó la decisión de irse... Pronto, el desenlace final. Los quiero *-*