Póster - 43

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La señorita del servicio se asustó por los gritos del joven de pelo negro y casi corrió hacia la playa con su carrito de cocina llevándolo por un camino de madera hacia el bote del hotel, sus compañeros la esperaban, pero detrás de ella iba el chico de rastas.

—Puedo ir, ¿cierto? —Los otros dos jóvenes del servicio asintieron pues era un cliente. Por lo general había otros botes para los turistas que deseaban pasear, pero éste quiso subirse en uno de servicio, ellos no pudieron negárselo.

—¡TOM! —Se oyó un grito estrepitoso en la puerta del búngalo, era Bill quien no podía creer que había sido abandonado por su acompañante el cual se iba en el peor de los botes.

Tom no podía evitar reírse, su cara había sido un poema, pobre Bill, de seguro explotaría, haber sido cambiado por una sirvienta le había pegado duro en su orgullo.

Se acercó a la chica, ella estaba muy nerviosa acomodando sus cosas en el bote.

—¿A dónde vamos? —preguntó Tom.

—Al hotel, regresamos ahí, queda en la capital Malé.

—Justo quería ir allá, quiero conocer estas islas. —Ella le sonrió—. ¿Cómo te llamas?

—Katherine, ¿usted?

—Tom…

Así empezaba una amistad algo extraña. Tom en realidad no había planeado tal acto ni su intención era dar celos a Bill, solo quería salir a conocer el lugar y estaba seguro que si se lo decía a Bill éste se negaría pues el pelinegro no quería ser visto, sabía que esa isla era rondada por paparazis.

Allá en el búngalo, Bill estaba hecho pedazos. Increíblemente estaba llorando en la habitación luego de haberla destrozado rompiendo los espejos, los garrones con flores y todo lo que pudo a su paso, sabía que sería una cuenta enorme de dinero, pero eso poco le importaba.

Se sentía solo en el mundo, y era literal.

Recostado en la cama solo podía hacer puños con sus manos las sábanas blancas. Sentía que odiaba a Tom, ahora ya no quería verlo, su plan se había arruinado.

El hermoso atardecer entraba por la ventana del cuarto, pero Bill se tapó la cara con la almohada terminando de llorar. Se relajó y el sueño lo inundó sin él poder percatarse de eso, se durmió y desapareció como era costumbre para luego ser arrojado a la cama por el póster.

—¡Oh, no! —Se despertó angustiado y miró todo a su alrededor, al parecer había pasado un huracán por ahí—. ¿Dónde estoy? ¿Tomi? —llamó levantándose de la cama para buscarlo, pero no lo halló en todo el búngalo.

La noche era muy preciosa, se podía divisar el alumbrar de otros búngalos sobre el agua y otras islas cercanas, pero él desconocía que podía llamar al hotel principal y hacer algún pedido como un bote para salir de esa isla.

Se angustió mucho al no encontrar a Tom en ninguna parte, le había abandonado y él sin memoria y sin Tom se sentía totalmente desprotegido y solo.

Tom por su lado, estaba en la pequeña ciudad bailando con Katherine en una discoteca común, una propia de los lugareños de Maldivas, poco turística.

Katherine trabajaba en esas islas para pagar sus estudios en India, a Tom le gustó pasar un tiempo con ella pues le recordaba a él cuando trabajaba en Hamburgo, lo pesado de la vida era justamente eso y ahora se relajaban pasando un tiempo juntos.

Ella se había dado cuenta que él no era de esos empresarios o hijos de famosos o famosos mismos que solía acoger el hotel en donde trabajaba, uno de los más caros del mundo por su servicio totalmente privado en islas particulares ideal para pasar un tiempo a solas del mundo. Ella no podía creer lo ordinario que era Tom, podía sentirse cómoda con su presencia además de lo guapo que lucía, pero sospechaba de su sexualidad.

—¿Puedo preguntarle algo sin que se ofenda?

—Claro, todo lo que quieras menos por qué estoy en estas islas.

—De acuerdo, ¿el otro hombre en su búngalo es su pareja? —Tom casi se atragantó con la cerveza que bebía.

—¡No!

—Lo siento — se disculpó casi con súplica.

—Bueno, descuida, él no es nada mío, pero creo que debo irme. —Miró su reloj—. ¡Santo cielo! Debo irme ahora, ¿cómo me voy?

—Puedo llamar un bote por ti que te llevará de regreso a tu isla.

—¡Gracias! Eres una buena amiga. —Le dio un beso en la mejilla—. ¿Te veré seguido? —Ella sonrió emocionada.

—Sólo llama al servicio del hotel y podré ir.

—Lo haré.

Ella lo acompañó a un pequeño puerto del hotel y ahí un bote lo esperó para transportarlo a su isla. Se despidió del hombre que le condujo hasta ahí y se preocupó al ver todo el búngalo a oscuras.

—¿Bill? —llamó al entrar.

:O!! Bill tierno apareció y se encuentra perdido en este mundo... y llegó Tom.