Hasta el final de los tiempos - 2

 Hola a todos~ no les hago esperar más por un nuevo capítulo de este nuevo fic, espero les guste~ y acepto sugerencias. No olviden revisar sus comentarios, los respondo todos. Besos *-*

A la mañana siguiente los chicos bajaban las escaleras empujándose y bromeando. Irían a la preparatoria no sin antes desayunar.

Estaban en su último año y pensaban ir pronto a la universidad en Hamburgo e independizarse. El año que venía cumplirían los dieciocho.

Abajo, su madre Simone les esperaba poniendo en la mesa algo de pan, queso y leche. En la cocina estaba su papá también, terminando de servirse un panecillo. Tom lo miró tratando de ver en él algún signo de que no estaba bien, pero su papá le sonrió con cierto temor y le jaló una silla para que se sentara en a la mesa. Su papá estaba adecuadamente vestido y se iría al trabajo en un taller de maderas a pocos minutos de su casa. Bill parecía estar en otras, estaba tarareando una canción como si nada malo estuviera pasando.

—Hijos, debo decirles algo —habló el hombre mayor y la vista de todos se posaron en él. Tom tragó saliva esperando las palabras incoherentes y las profecías de su padre.

—Papá… —interrumpió Bill con pesada voz, sabía que de seguro diría algo extraño.

—Shh, déjame hablar. Debo hacer un viaje. —Tom frunció el ceño—. Pero no me miren así, haré un viaje con ustedes.

—No —fue Bill el primero en reclamar.

—Sí, y no aceptaré un no como respuesta, es más, no se los estoy pidiendo, se los ordeno a ustedes dos, el miércoles saldremos a las montañas por dos días.

—Tenemos clases, estás loco —le dijo Tom.

—Hay cosas más importantes que eso.

—No, no las hay —volvió a decir Tom—, no hay cosas más importantes que el estudio, no dejaré de ir porque de seguro tuviste una pesadilla de que si no vamos a las montañas algo pasará, ¿verdad? Me cansé de eso.

—Iremos a las montañas y esta vez no se debe a un sueño, necesito mostrarles algo, es importante y este miércoles iremos. Simone te quedarás porque de todas maneras necesito que alguien se quede en casa.

—No hay problema siempre y cuando me digas para qué te estás llevando a los chicos a las montañas.

Jörg sacó de su bolsillo trasero una llave y la puso en la mesa. Era una llave gruesa y pesada. —Debo mostrarles la otra casa que tenemos, la cabaña.

—¿Qué? —exclamó Simone.

—Sí, tenemos una cabaña arriba de una montaña, deberán saber llegar allá, es necesario.

Todos se miraron incómodos unos a otros, menos Jörg, parecía estar seguro de lo que dijo. Luego de eso se levantó y besó la frente de Simone delante de sus hijos y salió a trabajar.

En el autobús de la escuela, Tom prefirió sentarse al lado de su hermano, estaba incómodo por lo que su papá les había dicho, Bill podía notar eso.

—Sé que quizá me vas a decir que…

—Por más que aparenta estar bien no lo está, Bill. —Su hermano resopló inflando sus cachetes.

—Dale tiempo, el miércoles veremos qué pretende. Si es alguna de sus tonterías le hablaremos severamente los dos, ¿quedamos? Así mejor y mamá no sale afectada. —Tom asintió, le gustó esa idea y mucho.

Estudiaban separados, así lo había ordenado el director de esa escuela para que los gemelos se desenvolvieran mejor, según él, pero ambos eran de encontrarse para comer juntos, aunque últimamente Tom no se sentía cómodo pues tenía que soportar a Pamela en la mesa con ellos y sus amigos más cercanos como Gustav y Georg.

—¿El miércoles? ¿Cómo su papá quiere llevarlos a las montañas un día de clases? —Intervino ella luego de escuchar a Bill decirle eso.

—Asunto familiar —refunfuñó Tom entre dientes, solo para que Bill escuchara y no tenga que explayarse en darle explicaciones a ella. Pero Bill tenía confianza en Pamela, la quería, era su novia.

—Ni idea, linda, pero deberemos ir, espero puedas ayudarme luego con las clases.

—Ni tienes que pedirlo. —Tom volteó el rostro para no ver un beso entre ellos dos—. ¿Sabes, Bill? Creo que esto que me cuentas de tu papá ya es un comportamiento que afecta a los demás, entonces puede ser que en verdad esté sufriendo de algo y que necesite ayuda especializada.

Tom, al escuchar eso, se puso en pie tomando su bandeja para irse de ahí, solo Bill se percató de su molestia así que mirando a su novia le dio una mirada seria. —Mejor lo hablamos en otro momento. —Ella entendió aunque se quedó pensativa por esa reacción de Tom tan inesperada, a ella le caía muy bien Tom, le gustaba su forma de ser sería y reservada, pero en lo que no estaba de acuerdo era saber que influenciaba mucho en su novio. 

***

Bill alistaba su mochila para el viaje, era prácticamente la madrugada. Tom entró ya listo a su habitación.

—Papá nos llama.

—Tendrá que esperarse, aún no estoy listo.

—Bill, me preocupa, no sé, algo no anda bien. Son las cinco de la mañana y nos exige como si fuese una emergencia, es uno de sus juegos, es una de sus pesadillas.

Bill le dio la cara y se le acercó, entendía a Tom y aunque él también tenía esas mismas dudas sabía que si se retractaba en ir su papá se molestaría mucho y generaría conflictos. Tocó una de sus mejillas.

—Tranquilo. —Tom cerró sus ojos, suspirando hondamente, solo Bill podía calmarlo—. Encontraremos la solución.

Escucharon a su papá llamarlos otra vez y decidieron hacerle frente y bajar.

Pasados los minutos su papá manejaba en la carretera con el sol naciente. Ambos gemelos estaban atrás en el auto y Bill apoyó la cabeza en el hombro de Tom y éste alzó un brazo para rodearlo. Bill se durmió así, respirando en el cuello de Tom, provocándole pequeñas cosquillas que él apreció.

—Espero no falte mucho.

—Despierta a tu hermano —mandó Jörg mirándolo por el espejo retrovisor.

—¿Qué dices? Déjalo dormir.

—Qué lo despiertes, ¡Hey, Bill! —gritó y luego tocó el claxon.

—¿Qué pasa contigo? —preguntó abrazando más a Bill y su papá frenó intempestivamente haciendo despertar a Bill.

—Deben ver el camino, deben estar atentos porque este es el camino que deberán seguir muy pronto.

Esas palabras lograron molestar a Tom, sabía que era algo de sus predicciones. Bill terminaba de despertar gruñendo por haberse asustado y escuchar eso último que su papá dijo.

—¿Nos has traído por uno de tus sueños? Lo sabía —dijo Tom y Bill posó una mano en su hombro para calmarlo, pero no fue así, Tom salió del auto, estaba indignado.

Un bosque de pinos había afuera y el frío lograba calar sus huesos, Bill también bajo del auto acercándosele a paso apresurado.

—Tom, vamos, no te pongas así… —Y luego retrocedió para ir con su papá.

Jörg estaba fuera del auto respirando hondamente mirando el camino largo que aún faltaba antes de llegar al borde de la montaña que debía subir. Bill apretó los puños al verlo así, tan calmado mientras su hermano estaba buscando alejarse porque ya no aguantaba más la situación.

—¡Y tú! —gritó Bill—. ¿Qué pasa contigo, papá? ¡Nos traes aquí por esos sueños! ¡Cómo pudiste! No estás bien, ¿acaso no lo notas?

—¡Basta! —Tomó a Bill por el cuello y lo empotró en el auto, Bill lo miraba asustado, jamás pensó que su papá fuese capaz de tomarlo así—. El día se acerca y cuando eso pase me darán la razón. No sé cómo Noé pudo construir su arca y luego entrar ahí con toda su familia antes del diluvio y ustedes me hacen la vida imposible día a día. Tengo pruebas de lo que va a pasar y a eso vamos.

Tom vio a lo lejos cómo su padre discutía con su hermano y fue a defenderlo. Hubo una discusión con gritos y hasta insultos. Sus hijos no eran niños, habían crecido y eran fuertes. Tom le dio un puñetazo a su papá en su desesperación, Jörg se limpió la sangre con el dorso de su mano y luego le sonrió causándole temor.

—Eso es… eso es Tom, debes conservar ese lado, buen chico. Ahora entren al auto.

Ambos gemelos se miraron un poco atónitos, luego de esa pelea las cosas no serían las mismas para nada.

Regresaron al auto refunfuñando y Tom pasó un brazo por la cintura de su hermano como queriendo protegerlo, Bill se removió en el asiento y Tom dejó de abrazarlo. Su papá continuó el viaje y para amenizar el mal momento puso un CD de música clásica.

—Dejen esa actitud —les dijo mirándolos por el espejo retrovisor—. Cuando sea el día me agradecerán todo lo que he sido capaz de hacer por ustedes, ya lo verán.

Ninguno de los gemelos dijo palabra alguna. Estaban molestos.

Llegaron a la entrada de la montaña, vieron a su papá sacar una enorme mochila del portaequipaje del auto, ellos solo tenían sus mochilas con cosas elementales como agua y alguna otra prenda de abrigo.

—¿Es lejos? —se animó a preguntar Tom.

—Tres horas, no es muy lejos.

—¡Tres! —gritó Bill, él odiaba mucho cosas como esas, él siempre se consideraba un chico de ciudad que cuidaba mucho su imagen y ahora debía subir tres horas una montaña boscosa.

—Yo te ayudaré —ofreció Tom acercándose con una sonrisa. Tom era más deportista sin duda, para él las caminatas y la naturaleza eran su pasión, era más un chico del campo que de ciudad. Lo opuesto a Bill.

Comenzaron la ardua caminata, su papá les hablaba mucho de observar el terreno y que en algún momento harían ellos esa misma caminata, que debían estar preparados para eso y sobretodo debían ser sigilosos. Los gemelos lo escuchaban como quien escucha a un estafador o a un charlatán; las palabras de Jörg ya no tenían valor para ellos.

Tom extendía muchas veces la mano a su hermano y le daba de su botella de agua cuando lo veía agitado. Su padre era un hombre fuerte y musculoso, siempre estaba delante de ellos mostrándoles el camino.

—¿Estás bien? —volvió a preguntar Tom y Bill asintió.

—Odio esto. Te juro que si no veo la maldita cabaña me dejaré caer y manejaré el auto hasta regresar. —Tom rió y lo jaló hacia él.

—Estamos por llegar, dejen de murmurar cosas —dijo su padre.

Casi veinte minutos después estaban al fin en la cima de esa montaña. El sendero había sido de puros árboles y piedras rocosas, no supieron cómo así su padre les podía guiar sin problemas y luego de observar lo que su papá les decía habían visto marcas en los árboles. Tom torció la boca pues de seguro su papá había ido muchas veces a esa tal cabaña.

Cuando llegaron vieron una pequeña cabaña y el ánimo de Bill decayó comenzando a maldecir e insultar a diestra y siniestra. Jörg no decía nada, ya había discutido y peleado, no quería perder más tiempo así que abrió la pequeña casita de madera y ellos pasaron a regañadientes.

—Ni pienses que voy a quedarme a dormir aquí, es ridículo, es lo peor que nos has hecho, papá —reclamó Bill.

—Ya, basta de esas tonterías, ayúdame a abrir esto. —Le indicó una compuerta que había en el suelo.

—No, no más de sótanos, sabía que era uno de tus delirios —le dijo Tom, negándose a cooperar y adentrarse a uno de esos lugares—. ¿Sabes que es ilegal tener armas? Las que vi allá en casa eran muchas, ¿un ejército? ¿Qué tontería tramas?

—Lo sabrás en su momento. Pasen ahora o se quedarán de frío ahí.

Vieron a su padre desaparecer escalas abajo, era un tétrico sótano hasta que una luz blanca brilló, sonaba un motor de electricidad. Ellos se miraron el uno al otro.

—Si tiene un Jacuzzi ahí abajo valdrá la pena —dijo Bill con una sonrisa y Tom suspiró. Debían entrar.

Al hacerlo, Tom negó con la cabeza. Era casi una réplica del otro sótano, solo que era un poco más pequeño y además había unas camas con edredones verdes, los armarios con las armas y los uniformes, cajas de cosas y un almacén de comida aunque no tenía muchas provisiones.

—¿Cuántas veces vienes a este lugar? —preguntó el de rastas.

—Cada semana —respondió.

—Así que mentiroso, ¿eh? Dices que vas por materiales y subes la montaña a crear estos… No sé qué son.

—Refugios —dijo él dándoles la espalda, acomodaba en un estante latas de comida que había comprado. Y luego sacó un cuadro de su mochila, comenzando a buscar dónde ponerlo sin que los gemelos tengan que verlo.

—¿Qué traes ahí? —cuestionó el menor.

—Una tontería. Con ustedes no se puede hablar, así que mientras más ignoren esto que hago ahora mucho mejor, ¿Por qué no van a mirar si hay señal de televisión?

—Gr… trae acá —Tom le quitó el cuadro y no le gustó lo que vio—. ¿Qué mierda es esto?

—No me hables en ese tono.

—No, ya basta de tanto misterio, qué es esto, quién pinta esta mierda, es realmente espeluznante. —Bill se le acercó con temor y al ver la pintura se horrorizó.

Personas arrastrándose en sus extremidades con los ojos rojos y algunos sangrando, enormes bolas de masas humanas que parecían tener movimiento, humo, mucha neblina y algunos pocos hombres con máscaras especiales, había pequeños incendios. Se veía catastrófico y espeluznante.

—Qué es eso —preguntó Bill—. Dinos de una vez.

—Son mis sueños, bueno, ese es parte de mis sueños, aquí tengo otros más.

—Qué tontera, ¿eres artista? ¿Pintas tus alucinaciones?

—No —respondió tomando un cuadro de la montaña vista desde arriba y la silueta de dos jóvenes tomados de la mano con armas a sus espaldas—. Lo hace David, un artista que vive en la ciudad de Hamburgo, alguno de estos días iremos a visitarlo.

—No entiendo —le dijo Tom—. Un tal David también sabe de esto, de tus sueños.

—Sí, lo conocí cuando fui a visitar a tu tía Federica, ¿recuerdas? Ella que sabe de arte me llevó a estas galerías que están por… no recuerdo la dirección, pero al ver los cuadros supe que no era el único con este tipo de cosas. Lo más extraño es que cuando hablé con David él tenía un retrato de mí muy guardado en su taller de pintura, era como que me estuviese esperando y me mostró sus pinturas esperando que sea yo quien le revele qué era eso. Así que le conté en toda una tarde lo que acontecerá, entonces creyó y también tiene un refugio, eso pronto lo conoceremos.

Los gemelos se miraron el uno al otro. La mano de Bill buscó la de Tom y se la tomó con mucho temor. Jörg frunció el ceño ante ese gesto y les dio la espalda colocando el cuadro junto a los demás de aspecto similar.

—El apocalipsis —susurró Bill.

—No, no lo que se cree del apocalipsis. Simplemente la extinción de la raza humana.

—No puedes estar hablando en serio, no puede ser verdad semejante mierda —dijo Tom con pesadez.

—No quiero discutir, no ahora que debo mostrarles algunas cosas, debo hacer esto quieran o no.

Bill decidió salir de ahí, se sentía abrumado. Subió las escaleras y luego de minutos fuera de la cabaña escuchó a Tom ir detrás de él.

—Quiero estar solo… —le dijo en un susurro. Estaba con una sensación en el pecho, como si la vida misma no tuviera sentido, como si estuviera soñando y despertaría en una realidad dolorosa o algo parecido, como si alguna fuerza superior estaría detrás de todo eso.

Aún así Tom se le acercó, lo entendía y podía sentir su temor. Bill se sentó en una roca al pie de unos árboles y Tom le siguió, sentándose también a su lado.

—¿Te imaginas si es verdad?

—No caeremos en su juego —le dijo Tom, firme y seguro. No será verdad, Bill, ya verás.

—¿Y eso del tal David? ¿Cómo lo explicas?

—¿Quieres saber algo? Ver para creer, cuando hablemos con ese hombre lo sabremos, ahora evitemos pensar y caer en el juego de papá, él querrá convencernos en entrar en su juego, quiere manipular nuestra mente, pero no lo logrará.

Bill apenas sonrió y Tom lo atrajo hacia él para abrazarlo.

—¿Sabes Tom? cuando te portas así conmigo no sé cómo actuar. —Rió luego de decir eso—. Quiero decir que a veces siento que huyes de mí, que me desprecias por quizá ser el más extrovertido de los dos o no sé, porque Pamela no te cae cuando se mete en nuestra vida familiar. Pero ahora te siento más cerca. —Tom le sonreía y tomó su rostro entre sus manos.

—Nah, siempre he estado así para contigo, otra cosa es que tú no te hayas dado cuenta. ¿Te sientes mejor? Mira que estaremos dos días aquí.

—Sí, no sé cómo voy a poder soportarlo.

Aún así, aunque estuviera su padre aparentemente loco, era su padre y lo apreciaban mucho. Debían cooperar.

¿Qué pasará en esa montaña? Los pobrecitos no quieren tomar nada en serio lo que diga su padre, es que parece loco. Espero sus apreciaciones y sugerencias ;) Besos <3