Niñerías - XXXVII

Hola~ sé que actualicé ya dos fics, pero es viernes y quise subir este también ya que tengo mucho de adelantado. Espero les guste n_n saludos y no se olviden que contesto cada uno de sus comentarios. Les dejo este dibujo que me recordó a Liam u_u

Tom entró a su casa encontrando a Liam llorando en el jardín. Dunja se paralizó y el señor Arthur se acercó casi corriendo.

—¡Qué le has hecho! —gritó Tom a su madre, ella miró al señor Arthur un poco intimidada y éste se acercó a Tom.

—Joven Tom, por favor, no grite en casa.

—Arthur, hace mucho dejé de confiar en ti, no te metas.

Liam había dejado de escuchar lo que hablaban, su vista se enfocó en un hueco cerca de unas flores y adentro el pequeño conejo que respiraba agitado, asustado y eso lo conmovió, lo hizo sentirse extraño y se reflejó en él en cierta forma, el conejo buscaba ser protegido, como él.

—¡Cállense! —gritó en niño al grupo de personas que ahí estaba.

A Dunja se le bajó la presión, sus labios se pusieron blancos y el señor Arthur tuvo que ir a sostenerla, Tom giró el rostro ante eso con aparente molestia, estaba harto de no poder gritarle lo mucho que le había hecho daño porque ahora estaba débil.

Tom se arrodilló a la altura de Liam quien abrazaba al conejito consolándolo y aun llorando, ni lo miraba a los ojos, solo quería que lo dejaran tranquilo un momento.

—Hey, campeón, ¿estás bien? —preguntó Tom—. ¿Ella te ha hecho daño? —refiriéndose a su madre. La buscó con la mirada y vio que el señor Arthur la conducía adentro entre lamentos y quejas—. ¿Liam? —Al fin el pequeño hizo contacto visual y le sonrió.

—Tom…

—¿Estás bien? —preguntó preocupado y éste negó con la cabeza y luego enfocó su vista en el conejito.

—Tom necesita una casita —habló refiriéndose al conejo y Tom asintió.

Luego de eso, lo llevó de la mano hacia la casa, estaba tan sucio y desalineado como si no tuviera familia y claro, Tom creía eso.

Dunja estaba en la sala bebiendo un té para los nervios, Tom pasó de ella y se fue arriba con Liam quien parecía animado por su visita.

Tom estaba muy consternado y nervioso, estar en casa no era como antes en donde podía pasar desapercibido, tomar las cosas como suyas e irse de fiesta; ya nada era así, ahora sentía que invadía un lugar al cual ya no pertenecía, pero solo lo hacía por su pequeño hermano, porque en parte se reflejaba en él cuando era de su edad, casi no necesitaba hablar o preguntarle para solo sentir lo que sentía Liam, podía percibirlo.

Lo llevó a su habitación para cambiarlo de ropa. Liam estaba muy sucio y cansado, así que solo se sentó en la cama a esperar que Tom buscara sus ropas y lo vistiera.

—Ven aquí —llamó, pues lo llevaría al baño para lavarle la cara, aunque luego pensó que sería conveniente darle un baño.

Liam comenzó a quejarse, pero se sentía un poco intimidado por Tom, y es que tenía la sensación que si Tom se molestaba se iría de casa y lo dejaría solo en la habitación, así que, fue con él a regañadientes.

En el baño, llenó la tina y luego Liam entró solo con una pequeña sonrisa. Tom estaba en silencio y muy serio, de todas formas estaba molesto por verlo así, descuidado y sucio, pensó que solo Bill era quien lo atendía cuando estaba en las tardes y ahora que tendría pequeñas vacaciones Liam estaría más solo que nunca.

—¿Te quedarás? —preguntó el niño jugando con las burbujas de la bañera.

—No, no lo creo, sabes que esta ya no es mi casa, pero vendré por ti a visitarte siempre que pueda.

—Bill ya no vendrá —dijo apenado—. Mamá le dijo que descanse y no sé nada de él, no sé cómo haré las tareas ni qué cenaré.

—¿Lo extrañas? —Liam lo miró a los ojos y asintió. Tom sacó su celular y decidió llamar.

—¿Vives con él? —preguntó Liam, ya sospechaba algo y solo quería que lo confirmara, a él le gustó la sonrisa de su hermano mayor cuando le preguntó eso, Tom no lo miraba, solo tenía esa sonrisa rara en su rostro.

—Sí.  

~*~

Bill conversaba con el profesor cerca ya de media hora entre cosas de la escuela y cotidianas por ejemplo, Bill recién sabía que él no era de Hamburgo mismo, ahora sabía que había estado en Berlín un tiempo y recién se había mudado a Hamburgo hacía semanas para luego ganar un puesto en la escuela como profesor contratado. Así que no tenía a nadie en esa nueva ciudad. Eso le sorprendió a Bill y en parte lo llenó de curiosidad.

—Te noto intranquilo, ¿pasa algo? —preguntó el profesor tomando un café cargado mientras terminaba de elaborar su clase, solo hablaba con Bill, no pensó encontrarlo en línea.

—Bueno, no me pasa nada…

—Sí, lo noto. —Rió Jared y Bill bajó la cabeza.

—Verá, yo no lo conozco mucho y no sé si sea bueno que le cuente mis cosas. —El profesor asintió ante eso.

—Lo sé, sé que existen cosas que uno no debe contar así no más, menos a desconocidos, o en mi caso, tu nuevo profesor, pero… —calló mirando la webcam con una pequeña sonrisa.

—¿Pero? —Bill se impacientó y miró con expectativa.

—Hay excepciones dependiendo de lo que sea. —Bill se mordió el labio un poco dudoso, pero ya no soportaba la ansiedad, necesitaba decirlo de una buena vez.

—Yo… Esto es un poco bochornoso. —Se tapó los ojos sonriendo y luego miró la cámara, el profesor se había reído—. Me gusta un chico. —Bajó la cabeza y sintió sus mejillas tornarse calientes—. Verá, cuando era niño pensaba en crecer y casarme, luego cuando tuve mi primera novia pensé en tener hijos en el futuro, yo nunca me sentí así o nunca lo pensé tanto como ahora…

—Uno no lo busca, yo lo sé. —Bill miró hacia a pantalla, el profesor asentía—. También soy gay.

—¿Usted tiene un novio? —Jared se puso serio—. Lo siento…

—Descuida, no tengo uno ahora, pero tuve una relación significativa de varios años. Por lo visto tú sí tienes uno. —Bill bajó la cabeza un poco apenado.

—Ese es el problema, profesor, no sé si tengo uno aunque… aunque pasen cosas, no sé si es normal que las cosas sean así con él, es más, no sé si esto es así entre chicos.

—Mira, no hay diferencias entre las relaciones heterosexual o las homosexuales, ambas vienen a ser las mismas porque el ser humano simplemente ama. Si sientes que es diferente a lo que debería ser entonces algo está pasando con tu novio o amigo porque el hecho que sean los dos chicos no quiere decir que deba haber algo anormal.

Bill se quedó pensando ante eso y luego de algunos minutos quiso preguntar. —Él me quiere, yo lo sé, pero no quiere que le hable de sentimientos ni ninguna cosa parecida, quiere una relación abierta, ¿eso es normal? —El profesor lo miró con cierta pena.

—Siempre lo complaces, hasta el momento de seguro es así, tú haces todo por él y ¿él qué hace por ti? Las relaciones deben ser recíprocas.

Tom había hecho su proyecto de investigación, le había comprado un lujoso traje para una fiesta, se había quedado en casa cuando se lo había pedido, le besaba cuando deseaba eso y lo tocaba… aunque esto último era extraño ya que hace dos días había sido tan brusco que había confundido a Bill.

Todo eso le había dado Tom, pero Bill simplemente le estaba dando todo, casi su vida entera, sus pensamientos, su corazón, su tiempo libre a Tom, su casa, su cuarto, su cama y los alimentos que probaba, su atención y su trato exclusivo… Era claro que quien daba más era Bill y eso lo angustió.

—¿Qué debo hacer? —preguntó nervioso. El profesor suspiró.

—Mira…

Y el celular de Bill comenzó a sonar. El profesor vio cómo se desesperaba por encontrar su teléfono y luego de hacerlo y ver quién llamaba, cerró la laptop muy rápido.

—¿Tom? ¡Tom! ¿Dónde estás? —pregunto agitado y escuchó su risa grave.

—Con mi hermano. ¿Por qué me gritas? Quiero que hables con él y le digas que se cambie y ponga bonito, no me quiere hacer caso y soy capaz de dejarle morado los brazos si lo visto yo.

—Tom… —suspiró agitado—. Me preocupaste, creí que… no sé qué creí.

—Ya, no dramatices, aquí te paso con Liam.

—De acuerdo.

—¡Bill! —resonó la voz chillona de Liam—. Te hablo sin ropa. —Rió fuerte—. Estoy en el baño y Tom me baña, ¿tú vives con él, cierto?

—Liam, qué gusto, y bueno… veo a tu hermano seguido, ¿es problema para ti? Ya sabes nuestro trato. —Liam sonrió.

—No, ustedes pueden estar juntos. —Tom observaba cómo su hermano sonreía con solo conversar con Bill, le pareció extraña esa conexión que ellos dos habían hecho y también que el mismo Liam permitirá su relación con Bill, sonrió ante eso, no podía creer que un niño de ocho años entendiera a qué cosas se refería Bill.

—… quiero que le obedezcas, mira que luego se molesta y pone una cara fea. —Liam rió aun en la tina—. Ponte algo bonito para que te lleve a pasear.

—Mamá está abajo… aún no sube y… no sé.

—Liam, tranquilo, ella es tu mamá y de seguro quiere estar contigo. Escúchame Liam, las personas merecen una segunda oportunidad, tu mamá merece que le des una oportunidad.

—Bah —dijo serio—. Te paso con Tom… Oye, Bill, ¿vendrás pronto?

—Sí, iré y adivina…

—¿Qué? Dime.

—Adivina, Liam. —Rió Bill y Liam abrió los ojos.

—No sé, dime… ¿es una sorpresa?

—Sí, pero para mí.

—¿Te casarás con Tom?

Tom quiso quitarle el teléfono pero no pudo, Liam se alejó y escuchaba que Bill tosía desesperado en la línea.

—No, no, no, el viernes es mi cumpleaños…

—¡Trae! —Tom terminó de quitarle el teléfono y sin decir nada más colgó mirando severamente a Liam—. ¿Te parece gracioso? —reclamó serio y Liam terminó por sumergirse en el agua de la bañera.

Minutos después lo sacaba del baño para vestirlo. Liam no se había disculpado, solo estaba un poco relajado sentado en su cama dejándose poner las medias y luego el pantalón jean.

—¿Tienes mis cruces? —preguntó el niño y Tom se puso nervioso, hace tanto las había empeñado y aún tenía dinero para el combustible de la moto y para comprar si quiera algunas cosas para que Simone cocinara.

—Te las traeré pronto, lo prometo.

Terminó de vestirlo y luego pensó en lo que haría después, dudaba mucho que Dunja, su madre, le diera permiso para sacarlo a pasear. Liam se le escapó de las manos y bajó las escaleras encontrando a su mamá aún en el sillón y corrió hacia ella metiéndose entre sus piernas y poniendo su cabeza sobre su vientre, abrazándola. Eso la asustó un poco, Liam la abrazaba.

—Huele mi pelo —le dijo bromeando.

—Oh Liam, hueles riquísimo. —Se subió a sus piernas y se quedó ahí sentado. Se sentía limpio y lindo, sentía que podía agradar a su mamá y así era. Ella alzó la vista y vio a su hijo mayor parado en las escaleras con los brazos cruzados y cuando lo vio éste giró el rostro, serio e hizo una mueca de disgusto—. ¿Vamos al parque? —preguntó al menor y éste la miró.

—Con Tom.

—Ni lo sueñes, mocoso —dijo rápido Tom.

—Claro, Tom es bienvenido —dijo ella y sonrió a Tom.

En realidad Dunja estaba nerviosa, sentía el odio de Tom, era tan palpable eso, pero mientras estuvo en el sofá pensando el incidente del jardín se dio con la desagradable sorpresa que había perdido a sus dos hijos. Debía hacer algo con urgencia.

Dunja salió a la cochera para sacar su auto y manejar hacia un supermercado que tenía un hermoso parque de diversiones. Tom fue por su tras solo para ver si aún seguía su auto que se había estrellado, aquel pedazo de metal que le cambió la vida. Aún estaba ahí, pero cubierto por una tela blanca.

—No sabemos qué haremos con eso —dijo Dunja, seria.

Tom se quedó pensando en eso. Extrañaba mucho ser el Tom de antes y ese auto le daba mucho de prestigio, mas ahora pensaba en que debía desprenderse de todo eso y seguir adelante en vez de querer arreglarlo y ser el mismo.

—Pueden botarlo si les da la gana.

—Bueno. ¿Vienes? —ofreció Dunja y Tom no quiso verla, pero Liam tomó su mano y lo miró a los ojos.

—Por favor… —suplicó—. Vamos Tom, además me debes ayudar a buscar un regalo a Bill y una casa para el conejo Tom, di que sí. —Tom rió un poco ante esa forma de pedirlo, se alzó de hombros y quiso ir.

Estar dentro del auto con su madre y hermanito cerca solo le traía recuerdos muy pasados de cuando era adolescente y Liam apenas un bebé o un niño de tres años, inquieto y llorón, ahora hablaba mucho y se movía en el asiento de adelante al lado de su mamá.

—… y es el cumpleaños de él, no sé qué comprarle, ¿qué debo comprarle? Tom no me dirá nada porque de seguro querrá comprarle algo él, pero no quiero que sea lo mismo, debo pensar… —Dunja lo escuchaba y en parte se puso un poco celosa, Liam quería mucho a Bill eso era evidente y luego frunció el ceño cuando lo relacionó con Tom—… y Tom vive en su casa…

—¡Hey ratón, deja de hablar de mí! —gritó Tom desde el asiento de atrás. Dunja ya sabía eso por la llamaba telefónica.

Dunja estaba un poco molesta, pero no diría nada, no arruinaría su primera salida familiar luego de tanto tiempo.

Tom se relajó un poco porque no escuchó ningún reclamo de su mamá. La ayudó con las compras y luego llevó a Liam a la sección de regalos. Había tanto para escoger, Dunja los acompañaba seria. Tom tomó una caja de chocolates y Liam negó con la cabeza.

—¡Ya sé! ¡Un peluche!

—¡No! —gritó Tom—. Nada de esas cosas, definitivamente no.

—¿Un collar? Bill usa collares a veces y le caen bien. —Tom pensó y asintió, pero luego miró atrás, su madre iba a pagar eso, así que debía consultar, un collar costaría mucho. Tom le indicó con la mirada preguntar y Liam fue a abrazarse de su pierna y mirarla suplicante—. Mami, ¿puedo comprar un collar a Bill?

—¿Tienes idea de cuánto cuesta? —preguntó seria.

—Mami… —Ella suspiró y asintió.

Al final de tanto buscar, Liam escogió una cruz de oro, Dunja casi se cae de espaldas, pero bueno, era de tener dinero y no podía quejarse por el precio, lo hacía porque sus hijos querían a ese niñero.

Al caer la tarde, los llevó a comer, Tom hablaba solo con Liam, casi siempre ignoraba a su mamá, pero sentados en una mesa en un fino restaurant, decidió hablar.

—No aceptaste el trabajo de tu abuela y ¿ahora qué? ¿Vivirás con Bill? —Tom frunció el ceño.

—No te importa.

—Me importa Tom, eres mi hijo y tus decisiones me importan. —Tom se quedó pensando en ese gran detalle, en lo que haría después, no sabía, solo quería vivir el presente nada más, no quería planificar algo y esclavizarse en esa vida—. Mañana más tarde, ¿qué será de ti? No siempre estará Bill o tu familia. Todos necesitamos valerlos por nosotros mismos, Tom.

Y vino a su mente la vida del señor Hans quien yacía en un hospital psiquiátrico luego de su última crisis de demencia senil. 

~*~

Bill cenaba con su papá en casa, Simone se había ido con sus amigas de la fraternidad y por esa razón Gordon había ido a visitar a su hijo. Pero las cosas parecían ser muy distintas que hace un año. La confianza que antes había ya no estaba, y Bill trataba de no incomodar a su padre, es que sentía su mirada crítica puesta sobre él y esas ganas de decirle algo.

—¿Tu madre sigue en esas cosas de la caridad? —preguntó aunque ya sabía la respuesta, sin embargo, quería romper el hielo entre los dos.

—Sí. —Otra vez el silencio.

Terminaron de comer y fueron juntos a lavar los platos, aunque Bill sabía que su papá no era de lavar nada.

—¿Qué es de Clara? —preguntó serio y dándole la espalda mientras lavaba los platos.

—¿Clara? —Bill se molestó.

—La que espera un hijo tuyo.

—Olvídate de eso, Bill, ya es un caso arreglado, ya no tendrá un hijo, además ni siquiera era un hijo, deja de verlo así.

Bill prefirió callar e ignorarlo, él era tan distinto a su padre en forma de pensar que no podía darse cuenta de qué era lo que tenía de él. Gordon trató de calmarlo contándole chistes y hasta diciéndole que le tenía una sorpresa muy grande para su cumpleaños, pero a Bill no le importaban las cosas materiales.

El timbre sonó y Gordon vio cómo Bill salía tan rápido a abrir, otra vez ese joven que quiso darle un beso, pero Bill no se dejó ya que su papá podía verlo. Tom era de dar pequeños besos a Bill delante de Simone o rozar su mano o ponerla alrededor de su cintura de vez en cuando, pero cuando se percató del papá de Bill se puso serio y no quiso ni entrar.

—Yo espero —le dijo a Bill y éste se angustió.

—Pasa, Tom, él ya se irá dentro de poco, pasa —susurró. Tom había terminado de estacionar su moto y entró a la casa—. ¿Cenaste?

—Sí, sí, no te preocupes. Buenas noches —saludó al señor Gordon y luego simplemente subió las escaleras.

Gordon vio cómo su hijo estaba inquieto queriendo subir las escaleras y eso lo incomodó. Bill tenía mucho de Simone y nada de él, y se sintió mal padre.

—¿Vienes mañana en la tarde? —preguntó Bill mordiéndose luego los labios, quería ir arriba a ver a Tom.

—¿Ya quieres que me vaya? —Bill bajó la cabeza—. Creo que debemos hablar…

—Papá, hoy no, ya es tarde. —Gordon alzó una ceja, pero Bill evitó verlo, miraba las escaleras y movía una pierna impaciente.

—Hasta mañana —dijo tomando su saco de sobre el mueble de la sala y Bill sonrió.

—Hasta mañana.

Luego que su papá cerró la puerta, Bill subió casi corriendo las escaleras. Su mamá tardaría casi una hora en regresar y tenían parte de la noche para estar con Tom, apenas eran las nueve de la noche.

Esperen el siguiente capítulo, espero no tardar, les gustará por una parte~ Besos