Galletas de Navidad - II

Hola *-*~ me imagino que están pasando un bonito sábado, los envidio u_u Y bueno, no quería irme a dormir sin antes subir algo y quise por fin dar finalizado al twoshot de Navidad *u* dedicado a Ascanya~ Aquí encuentran la primera parte → Galletas de Navidad Espero les guste n_n advierto, esta parte es +18 y es con Tom uke~.

Tom buscaba la forma de siempre escaparse de casa para ir a ver a Bill.

Tenían una relación un poco extraña pues ambos sabían que entre ellos había más que una simple amistad. Tom no se hacía problemas, él estaba muy contento de que Bill le abriera la puerta de su casa cada que acudía a él y más ahora que tenía vacaciones de invierno.

Bill había terminado de instalarse en la nueva casa, si bien era cierto que había caído en una depresión por el cambio de vida que había tenido, ahora veía las cosas de otra manera y sin duda eso se debía a Tom no solo por sus visitas y que le ayudara, sino también porque veía en él algo que ya había pensado que no tenía, se sentía especial.

Una tarde Tom llegó como de costumbre y cauteloso entró a la casa y se dirigió directamente a la cocina, le traía un poco de galletas como siempre y chocolate caliente. Escuchó las pisadas de Bill bajando las escaleras y volteó a verlo. Se le acercó lento y depositó un suave beso en sus rojos labios y le dijo un buenas tardes Tom, cosa que hizo sonreír al menor.

—¿Galletas para mí? Algo me dice que engordaré este invierno —dijo tomando una para darle una mordida.

—No lo creo, mírame a mí, como tantas y no pasa nada.

Bill suspiró mientras Tom se quitaba el grueso abrigo quedándose con una polera de mangas largas. A Bill le llamaba la atención su forma de vestirse con jeans anchos, muy masculino, pero solo él sabía que el adolescente era delicado y cuando lo besaba casi se deshacía en suspiros y temblores.

Pronto Tom terminaba de acomodar algunas cosas en la cocina y le daba ideas a Bill de cómo decorar su casa, poner algunas plantas en la sala o comprar unas mejores cortinas de las que ya había, a Bill le parecían buenas ideas.

—Mi nuevo trabajo se nota aburrido —le comenzó a contar sus expectativas para el nuevo año, Tom le prestaba atención mientras acomodaban los cojines de la sala para ver una película y pasar el rato.

—Eres ingeniero de una constructora, ¿qué esperabas? De ley será aburrido, pero trabajo es trabajo, ¿no crees? Al menos tú ganarás dinero con lo que haces, yo debo dedicarme a terminar la escuela este año que viene —suspiró—. Y luego aplicar a una universidad, estudiar otros tantos años más para recién trabajar… Tú ya eres mayor y tienes toda una vida ya hecha. —Bill le dio la espalda mientras encendía el televisor, lo último no le había gustado.

—Vida ya hecha… no sabes lo que dices. —Tom se mordió el labio, sabía que había tocado un tema difícil. Ya Bill le había contado del porqué estaba en esa ciudad, de que se había divorciado y ni podía ver a su hija, aún no sabía los motivos, pero cada que entraban al tema era para Bill se pusiera hostil y hasta lo amenazara con echarlo de su casa, entonces Tom prefería callar y poner otro tema.

—¿Vienes? —invitó para que se sentara a su lado y Bill sonrió, claro que iría.

Una película navideña de esas cómicas se vio en la pantalla de televisión y Tom le extendía un platito con galletas y Bill comía de a pocos.

—Tom, ¿cuándo estés en la escuela, seguirás viniendo? —Tom lo vio a los ojos.

—Sí, yo quiero. —Sonrió y extendió una mano para posarla sobre la pierna de Bill—. ¿Tú?

—Sí, aunque no quisiera tener problemas con tu familia.

La familia, tema difícil. Tom disimuló una sonrisa. —Ellos no se darán cuenta, o bueno, espero que no.

Hablaban como si tuvieran una relación, pero los dos sabían que debía ser secreta, aún no sabían por qué, pero no querían estar explicando a nadie cómo había surgido todo, los dos se sentían muy cómodos el uno con el otro.

Bill fue el primero en atreverse a besarlo cuando hubo publicidad en la televisión. Tom cerró muy bien sus ojos y se dejó, había algo en Bill que lograba privarlo de todo. El beso logró intensificarse cuando Bill decidió usar su lengua, extrañaba sentirse así, como un adolescente que no medía sus impulsos y solo se dejaba llevar por el momento agradable.

Tom se deshizo en suspiros cuando Bill lo presionó hacia el sofá y cayó con Bill sobre él y se puso nervioso. —Bill… —Éste lo miró a los ojos y acarició sus mejillas sonrojadas, se veía muy lindo así, con los ojos brillosos, los labios húmedos y las rastas esparcidas en el sofá, movió sus piernas y Bill se posicionó entre ellas.

—¿Sabías que había llegado a pensar que no volvería a besar? —Tom sonrió tontamente y extendiendo ambas manos, tomó su rostro para darle un beso.

Todo se hizo más excitante con el pasar de los minutos y ninguno se percató que la película había vuelto a empezar.

Tom abrió los ojos cuando Bill le besaba el vientre y más abajo, se ahogó en un gemido y Bill se detuvo, sabía que iba rápido, pero estaba lejos de querer parar.

—Si me sigues besando no sé qué pueda pasar —dijo Tom jadeando.

—Yo sí sé, pero no te obligaré —diciendo eso, trató de sentarse, pero Tom se colgó de su cuello y luego ante ese impulso, ocultó su rostro en su cuello y se quedó ahí. Bill le acarició la espalda, lo entendía y en sí quería que pasara, solo que debía ser cuidadoso, además apenas se conocían.

—No pienso poner resistencia —susurró nervioso y eso escarapeló a Bill quien por un momento se quedó muy quieto con Tom entre sus brazos.

—Tom, para mí es todo un placer, en estos momentos podría llevarte a mi alcoba arriba y hacerte mío, pero ¿qué pasará mañana más tarde? —Tom lo miró y suspiró hondamente tomando compostura y alejándose un poco.

—Disculpa mi atrevimiento —dijo bajando la cabeza, pero Bill se le acercó y besó su mejilla.

—Nada de eso, he sido yo quien te ha puesto así y puedo solucionarlo.

Tom no entendió en un principio a qué se refería, solo lo consiguió cuando otra vez estaba recostado en el sofá con Bill encima y éste le quitaba la ropa, terminó sin su polera y ahora le abría los pantalones.

—No, no —se quejó Tom, pero al ver la sonrisa de Bill y luego que él mismo se bajara los pantalones, se quedó muy quieto más aún cuando comenzó a acariciarse en su delante, en segundos volvió a excitarse y no había forma de querer parar.

Para Bill tampoco. Se suponía que solo lo tocaría para hacerlo terminar, pero en ese momento, la misma situación se prestaba para algo más y como el sofá se hizo incómodo, ninguno reparó en levantarse de ahí, y entre besos y caricias subir a la habitación de arriba. Tom se empinaba para abrazar a Bill y dejarse besar el cuello.

Parecía que se envolvía en una nube y se abstraía del mundo. Afuera casi nevaba y adentro sentía que su cuerpo ardía y ya hasta sudaba.

Cayó en la cama fría y se removió hasta estar en las sábanas de ésta. Bill terminó de desnudarlo y él también. Las persianas de la habitación estaban bajadas y había poca luz lo que ayudó a Tom a no tener que cubrirse y solo esperar que las tibias manos de Bill lo calentaran.

—¿Estás bien? —preguntó Bill al abrir sus piernas un poco.

—Sí —dijo bajito y con los labios temblorosos, quería confiar en Bill y en lo que le haría, pero dentro de sí tenía mucho temor, había un sinfín de emociones desbordantes y no sabía cómo lidiar con cada una de ellas, prefirió cerrar sus ojos solo buscando sentir.

Tom llevó la cabeza hacia atrás cuando Bill comenzó a tantear esa zona tan íntima. Quería decirle que parara pero no lo hizo, solo se dejó besar mientras sentía que sus dedos entraban en él.

Extrañas sensaciones físicas y algo de sudor. Gemidos que ya no podía contener y sentir que su corazón quería salirse de su pecho, su vista era nublada por sus lágrimas de rato en rato y solo podía enfocarse en esos ojos avellana tan intensos, en el torso desnudo de Bill, en lo bonito de su tatuaje a lo largo de su costado, como parecían dos serpientes de letras que se movían ondulantes.

Bill quería entrar ya, estaba extasiado con verlo disfrutar solo con sus dedos y esa manera de gemir que tenía lo enloquecía. Rápidamente buscó un preservativo en su mesa de noche y se lo colocó. Vio las piernas de Tom temblar y las tomó acariciándolas.

—¿Estás bien? —volvió a preguntar—. Tu interior arde, ¿puedo? —preguntó rozando su entrada y Tom solo asintió, estaba tan perdido en ese momento que solo deseaba que pase y punto.

Y pasó. Casi no reconoció su voz cuando mencionó su nombre, Bill se fusionó con él y comenzó a moverse lento, lo besaba y acariciaba siempre atento a sus reacciones. Tom, por ser más pequeño, no podía moverse mucho y cuando Bill vio conveniente, lo tomó de la cintura y giró en la cama permitiéndole estar sobre él. Tom, aún avergonzado, se movió buscando esa sensación agradable que comenzaba a crecer poco a poco.

Su primera vez fue hermosa, luego de haber alcanzado el orgasmo y haber caído hacia la cama, estaba tan cansado y adolorido que se dejó arropar por Bill quien cubrió su cuerpo con las mantas y se puso detrás de él permaneciendo los dos de costado aun respirando agitados.

—Me encantó —susurró Tom cerrando los ojos y recibió un beso en uno de sus hombros desnudos—. Aunque creo que quizá no pueda sentarme luego —rió un poco.

—Podrás, ahora descansa.

Tom suspiró hondamente y sintió las manos de Bill rodearle la cintura y luego las cosquillas que su barba hacía detrás suyo. Quería dormir, pero no podía. Había caído en cuenta de la situación, se había entregado a alguien a quien no conocía bien, solo había una fuerte atracción entre los dos y eso sería el comienzo de todo, de sus escapadas para verlo, de tener que mentir para verlo y un sinfín de cosas más que no sabía si estaba listo para afrontarlo. ¿Y qué de Bill? Cómo enfrentaría todo él, tampoco lo sabía, así que no podía estar tranquilo.

Por su lado, Bill se sentía muy tranquilo, no podía negar que la había pasado muy bien y abrazado a la cintura de Tom, pudo dormir sintiéndose tranquilo y pensando en cómo podía dividir su tiempo para corresponder a su chico.

Algunas horas pasaron y luego Tom se despertó un poco agitado, debía regresar a casa, así que se sentó en la cama y buscó su ropa. Bill detrás de él apenas despertaba.

—¿Te vas?

—Son casi las nueve de la noche, no puedo estar acá, debo dar explicaciones en casa…

—Comprendo Tom. ¿Te veo mañana? —Tom volteó a verlo y le dio una sonrisa.

—¿Tú quieres?

—Claro que sí.

—¿Me quieres? —Bill se sorprendió con la pregunta y fue a su lado para darle un beso en la mejilla.

—No tienes por qué dudarlo, no lo dudes Tom.

Tom se fue más tranquilo, además debía darse una ducha.

Jamás olvidaría esa tarde en casa de Bill y mientras acomodaba la mesa para que cenara con sus familiares, recibió un mensaje de texto.

«¿Salimos mañana? Aún no conozco mucho este lugar». Tom sonrió ante eso.

—¿Qué tanto miras ese aparato? —dijo su madre algo molesta.

—Nada mamá.

—Termina de hacer la cena.

—Sí.

Siempre era así en casa, él hacía todo, pero estaba contento de que mañana saldría con Bill, sentía que al menos merecía eso después de todo, su familia no podía quejarse, eso era una ventaja.

Al día siguiente, se vieron en un parque y fueron a tomar un café y conversar. No parecía algo complicado llevar esa relación, todavía no se conocían bien, pero estaban a gusto el uno con el otro.

Bill fumaba en el parque con Tom contándole chistes, aún faltaban algunos días para que entrara a trabajar y Tom a estudiar.

Tom amaba verlo reír y Bill amaba sentirse vivo otra vez.

Y Tom se convirtió en su nueva felicidad…

FIN.

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