Niñerías - XXXVIII

Hola *-* a todos. bueno, debo decirles que ya estamos en la cuenta regresiva del fic, me ha gustado mucho escribirlo y lo poco que falta vendrá en los siguientes capítulos. Espero les guste esta parte *-*

Deseaba saber cómo estaba Tom. Lo había visto con el semblante decaído cuando entró, así que subió y tocó la puerta de la habitación de huéspedes y luego la abrió tratando de controlar su ansiedad.

Tom estaba recostado en la cama con el lamparín encendido a su costado y tenía las manos en el rostro, tapándose los ojos, Bill se preocupó y entró para luego sentarse en el borde de la cama.

—¿Estás bien? —preguntó tomando una de sus piernas y acariciándola. Tom detuvo sus masajes a sus ojos y lo miró. Su vientre se contrajo ante sus ojos color miel que brillaban por la luz amarilla de la lámpara, «siempre tan bonito», fue lo que pensó. Y luego recordó todo lo que había pasado en la tarde. Lo que Tom tanto detestaba era los extraños sentimientos que sentía en su vientre, parecía una mezcla agria de odio y falta de algo. No podía negar que odiaba a su familia y todo lo que tuviera que ver con ellos, pero tampoco podía negar que recordar cómo fue su niñez y algunos años de su adolescencia le hacían sentirse débil y patético.

—Sí, sí —dijo cansado, Bill no le creyó.

—Debes descansar —dijo con una sonrisa, comenzando a desatar los pasadores de sus zapatillas negras y luego se las quitó. Tom se dejaba suspirando, sabía lo atento que era Bill.

—¿Tu papá?

—Se fue, vendrá mañana.

—Simone iría hoy con sus amigas, ¿cierto? ¿Sabes algo del señor Hans?

—No, pero creo que irían a visitarlo, lo último que supe era que estaba en su casa, ya no en el hospital, pero bueno, creo que están viendo la forma de internarlo en un hospital permanentemente, pero eso lo verá su esposa.

—A esa vieja no le importa, deberían dejar que tu mamá decida por él o alguien a quien sí le importe. —Bill escuchaba con una pequeña sonrisa en sus labios, nunca antes lo había oído opinar así.

—Quién sabe, lo que sí sé es que muchas de las cosas que ahora le pasan él mismo se las buscó, está cosechando lo que ha sembrado, lamentablemente es así. Y es una pena. —Tom volvió a masajearse los ojos y suspiró profundamente.

—Oye, tengo un trabajo —dijo sin más y Bill se sobresaltó.

—Tom… ¿cómo así? Cuenta. —Tom se sentó y tomó su brazo para jalarlo más cerca, le dio un beso muy fuerte en su mejilla que resonó y Bill suspiró emocionado, se sonrojó y permaneció quieto a su lado.

—Hoy salimos con Dunja y mi hermano. Fuimos a un supermercado y luego nos llevó a comer. —Bill sonrió emocionado y Tom se puso serio, no quería ver su emoción así que le codeó un poco fuerte y Bill se calmó—. Luego cenamos y estuvo jodiéndome la vida como siempre, solo que esta vez le dije que lo pensaría, o sea, con respecto a trabajar. Ella estuvo insistiéndome en estudiar algo como ellos quieren, pero la verdad no me interesa ninguna de sus propuestas, no quiero ser como ellos.

—¿Entonces?

—Entonces seré actor porno. —Bill casi se atora con su saliva, se removió de ahí sorprendido y luego miró a Tom y éste se rió tan alto como pudo.

—¡Tom!

—¿Enserio lo pensaste? Sí que me conoces, pero bueno, la idea de que miles de personas me vean follando no es lo mío...

—¡Tom!

—¿Qué? ¿Qué tiene de raro? Pero eso no fue lo que le dije a mi madre, ella tuvo otras ideas menos sexys. —Bill se tranquilizó y volvió a mirarlo curioso—. Estuve hablando con ella, mejor dicho preguntándole acerca de las empresas farmacéuticas que ella conoce, ya sabes, mis padres son médicos y siempre tienen perros falderos, los farmacéuticos, ellos tienen el peor negocio del mundo pues viven de la angustia de los enfermos, siempre quieren que los médicos promocionen y receten sus productos…

—Creo haber oído de eso…

—Sí, no es algo que se dice mucho, pero esas empresas mueven tanto dinero del dolor de la gente más que de otra cosa, sus productos no son muy caros en realidad, pero suben los precios porque saben que la gente enferma los consumirá por su desesperación. Pues bien, Dunja me dio algunas tarjetas para presentarme en algunas de esas compañías de mierda.

—¿Harás lo mismo? No entiendo.

—En parte haré lo mismo, pero no es el dinero lo que me motiva a trabajar en eso; aún lo estoy pensando… quisiera hablar con tu mamá antes de dar el sí y meterme en eso.

—¿Con mi mamá? —Bill estaba un poco sorprendido.

—Es que sé que ella sabe a quiénes se debería repartir los medicamentos, las personas que puedan pagarlo lo harán, pero las que no, pienso que las que sí podrían cubrir ese gasto, es cuestión de estrategia y estoy seguro que por ser hijo de dos médicos certificados me estarían dando muchos de esos productos hasta de regalo. —Bill demoró un poco en entender lo que Tom decía, estaba sorprendido porque no lo creyó capaz de pensar así.

Tom había sacado esa conclusión porque había hablado con Simone acerca de los medicamentos, él le había contado que sus padres eran médicos y se conocían mucho con los médicos farmacéuticos y las empresas de medicamentos, pero Simone le había confesado que ella y su grupo ya habían intentado pedir donaciones o precios más bajos, pero se negaron, esas empresas tenían mucho poder y eso a Tom le disgustó mucho. Entonces cuando discutió con su madre acerca del puesto de gerencia que quería darle su abuela en su empresa de productos dentales, Tom se negó rotundamente, Dunja volvió a mencionarle que debería estudiar o trabajar, pero Tom se negó hasta que recordó lo que alguna vez habló con Simone en una de las tantas cenas. Le dijo a su mamá que le gustaría entrar a una empresa farmacéutica específicamente sobre medicamentos de nutrición y suplementos vitamínicos, ella le recomendó muchas de esas empresas y empezó a hacer llamadas telefónicas, entonces Tom vio que no iba a ser difícil entrar así no tuviera estudios sobre eso… de todas formas ser hijo de médicos reconocidos le sería muy beneficioso y por primera vez en la vida se sintió contento de lo que iba a hacer.

—Tom, eso es genial. —Bill no soportó las ganas que tenía de besarlo, y aunque sabía que a Tom no le gustaba que sea Bill quien tomara la iniciativa, lo hizo y se fue casi sobre él a besarlo.

Tom casi rió entre beso y beso y solo se dejó buscando relajarse, estaba tan cansado que se sintió un poco mal por Bill ya que al parecer era tan notoria su necesidad de él en esos momentos y no había nadie en casa.

Bill solo pensaba en todo lo que le había dicho Tom, ¿cómo no sentir amor en ese momento? sinceramente no podía controlar sus latidos ni todo lo que sentía en esos instantes.

—Oye, qué haces —susurró Tom cuando Bill comenzó a tirar de su ancha camiseta negra de mangas largas y metió su cabeza en ella besando su vientre, Tom se contrajo. Los labios de Bill eran suaves y temblaban un poco en cada beso, Tom no sabía cómo reaccionar, lo único que hizo fue recostarse más y cerrar por un momento los ojos perdiéndose en esa agradable sensación, Bill no podía compararse con ninguna de sus anteriores parejas y eso era único.

Las manos de Bill temblaron de pura ansiedad y se pusieron frías así como su garganta se secó luego de pensar, planear y decidirse por más. Tom abrió los ojos cuando sintió los dedos fríos de Bill en el borde de sus jeans y como abría el broche de su correa y luego el botón. Se apoyó en sus codos para mirarlo y Bill se detuvo solo porque creyó que Tom reaccionaría mal. Miró hacia el frente y se topó con la mirada intensa de Tom quién tomó fuertemente una de sus muñecas.

—Lo siento —se disculpó Bill y fue jalado hacia Tom quien se puso de costado con Bill a su lado. Lo vio a los ojos y no hizo ni dijo nada—. Tom… —jadeó buscando contacto y una sonrisa apareció en los labios del mayor.

—¿Ansioso? —Tomó su rostro entre sus manos, Tom en realidad no quería hacer eso, pero por un momento, un pequeño momento deseaba ver sus ojos. Bill pestañeó seguido y llevó sus manos hacia las del Tom y las acarició mostrando una sonrisa, no sabía cómo reaccionar, solo quería que Tom lo besara o al menos hiciera algo. Luego de reír un poco por los nervios se puso serio por como Tom lo miraba.

—¿Todo bien? Estás extraño —susurró en sus labios y Tom no sabía cómo explicar lo que le pasaba.

—¿Sabes lo que quisiera? —Bill tragó saliva por la forma en cómo Tom hablaba, la gravedad de su voz y el brillo especial en su mirada. Tenía una ligera sospecha y se agitó, presentía que Tom lo haría suyo esa noche y él no tenía fuerza de voluntad para negarse—. Haberte conocido mucho antes. —Bill se quedó pensativo, no se lo esperaba.

—¿Qué tan antes? —preguntó con los ojos cerrados, en un susurro.

—Quizá desde siempre. —Acarició sus mejillas y Bill se sintió flotar, Tom nunca había sido así y comenzó a temblar un poco.

—¿Por qué lo dices? —Esperaba una respuesta, abrió los ojos y miró de frente a Tom quien lucía relajado.

—Es algo que estoy pensando en este momento. —Luego de eso lo besó.

Eran tantos sentimientos que se mezclaban, era algo diferente a lo físico, diferente a la excitación sexual, era más que solo eso. Tom no podía creer que su corazón estuviera latiendo tanto y por un momento se asustó de eso. Bill vio cómo fruncía el ceño y su agarre se hacía fuerte en sus hombros hasta recostarlo sobre su espalda. Bill jadeó ante eso, no se esperaba tal movimiento cuando Tom se posó sobre él y comenzó a besarlo por todos lados.

—Tom… a mí también me hubiera gustado conocerte antes. —Tom besaba su plano vientre y Bill se mordió el labio dejándose hacer, ya sus pantalones les eran quitados—. Estoy nervioso —confesó en un susurro por los movimientos de Tom, uno tras otro, quitando sus prendas y ante esas palabras se detuvo, arrodillado entre sus piernas, lo miró a los ojos.

—No te haré daño —dijo acariciando su vientre—. Tu mamá puede llegar en cualquier momento, no quiero meterte en problemas, pero… —Tomó su miembro y Bill se estremeció—.Voy a ayudarte.

—Oww… —gimió conteniéndose, otra vez Tom lo besaba y lamía ahí—. Nunca antes pensé decirlo, pero cada día te deseo más.

—El niñero tiene ganas, ¿eh? Cuidado con lo que deseas… —Bill se extrañó un poco, parecía el Tom de siempre—. Yo lo quiero también, no sabes cuánto lo pienso —dijo con grave voz y luego volvió a meterse el miembro de Bill en su boca.

Bill no pudo replicar ante eso, solo se dejó llevar por esas sensaciones tan placenteras. Nadie estaba en casa así que no reparó en gemir a su gusto y con eso descontrolar un poco a Tom. Su cuerpo se estremeció cuando supo que acabaría, llevó ambas manos a la cabeza de Tom y jaló un poco sus cabellos. —Tom… Tom —Le advirtió que acabaría y así fue.

Bill aun temblaba y se movía en la cama hasta que escuchó los gruñidos de Tom y un líquido tibio ser vertido en su vientre, Tom terminó ahí, en gran parte de su bajo vientre y luego se recostó a su lado suspirando hondamente. Tenía los pantalones aun puestos, Bill era el único completamente desnudo, pero en ese momento no le importó.

Agradables sensaciones lo invadían y sus ojos se cerraron, pero escuchó algo a su costado que le llamó la atención y cuando giró su rostro encontró a Bill lamiéndose los dedos, probando lo que había dejado en su vientre. Tom rió ante eso y Bill se avergonzó un poco.

—¿Qué tal sabe? —preguntó poniéndose de costado y buscado algo de papel sanitario en sus bolsillos para limpiar eso. Bill rió ante su pregunta y se sentó en la cama para buscar su ropa.

—Humm… —No quiso contestar pues no tenía una definición, solo quiso hacerlo.

—El tuyo como miel —dijo Tom y eso hizo que Bill deseara hacerse una bolita en la cama así que le tiró su camiseta a la cara mientras se ponía los pantalones.

—Algo te pasa, Tom.

—¿Qué? ¿Qué de extraño notas? —Bill terminó de vestirse y se recostó a su lado mirándolo con una sonrisa y llevó sus manos a su rostro.

—Estás más… más… tierno —dijo y se mordió el labio. Tom rió a carcajadas aunque dentro de él estaba un poco asustado pues hasta él mismo se había sentido diferente.

—Exageras. —El sonido de la puerta principal los alertó y Tom Tomó su rostro para darle un último beso—. Hasta mañana.

—Hasta mañana —dijo Bill saliendo de la habitación muy rápido. Su mamá había llegado.  

~*~

Al día siguiente, mientras Bill estaba en la escuela, Tom decidió salir al trabajo de sus padres después de meses prácticamente.

En el desayuno y luego de que Bill se fuera a la escuela, Tom le preguntó a Simone qué es lo que acostumbraba hacerle a Bill por su cumpleaños y ella le dijo, con una sonrisa, que acostumbraba hacer una rica comida y que a veces llegaban amigos a su casa con los que salía después, pero como serían sus dieciocho años y su papá había venido, ella no tenía idea. Tom se quedó pensando que por lo visto no eran de planificar algo como en su familia. Sonrió un poco ante eso, es que él creía tener la peor familia del mundo, pero si de cumpleaños se trataba, sus padres siempre le organizaron las más caras y caprichosas fiestas. No había peros en los cumpleaños, si el cumpleañero quería algo, debía ser así.

Salió de ahí y manejó hacia el tremendo hospital donde sus padres trabajaban y subió el ascensor hacia la oficina de su papá.

Tom no se llevaba muy bien con él pues tenían formas de ser tan distintas, David era calmado, serio y un tanto frío, Tom era más avivado y detestaba en cierta forma el letargo de su padre.

—¿Tom? Vaya, qué sorpresa. Si vienes por dinero, te recuerdo que…

—No, nada de esas mierdas.

—Cuida tu boca.

—¡Ya! Solo escúchame un momento. —Se sentó frente a su padre quien vestía de blanco y aprovechaba para firmar algunas fichas médicas.

—Directo al grano que tengo pacientes.

—Así que no hablas con mamá. Bueno, quiero tu lista de proveedores de medicamentos, quiero analizar a cuál entraré. —David se sorprendió un poco y dejó de hacer lo que estaba haciendo para prestarle atención.

—¿Piensas ser distribuidor?

—¿Por qué no?

—No digo que no, solo que con nuestra influencia puedes llegar a ser más que solo eso si es que estudias una carrera administrativa. —Tom frunció el ceño, ya sabía hacia dónde quería llegar.

—Quiero trabajar ahora y no estudiar.

—Está bien —dijo sin más—. Si quieres un puesto simple como repartidor de…

—Promotor, no quiero repartir, quiero promocionar.

La diferencia entre uno y lo otro era que un repartidor solo hacía mandatos de parte de la empresa hacia los consultorios, pero un promotor impulsaba la compra de dichos medicamentos para ser distribuidos.

—De acuerdo —lo miró fijamente y se cruzó de brazos—. Para ese tipo de trabajos uno debe ser serio, Tom. —Lo decía porque sabía que Tom no le iba a poner empeño—. Responsable, calculador; dependería mucho de eso las ganancias de la empresa. —Tom torció la boca.

—Yo solo quiero tener el control de la distribución, además quiero destinar parte de las medicinas a proyectos sociales.

—¿Qué dices? ¿Acaso es tu empresa? No puedes adueñarte así de los productos de otros.

—Papá, tengo ideas, solo quiero el maldito puesto.

David frunció el ceño, con esa mentalidad que tenía cómo le recomendaría a sus amigos alguien así. Pero lo pensó y sacó su agenda en donde tenía muchos teléfonos así como boletines en su escritorio de varias compañías.

—Creo tener algo para ti.

Tom no sabía en qué se estaba metiendo.

Cuando su mamá le había preguntado qué estaba haciendo con su vida, él solo pensó en buscar la forma de encontrarle el sentido a vivir para no lamentarse después, no se le ocurrió otra cosa que apoyar a Simone con sus pequeños proyectos, pero lo que él no sabía era que se estaba metiendo a la boca de un lobo gigante.

o_o Tom está haciendo algo que le costará mucho. En el próximo capítulo~ el cumpleaños de Bill, no se lo pierdan n_n