Minino~ 23

Hola a todos *-*~ actualizando como siempre, espero tengan un buen inicio de semana. Quiero agradecer el bello regalo tan lindo que me dio alguna vez Javiera *-* un hermoso dibujo de Bill y Casimir, es tan lindo, muchas gracias y espero todo contigo esté mejor. 

"Estuve con otro..."

Su mente y corazón luchaban con su cuerpo y todas las sensaciones que sentía en esos momentos. Aferraba sus manos fuertemente a las mantas, casi clavándoles las uñas, se sentía tan expuesto al otro. Por una parte confiaba y tenía la expectativa de algo muy intenso, pero por otro lado, la culpa comenzaba a inundarle y más cuando pensaba en Tom. Cerró fuertemente sus ojos y apoyó su cabeza en las mantas, escuchaba a Jared jadear y sentía una de sus manos untarle algo líquido con sus dedos. Más recuerdos de Tom.

—Tom… ah… —Jared rió bajito.

—Quédate quieto o te dolerá, ya te dije.

—Espera, Jared. —Frunció el ceño, la intromisión de los dedos del mayor le hizo temblar—. Humm… —Se mordió el labio.

—Te encanta… sé que te encanta. —Si tan solo fuese Tom se sentiría cómodo. Comenzó a agitarse y a querer liberarse cuando los dedos del otro se adentraban profundamente. Jared le dio una nalgada fuerte que le erizó la piel y le hizo gritar.

—¡Jared!

—Shh… espera un poco más.

Con sus pulgares lo penetró, Bill en vez de esquivar aquello alzó su trasero como un reflejo de su cuerpo y gimió.

—Así me gusta, ya casi…

—Por favor, no… —suplicó con la última cordura que le quedaba a pesar de que su cuerpo le contradecía.

Jared se quedó pensando mientras le preparaba. Algo en Bill le recordaba su propio comportamiento alguna vez, cuando era más pequeño incluso y se entregaba por amor hacia alguien quien solo lo consideraba su esclavo sexual. A él le costó mucho tiempo darse cuenta la diferencia entre amor e interés. Y ahora hacía prácticamente lo mismo. Sabía que Bill era virgen aunque ahora tuviera sus pulgares muy metidos en él.

—Ser virgen no es algo que te convenga… —Bill temblaba tanto y apoyado en sus codos lo miró por encima de su hombro—. Él quiere eso. —Movió sus dedos dentro y Bill maulló.

—¿Quién?

—Furst, por eso te llamé hoy aquí. —Bill se agitó comenzando a patalear.

—¡Me mentiste!

—No, te estoy protegiendo.

—Esto no impedirá mi crecimiento, ¿verdad? —Estaba decepcionado.

—No lo sé, es una teoría.

Furst tenía eso como teoría, pero no lo podía comprobar ya que había matado a su científico, el único fiel. Tenía el presentimiento de que Jared había dejado de crecer cuando comenzaron a tener relaciones sexuales, aunque Misha le decía que no. Eso le hacía entrar en dudas a Jared, pero veía en Misha una hermana intocable, nunca se acostó con ella, pero cuando supo de Bill, algo en él le dio a entender que si se ligaba a su igual podría comprobar que su crecimiento se estaría deteniendo. Pero todo eso eran simples teorías, suposiciones.

—¡Suéltame, Jared! —Se removía con los ojos aguados de lágrimas y una sensación de vergüenza extrema.

—Espera, debo dejarte al menos marcado, ya no te muevas así… —Volvió a azotarlo y Bill cayó de costado con Jared detrás suyo—. No te muevas. —Sacó sus dedos y luego comenzó a chupar sus costados y cuello, lo hizo fuerte en medio de forcejeos.

—¡Jared! ¡Ahh! —gritaba, gemía y gruñía, la mezcla de su desesperación y su deseo oculto. Jared volvió a penetrarle con sus dedos tan fuerte que Bill gritó cerrando los ojos, retorciéndose del dolor—. No… —Y Jared lo dejó. Arrodillándose le cubrió con las mantas.

Bill no se movía, solo sollozaba temblando, agitado, podía sentir la sangre en su trasero.

—Tenía que hacerlo, verás por qué, el día se acerca y ni Misha ni yo podremos ayudarte, ahora estás marcado, deberás decirle que fue Tom. —Bill apenas abrió los ojos, mirándole de reojo.

—Ya dije que no quiero verlo… —Jared comenzó a vestirse.

—Lo sé, pero él no entiende. Está por venir a Teltow, hoy. —Bill se sentó ahí reprimiendo sus dolores y mirando las marcas rojas en su blanca piel.

—¿Qué quiere de mí? —Jared le miró con pena y sus orejas fueron hacia atrás.

—Lo que acabo de hacerte… —Bill abrió sus ojos asombrado—. Le pertenecemos en todas las formas de pertenencia, eres el último que le queda y ha sido muy paciente Bill, solo que ahora está temiendo por el atrevimiento de Tom para contigo.

—¡Tom es mi novio, mi dueño!

—Eso es lo que tú crees. Ahora, debo irme… Espero regreses a casa y sepas entender esto que acaba de ocurrir. —Bill frunció el ceño fastidiado.

—Me mentiste.

—Te protejo… Ya verás —se levantó de ahí y le sonrió—. Nos vemos, Minino. —Le meneó la cola y salió corriendo de ahí.

Bill se sintió muy sucio sobre aquellas mantas, ahora, qué se supone que le diría a Tom.

Caminó pesadamente por el bosque a la velocidad de un humano, llegando muy de noche a su casa.

—Bill —Simone le abrió la puerta trasera—, tan tarde, son más de las doce y será mejor que te apures pues Tom está por regresarse a Berlín. —Bill la miró algo asustado, Tom estaba en Teltow, en su casa.

—¿Tom?

—Sí, estuvo esperándote aquí desde las seis… Me dijo que te estuvo llamando. —Bill entró a la casa algo avergonzado y caminó hacia la salida principal. Tom estaba en su auto por irse.

Antes él hubiera corrido hacia ese auto emocionado hasta que lágrimas amenazaran con salir, pero esta vez se quedó parado en la puerta de su casa, incapaz de correr, reaccionar o mínimo sonreírle.

Tom encendió su auto y cuando estuvo por acelerar se percató de Bill, parado tímido en la puerta con las orejas decaídas y la cola sin movimiento.

—¡Bill! —gritó frenando y salió rápidamente de su auto—. Bill, al fin te encuentro, estuve llamándote. —Se le acercó hasta verle de cerca—. Estuve preocupado, están pasando cosas, muchas cosas raras… ¿Bill? ¿Pasa algo? —Le tomó de la mano, sintiéndola fría, casi helada.

—No… —Tom no le creyó, ni le sonreía, ni siquiera le había dicho hola.

—Minino, debemos hablar. —Bill miraba a todas partes, se sentía vigilado—. Algo te pasa, sé que algo te ha pasado. —Se sonrojó, no quería hablarle de aquello, así que tomó su mano.

—Vamos a mi casa, debo también hablar contigo. —Tom lo siguió algo preocupado.

Ya dentro, habló con sus padres diciéndole que subiría a su habitación con Tom, necesitaban hablar en privado. Ellos ahora confiaban en Tom, lo veían como un aliado en quien confiar si algo malo pasara, entonces se lo permitieron.

En la habitación, Tom se sentó algo ansioso sobre la cama de Bill y éste sacó unas toallas de su ropero.

—Debo bañarme con urgencia, no demoro, lo prometo, espérame por favor. —Tom asintió algo emocionado. Estaba sentado en la cama de su Bill y éste quería bañarse, Tom sonrió de oreja a oreja en cuanto Bill salió de la habitación, ¿acaso Bill tramaba algo?

Cada que Tom pensaba en intimar con él se ponía muy ansioso, le tenía muchas ganas, quería tomarlo de una vez, pero la inocencia y pureza de Bill siempre le frenaban esas ganas de tomarlo a la fuerza. Él le esperaría.

Aunque en medio de todo aquello estaba la reciente advertencia que le había hecho la mujer gato, Misha. Tom había pedido un préstamo al banco ese mismo día para comprar unos boletos de avión que los llevara temporalmente a América. Aún no había hablado eso con los padres de Bill, solo le había dicho que poseía dinero por si alguna cosa pasara, él se llevaría a Bill por su bien, ellos estuvieron de acuerdo con ese punto, su hijo ya no era un niño, vieron en Tom alguien responsable capaz de velar por él.

Bill regresó a la habitación después de casi veinte minutos, estaba con una cafarena que le cubría el cuello y se abrigaba con una chaqueta. Se sentó al lado de Tom, lucía serio y algo desconcertado.

—Bill… —Le tomó una mano y la besó a lo que Bill la retiró sin mirarle—. Han pasado cosas, hoy en la mañana Misha entró otra vez a mi departamento. —Bill lo miró asustado.

—¿Qué dijo?

—Pues lo de siempre, solo que esta vez estoy seguro que algo muy malo pasa… No entiendo muy bien, pero alguien quiere que nos separemos, ya le he pedido hablar directamente cara a cara, pero es cobarde.

—No sé qué hacer, Tomi, sé que algo está pasando —se mordió el labio—. Me tienen vigilado, puedo intuirlo. —Tom se levantó de la cama y fue hacia la ventana de Bill, la abrió y divisó hacia el horizonte—. Tom, regresa… No es tan literal…

—Sabes Minino —habló regresando a la cama—, tengo un plan, depende de ti y de tus padres, aunque ellos hoy acaban de decirme que confían en mí, que si algo pasara sería el indicado para que me confíen a ti, eso es genial, he pedido un préstamo al banco, ya me han depositado el dinero, uno suficiente como para volar a América si algo pasara… —Bill se sintió pequeño y extraño, era la culpa, Tom había hecho planes para protegerlo, para viajar juntos, y él, en su afán de buscar solución para su problema con la edad, tenía ahora casi todo el cuerpo marcado—. ¿Pasa algo? Estoy seguro que pasa algo y quiero saberlo —esta vez se sintió acorralado. Dejó de mirarlo y se encogió ahí sentado en la cama—. Bill…

—No pasa nada.

—Sé que pasa algo. —Puso una mano en su hombro y el minino le miró, Tom se consternó de los ojos de Bill, estaban brillosos de lágrimas contenidas y aquella mirada ya no era inocente, eso le extrañó.

Bill se quedó en silencio por algunos minutos, Tom comenzaba a preocuparse más. Buscaba en su mente qué pudiera estar pasándole, pero Bill, él buscaba cómo decirle lo que había sido capaz de hacer, o casi hacer, él no tenía el conocimiento suficiente para saber cómo era tener relaciones, con lo que Jared le había hecho bastaba para Bill para sentir que había consumado ese hecho con otro ser.

—Yo… —intentó hablar— No sé cómo lo tomes esto, no es nada bueno —se animó a decir, vio la mirada consternada de Tom y se sonrojó un poco.

—Quiero saberlo…

—Creo que ya no querrás estar conmigo, todos los planes se pueden echar abajo.

—No, eso no, habla de una vez. —Bill se llevó ambas manos al rostro y suspiró bastante incómodo.

—Estuve con otro…

—¡Qué! —Tom se sobresaltó y le tomó de los hombros, quería que Bill le mirase a la cara—. ¿Qué has dicho? ¿Con quién?

—Espera… antes debes saber mis razones. —Tom trató de serenarse, pero muchas imágenes perturbadoras inundaban su mente. Él antes hubiera jurado que su Bill era incapaz de traicionarlo, antes podía creerle, ahora comenzaba a dudar—. Había una solución a esto que tengo… crecer rápido, Jared me lo había dicho y le creí.

—¿Qué? ¿Y quién es él?

—Es uno como Misha y yo… le conozco hace tiempo.

—¡Y recién me dices todo esto! —Bill logró mirarlo y se encogió, se sentía muy mal.

—Lo siento, no quería que te preocuparas, quería mantenerte muy al margen de todos ellos, de las cosas raras que están tramando…

—¿Te acostaste con él? No entiendo, ¿cuál fue la razón? Explícame… —Bill tragó saliva y luego comenzó a llorar incapaz de contenerse. Esta vez Tom no lo consoló, solo lo miraba fijamente buscando respuestas.

—Me dijo que si lo hacía con él pues… dejaría de crecer tan rápido.

—¡No! —gritó fastidiado, podía imaginarse a un tipo muy mal intencionado, engañándole así, seduciéndolo y poseyéndolo como le venga en gana—. ¡Y lo hiciste! —Bill se encogió, Tom nunca le había gritado antes—. No puede ser… ¡Grr! ¡Y quién es ese maldito! Quiero verlo —Tom decidió callarse de una vez pues Bill lloraba ahí sentado en la cama—. No llores, no… —suavizó su tono—. Estoy muy molesto, sí, demasiado, no sé cómo reaccionar en estos casos, pero no quiero separarme de ti, solo que lo que hiciste fue demasiado estúpido, eso de no crecer si te entregas a alguien, es mentira, como pudo ese maldito.

—Es que… moriré antes que tú, era un sacrificio, tenía que ver si funcionaba o no… Lo necesitaba. —Tom gruñó fastidiado—. Pero luego él dijo otra cosa… Me dijo que necesitaba hacerme eso para que…

—¿Para qué? —Tom le miraba con desaprobación, qué más se había atrevido a inventarle al inocente de su Minino.

—Para… para que esté marcado y así el dueño de ellos no se interese en mí. —Tom se llevó las manos a la cabeza y revoloteó sus trenzas de la frustración que sentía.

—Minino, Minino… ¡Minino! ¡Por qué serás tan inocente! Déjame pensar un momento.

—Lo siento… no sé qué decirte. —Aún lloraba.

—¿Cómo me dijiste que se llamaba ese desgraciado?

—Jared…

—Aishh… y dices que es como tú, con cola y todo —Bill asintió—. Maldito desgraciado, verá cuando lo vea, ¡cómo osó tocarte! —Llevó una de sus manos hacia la mejilla de Bill limpiándole una lágrima—. Ya no llores, ya todo pasó, ahora estás conmigo.

Bill sintió tantas emociones confusas y de un sobresalto terminó en los brazos de Tom, abrazándolo con fuerza, llorando en su hombro.

—Perdóname… perdóname, de seguro ya no querrás hacerlo conmigo —sollozaba. Tom recordó aquella vez que Bill le perdonó el haberse besado con Candy, la secretaria con la que salía. Él no quería separarse de Bill, menos en las circunstancias en las que se encontraban.

—Shhh… No digas eso, te perdono, no quiero perderte, pero Bill, si no confías más en mí no me quedará otra cosa que alejarme, no es justo que no confíes en mí yo que todo te he confiado…

—Quería vivir más… esto tampoco es justo, el saber que pronto tendré dieciséis, creo que ya los tengo y dentro de cuatro meses tendré diecisiete.

—No importa, no me importará cuando seas mayor que yo, te quiero así, que te quede muy claro. —Pero Bill no se quería así, ese era el problema.

Luego de minutos, ambos estaban acostados en la cama mirándose frente a frente. Aún Tom se sentía incómodo, tenía dudas y su mente volaba hacia las respuestas más perversas comenzando a asfixiarle todo el tema. Bill podía notar aquello, pero no sabía cómo revertirlo.

—Acabo de ver… —Tom cerró sus ojos—. Tienes una marca en el cuello, parece una, no sé, como mordida—. Bill se sobresaltó y acomodó su cafarena, subiéndosela.

—Lo siento…

—¿Qué te hizo? —preguntó con temor y con una voz grave. Bill esquivó su mirada—. Solo quiero saberlo… no te recriminaré, es que… siento que lo necesito. —Aunque sabía que le dolería, sus celos estaban matándole, necesitaba sentirse seguro.

—Oh, Tom… —se sonrojó notoriamente—. Pues, las cosas que me hiciste en el bosque, solo que no se compara a lo que tú me hacías. —Tom se apoyó en sus codos para mirarle más fijamente.

—¿Te hizo solo lo que yo te hice una vez? —Bill asintió—. ¿No hizo más? —Negó con la cabeza— ¿Nada más?

—Bueno, fue algo rudo, quiso dejarme marcado, por eso tengo estas horribles huellas en la piel. —Tom frunció el ceño y le remangó la cafarena que traía puesta—. Tomi… espera.

—Shh… —Le chistó viéndole las marcas en su pecho y vientre, algo fastidiado le quitó la cafarena, Bill jadeó algo intimidado—. Cómo pudo hacerte esto… Aunque es extraño, dices que nada más esto. —Le miraba fijamente para saber si le mentía o no, podía ver que le decía la verdad—. ¿Te penetró? —Bill cerró sus ojos y cubrió su rostro con sus manos, se moría de vergüenza.

—Con sus dedos…

—¿Nada más?

—Nada más —Tom se quedó por un momento estático, casi un alivio le recorrió el cuerpo. No lo habían hecho en sí.

—Ya veo… —Bill le miró algo asustado, Tom lucía aliviado, suspiró recostándose a su lado otra vez, Bill tomó su cafarena, no quería que le siga viendo las marcas—. Discúlpame un momento, quiero hacer una llamada. —Bill asintió dejándole levantarse de la cama y suspiró aliviado.

Podía voltear la página y sentirse seguro con Tom, quería creer eso aunque su mente era bombardeada por recuerdos de Jared, por más que se había bañado y refregado muy bien todo el cuerpo, aún su olor estaba con él, a veces sentía como una corriente eléctrica cada que podía percibirlo.

Tom llamó casi a las tres de la mañana a Candy, la secretaria, y le dejó un mensaje en el teléfono de que no iría a trabajar al día siguiente.

Regresó a la cama junto a Bill.

—Voy a quedarme contigo esta noche —ni le consultó—. Oh bueno, lo que queda ya que es muy tarde, no quiero irme sabiendo todo esto, y cuando sea la mañana me mostrarás a ese Jared. —Las orejas de Bill decayeron.

—Pero Tomi, es que no sé dónde encontrarlo, no creo que sea buena idea. —Tom frunció el ceño y Bill se sintió incapaz de reclamarle algo—. Pero, si él entrara por la ventana, entonces sabrás quien es…

—Así que entra por tu ventana —la miró con furia—. Pues me quedo a esperar… —Le miró a los ojos y le extendió una mano, Bill se la tomó todavía incómodo—. ¿Quieres saber cómo es hacer el amor de verdad? —Bill se sobresaltó y sonrojó ante la mirada fija de Tom en él.

—Tom… —apenas dijo, su corazón comenzó a latir tanto.

Bill no podía creer que lo había perdonado y claro que quería darle ese placer a Tom. Lo que no sabía era los celos enormes que Tom sentía por dentro, y algo que él denominaba su instinto animal le mandaba a marcar territorio antes que otro lo hiciera, aún no salía eso de su cabeza y se sentía acorralado e intimidado, aparte de furioso.

Se acercó más a Bill y le besó en los labios. Y Bill jadeó un poco sintiendo como la temperatura de su cuerpo subía, él amaba esa especie de fiebre. Entonces miró tímido a su novio.

—Quiero… Solo contigo quiero —Tom sonrió recostándolo sobre la cama. 

Momento decisivo *o* veremos qué más pasa~ gracias por leer y comentar, lo valoro mucho y los respondo *-*