Póster - 45

Para Scotty, sí, otra vez :D Gracias a todos los que siguen los pedacitos de este fic, lo valoro mucho<3 *-* y por comentar, los respondo todos.

Tom le preparó la cena, de todas maneras tenía cargo de conciencia. De rato en rato divisaba a Bill limpiar la habitación sacando todos los garrones y espejos rotos, eso le pareció extraño.

El pelinegro buscaba enmendar su supuesto error, no podía creer ser capaz de eso, destrozar cosas tan caras y bonitas por una rabieta, sintió vergüenza por él mismo por más inconsciente que fue de eso, sentía que el otro Bill y él eran uno de alguna manera, como dos mitades. Aún así se ponía a pensar en si estaba haciendo bien o no en fingir no ser del todo él. Se había percatado de la diferencia de la mirada de Tom, ahora parecía tener cautela, cada que le miraba Tom volteaba la cabeza dejándole de ver y cuando le quería decir algo notaba el tono de su voz diferente, más ruda y con muchas preguntas, como teniendo sospecha.

Se sintió un monstruo.

—Ehem, Bill —llamó Tom algo temeroso y éste salió de la habitación acudiendo a su llamado y luego de ver la cara de extrañeza de Tom se puso serio y trató de fingir.

—¿Qué quieres? —Tom le dio la espalda.

—La cena está servida.

Esa frialdad con la que le hablaba le dolía, no podía creer que el otro Bill haya construido esa barrera entre los dos, sentía que debía remediarlo, acercándose a Tom le tocó la espalda sintiendo que se estremecía y volteaba a verle con cara de extrañeza total.

—Gracias —le dijo con una sonrisa y Tom pestañeó seguido para luego relajar su rostro y darle una sonrisa.

—No hay de qué, preparé algo que te gusta, pasta con salsa de tomate. —Los ojos de Bill brillaron y no pudo evitar acercarse más para acariciar sus brazos, como un gatito.

Tom no sabía cómo reaccionar, era extraño ese comportamiento en Bill, por lo general le hubiese dicho algo como “espero que sepa bien porque suelo comer en restaurants muy finos”, pero ahora le repetía muchas veces “gracias Tom”.

La sospecha estaba ahí, latente en el ambiente. Y abajo, ambos chicos cenaban animosos, Tom jugaba con su pie topando el de Bill, acariciándolo de vez en cuando sólo para ver su reacción y esos sonrojos y risitas nerviosas solo le indicaba ser el otro Bill, así que reía para sus adentros buscando alguna pregunta para hacerle.

—¿Llamaste a Georg? Dime, qué le dijiste. —Bill abrió la boca sorprendido tornándose serio, pestañeó muchas veces mirando a todos lados buscando inventar algo a último minuto.

—Yo… no, digo, sí, le llamé, le dije que estábamos bien.

—¿Qué estábamos bien? Que interesante… Y ¿qué te dijo él?

—Él… pues verás, él solo dijo que estaba bien. —Tragó saliva por la risita que soltó Tom.

—¿No mandó un saludo para mí? ¿No dijo que te cuide o algo? —Bill se sentía cada vez más descubierto y su angustia era evidente.

—La llamada se cortó pues estamos lejos, había interferencias….

—Pero si tienes uno de los teléfonos más tecnológicos del mundo, quizás y hasta funcione en la luna. —Estiró una mano y tomó la suya sintiéndola fría de los nervios, suspiró resignado, estaba siendo malo—. ¿Por qué me mentiste? —Bill bajó la cabeza totalmente avergonzado—. No te recriminaré más, solo quiero saber el por qué. —Bill se avergonzó y ocultó su rostro tras sus cabellos negros.

—Me duele que no estemos bien, siempre algo pasa con el otro yo —habló con la voz entrecortada—. Cuando aparezco aquí algo ha pasado, algo malo, o él te quita el trabajo o te manda a golpear, o te obliga estar en esta isla o destroza las cosas de nuestro hogar, siempre algo ha pasado, yo quería remediarlo. Eso era todo…

Y luego de esas palabras Tom se le acercó y le jaló de la mesa para abrazarlo; Bill, cual koala, le saltó encima.

—No vuelvas a mentirme; sé muy bien que el otro Bill, como dices, causa problemas, pero créeme que a mí no me afecta como piensas. Sé que todo esto es tan loco, pero no me quejo… Yo compré ese póster porque gustaba de ti y de él en parte, yo mismo caí en todo esto y no negaré que me gusta.

Bill lo miró a los ojos y le sonrió para luego darle un besito en sus labios.

Para él su mundo era Tom, solo Tom. Y tenía el mundo entre sus brazos. 

Pobre pequeño Bill tierno, pero ya al fin arregló asuntos con Tom.