sábado, 12 de enero de 2013

Fresas amargas - II

Hola a todos e_e xd aquí, muerta de cansacio luego de venir de un viaje, pero actualizo *o* Los quiero n_n espero les guste este nuevo capítulo que como saben, es continuación de Helado de Fresa.
—¡Tom, para! ¡Tom! —se quejaba, Tom parecía estar fuera de sí—. Me está doliendo… detente. —Cerraba sus ojos y aguantaba el dolor punzante. Toda la cama se movía tan brutalmente que golpeaba la pared de la habitación. Bill dejó de clavarle las uñas en su carne para jalarle las rastas con desesperación—. ¡Para! —gritó con voz llorosa a lo que Tom se irguió gruñendo por la jalada de cabello y le miró. Bill lloraba bajo su cuerpo como si él le estuviera ultrajando, quizá lo hacía. Pero su corazón latía retumbante y la ira que sentía salía de su cuerpo de esa manera, en el frágil cuerpo de su ex Bill.

Había pasado un año más y ambos tenían diecinueve años. Se habían visto más de una vez, Bill solía viajar cada vez que podía, esta vez no le decía nada a Astrid, eran viajes secretos con un solo propósito: encontrarse con Tom.

Aunque últimamente las cosas amenazaban con salirse de control, Bill trataba de no tocar el tema de sentimientos que tanto hacía sufrir a Tom y éste, en lo que podía, había tratado de adaptarse a esos encuentros esporádicos cada tres o cuatro meses en donde ambos siempre terminaban en la cama acostándose, Tom ya no podía llamar a ello ‘hacer el amor’, eso era distinto. Como la reciente noche que Bill estaba en su cama y al día siguiente regresaría a Francia.


Tom acarició su rostro tratando de calmarlo, Bill estaba algo conmocionado y un poco asustado, Tom había sido demasiado rudo hasta el punto de dejarle marcas moradas en sus huesudas caderas. Bill le apretó los costados, indicándole que quería que se levantara de su encima, el cual Tom lo sintió como un desprecio, así que lentamente volvió a hundirse en él con saña, sabiendo que le dolía.

—Tom, estoy sangrando, para… —decía con el rostro compungido de dolor, Tom sabía eso, podía sentirlo.

—Te irás… mañana en la mañana —fue lo que le dijo comenzando sus rudas embestidas otra vez, quería terminar en Bill de todas maneras.

—¡Ahh! —ya ni gemía, solo gritaba desesperado—. Termina ya… —se mordió el labio, cerrando sus ojos, giró su rostro dejando que Tom continuara.

Lo extraño para Bill fue sentir sus delicados besos en su mejilla y frente mientras le follaba con rudeza, una extraña combinación que le confundía y ni sabía si aquello le gustaba, pero él se dejaba.

La almohada terminó mojada de lágrimas y las sábanas de sangre y semen.

Bill tomó parte de las sábanas para cubrirse todo el cuerpo cuando al fin Tom se levantó de sobre él, aún lloraba, una mezcla de diferentes dolores marcados con decepción le inundaron.

—Lo siento —le decía Tom, había podido ver la sangre que salía de Bill y como sus piernas temblaban cerrándose—. Ya no llores. —Se recostó a su lado acariciando su cabeza, Bill le miró furioso y levantando una de sus piernas adoloridas, le plantó un rodillazo en el vientre, Tom gritó y se quedó quejándose en la cama.

—¡Eres un bestia! —gritó Bill intentándose levantar de la cama sin éxito ya que Tom le tomó del brazo jalándolo a la cama otra vez—. No me toques, Tom. Suéltame.

—¡No lo haré! ¡No me digas qué hacer! —ambos se miraron a la cara, era claro que Bill estaba mal, asustado y adolorido, en cambio Tom parecía una fiera, su dolor estaba dentro, en su corazón.

—¿Qué pasó con mi dulce Tom? —dijo en un susurro—. Acabas de violarme, ¿no te das cuenta? Me hiciste daño… —El labio inferior de Tom tembló y el agarre que tenía en la muñeca de Bill se hizo más fuerte hasta hacerle doler—. Tom, suéltame por favor… —se quejó.

—¿Si te suelto regresarás en cuatro meses?

—No puedo evitarlo, regresaré… —dijo, pero esta vez no muy seguro.

Él se había enamorado de Tom cuando éste tenía catorce años y era su soporte, el chico que le ayudó a superar la etapa de separación de sus padres, el dulce Tom que le regalaba postres de fresa, que hacía todo lo posible para agradarle, engreírle, ese era el Tom que él había amado alguna vez. Ahora no podía describir lo que sentía. Por un lado todo se había rebajado a algo meramente carnal, a la pasión del momento y es que Tom sentía que perdía a Bill, cada que estaba con él sentía que en realidad no pasaba… Necesitaba marcarlo, hacerle pagar todas sus frustraciones, hacerle ver que le dolía que ya no esté con él.

Tom le volvió a besar, recostándolo otra vez en la cama, Bill se agitó algo temeroso.

—Me va doler aún más…

—Shh… —le chistó besando su pecho y luego más abajo—. Aún no has terminado, deja que te ayude… —susurró y Bill se dejó caer en la almohada, cerrando sus ojos, suspirando, comenzando a agitarse mientras Tom comenzaba a succionarle con ahínco.

Bajó sus manos hacia sus rastas, las acarició gimiendo. Aún había dolor en su cuerpo, pero a la vez el placer que Tom le daba compensaba lo demás.

—¡Ahh! —gimió corriéndose en la boca del otro. Tom lo miró a los ojos estando aún entre sus piernas, y luego miró sus caderas, sus dedos habían dejado marcas moradas ahí y frunció el ceño.

—Voy a curarte…
 

***

Al fin en Francia. Para Bill era muy fácil vivir el presente, esa era su forma de vivir, vivir solo el hoy y para el hoy.

Astrid le esperó en casa, él no podía negar que la amaba y aquello no podía compararse a lo que sentía por Tom, Astrid había estado con él ya casi cuatro años. Vivían juntos, estudiaban juntos y los padres de ella trabajan del arte, de la pintura y música, estar en casa de ella era tan cómodo para Bill.

Cuando tenía catorce años él se consideraba gay, tenía amigos así en la escuela, sentía que había encontrado al amor de su vida, un chico, y en su momento estaba muy cómodo con aquello. Hasta que llegó a Francia. Paris era hermoso, grande y lleno de cultura. Estando en el internado, decidió abrirse más, no estancarse en etiquetas ni gustos, decidió ocultar su homosexualidad y cuando eso pasó apareció Astrid, hermosa y comprensiva, le fue muy fácil enamorarse de ella, tenían muchas cosas en común, eran muy parecidos en muchas cosas, ella era feliz con él porque era un chico único, sensible y cariñoso.

—¿Cómo está tu familia? —preguntó ella preparando una deliciosa cena, Bill se lavaba las manos para cenar con ella.

—Bien —contestó escueto y es que él no había visitado a su papá, solo a Tom.

—¿Y tu amigo Tom? —Bill esquivó su mirada.

—También está bien, estudiando mucho, medicina es una carrera muy dura…

—Puedo imaginarlo, espero algún día conocerlo, me hablas tanto de él. —Bill le sonrió.

—Claro, algún día te lo presentaré —ella le miró risueña y luego sacó del horno un pastel—. Wow, Astrid, preparaste un pastel de fresa.

—Sí cariño, lo hice porque regresaste… —él se le acercó y le dio un suave beso.

—Gracias, no sabes cuánto te he extrañado —ella rió un poco entre sus brazos.

—Bah, fueron solo cuatro días… Bill, debemos cenar para luego preparar todo para la exposición de arte, mis padres me han exigido eso cuanto antes. —Bill asintió.


***

Tom estaba acostado en su cama a punto de dormir, pero no podía… Bill había estado recientemente sobre su cama cuatro días y eso le frustró, solo cuatro malditos días y ahora ya no estaba, ¿qué debía hacer?

Horas antes, Bill había llorado en el aeropuerto, le había dicho que le extrañaría horriblemente, que regresaría y que lo buscaría otra vez, que trabajaría, estudiaría y buscaría la forma de acumular días libres y así viajar de regreso a sus brazos. Tom no podía creerle, sus palabras no surgían efecto como hacía cinco años atrás.

Tom sentía que debía hacer algo cuanto antes… Así que esa noche comenzó a armar un plan mental.

Pasando casi dos meses, logró obtener una semana de vacaciones, había adelantado cursos, se había matado estudiando para tener esa semana libre y con un dinero ahorrado decidió ser él quien dé el paso de visitarlo, ya no ser él quien le esperara…

Un día antes de viajar, escribió un pequeño mensaje a Bill, “Hola, estoy mañana en Paris, espero verte”. Eso nada más y no esperaba respuestas.

En casa, cuando Bill vio aquel mensaje, se entusiasmó mucho… Tom en su mundo, esperaba con todas sus fuerzas que Tom pudiera entenderlo.

El día había llegado y Astrid veía como Bill se afeitaba y acicalaba frente a su espejo del baño.

—No voy a tardar mucho —dijo Bill mirándola por el espejo—. Mañana voy a traerlo a la casa a cenar, ¿te parece? —ella le sonrió.

—¿A la casa? No, mejor por qué no le llevamos a un buen restaurante, merece conocer los mejores lugares aquí en Francia. —Bill se quedó pensando y sonrió ilusionado.

—Tienes razón, lo merece, se lo diré entonces, mañana por la noche saldremos los tres —ella asintió.

Su novio salió algo ansioso directamente hacia el aeropuerto, había averiguado su número de vuelo, lo sorprendería.

Tom al bajar del avión y tener que recordar su escaso francés, buscó una tienda en donde consiguió un bombón sabor a fresa, lo guardó en su bolsillo y salió del aeropuerto esperando tomar un taxi.

—¡Tom! —Un apuesto chico con lentes de sol le hacía señas apoyado en un auto rojo, era él y lucía igual de hermoso que siempre. Se le acercó y Bill le besó la mejilla—. Bienvenido, Tomi…

—Gracias. —Tomó la mano de Bill y le puso el bombón de fresa en ella, Bill rió emocionado recordando lo que eso significaba… Sabor a fresas, sabor a su primer amor.

Condujo su auto hablándole de muchas cosas, sus planes, sus estudios, Bill quería contarle todo, Tom solo escuchaba, internamente quería saber si aún podía recuperarlo, si luego de esa semana, al último día podría regresar a Alemania de la mano de Bill…

Pero aquello estaría por verse.

—Este es uno de los mejores hoteles de Paris, me alegra que lo hayas escogido —sonreía.

—Pues que buena elección hice… ¿me acompañas? —Bill se le quedó mirando.

—No sé si sea buena idea entrar… Creí que saldríamos a comer, puedo esperarte aquí en el auto. —Vio la seriedad de Tom y comenzó a angustiarse—. Tom, no quiero jugar a dos lados, no sé si me entiendes… —Tom rió sarcástico evitando la mirada de Bill.

—¿No es lo mismo? Allá o acá, ¿qué es lo diferente? —Bill no quería explicarle, sabía que lo que le diría sonaría mal, muy mal—. Anda, dime… —lo miró serio.

—Aquí está ella —habló bajito.

—¿Y?

—No entraré contigo al hotel. —Se puso firme.

Bill no entró y Tom se tragó su amargura. Guardó sus cosas y luego salieron a comer y a seguir charlando… Al final del reencuentro, Bill le dijo que mañana quería llevarlo a que conociera Francia de noche, pero que lo haría junto a Astrid y esperaba que él comprendiera.

—¿Ella dijo eso?

—Sí, espero aceptes nuestra invitación… Aunque entenderé si no quieres conocerla, sabré decirle que no puedes. —Tom lo miró serio, pero luego de un momento de pensarlo, asintió.

—Mañana entonces, nos vemos mañana. —Tomó su mano y lo jaló hacia él.

—No… no en mis labios, no aquí —pero Tom lo besó en los labios muy rápido—. Tomi…

—Ya, lo siento…
 
***

Al día siguiente Tom salió del hotel en la noche para encontrarse con Bill y Astrid, la conocería por primera vez aunque ya la había visto por fotografía y es que hablar de la vida de Bill era también hablar de ella.

Los vio en el auto de Bill, y se les acercó, ellos dos salieron a su encuentro.

—Hola Tom, ella es Astrid, mi novia. —La chica era muy bonita y delicada, le extendió la mano y Tom le sonrió complacido.

—Hola Astrid, es un placer. —Ella le sonrió, Tom tenía un acento como Bill cuando llegó a Francia, Tom estaba ligeramente incómodo pues ahora debía hablar solo francés por consideración a ella, Bill lo hablaba perfectamente e incluso ya no sonaba extranjero.

—Bill me ha hablado tanto de ti, eres un adicto a las fresas como él. —Tom rió con aquello, él no era adicto a las fresas, pero aquello producía agradables sensaciones en él ya que para él las fresas significaban Bill.

Tom pudo observar el comportamiento de su Bill para con ella, lo caballeroso que era, lo mucho que la cuidaba, como le abría la puerta del auto, y luego al llegar al fino restaurante como le jalaba la silla para que ella se sentara, y las palabras cariñosas que él le decía. Pero Tom de todo ello no pudo sentirse celoso, las sensaciones eran distintas, podía adivinar que si se tratara de un hombre en ese caso sí sentiría celos, pero de Astrid no… quizá porque Tom en el fondo tenía la seguridad que para Bill su hombre era él y ella no podría ocupar ese lugar, ella tenía a Bill en otro aspecto, aunque era el principal en sí, el formal… al que sacaba a la luz, cosa que con él no fue ni sería, era el amor secreto dentro de cuatro paredes…

—Y Tom, ¿no tienes novia? —preguntó ella inocente mientras cenaban una comida especial.

—No, aún no… Pero quien sabe —le sonrió—, aquí en Francia hay bellas mujeres. —Bill rió mirando fijamente a Tom, pocas, muy pocas veces había escuchado hablar a Tom de mujeres—. Mi amigo Bill es muy afortunado de haber encontrado una. —Ella se sonrojó y bebió su copa de vino.

—Gracias —dijo ella—. Pues Tom, espero encuentres una francesa y te mudes aquí, sería genial. —Tom miró a Bill, ahora él tomaba su copa.

—Sí —dijo sin dejar de mirarlo—, qué sería quedarme aquí para estar cerca de alguien a quien se ama…


***

Dos días más habían pasado.

—Bill, recuerda que debemos organizar hoy la campaña en el museo, nos toca —le decía Astrid.

—Lo sé… Pero hoy regresaré algo tarde, le dije a Tom que le acompañaría a hacer compras, regalos para sus amigos. —Ella asintió.

—Está bien, avanzaré lo que pueda aquí y luego en la noche hablaremos de la decoración, ¿te parece? —él se le acercó y le dio un beso.

—Me parece genial, gracias amor…

Salió para encontrarse con Tom. Caminaban por el supermercado, no es que Tom tuviera mucho dinero para regalos, quería llevarle algo a Simone, su mamá. Tom disimuladamente tenía puesta una mano en la cintura de Bill, éste se dejaba.

—Falta poco para irme…

—Lo sé, quisiera que mañana asistas a una campaña, una exposición de arte francés en la escuela de bellas artes donde estudio, si puedes…

—Claro, me encantaría, estoy aquí para ver tu vida, quiero saber qué más haces… —Bill se sintió a gusto—. ¿Quieres un helado de fresa? —Bill sonrió.

—Por supuesto que sí.

De regreso al hotel, estaban parados en la puerta, Bill debía regresar a casa. Pero Tom le jaló de la mano adentrándolo al hotel. Estaban por subir al ascensor.

—Espera Tom, no creo que sea buena idea… —Tom tomó su rostro y le vio fijamente.

—Dímelo otra vez.

—¿Qué cosa? —Comenzó a temblar de ansiedad.

—Lo que acabas de decirme, dímelo, y además que quieres que te olvide, que te deje en paz, anda… solo dilo y juro que te haré caso, lo juro. —Bill se puso serio. Si lo decía cerraba una página en su vida, podía predecirlo, pero si lo decía perdería a Tom y no quería perderlo…

—No, no quiero dejarte —susurró cerca de sus labios. Y así fue como entró al ascensor.

Mientras éste subía, se dejaba abrazar por Tom en busca de esa única sensación que solo él le daba… Sentirse el mundo del otro. No bastó mucho tiempo, Tom le devoraba a besos, le desnudaba sobre la hermosa cama del hotel, besaba su vientre y escuchaba sus jadeos. Bill se rendía al placer…

—Hazlo suave —pidió con la voz excitada—, como la primera vez… en tu habitación, por favor. —Tom temblada de deseo, pero asintió y comenzó a acariciar el cuerpo de su amado, llenándole de besos, siendo gentil.

—Te amo… Regresa conmigo a Alemania —pidió moviéndose suave en su cuerpo, Bill gemía de gusto hasta que escuchó eso.

—No puedo… aquí está mi mundo —Tom suspiró resignado y comenzó a acelerar—. ¡Ahh! Tomi, no seas tan rudo… —El de rastas se arrodilló en la cama tomando las caderas de Bill, alzándolo en el aire, le penetró más profundamente causando todo un estremecimiento en Bill quien se sostuvo del cabecero de la cama comenzando a gemir, Tom tocaba su punto de placer intensamente. Segundos después se corrió fuerte, dejó que Tom siguiera hasta que acabara.

Recostado a su lado, Bill se acomodaba sobre su pecho para dormir… Tom miraba al techo con los ojos aguados de lágrimas.

—¿Cuánto más estaremos así? —preguntó Tom, Bill enmudeció, él no lo sabía—. ¿Vas a casarte y tener hijos? —Bill asintió sin decirle nada—. ¿Me amas?

—Sí…

—Pero no dejarías Francia.

—No puedo.

—¡No quieres! ¡Admítelo! —gritó rabioso, Bill se removió en la cama, arrodillándose a su lado, encarándole.

—Quisiera, pero no puedo.

—‘Quisieras’ tú mismo lo estás diciendo, pero no quieres...

—¡Basta, Tom! ¡Estoy cansado y dolido que me trates así! ¡Me haces daño! Quieres que renuncie a todo lo que tengo aquí y no solo hablo de Astrid, hablo de todo, a ver dime por qué tú no te vienes aquí, trasládate de universidad, estudia en Francés, trabaja aquí, vive aquí, a ver, quiero ver… —Tom se quedó pensando algo alterado, le estaba costado tanto estar una semana en Francia, no podía imaginarse lo que sería vivir ahí, por Bill. Pero lo vio como una opción, solo si Bill fuese suyo.

—Si quieres formalizar sería capaz de mudarme aquí… —Bill decayó en tristeza.

—No podríamos formalizar… No quiero terminar con Astrid. —Tom quería explotar de rabia, pero los ojos de Bill apaciguaron su ira—. No hablemos más de eso… No llegaremos a un acuerdo, lo sabes… —Tom asintió.


***

Dos días más y faltaba uno para que Tom regresara. Bill permanecía en el hotel casi todo el día, precisamente en su cama. Era extraña para él la cantidad de sensaciones placenteras que con Tom sentía. Era único, aunque su ánimo feliz había decaído por la enorme culpa que sentía, Tom podía notar aquello.

—No tienes culpa, Bill… Soy yo el que te busca —Bill le daba la espalda, desnudo en la cama, Tom lo había escuchado sollozar y porque lo conocía supo por qué lloraba.

—No digas nada… —sabía que estaba por irse y en parte eso le pesaba—. ¿Por qué hemos crecido? ¿Por qué las cosas no pueden ser como antes? —y volvía a llorar, Tom lo abrazó llenando su espalda de besos.

—Porque así es la vida, no hay más vuelta que darle…

—Debo irme… oh, no —se quejó y Tom se levantó de su lado.

Bill se removió comenzando a vestirse, la hora le ganaba y debía regresar con Astrid para apoyarla en la venta de unos cuadros que ellos habían hecho, Tom le acompañaría por última vez.

Afuera del hotel debía disimular, Tom mantenía sus manos en sus bolsillos para no tener que tocar de alguna manera a Bill y éste tenía enormes lentes de sol que cubrían sus ojos un poco demacrados por la tristeza.

—Amor, tardaste mucho —saludó Astrid con un beso, Bill estaba serio.

—Lo siento, estoy aquí y también está Tom. —Éste entró a la fina sala de arte y saludó a Astrid para luego alejarse de ellos mirando los cuadros, habían muchos ahí, hermosas pinturas… Una de ellas le llamó la atención. Bill fue a su lado.

—¿Esto lo hiciste tú? —preguntó apreciando el cuadro puesto en una de las paredes.

—Sí… —eran una vasija blanca con fresas color negras que brillaban apetitosas.

—“Fresas amargas” —leyó el título en francés y luego miró a Bill—. ¿Cuánto está?

—No está en venta… —Tom miró a un lado, Astrid estaba conversando con unos señores, estaba lejos, así que extendió su mano y tomó la de Bill—. Ten cuidado, Tom.

—Escúchame… —se le acercó—. No quiero que sufras, no quiero. —Una lágrima cayó por su mejilla, Bill lloraba otra vez y Tom sabía cómo calmarlo, casi por instinto le besó en los labios separándose rápidamente, dándose cuenta de su horrible error.

Los ojos de Bill se abrieron algo asustados, Tom podía verlos a través de los lentes, y como luego miró hacia un lado, entonces fue cuando escuchó el grito asustado de una frágil mujer.

—¡Bill! —Ella los había visto, Tom no pudo hacer nada, podía sentir el temor de Bill y lo vio correr hacia ella.

La gente no entendía por qué discutían, Tom se quedó ahí parado, junto al cuadro en blanco y negro mirando aquella escena, como Bill le suplicaba a ella hablar en privado y como ella simplemente lloraba caminando rápido por el pasillo alejándose de todos, queriendo escapar… Y como Bill corría tras ella, desesperado y asustado de perderla.

—¡Maldición! —exclamó Tom quedándose solo en aquella sala de arte, todos los presentes salieron consternados.

Tom salió de ahí intentando buscar a Bill, pero no lo encontró, el museo tenía muchos pasillos y comenzó a desorientarse, ¿por dónde había entrado? No podía recordarlo. En eso, dentro de una sala iluminada, escuchó el llanto de una mujer, supo reconocerlo. Así que entró y se le acercó con las manos en los bolsillos, ella miraba hacia la ventana, secando sus lágrimas, luego giró para ver quien entraba a la sala dándose cuenta de que era Tom, frunció el ceño.

—Por favor, déjame sola… —Tom se le acercó y miró a la ventana iluminada.

—No si antes explicarte que fue mi culpa, lo siento mucho… Sé que Bill te ama, soy yo el que le busca, siempre he estado enamorado de él. —Ella lo miró extrañada.

—¿Qué dices? Pero solo eres su amigo, ¿cierto? —Tom asintió.

—Solo eso puedo ser… Por favor no pienses mal de él, Bill no tiene la culpa, estoy por regresar a Alemania… No regresaré más, te lo prometo —ella terminó de secarse las lágrimas, su celular volvía a sonar insistentemente—. Por favor, contéstale… él te ama. —Ella le miró y asintió.

—Gracias, Tom… —y contestó el teléfono—. Bill, estoy saliendo, espérame…


***

Tom terminaba de empacar sus cosas, iría solo al aeropuerto sin Bill… Ya se había resignado, las cosas no podían funcionar. Era ya de noche, solo la lámpara de su habitación estaba encendida, miró la cama revuelta y se imaginó a Bill desnudo ahí como hacía horas, entregándose a él…

La puerta sonó y Tom abrió quedándose sorprendido por la visita.

—¡Tomi! —Bill saltó a sus brazos—. Gracias, gracias… —lloraba temblando de nervios. Tom le abrazaba fuertemente, le amaba y haría muchas cosas por él—. Ella regresó a casa, me dijo que habló contigo… gracias. —Tom no le decía nada.

Se miraron por unos segundos y Tom no pudo evitar besarlo, y Bill no se negó. Tom le alzó en sus brazos y lo recostó en su cama, Bill se le entregó otra vez, por última vez.

Fueron al aeropuerto, y se abrazaron.

—Nunca te olvidaré… —le dijo Tom—. Te amo. —Bill asintió, tenía un nudo horrible en la garganta.

—Este año no podré ir a Alemania… —Tom le miró preocupado—. No sé qué será de nosotros, Tomi…

Tom sabía que no regresaría a Francia, y Bill sabía que ya no regresaría a Alemania, ninguno dijo nada más… Las cosas estaban ya hechas, ya sentenciadas.

Como comer fresas amargas, su primer amor quedó en un recuerdo sublime… Estancado en el tiempo, enfrascado en el pasado, la vida seguía y ellos debían entender aquello.

Quedó en el recuerdo sublime D: pero no desesperen, aún falta más~

17 comentarios:

  1. demasiado agridulce el capi, en verdad me gustaría verlos juntos, pero se hacen daño cada vez , ambos tienen su vida hecha y por desgracia no hay espacio para ellos dentro de las mismas, espero el próximo, ojala que Tom si pueda ser feliz como Bill lo es :)

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    1. hallo <3 si u_u salio así...
      quizá en algún momento puedan estar juntos, pero en sí la vida es complicada para ambos :x
      besos <3

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  2. Bill deberia haber dejado a esa D: que complicada es la vida :')
    Gracias por subir el fic :)
    Cris

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    1. hallo <3 bueno sí, pero también estuvo acostumbrado a ella por años o_o
      es tan complicado...
      besos <3

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  3. Por DIOS!! kasi no veo las teclas... ke mania la tuya de hacerme llorar!!! OH! LO SIENTO, no tienes ninguna kulpa :'( 1ro por la forma en ke Thomas descargo todo su rabia y frustración al sentirse solo AMANTE OCASIONAL de Billito follandolo hasta lastimarlo FUCK!!! y luego al leer: "¿Por qué hemos crecido? ¿Por qué las cosas no pueden ser como antes?
    " kuantás veces me he preguntado lo mismo :'( Bill no siente por lo mismo por los dos (por Astrid, kariño y acostumbramiento... por Thomas, amor y pasión) y Thomas lo kiere y lo necesita en vdd él es su único AMOR!!! :'( NO PUEDEN DEJARSEEE ASIII !!! :'( ♥

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    1. hallo <3
      gott ;_; lo lamento... <3 y bueno sí, existen tantas complicacioens que impiden que las cosas salgan como uno quiere u_u es una pena..
      besos<3 aun falta más en esta historia

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  4. :O Me asuste! pense que era el final!
    no entiendo a Bill... logicamente amar es mas fuerte que querer... por qué no deja a Astrid?.. tanto miedo le da perderla, pero perder a Tom no?....
    no lo entiendo...

    Cuidate! besos!
    Criis.

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    1. hallo <3 los finales de estas partes parecerán finales porque en si queria dejarlos así XD solo que pedían continuacion y las contiuaba.
      besos <3

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  5. ;_; Aaaaaaaaaah no quieeero ;_; No más finales amargos para éstos dos... :c <3

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    1. hallo.. es que por algo se llama "fresas amargas" D:
      muah n_n

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  6. Para mi es inevitable no llorar con un capitulo como este!! TToTT
    yo quiero que Bill se quede con Tom!! :'c
    Pense que era el final! felizmente no :') hehe
    Actualiza prontito!! :D
    Cuidate!! xoxo ^-^

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    1. hallo <3 sí u_u entiendo eso... aun faltan muchos capítulos llenos de situaciones parecidas..
      besos <3

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  7. diossssss esto si que me hiso llorar !!! en que te inspiras para este fic!! es sublime!! y doloroso o sera que yo quiero recordar a Cris? la verdad ne llego y mucho atte: hiden

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    1. gott, recuerdas a alguien? u_u comprendo eso...
      me inspiro en muchas cosas, en sentimientos y pensamientos relacionados a una relación conflictiva y a la distancia
      besos <3

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  8. Dios! casi lloro, pero eso si, este capítulo me dejo sensible :(
    Aun no me creo el giro que dio su relación, pero así son las cosas, espero que tengan un final feliz.

    Me encanto este capitulo<3

    Que estés bien, Cuídate.
    Besos

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    1. hallo <3 bueno, así tuvo ese giro porque la maldita distancia a veces arruina las cosas de esa manera u_u veremos qué más pasan...
      besos <3

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  9. Lo que hace la costumbre, Astrid, lo que hace al amor, Tom;

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