Niñerías - XXXVI

Hola a todos *-* capítulo 36 ._. aún no lo creo gente, o sea, no creí seguir tanto con este fic pero intento cortarlo y no puedo, aun así les digo que el final se está acercando a pasos agigantados. Por otra parte, ¿vieron lo mariconamente rosa que está mi blog? *o* lo amo xd Muchas gracias a cada uno de ustedes que se toma la paciencia de comentar y seguir leyendo este fic, lo valoro y respondo todo lo que me escriben. Los quiero.

Tom se soltó de Bill y salió de la habitación tan rápido como pudo. Bill se quedó de pie frente a su laptop y muy decepcionado.

—¿Pasa algo? —preguntó el profesor y Bill se volvió a sentar en su silla.

—No pasa nada… hum, creo que tenía que irse.

—Así que vives con un amigo… —Bill sonrió y bajó la cabeza, se puso nervioso y eso era tan evidente.

—¿Solo habla conmigo ahora?

—Sí, tus demás compañeros se han ido, solo estamos los dos, pero creo que es tarde.

—Lo es, debo dormir.

—De acuerdo, Bill, ha sido un gusto hablar contigo, hasta mañana.

Y eso fue parte de la conversación. Bill cerró su laptop sintiendo que el profesor Jared era más que un simple profesor, podía entenderlo y eso para Bill era esperanzador. Pero luego recordó a Tom y esa forma extraña y brusca de salir de su habitación.

Suspiró inflando sus mejillas, debía arreglar las cosas, al menos aclararlas y además estaba curioso por saber cómo estaba y si pensaba quedarse en casa.

Salió de su habitación y caminó nervioso por el pasillo hasta llegar a la habitación de huéspedes. Había una luz tenue de la lámpara pasando por debajo de la puerta, así que se animó a entrar.

Tom se sobresaltó terminando de ponerse una camiseta que le serviría de pijama y al ver a Bill acercarse con esa mirada dulce, frunció el ceño. ¿Cómo Simone le prohibía tener que dormir lejos de su hijo si éste mismo entraba así a la habitación que le habían dado? Tom se reclinó en su cama evitando verlo.

—¿Qué quieres? —preguntó frío y terminando de jalar las mantas para cubrirse.

—Yo… quería saber cómo estás, solo te fuiste de mi habitación, así sin más.

—Tu madre me ha prohibido estar en tu cuarto, Bill, no sé qué haces aquí. —Bill se mordió el labio inferior y Tom lo miró de reojo. Su vientre se contrajo, quería tomarlo de sus delgados brazos y jalarlo hacia él, pero debía contenerse.

—Lo sé, solo quería decirte que… tu mamá me dio pequeñas vacaciones, se quedará en casa con Liam. —Tom frunció el ceño.

—¿Pero qué dices? Eso es terrible…

—Tom, es su madre, ella necesita tiempo con su hijo pequeño, quizá tú también debas darle una oportunidad. —Tom suspiró comenzando a airarse, el tema de su familia era uno muy sensible, y miró fijamente a Bill.

—¿Por qué mejor no traes a tu padre a vivir aquí? —Vio como Bill se incomodaba y dejaba de verlo—. Así me molesta el tema, no vuelvas a mencionarme a mi madre.

—Está bien, está bien; no tienes que ponerte así conmigo. —Hizo un puchero y le dio la espalda, sentado en el borde de su cama, Tom sonrió ante eso, ese era su Bill, ese jovencito que desprendía ternura natural y quizá por eso sentía tantos deseos de quitarle todo eso. Tom golpeó su cama y Bill volteó a verlo—. ¿Qué pasa, Tomi?

—No me llames ‘Tomi’ y deseo dormir. —Bill entendió eso y se puso en pie. Bajó la cabeza un poco decepcionado, ¿dónde estaba el Tom que deseaba darle un beso? Incluso se sintió feo. Llevó sus manos a la pequeña coleta que tenía y se desató el cabello dejándolo caer sobre sus hombros. Tom apretó los dientes e hizo puños en la cama.

—Buenas noches, Tom —dijo bajito y cuando estuvo por irse Tom decidió hablar.

—¿Qué día es tu cumpleaños? —Se detuvo en el camino.

—¿Ah?

—¿Qué día?

—Dentro de tres días, el viernes… Mi padre vino por eso, desea estar para cuando cumpla dieciocho.

—Al fin serás mayor de edad. —Lo miró con una pequeña sonrisa y Bill sonrió también.

—Sí, ya lo espero…

—No más permisos de tu madre.

—¿Qué dices? Igual le debo respeto.

—Yo me entiendo —dijo con una sonrisa pícara—. Ven aquí. —Extendió una mano y Bill dudó un poco, pero él lo deseaba tanto, un beso de buenas noches era lo que quería en esos momentos, y luego de no saber si avanzar o salir de ahí terminó caminado de puntitas hacia la cama de Tom.

Bill sabía que no debía provocarlo, lo que había pasado ayer había sido demasiado extraño para él, pero no podía negar que le había gustado, deseaba tanto sentir más de esas sensaciones en su cuerpo y así sentir que Tom le quería, porque no había otra forma en la que le demostrara eso.

Tomó su mano y Bill fue jalado hacia la cama tan rápido. Se puso rojito de la vergüenza de solo imaginar que Tom lo besaría hasta el cansancio. Ahorcadillas sobre Tom, con sus brazos en sus hombros, se dejaba besar en sus labios. A Tom le encantaba que se dejara, últimamente Bill no ponía resistencia como antes, solo deseaba que Tom sea quien tomara la iniciativa porque ya había aprendido que se pondría brusco si lo provocaba.

Besaba su largo cuello y Bill jadeaba comenzando a moverse sobre Tom, éste llevó sus manos a su trasero y ocasionó toda una agitación de parte del menor. Tom lo mordió en los labios y luego de eso lo besó intensamente, tanto que Bill no podía controlar los temblores de su cuerpo, se había excitado en segundos y se sentía flotar.

—¿Bill? —llamó su madre desde afuera y ambos jóvenes se separaron muy asustados.

—¿Qué le pasa a tu mamá? —dijo Tom frustrado.

Bill se levantó de sobre Tom tan rápido y lo miró angustiado y agitado. —Hasta mañana, Tom —dijo rápido y caminó veloz hacia la puerta.

Salió de la habitación y casi corrió a la suya, Simone estaba en el pasillo y ya le había advertido en la cena, mientras Tom no estaba, que si lo encontraba en el cuarto de Tom o al revés le pediría al mayor que se vaya de la casa; Bill lo había discutido mucho, pero estaba en desventaja, Simone le había dicho que ya había permitido mucho, ¿qué madre haría eso? Bill debía estar agradecido, pero tampoco iba a permitir que en sus narices se encamaran como si nada. Aunque ya Simone le había dado preservativos porque sabía que en algún momento pasaría, su hijo ya no era un niño, aun así, ella deseaba protegerlo.

Simone entró a la habitación de Bill y éste trataba de envolverse bien en las mantas.

—Solo le decía buenas noches, nada más eso, no tienes porqué tratarme como un bebé, me haces pasar vergüenza delante de él —dijo avergonzado.

—Te lo advertí, no quiero que te encierres con él en una habitación. Aún no he visto que ese joven demuestre amor por ti, yo sé lo que es estar perdidamente enamorado y hacer locuras, pero también sé lo que es simple deseo carnal y nada más. —Bill permaneció en silencio, no tenía una respuesta—. El sexo no lo es todo Bill, son solo segundos de placer y si ese joven solo te va a querer para eso, ¿cómo voy a permitir que se siga quedando en casa?

—Él me quiere —dijo defendiéndolo, aunque no era lo que él creía.

—Quiero ver que sea así, cuando vea algo, te lo diré y no estaré en plan de vigilante, mientras tanto, todas las noches me cercioraré que cada uno esté en su habitación o sino, él tiene una casa, ¿no? Le pediré que se regrese allá.

La advertencia ya estaba hecha y Bill no iba a permitir que su madre echara a Tom de su casa, así que debía ser cuidadoso.

Esa noche durmió pensando en las palabras que le dijo su madre, en el querer… Él estaba seguro que quería a Tom, se sentía enamorado, incluso le gustaban cosas de Tom que no debía gustarle como cuando usaba la fuerza contra él, o como cuando estaba molesto, ese rostro serio hacía que le dieran ganas de besarlo y así ponerle una sonrisa en su rostro, hasta sus defectos le gustaba, como cuando lo vio sin sus hermosas rastas, ahora tenía el cabello rubio crecido, no se veía tan guapo como antes, pero aun así, hasta eso le gustaba porque así la gente no lo miraría mucho, solo Bill podría tener sus ojos fijos en él.

Suspiró queriendo relajarse, pero no lo consiguió, en su mente estaba el qué hubiera sido si su mamá no los hubiera interrumpido, ¿Tom ya lo hubiera hecho suyo? Esa idea lo carcomía por dentro, le hacía dar vueltas y vueltas en la cama de solo pensar en eso, en lo que sentiría, en el placer que le daría a Tom y Tom a él, en cómo sería si luego de eso, Tom le dijera un “te amo”, así descubrir sus sentimientos, y quedarse con él para siempre.  

~*~

Dunja se maquillaba con paciencia, hacía tiempo que no podía ponerse sus pestañas postizas que tanto le gustaban y pintarse las uñas de colores fuertes, ahora lo había hecho y planeaba salir con Liam a darse en lujo de comprar, sin apuros, en un supermercado.

—¿Liam? —llamó cuando salió de su habitación y no lo encontró en la suya—. Señor Arthur, ¿ha visto a mi pequeño?

—Sí, está en el jardín —dijo cuando había bajado las escaleras hacia la tremenda sala.

Salió hacia el jardín y lo vio en medio de las plantas rompiendo algunas, especialmente las flores. Sus ropas estaban sucias de tierra y su precioso jardín parecía estar muriendo.

—¡Liam! ¡Ven aquí de inmediato! —Liam volteó a verla y se asustó. Su mamá parecía un payaso vestido de rojo, eso lo intimidó un poco y más aún su voz.

—¡No! —respondió de la misma manera y sacó de raíz unas flores. Dunja no sabía qué hacer y se quitó los tacones para ir por el jardín hacia su hijo.

—¡He dicho que vengas! —Lo jaló del brazo.

El niño reaccionó mal, con mucha furia forcejeó con su mamá hasta librarse y entre gritos con palabras malas se fue hacia la casita del conejo.

Era una casita de madera que le pertenecía al perro de Tom, pero éste había muerto misteriosamente. Liam había creado una casita para el conejito Tom, pero era pequeña y decidió ambientarla para el pequeño conejo que vivía ahí, Bill se lo había dejado y estaba prácticamente viviendo en la clandestinidad.

Dunja se desesperó y decidió buscar al señor Arthur.

Liam encontró al conejo dentro de la casita y lo tomó con fuerza de su piel, lo abrazó tanto hasta que el pequeño animal emitió un sonido angustioso, muy agudo y arañó a Liam, el niño se quedó pensando en eso, el conejo corrió muy lejos de él y Liam comenzó a agitarse… deseaba hacerle pagar a ese pequeño animal sus sentimientos de ira que ni él mismo sabía que tenía.

Se asustó de él mismo por casi matar a su conejo, ¿qué le diría a Bill luego? Se angustió mucho y no quiso salir de esa casita.

Pronto el señor Arthur fue hacia la casita de perro y se arrodilló para mirar dentro, Liam estaba hecho una bolita y no quería verlo. —Tu mamá quiere ir de compras contigo, ha dejado de trabajar y te llevará a donde quieras.

—¡No quiero! —El señor Arthur suspiró hondo, él sabía lo insoportable que se había vuelto ese niño, pero la señora Dunja esperaba que él hiciera magia, lo sacara de ahí, lo mandara a vestirse y asearse para así llevarlo de compras, ella sabía que no podía manejarlo al menos que sea con golpes, pero estaba cansada de tomar esas medidas, no quería golpearlo más.

—Ella ha permitido que se quede ese conejo gris que te gusta.

—No me importa.

—Ella quiere salir contigo, vamos Liam, deja de ser un niño insoportable.

—¡Cállate!

El señor Arthur se rindió, se levantó de ahí y fue donde la señora Dunja.

—Lo siento mucho, él no quiere…

—¡Qué te he hecho, Liam! —gritó ella en el jardín—. ¡Me estoy cansado! ¡Quiero arreglar las cosas!

La señora Dunja tomó su teléfono y llamó a Bill, éste le contestó desde su casa, almorzaba junto a su mamá y Tom.

—¿Señora Dunja? —contestó anonadado y Tom lo miró sobresaltado.

—Estoy cansada, no sé qué hacer, se ha encerrado en la casa del perro y no quiere salir de ahí, me ha gritado horrible, estoy pensando mandarlo con un psiquiatra, lo desconozco…

—Tranquilícese, espere un momento. —Se puso en pie y fue hacia la sala, Tom lo siguió con el ceño fruncido, pero Bill levantó su mano en señal de que no se acercara más.

—Quería seguir tus consejos, pero esto ya se ha salido de control.

—No sé qué puede haber pasado, pero sé que a Liam no le gusta que lo griten o que lo critiquen, debe buscar la forma de entenderlo y ponerse en su lugar.

—No sé cómo…

—Como los niños, necesita ganarse su confianza nuevamente. Necesita saber que puede confiar en usted…

—¿Confiar en ella? ¡Ja! —interrumpió Tom y Bill buscó la forma de alejarse más de él.

—¿Con quién estás? —Bill se angustió mucho y miró a Tom asustado, entonces él supo que había ‘metido la pata’.

—Trae acá —pidió con grave voz y Bill frunció el ceño.

Tom fue rápido y le quitó el teléfono. —Está conmigo, ¿reconoces mi voz? Apuesto que no.

—Tom, ¿en qué andas? Siempre arruinando las cosas, ¿cierto? Ahora pervertirás al niñero de tu hermanito y tendré que contratar a un psiquiatra para que lo vea. —Bill pudo ver cómo los ojos de Tom se tornaban rojos y su cuerpo se encrespaba un poco de la cólera.

—¡Eres la causante de enloquecer a Liam!

Bill tuvo que quitarle el teléfono y cortar la llamada, Tom se había molestado mucho y salió de casa con Bill corriendo detrás de él. —Espera Tom, espera… —decía agitado cuando lo vio subirse a su moto—. Espera, hablemos…

Y Tom se fue. Manejó tan rápido dejando a Bill angustiado en la puerta de su casa. Simone salió y tomó su brazo. —Oye, él volverá, no te pongas así.

—No confiará en mí… se alejará porque cree que estoy de lado de su madre a la cual odia y terminará odiándome... —Simone lo vio a los ojos y luego se empinó para darle un beso en la frente.

—¿Odiarte? No pienses tonterías, eres tan noble, ¿quién podría odiarte? —Bill prefirió callar y no tener que decirle que en la escuela sentía el desprecio de la gente. Y luego recordó que había alguien en quien podía confiar.

Regresó a su habitación y abrió su laptop, se mordió el labio cuando vio una conexión en verde en el Skype, el profesor Jared estaba en línea justo cuando él lo necesitaba… 

~*~

Dunja se quitaba las pestañas postizas y el traje refinado color rojo y tiraba lejos sus altos tacones. Estaba frustrada, ¿cómo así había perdido a su menor hijo? No podía creerlo.

Se amarró su esponjoso cabello rubio y se vistió de manera simple, un jean con una blusa floreada en tonos claros, se puso unas zapatillas blancas y se quitó ese labial rojo. Tomó un bolso que parecía una pequeña canasta y salió otra vez.

No dijo nada al señor Arthur, solo fue al jardín y encontró a Liam fuera de la casita, buscando al conejo. Miró a su madre y frunció el ceño.

—De seguro tiene hambre, voy a ver su traigo una zanahoria —dijo ella, se adentró en la casa otra vez y fue a la cocina sacando una zanahoria larga. Regresó al jardín y comenzó a buscar al conejo junto a Liam que no decía nada.

—Trae —le quitó la zanahoria y Dunja contuvo los deseos de gritarle.

—¿Crees que esté asustado por mí? —preguntó ella buscando.

—No —dijo serio.

—Quizá se dio cuenta que esa casa es de perro y no de conejo, ¿y si le compramos una? —Liam la vio y trataba de ver sus intenciones, había algo en ella que no le generaba confianza.

—¿Con una casa crees que me perdone? —preguntó Liam muy angustiado.

—¿Perdonarte? ¿El conejo? —Los ojos de Liam se llenaron de lágrimas.

Se había asustado de él mismo, no sabía cómo decirle a su mamá que casi había sido capaz de matar al pequeño animalito.

Dunja no sabía qué hacer, Liam estaba arrodillado en el jardín comenzando a llorar de vergüenza y miedo, tapándose la cara con sus manos sucias de tierra y en una de ellas la zanahoria.

Estaba parada en medio del jardín cuando escuchó el sonido de una moto estacionarse en su casa. 

Liam u_u... ¿Piensan que mejorará si sale con su mamá? Por otro lado, ¿qué piensan de la amistad entre Bill y el profesor o_o? Nos vemos en el siguiente capítulo~