viernes, 5 de octubre de 2012

Inalcanzable - 7

Hola a todos n_n sigo con las actualizaciones, hoy toca capítulo 7 de este fic, espero les guste~

—¿Todo listo? —preguntó su mamá muy temprano, iría a la escuela, estaba nervioso pero a la vez entusiasmado.

—Sí mamá…

Llevaba en su mochila el celular que Tom le había dado, Simone había permitido que lo tuviese.

—Luces muy guapo —suspiró Simone—. Estoy segura que integrarás el equipo de fútbol en esta nueva escuela, me dicen que es una de las mejores a pesar de ser pública. —Ella sonreía mucho, Bill tomaba el desayuno apurado.

—Ojalá sea así.

Minutos más tarde él caminaba rumbo a la escuela mientras Simone iba por el tren hacia la mansión Kaulitz.

La vida un poco independiente era buena. Bill estaba entusiasmado con ir a la escuela y conocer gente, integrar el equipo de fútbol y de alguna manera. En todos esos planes, quería conservar su amistad con Tom, aunque precisamente no sean amigos, eran más que eso. Antes de dormir había recibido una pequeña llamada suya deseándole las buenas noches, aunque no podía hablar muy fuerte y era ya una semana sin verse… Era mucho, pero lo esperaría.

Llegó a la enorme escuela y se adentró en ella, buscó su nuevo salón de clases y así empezaría ese día.

Nuevos amigos se le acercaron, Bill lucía como alguien interesante, medio místico con ese cabello revoltoso y las camisetas deportivas que tenía, eso no pasó desapercibido por el equipo de fútbol de la escuela, Bill los buscó en el departamento de Deporte, los vio jugar en la hora de receso y se presentó.

Gustav era agradable y chistoso, lo invitó a inscribirse en el equipo y claro que Bill aceptó, además él le dijo que tenía experiencia incluso como capitán. Sería divertido estar más involucrado con el equipo, la pasaría genial.

Entraron para las últimas clases del día y en la mochila el sofisticado móvil vibró. Rápidamente lo sacó de ahí y disimulando vio el mensaje de texto.

“Te extraño leoncito… Quiero llamarte en la noche”

Eso nada más decía. Bill suspiró y se mordió el labio, pero luego recordó que estaba prohibido tener un celular en la escuela, así que decidió guardarlo.

El día transcurrió muy lento para él… Quería que sea la noche. Caminó mucho, hizo sus tareas al regresar a casa, vio televisión y cuando fueron casi las diez de la noche, fue a su habitación para dormir.

Simone llegó a esa hora y solo lo saludó y le dio las buenas noches, ella había tenido un día largo.

Se recostó en su cama y luego de minutos el celular que tenía en sus manos vibró y en su pantalla el nombre de alguien especial se iluminó tanto como su sonrisa “Tom” decía. Bill contestó sin poder evitar que su voz saliera muy aguda cuando dijo “hallo” 

—Bill —rió Tom algo nervioso y un silencio reinó en la línea. Bill trataba de no demostrar demasiada emoción.

—Tom… —Y ambos rieron un poco.

—¿Cómo fue tu día? —Luego que Tom planteara un tema, Bill exhaló más calmado, acomodándose en la cama para contarle todo con detalle y así escuchar su voz.

Habló de su primer día, de sus compañeros, del equipo de fútbol que había conocido, de Gustav y también de los maestros.

—Ya veo… Ha de ser muy divertido, me alegra eso del equipo de fútbol, te imagino jugando.

—Sí… y dime tú, ¿qué haces allá en Estados Unidos? 

—Pues… —Tom no quería explicarle tantas cosas complicadas, así que resumió—. Con mi papá buscamos una universidad para mis estudios, nos reunimos con algunos de sus amigos, ya sabes, gente mayor, aquí todo es aburrido… quisiera estar allá contigo. —En la línea se oyó el suspiro de Bill, eso emocionó a Tom quien se animó a explayarse sin mucha vergüenza por teléfono—. Extraño tus besos… —susurró y Bill cerró sus ojos moviéndose bajo las mantas de su cama, intentando relajar su tenso cuerpo, se mordió el labio inferior hasta dejárselo muy rojo.

—También extraño eso —dijo y luego soltó una risita—, cuando vengas… quiero darte muchos. —Se sentía tan pequeño diciendo esas cosas, pero las sensaciones en su vientre y lo rápido de su corazón, le animaba mucho.

—Aún falta tres semanas… Pero cuando llegue, quiero verte…

—Así será… Te… —tragó saliva y se animó a decirlo—. Te quiero, Tom… —Un silencio al otro lado de la línea. Tom no sabía cómo lidiar con el mar de emociones extrañas y placenteras que su cuerpo sentía. Estaba sentado en una silla en el hotel y solo cerró sus ojos imaginándose a Bill diciéndole eso de cerca.

—También yo —Otro susurro más y luego era el tiempo—. Mañana te llamaré también.

—Sí… gracias. Un beso desde aquí.

—Otro para ti… duerme leoncito —risitas pequeñas y suspiros salieron de sus labios.

Al colgar el teléfono Bill rió emocionado y se cubrió con las mantas para dormir, abrazando el celular.

***

Dos semanas habían pasado y hubo una comunicación esporádica. Tom no tenía mucho tiempo y cuando lo tenía estaba su papá cerca. 

Casi cada noche Bill soñaba con Tom, cuando estaba en la casita en el jardín cerca de él escuchando cómo tocaba el piano melodías armoniosas que le llenaban de emociones agradables, como Tom. Lo extrañaba mucho.

Estaba en el equipo de fútbol y entrenaba en las tardes, después de clase. El entrenador David veía un buen futuro en el nuevo alumno a pesar de su tamaño y contextura era el más rápido y ya estaba para todos los del equipo llamarlo “el león” por esa pequeña melena que tenía.

El entrenador tocó el silbato.

—Vayan a las duchas, hemos terminado por hoy. —Un día más acababa de buena manera.

Todos los del equipo se adentraban a las duchas de la escuela para luego retirarse a sus casas. Para Bill antes no era un problema desnudarse frente a otros chicos, pero ahora que tenía trece años y un novio, aquello le incomodaba. Así que buscaba estar muy apartado, en especial de los bromistas, y era de estar junto a Gustav bañándose lo más rápido posible.

—Fiiiiuuu —Un silbido cerca de sus oídos le hizo fruncir el ceño—. lindo culo, león. —Ese era Andreas, un rubio pacotilla, era de acusar a medio equipo de gay cuando él parecía uno con esa manía de ver a todos homosexuales.

—¡Andreas quiere follarse a Bill! —gritó otro compañero. Todos reían a carcajadas, lanzándose el jabón e insultando.

—Andreas, quítate. —El rubio le palmeó el trasero y Bill enrojeció ante la extraña mirada de Andreas quien percibió eso como indicador de correspondencia.

—¿Qué pasa Bill?

Bill se alejó de ahí algo incómodo. Claro, él sabía que no tendría el valor de negar que pudiera atraerle algún chico. Cada que pensaba en Tom había algo que detonaba el latir de su corazón.

Ya en los vestidores, se cambió tratando de ser rápido, ya sería las seis, era tarde. 

Junto a Gustav regresó a casa, hablando de temas triviales, entre ellos de Andreas.

—Él no es buen arquero, le falta mucho… —Dijo Bill a lo que Gustav asintió—. Se la pasa fastidiando a todos, no sé cómo David permite que siga en el equipo.

—Tienes razón, pero algo tiene contigo, Bill. Él no es de joder a todos así… He notado que lo hace para llamar tu atención. —Bill lo miró extrañado—. Sí, antes de que tú entraras al equipo él no era tan hijo de puta como ahora, solo parecía retrasado mental, pero ahora… creo que te envidia o algo.

Claro que el pequeño Gustav de catorce años no podía imaginar que Andreas pudiera ser homosexual o que ese comportamiento indicaba que quería algo más con su amigo, pero para Bill algunas cosas comenzaron a ser claras.

Llegando a casa, cenó tan rápido y revisó el teléfono. No mensajes, no llamadas perdidas, ya eran dos días seguidos sin algún tipo de comunicación. Otro día que dormiría temprano.

Simone era de llegar tarde últimamente, así era estar a cargo de la señora Kaulitz. Así que se acomodó en el sofá para ver algo de televisión, iría a dormir luego de aquello.

Sus párpados se le cerraban y no entendía la película que comenzó a ver hace instantes. Y la puerta de su casa sonó. Se puso en alerta pues pocos conocían su casa, además era de noche. Caminó hacia la puerta y preguntó antes de abrirla.

—Soy yo… —Fue la pequeña voz detrás. Bill se quedó pensando en ese sonido y luego de una corazonada extraña, abrió la puerta con manos temblorosas. Frente a él estaba Tom con un gorro en la cabeza y una chaqueta abrigándole. Detrás estaba ese hombre feo que lo detestaba: Saki— Hola Bill… —dijo con una sonrisa en el rostro. El pelinegro no lo podía creer, ¿cómo así Tom estaba en su casa? Se supone que faltaba una semana.

—Ho-hola… Tom… oh, y usted señor… —Su expresión era de susto, Tom notó eso y también se puso nervioso.

—Sé que te dije que tardaría más, jeje, esto se supone que sería una… —Miró de reojo a Saki y éste se alejó un poco— sorpresa —susurró un poco tímido.

—No puedo creerlo… —Comenzaba a agitarse, a reaccionar—. ¡Lo lamento! —expresó nervioso abriendo un poco más la puerta, que mala educación propia de su baja clase social no darle el pase a la gente conocida—. Pasen, pasen por favor —ofreció tímido.

—Voy a entrar solo yo —habló Tom mirando a Saki y éste asintió retrocediendo para ir al auto negro que estaba estacionado en la autopista.

Tom entró y Bill cerró un poco cohibido la puerta tras sí. Luego Tom se quitó la gorra y la enorme chaqueta, Bill la tomó y acomodó en algún lugar apropiado. Ambos se miraron sin decirse nada, Bill lucía agitado, emocionado y a la vez algo avergonzado.

—Eh… siéntate —ofreció acercándose al sillón principal de su sala pequeña, Tom fue con él y se sentó.

Tenía tantas cosas que decirle, quería hacerlo, pero sus manos frías y la sequedad de su garganta le impidieron… Solo miraba a Bill y recordaba lo bonito de su rostro, lo lindo que sonaba su respiración y sus suspiros cuando éste estaba emocionado, el batir de sus pestañas y cómo miraba a todos lados buscando algo qué decir… Bill estaba como él, no estaba solo en ese nerviosismo extraño pero a la vez placentero. Así que armándose de valor extendió una mano y la posó delicadamente sobre el muslo de Bill, sintiéndolo estremecerse y luego justificar aquello con una risita nerviosa.

—Lo siento —dijo Bill sonrojándose sin poder evitarlo.

—¿De qué? —se le acercó más aprovechando esa vulnerabilidad y el nerviosismo del otro…

—Nada —rió tratando de relajarse y luego suspiró largo y alzando la mirada clavó su vista en los ojos brillantes de Tom, quien le sonrió—. ¿Cómo supiste dónde vivo? 

—Pues… puedo saberlo fácilmente.

—Dijiste que tardarías una semana más. —Bill alzó una de sus manos y le golpeó el hombro a Tom éste le miraba fijamente cada gesto que hacía… Todo le parecía fascinante. Haberlo extrañado había valido la pena.

—Lo dije sí, pero… —se le acercó un poco más—. Tenía que verte… —Fue cuando el corazón de Bill latió tanto que se sintió florar.

Sus nervios eran tales que tenía miedo de asfixiarse, pero le gustaba las emociones así, esa sensación que le hacía electrizar el cuerpo, entonces mirando a Tom a los ojos, alzó una de sus manos tocándole el rostro, y se le acercó para darle un beso en sus labios lo cual Tom no rechazó, todo lo contrario, ni bien sintió a Bill acercándose, terminó de acortar la distancia, cerrando sus ojos, tomó el rostro de Bill y correspondió a su beso.

Agradable y extrañado… Los dos compartían que era deseado, ninguno quería romper esa cercanía, movían sus labios suavemente ocasionando un sonido húmedo que les hacía querer más de esa sensación. Tom abrió sus brazos y Bill fue dentro de ellos sin separar sus labios. En esa íntima burbuja, abrieron sus ojos separándose un poco para mirarse…

—Te extrañé mucho —susurró Tom.

—Yo más… Ya no te vayas así. —Apoyó su cabeza en su pecho, que agradable era sentirlo retumbar en sus oídos, sentir que Tom estaba así de agitado por su causa.

Más besos y caricias tímidas en el cuerpo; más declaraciones de amor y más juramentos. Hasta que escuchó a Simone afuera hablando con Saki. Ambos se separaron y pasaron sus manos por sus labios. Bill fue a la puerta y la abrió, luego salió Tom para explicarle por qué estaba ahí. Simone lucía sorprendida, no era para menos, estaba algo nerviosa de lo que pudiera pasar… Y si la señora Kaulitz supiera aquello, estaba segura que la despediría, y es que era algo extraño que su único hijo busque al suyo en su propia casa. Pero Tom fue amable y gentil en explicarle que solo quería saludarlo.

—No se preocupe señora, extrañaba mucho a Bill, por eso decidí visitarlo, y ya me iba —Simone vio el rostro de su hijo, lo triste que lucía, pero a la par ese rubor en sus mejillas y la frente sudada que tenía, le pareció extraño, podía notar que estaba emocionado.

—No se preocupe joven —dijo ella, no sabía qué hacer.

Tom miró a Bill y éste no quería despedirse, al menos quería privacidad y estando en la puerta de la casa con su mamá y mirando desde el auto Saki, se cohibió. 

—Puedes quedarte si quieres —ofreció Bill con un hilo de voz, apenas había llegado y su ansiedad le impedía querer despedirse para verlo quien sabe cuando.

—Bill —dijo seria Simone, podía ver las ganas de Tom de querer quedarse, pero ¿cómo ella iba a permitir semejante cosa? Pero, ¿podía impedirlo? No se sentía capaz de tal acto.

—Puedo quedarme si tu mamá lo permite. —Lanzó la responsabilidad a ella quien batió las pestañas y se mordió el labio pensando qué decir, luego miró a Bill, su niño lucía emocionado, unas emociones contradictorias le invadieron a ella, pero no se sintió capaz de negarle que se quedara el hijo de sus jefes en casa…

—Pues, Bill tiene escuela mañana. —Vio que su hijo agachó la cabeza—. Pero, bueno, eres bienvenido en nuestra casa, Tom, puedes quedarte. —La sonrisa de felicidad de Bill era tan evidente y esa mirada cómplice de Tom también.

El de rastas fue con Saki para decirle que se quedaría y pues, él tenía que pasar la noche ahí en el auto… Saki frunció el ceño, pero sabía que si su madre se enterara a Tom le iría mal.

Entraron a la casa otra vez y ahora Bill estaba muy nervioso, quería atender a Tom en todo, mas no estaba a la altura. Pero su novio no se hacía problemas.

Simone preparó una sopa de crema, estaba algo incómoda pues no sabía si eso le traería consecuencias después, o quizá ventajas ya que al parecer Tom le tenía mucho cariño a su hijo.

Tom agradeció la sopa con tanta gentileza que hasta se dispuso a lavar los platos, lo cual Bill impidió casi suplicante, eso no podía imaginarlo, pero es que ser rico no le impedía saber de limpieza y esas cosas. La abuela de Tom, madre de su papá, ella le había enseñado algunos valores como servir a los demás y no siempre ser el servido. Lástima que ella había muerto hace años, pero sus enseñanzas estaban muy marcadas en Tom.

Luego de aquello, los juegos por parte de Bill empezaron, las bromas y las risas nerviosas. Simone decidió dejarlos solos en la sala para que conversaran y le indicó a Bill acomodar su cuarto para Tom y él si quería podía ir a su cama a dormir con ella cosa que Bill no tenía pensado hacer… Él ni quería dormir.

—Así que estás en el equipo, eh, leoncito —estiró una mano y le revoloteó esos cabellos negros, amaba tocar sus cabellos. Bill se removió nervioso en el sofá tomando su brazo y estirando su otra mano para hacerle cosquillas, amaba esos hoyuelos que aparecían en las mejillas de Tom y el sonar de su risa.

—Pronto seré capitán —decía ente risas y en un brusco movimiento terminó debajo del cuerpo de Tom. Otra vez ese fastidioso y revoloteante rubor apareció en sus mejillas, Bill comenzaba a detestar esa sensación, pero justo venía cuando se encontraba muy cerca de Tom, así que eso compensaba la vergüenza—. Tomi… —se quejó nervioso, su voz había salido extraña.

—Repite así mi nombre —casi susurró tratando de acomodarse sobre él. Sus rodillas chocaban y se dañaban un poco, Bill se removió y acomodó, ya ni podía mirar a Tom a la cara después de sentir que estaba entre sus piernas y recostado sobre su vientre, la punta de su nariz rozaba la suya y sus rastas desordenadas le hacían cosquillas agradables en el cuello. Cercanía íntima.

—No… —susurró intentando sentirse cómodo con Tom sobre él, había algo que quería explotar, como una sensación que quería comenzar a crecer y apoderarse de su cuerpo, estaba reprimiendo esas ganas. Al parecer Tom estaba con toda la intención de hacerlo caer, era todo apropósito.

Tom hizo un poco de presión hacia delante con todo su cuerpo, algo buscaba y pasó… Bill jadeó cerca de sus labios, abriendo la boca y aferrándose a él con sus manos.

Tom se sintió flotar por un momento, ambos se miraron como habiendo descubierto algo nuevo. Sus vientres dolieron al mismo tiempo y Tom se ruborizó al igual que Bill.

—Tomi… —jadeó a su gusto y Tom le sonrió en sus labios perdiéndose en él, en el calor de su cuerpo y el la intensidad de sus latidos.

¿Qué creen que pasará? jojo~ lo veremos pronto, un abrazo grande.

4 comentarios:

  1. UuUuUu jaja ya empiezan a sentir cositas... me encantan estos capitulos :) me hacen olvidar por un rato los trabajos que debo hacer para el instituto :( suerte que es mi ultimo año! :) Sube pronto ok? <3

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    1. Hallo <3 sí *-* ya hay sentimientos y veremos qué más sigue.
      Mucha suerte en los estudios en el instituto, espero te vaya bien *-*!!! él último año es el más especial ;-)
      Besos <3

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  2. Bueno diré ke Ya estoy ODIANDO a ese niñato Andreas ke "kiere" abusar del peke leoncito Billito ¬¬ y ke bueno ke tenga un buen kompañero komo Gusty y haya encajado en el grupo de la escuela :) y y... dsps de noverse y apenas hablarse por cel THOMAS EN LA PUERTA DE LA KASA DE BILLITO !!! Tiernisimo y amorosito encuentro en la sala y luego kon permiso de Simone sin ke lo sepa la madre del rastudito, kreo... Thomas se keda a dormir kon Billito y y... ambos SE EXCITAN!! asdasasdas :$ aaaaaaaah! Otro kpiiii kuidate DamitaRosa :) ♥

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    1. Hallo <3 Andreas será para odiar porque quiere con Bill u_ú!
      jajajja me da risa la última parte de tu comentario n_n jijiji bueno, si se besan así es de esperarse que se exciten xd veremos qué más pasa.
      Muah <3 <3

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