martes, 2 de octubre de 2012

Polizón XIII

Hola a todos, les traigo el capítulo trece de este fic el cual ya casi está en la recta final. Espero estén teniendo una buena semana. Este capítulo se llama "Día de locos". Los quiero.

Bill estaba ruborizado hasta las orejas, sin embargo ya no le importaba que los rayos de sol y la luz diurna alumbraran toda su desnudez expuesta a Tom, ya no era como en el principio, había una confianza, una intimidad que hacía que pudiera estar desnudo. 

Tenía las manos apoyadas en el árbol más cercano, arrodillado sobre sus pantalones bajados hasta las rodillas, Tom estaba detrás de besándole la nuca y acariciando sus costados insistentemente. Las manos de Tom temblaban en su piel. 

—Tom, esto es… es una locura —dijo con la voz casi entrecortada de pura excitación. 


—Lo es, y ¿sabes? No me importa. —Bajó una mano hacia el miembro endurecido de Bill y comenzó acariciarlo provocando que el otro abriera la boca por oxígeno comenzando a jadear—. ¿Te importa a ti? Tu cuerpo me dice que… 

—No, no me importa. —Sonrió apenas y giró el rostro para verlo, Tom se irguió un poco en busca de sus labios y los besó, lamió y hasta mordió con todas sus ganas. 

El pelinegro comenzó a gemir incapaz de contenerse y Tom, con los ojos cerrados, le tomaba de la cintura pegándolo más a su cuerpo igual de desnudo sintiendo como Bill se estremecía al saber lo que vendría. Pero detuvo el beso y Bill jadeó poniendo Tom sus labios en su nuca y dejando un camino húmedo por su espalda, bajando en pequeños besos a lo que Bill solo se arqueó un poco y abrió la boca cerrando los ojos. 

—Ow, Tom, detente —pidió contradiciéndose. En realidad lo deseaba. Tom soltó una risita y tomó sus nalgas abriéndolas, el pelinegro chilló removiéndose al percatarse de las intenciones de Tom, con sus dedos acarició su entrada y luego se arrodilló haciendo algo que ahogó a Bill de la sorpresa—. ¡Tom! —Sus manos se aferraron al árbol de una manera desesperada y abrió aún más los ojos de la sorpresa al sentir la lengua de Tom moverse ahí. Su mente quedó en blanco total y todo su cuerpo comenzó a temblar. Sus manos flaquearon y las apoyó en el suelo húmedo. 

Todo comenzó a hacerse intenso cuando las caricias aumentaron y Tom se posicionó sobre él, Bill miró por encima de su hombro. 

—Seré gentil, lo seré —dijo besando su hombro y tomando sus caderas, Bill solo asintió con las pupilas dilatadas y con la mente llena de Tom, centrado en él. 

Ahogó un gemido cuando fue penetrado y luego cerró los ojos soportando el dolor molestoso, no era la primera vez que lo sentía, pero sabía que luego ambos disfrutarían con la misma intensidad. 

Las manos de Tom lo acariciaban y tomando de su brazo logró erguirlo pegándolo a su pecho y abrazándolo por detrás. Bill volvió a apoyarse en el tronco del árbol y giró la cabeza para verlo, los ojos de Tom se detuvieron en los suyos, ambos jadeando y sudando, Tom comenzó a moverse en él. 

—No duele, ¿verdad? —Bill casi tenía una expresión de dolor aunque gemía con cada suave movimiento. 

—Algo, pero… ahh. —Tom sonrió cerca de sus labios comenzando a embestirle un poco más rápido y fuerte. 

—¿Pero? —Bill codeó a Tom y luego se mordió el labio fuertemente, Tom le mordió el cuello tomando fuerte sus caderas y Bill se inclinó un poco. 

—Me gusta, me gusta… 

Quizá sería la última vez en que pudiera decirle cosas semejantes y dejar la vergüenza a un lado. Tom le estaba por llevar a las estrellas. Habían muchas emociones encontradas, un vacío en el pecho de ambos chicos y una mente que no quería pensar en el mañana, solo en el hoy, vivirlo, disfrutarlo y hasta aprovecharlo de tal manera que sea en eso en lo que piensen. 

Casi coordinados, la situación se volvió intensa cuando Bill se inclinó aún más hasta apoyar su cabeza en la camisa de Tom que yacía bajo su cuerpo y Tom detrás le daba placer. Pero luego salió de él y lo giró atrayéndolo a su cuerpo, se arrodilló y tomo a Bill sentándolo en sus muslos, frente a frente, Bill ahogó un gemido sintiendo a Tom otra vez en él y éste le acarició el cabello y parte de sus mejillas viendo sus ojos directamente, atesorando su imagen erótica expuesta a la luz del día. Sus ojos inocentes pero a la vez cargados de deseo y sus labios semi rojos abiertos a él. 

—Te amo, Tom. Eres mi primer hombre. —Se abrazó a él y se dejó hacer. Tom le besaba cada parte de su largo cuello susurrándole que era hermoso, que no quería terminar. Pero esto último era imposible. Casi como una electricidad les invadió al mismo tiempo, Bill casi cayó hacia atrás siendo sostenido por Tom de inmediato, dejándole gemir hasta gritar en la liberación de su placer. Tom gruñó fuertemente siendo prácticamente apretado por las paredes internas de Bill llevándolo así a la cúspide de todo. 

Cayeron sobre la hierba y buscaron abrazarse aún temblando, Bill lo besó agradecido. 

—Bill, eres enloquecedor —dijo con una sonrisa cuando éste fue sobre él acomodándose a su lado, apoyando su cabeza en su pecho. 

—¿Eso es malo? —preguntó dudoso, pero al escuchar la risa de Tom sintió alivio y suspiró hondamente para acomodarse y dormir. 

—Bill, no podemos dormir aquí, no duermas, debemos regresar. 

—No, nos quedaremos aquí para siempre… —Tom suspiró con añoranza. 

—Ya quisiera. —Pasó sus manos por la espalda blanca del menor y comenzó a jugar con su cabello. 

—Tom, ¿crees que existe gente que haga lo mismo que nosotros? 

—¿Dos hombres? 

—Ajá. 

—Sí, existe aunque no lo creas. Pero andan escondidos, jamás lo dicen. —Bill alzó la vista para verlo y se puso serio. 

—¿Nos puede pasar algo malo? 

—Sí, esto no es correcto, ya sabes. —Bill asintió, él sabía que no lo era, pero no tenía culpa, no se arrepentía pese a que en un principio le costaba creerse enamorado de un hombre. 

—¿Tú piensas algún día… casarte? —Tom se tornó serio y no supo qué contestarle. 

—No podría, ¿sabes? Ando viajando a cada sitio, no me gusta la idea de permanecer en un lugar, aunque en su momento de seguro como todo hombre me casaré y formaré una familia. —Bill se le quedó mirando fijamente con una mirada inexpresiva, no sabía qué decir o cómo reaccionar ante eso. Tom acarició su mejilla sonriéndole—. Pasará lo mismo contigo, así es la vida, te casarás y tendrás hijos, serán un hombre de bien y esto solo quedará… aquí. 

—No —frunció el ceño—. Tú piensas eso, yo no, yo… —calló sin saber qué decir. 

—¿Tú? 

—Yo quiero que esto sea eterno. —Tom se puso serio, eso sonaba irreal, eso no pasaría y debía ser realista. 

—No se puede, sabemos que no. —Bill prefirió callar, Tom tenía la razón, él no discutiría temas angustiantes. 

Se recostó a su lado y buscó pegarse a Tom, éste lo abrazó y luego lo miró a los ojos. 

—No podemos dormir, no despertaremos luego, debemos regresar. —Bill asintió y se sentó para buscar qué ponerse sintiéndose húmedo y adolorido en su parte trasera, se encogió un poco y no sabía cómo decirle a Tom. Ahora sí tenía vergüenza—. ¿Pasa algo? —preguntó con tono suave comenzando a vestirse. 

—Es que estoy… oh, Dios. —Agachó la cabeza poniéndose rojo del bochorno. Tom soltó una risita. 

—¿Qué pasó? —le tocó el hombro y Bill le dio la cara. 

—Estoy húmedo y… —Tom lo miró comprensivo y besó su frente. 

—Espérame, estoy casi seguro que por aquí hay una especie de fuente de agua. —Se puso los pantalones y lo dejó solo por un momento, siguiendo un pequeño camino. Hace algunos años él había estado por ese lugar y sabía de la existencia de una laguna pequeña. Escuchó a lo lejos el clásico sonido del agua y las avecitas alrededor, efectivamente había hallado agua cristalina ideal para un buen baño. 

Regresó por Bill encontrándolo arrodillado en medio de toda su ropa buscando cómo ponérsela, Tom le sonrió y el otro se encogió un poco. 

—Vamos, te llevo. 

—¿A dónde? Espera, es que no sé cómo vestirme. 

—¿Vestirte? Así estás bien, vamos a bañarnos. 

Bill tenía vergüenza luego de haber sido capaz de gemir y hasta gritar con todas sus ganas, ahora las cosas eran diferentes, ¿sería su edad? ¿Sería que era el último día? No lo sabía, pero Tom supo entenderlo y acercándose a él se inclinó para abrazarlo y alzarlo con sus brazos, Bill casi pataleó no queriendo que Tom hiciera eso, pero ya era tarde, estaba siendo alzado y llevado hacia el lago. 

—Suéltame, bájame —pidió avergonzado y Tom le hizo caso. Ahora Bill se cubría sus partes íntimas con una mano y Tom le tomó de la otra para caminar. 

La vergüenza que sentía Bill era tanta, pero suspiraba tratando de calmarse, pensando que Tom era su hombre, no habría que sentirse inseguro o avergonzado. Tom volteó a verlo, la manera en como caminaba era extraña. 

—No me mires —amenazó Bill cohibido. Tom rió un poco. 

—De acuerdo, de acuerdo. Pero Bill, la próxima vez solo tienes que decir que pare, no puedo dejarte así cada vez que… ya sabes, tú solo me incentivas a hacerlo fuerte, no me dices nada. —Bill enrojeció otra vez y solo agachó la cabeza. No sabía cómo decirle que le gustaba tanto que en esos momentos el dolor no existía y que luego aparecía, «maldito dolor engañoso», pensó Bill. 

—Es que… olvídalo, quiero bañarme. —Tom sintió algo de culpa y jaló de su mano guiándolo. 

—Deberás decirme la próxima vez. —Algo brincó en el pecho de Bill. 

—¿Próxima vez? No habrá, tú te irás —dijo sonando molesto, Tom suspiró, prefirió no hablar de ello. 

Llegando al lago pequeño, Tom se desnudó completamente y jaló a Bill al agua. El menor decidió despreocuparse de una buena vez y disfrutar un baño con la persona que se había convertido en su mundo. Tom abrazó y acarició su cuerpo, besándolo cada que podía y luego se sumergieron para bucear un poco, ambos sabían nadar. 

Las manos de Tom se pasearon por todo el cuerpo desnudo de su Bill bajo el agua, éste botó muchas burbujas y salió a la superficie seguido de Tom y le abrazó. 

—Creo que ahora sí debemos ir o anochecerá y quizá el bosque sea peligroso. —Bill miró hacia el cielo con una pequeña sonrisa, el sol le daba en toda la cara, estaba agradecido por el tiempo que tuvo con Tom el cual le besó el cuello y mordió su manzana de Adán jugueteando. 

—Si nos perdemos aquí para siempre, eso sería una genial idea. 

—No polizón, tú siempre fantaseando, pero así me gustas. —Bill se resignó, no funcionaría ninguna de sus ideas locas. 

Salieron del agua y se vistieron como pudieron, entre risas nerviosas y pequeños besos dados al azar, habían pasado un tiempo bastante agradable y ahora debían de volver, estaban más que cansados, pero las ganas de estar juntos estaba a su favor. Salieron del bosque y tuvieron que caminar todo un tramo hasta llegar a tomar el tranvía que esporádicamente pasaba por ese lugar. Ya era casi las cuatro de la tarde y morían de hambre. 

—¿Qué harás de comer? —preguntó Tom entrando a la casa. 

—¿Yo? ¿Y por qué debo hacerlo? —Estando en casa se cruzó de brazos y Tom le abrazó por detrás. 

—Porque yo no sé y tú sí. —Le besó el cuello y Bill sonrió. 

—De acuerdo. —Qué rápido tomaba una decisión con respecto a Tom. 

Picando verduras y sancochando algunas papas hizo una ensalada. Vio de reojo que en la sala Tom acomodaba una maleta con sus cosas, la maleta del viaje, la que llevaría al barco con los regalos para sus hermanitos. Sintió tristeza y un dolor en el pecho, era angustia por no poder cambiar el destino. 

Tom, por su lado, trataba de no ser evidente, no quería mencionar que se iba o algo parecido, quería pasar todo ese día con Bill y hacerlo feliz de alguna manera. Trató de ser discreto, aunque esto fue imposible, él podía ver que Bill se asomaba desde la cocina para ver qué hacía. Ese gesto le partía el corazón, pero no lo demostraría. 

Bill le llamó tímidamente y había dos platos en la mesa del comedor que quedaba en la cocina. Se sentó a su lado y comieron juntos. 

—Está sabrosa. 

—Gracias. 

Una seriedad reinaba en ambos, Bill no sabía qué hacer para cambiar eso. Es que ambos sabían que se acercaba el final, eso les tenía de mal humor. 

Terminaron sus platillos y luego Tom entró al taller de costura de Dunja, ella aún no llegaba, tampoco Gustav, solo estaban ellos dos en casa. Bill asomó por la puerta curioso. Tom le daba la espalda y buscaba entre los vestidos unos pequeños de colores bonitos, se percató de Bill y suspiró algo incómodo. 

—¿Son para tus hermanitas? —Tom asintió ante su pregunta—. Ya veo. —Pasó y se sentó en un banco de madera que ahí había. 

—Cada que vengo donde Dunja le compro algunos. —Tomó uno verde con flores, era largo, era para su mamá y lo guardó en una bolsa de papel. 

Bill se quedó mirando cómo escogía los vestidos y anotaba en una libreta alguna cosa. Tom le miraba en algunos momentos y le sonreía. 

—Me miras tanto, algo quieres. 

—A ti. —Tom se le acercó y le tomó de la mano. 

—Aún el día no acaba, polizón. —Besó su frente—. ¿Quieres salir otra vez? ¿Quizá a bailar? —Bill soltó una risita. 

—Somos hombres, ¿lo olvidaste o qué? 

—Bah, tonterías. —Rió un poco y le besó en los labios, Bill apoyó sus manos sobre sus hombros—. El día aún no termina… 

—El día de locos. —Tom asintió. 

Soltó a Bill y salió con las bolsas de los vestidos para tratar de meterlos en la maleta que había conseguido, estaba muy abultada y se lamentaba tener que poner algo más ahí, pero era necesaria. 

Luego se sentó en el sofá de la sala esperando que Bill saliera del cuarto de costura, pero no salía, y por más que lo llamaba no lo hacía, entonces poniéndose en pie fue hacia allá. 

—¿Bill? —Entró no hallándolo, estaba detrás de los vestidos que colgaban en un mueble, Tom se percató de ello por el movimiento que hacían las vestimentas ahí colgadas— ¿Estás jugando? —Bill soltó una risita y Tom se acercó removiendo los vestidos cual cortinas descubriendo a Bill en medio de ellos. Tom sonrió y rió al verlo. 

Tenía puesto un vestido celeste de tela brillante con flores blancas, un sombrero blanco con una pluma, y unos guantes largos blancos también. El vestido tenía un pequeño escote y lucía abultado pues Bill se había encargado de ponerse relleno ahí. Tom tocó sus pechos con ambas manos— ¿Son reales? —bromeó apretando lo que ahí encontró. Bill hábilmente le dio una suave abofeteada. 

—Esa no es forma de tratar a una dama. —Bill habló modulando su voz. Tom hizo una venia dándole la razón. 

—¿Me podría disculpar, bella dama? —Bill intentó controlar la risa abriendo un abanico tapando su boca con él y luego extendió su mano la cual Tom besó. 

—Disculpa aceptada. —Tom quiso besarle pero él le volteó el rostro—. Uno le disculpa y usted quiere aprovecharse, ¿qué clase de hombre es? —Tom rió, pero regresó a su personaje de inmediato. 

—Perdone madame, no era mi intensión caer así en sus encantos, pero no pude resistirme. —Bill salió del ropero caminando con dificultad, es que se había puesto unos zapatos algo altos, le apretaban horriblemente los pies pero no se quejaría—. Definitivamente este día es un día de locos. 

—¿Sigue faltándome el respeto? —Tom le sonreía y Bill lucía como esas mujeres refinadas, altivas. Al parecer era bueno en teatro. 

—Perdone… ¿desea salir conmigo? Hay un baile cerca… —Bill le sonrió apenas y extendió una mano enguantada y Tom la besó otra vez. 

—Acepto. —Sonrió—. Ahora debo cambiarme —habló con su voz normal y Tom rió. 

—No, la cosa es que salgas así, no podré bailar contigo si se dan cuenta que eres un chico. 

—¡No! Ni pienses que saldré así, luzco ridículo. —Tom se le acercó y tomó su rostro con una sola mano, viéndole a los ojos directamente. 

—En realidad no, aunque no lo creas luces como una fémina, sin contar tu voz. —Rió un poco—. Todo lo demás… —le miró de pies a cabeza—, luce genial. —Llevó sus manos a su cintura, Bill suspiró. 

—No podré caminar con esto. —Refiriéndose a los tacones. 

—¿Crees que haré caminar a una dama? —Los ojos de Bill brillaron y le sonrió. 

Después de quince minutos arreglando su atuendo y maquillándose un poco logró salir, ya era de noche y el bullicio de la gente era mucho allá afuera. Caminaron un poco hasta que encontraron un auto, Tom le abrió la puerta y Bill entró tratando de recoger su vestido, era difícil y lo más difícil era no tener que caminar como hombre. 

—La pasaremos genial, debes tener un nombre alternativo, ¿Cómo sería? 

—Soy Bill simplemente. 

—Shh… —le calló mirando de reojo al conductor del auto. 

—Ups… Me llamo Billa. —Trató de modular su voz causando que Tom riera, Bill le codeó hasta hacerlo toser. 

Llegaron a un salón de baile algo lujoso. Tom sabía que gastaría un dineral, pero no se arrepentiría. Bajaron y Bill se apoyó en su hombro, ambos chicos reían, definitivamente eso era una locura. Tom tomó su mano y entró pagando una mesa para dos personas. 

Adentro Bill se impresionó de lo lujoso que todo lucía. El recinto estaba alfombrado, tenía una decoración de lujo, había muchas mesas con velas y gente muy fina cenando ahí, una pista de baile en el centro y un escenario con una orquesta de violines. 

Todo parecía románticamente perfecto. 

Suspiró emocionado y entraron. Bill debía caminar lo más natural posible, eso causaba gracia en Tom quien no dejaba de soltar pequeñas risitas. 

Se sentaron en una mesa especial, había unas dos velas encendidas ahí. El camarero se les acercó para pasarles la carta, Bill se angustió un poco por no saber leer, pero Tom, acercándose a su oído, le dijo qué pedir. 

—¿Cuál es su orden, dama? —preguntó el mesero y Bill carraspeó haciéndose al que lee, debía modular su voz. Tom rió un poco disimuladamente y Bill le pateó por debajo de la mesa. 

—Pollo al vino —pidió y el mesero no se percató de su voz masculina. 

—Lo mismo —dijo Tom. 

El mesero se fue y ambos rieron cómplices. Tom extendió una mano tomando la suya enguantada, y se la acarició, no había nada qué ocultar ahí, nadie cuestionaría sus demostraciones de afecto. 

—¿Deseas bailar? —Bill enrojeció un poco. 

—No sé si pueda, además si alguien se da cuenta… 

—Eso no pasará, luces como una mujer, ¿viste al mesero? Él ni sospechó, vamos. 

Tom se puso en pie y le extendió una mano. Bill bastante nervioso, aceptó. Caminaron a la pista de baile. Una mano de Tom fue a su cintura y otra a su mano entrelazándolas. Bailaban un vals romántico. Tom apoyó su mejilla en la suya y Bill llevó su mano a su hombro. Su corazón latía tanto. Con pasos torpes intentaba seguir el ritmo de la música. 

—Alguien nos descubrirá —susurraba Bill nervioso. 

—No, verás que no. —Tom veía la situación muy divertida y por un momento Bill se relajó disfrutando del baile, de ese instante juntos. La gente a su alrededor no importaba, tampoco el dolor en sus pies por los tacones blancos que tenía ni sentirse extraño con ese vestido el cual se movía también al ritmo de sus movimientos. Tom lo miró a los ojos y le besó fugazmente. Bill recordaría eso por siempre. 

La pieza musical terminó y regresaron a su mesa en la cual estaban lo que habían ordenado. Bill tragó saliva viendo los cubiertos, la variedad de éstos y luego miró a Tom para imitarlo, al parecer Tom sabía de buenos modales. 

—Sabes mucho de esto —dijo Bill y Tom bufó. 

—Aprendí mucho antes, cuando vivíamos con papá y nuestra situación económica no era miserable. 

—Entiendo. Quisiera conocer a tus hermanos y a tu mamá. —Tom lo miró fijamente. 

—No… bueno, si en algún momento es posible, los conocerás. —Bill se quedó pensativo, dentro de él habían sentimientos que querían salir, dudas. 

—¿Regresarás por mí? ¿Vendrás a América y me buscarás? ¿Tendremos contacto? —preguntó con los ojos llenos de angustia, no quería más rodeos, quería una respuesta, no una posibilidad. 

—No lo sé. 

—¡Dime! —gritó golpeando con sus muñecas la mesa, su voz sonó como la de un jovencito y luego tuvo que guardar compostura. 

—No lo sé, ya te dije como es todo esto de ser marinero, si vengo capaz no te encuentre donde Dunja, capaz ella te lleve a otro tipo de trabajos como lo hizo conmigo. Nada es seguro, Bill. —Vio como sus ojos se enrojecían—. No vayas a llorar. 

—No lo haré. —Intentó calmarse, suspirando hondamente—. Pero ¿sabes algo? Si realmente dices quererme, deberías… deberías tenerme en cuenta en tu vida, ¿no ves que eso me duele? Solo es hoy, ¡solo hoy! Y luego no habrá más nada… No me das esperanza. —Tom se quedó pensando, mirándolo fijamente, Bill se quitaba un guante para pasarse los dedos por debajo de sus ojos delineados evitando que una lágrima cayese. 

—Perdóname. 

El silencio reinó entre los dos. Las cosas se habían puesto opacas otra vez. Tom intentó consolarlo de alguna manera, tomando su mano y sobándola para luego besarla. 

—¿Debo olvidarte? —preguntó Bill y Tom no tuvo respuesta. Se sintió malo otra vez, pero simplemente no podía prometer algo que no sabía si cumpliría o no—. ¿Sabes que amar tiene sacrificios? ¿Sabes eso? Lo dudo, para ti todo es más simple, solo fui alguien más que conociste en el barco, alguien con quien te acostaste y pasaste un buen rato, poco te importaron mis sentimientos. 

—Eso no es verdad, Bill. Te hubiera dejado ni bien bajamos del barco, o lo peor, hubiera permitido que te lanzaran al mar. Pero no lo hice, porque… por esto que siento, me cuesta demasiado, sin embargo, no puedo evitarlo, ¿no lo entiendes? No depende de mí. Ponte en mi lugar. 

—Si yo fuese tú… regresaría por la persona a la que quiero, eso haría. 

Tom se quedó pensando, no podía prometerle nada y no lo haría. La cena terminó con los dos en silencio. Ya era muy tarde. 

Salieron del local y tomaron un taxi. Bill apoyó su cabeza en el hombro de Tom y se durmió. Y al llegar a la casa de Dunja, Tom intentó despertarlo, pero no pudo, así que lo sacó del auto en sus brazos, cargándolo. 

Al entrar, Gustav se sorprendió de ver a Bill con un vestido siendo cargado por Tom, pero éste pensó rápidamente. 

—Fue una apuesta y el pobre perdió, entonces lo saqué así. 

—Eres cruel, amigo. Yo jamás hubiera salido así. 

Ambos rieron y Bill abrió los ojos sonriendo a Tom, pero luego al ver a Gustav se desesperó y Tom lo soltó. 

—¡Ah! Yo… yo… —Enrojeció y Tom le giñó un ojo. 

—Ya lo expliqué, vamos a dormir. —Lo jaló del brazo. 

Gustav se quedó pensativo, parecían una pareja, pero él no creía capaz de eso a Tom, así que se lamentó por pensar en cosas semejantes. 

En la habitación Bill se sentó en la cama y alzó la vista para ver a Tom. 

—Ya es mañana, ¿verdad? 

—Sí, es más de media noche… 

De un impulso se puso en pie y lo abrazó colgándose de su cuello, al menos quería pasar la noche junto a él, lo más junto que podía así esté muerto de cansancio, no importaba. 

—No importa, hazme tuyo. 

No quería que amaneciera.

La despedida se acerca. Hace tanto que escribí esto y al releerlo sentí angustia :/ veremos qué más pasará. Un abrazo a todos ^-^

6 comentarios:

  1. BUaaaaaaaaaaaaaaaaa yo lo he leido ya pero igual se siente tan snif snif que tristeeeeee

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    1. Hola <3 sí u_u creo que tiene mucho drama...
      besitos <3

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  2. Que sentimientos tan profundos los de Bill

    Si, sin duda Bill es un pispireto, jamas había encontrado uno en un fic

    esa mezcla de entrega e inocencia a la vez me fascina

    tan entregado a la lujuria y pasión, más sin embargo cubriendo sus partes pudorosas para que Tom no lo vea *O*

    Estoy a las expectativas es cuestión del final
    siempre logras sorprenderme con tus finales
    y se que esta vez sera igual
    :)

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    1. Halo <3 sí, Bill está enamorado, es su primer amor. Y claro, Bill ha descubierto todo eso con Tom, aún así no deja de ser pudoroso.
      El final se va acercando... veremos qué más sigue.
      Besos :*

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