Niñerías - XX

Martes 16~ estreno de la tercera temporada de The Walking Dead *w* hahaha, me encanta. Les traigo capítulo, escribo este fic como un relajante cada día, ya me habitué así que pronto les tendré el siguiente capítulo. Un beso

Bill comenzó a vestirlo de a pocos, el niño temblaba y estaba asustado, haber recibido ese castigo en la ducha lo había puesto así y además había sacado conclusiones precipitadas sobre su vida y todas las palabras de aliento que Bill le había dicho, ninguna sirvió para calmarlo excepto su simple compañía. 

Bill estaba muy molesto con la señora Dunja, alguien debía hablar con ella y hacerle entrar en razón, pero no se sentía capaz. 

—¿Tom está? —preguntó por si acaso. 

—Lo botó. 

—¿Qué? 

—Mi mamá lo botó y se fue, no sé si vendrá… no sé. 

—¿El señor Arthur está? 

—Supongo, él… él no vio cuando mojé la alfombra. 

—¿Qué hiciste? —El pequeño se encogió y evitó verlo, se sentía sucio por haberse orinado así, no pensó que hacer eso ocasionaría que su mamá se transformara en casi un monstruo, él había hecho eso porque le fastidió mucho que ella lo mandara a orinar en vez de darse cuenta que había hecho una casita de palos de chupetes para el conejo, estaba ansioso porque alguien viera su obra de arte del fin de semana, pero solo el señor Arthur lo había podido ver en el jardín, Dunja pasó de eso y casi no lo entendió, solo le importaba que su niño la obedeciera así que Liam se molestó mucho, pero como no sabía protestar de otra manera se había orinado en plena sala. 

Bill, por el silencio de Liam, supuso que hizo alguna cosa mala y dejó de preguntar. Pasados minutos el niño se dispuso a salir de su habitación y abajo, con mucho pesar, abrió su mochila sacando libros y cuadernos para hacer la tarea, ocultando sus últimos exámenes todos desaprobados, no quería más reprimendas. 

Pronto, ambos comenzaron a resolver algunos ejercicios de matemáticas. Bill trataba de no perder la paciencia, era extraño que Liam, a la par que haya bajado sus notas, también había dejado de concentrarse y memorizar las cosas, así que hacer tareas le resultaba tortuoso. 

—¡Ya no! —gritó al ver que Bill buscaba en el libro de reforzamiento acerca de divisiones, ya no quería saber más del estudio y Bill notó eso. 

—No te pongas así, debemos resolverlo. 

—Ya no… —dijo cansado y apoyó su cabeza en la mesa. Qué martirio para un niño tener que estudiar después de hacer las tareas, Bill podía entender eso, la cuestión del reforzamiento era adverso para él, ¿cómo Dunja podía exigir algo como eso? 

Cerró el libro y vio que aún era temprano para preparar la cena. Preguntó a Liam qué quería hacer y entonces el niño lo miró entusiasmado. 

—¿Trajiste a Tom? —Bill asintió y Liam salió al jardín muy rápido. Bill guardó algunas cosas que estaban sobre la mesa y el señor Arthur apareció saliendo de la oficina. 

Bill se puso rojo de la vergüenza al recordar que había sido descubierto el día de ayer. 

—¿Todo bien? —preguntó el señor Arthur. 

—Sí… —dijo sin verlo a los ojos, apurándose para salir de ahí—. Debo ir por Liam. 

—Sí claro. 

Bill sintió como si quisiera decirle algo, pero no se atrevió a preguntar o a darle la cara para dejarlo hablar, salió del comedor para ir al jardín y encontrar a Liam buscando al conejo al cual había dejado en una bolsa de tela desde que entró. Lo sacó y abrazó cual peluche, Bill tuvo que ir a advertirle que si lo aplastaba más podría arañarlo. 

—Le hice una sorpresa… 

Liam corrió con el conejo hacia el lugar de las macetas de la casa y Bill lo siguió, sacó unas cuantas de ahí y le mostró una casita hecha con palitos de helados, estaba muy bien elaborada para haber sido hecha por un niño de ocho. 

—¿Lo hiciste tú? 

—Sí, bueno, el señor Arthur me dio algunas cosas y me dijo cómo pegar las vigas de madera, tiene una base y un esqueleto de madera. —Metió al conejo ahí y terminó por recostarse en el césped, Bill se sentó a su lado a observar—. ¿Crees que le guste mi casita? —preguntó viendo a conejo confundido estando ahí. 

—Creo que le gusta estar aquí por ti. —Liam sonrió ante eso. 

—¿Tiene padres? 

—¿El conejo? 

—Ajá. 

—Una mamá, pero ya ella lo ha olvidado pues está preñada y tendrá otros conejos. 

—Pobrecito. —Extendió una mano para acariciar al conejo quien comenzó a mascar la madera de la casita—. ¿Tienes padres? 

—Claro que sí. —Liam no lo miraba, pero aún así estaba curioso. 

—¿Y cómo son? 

—¿Mis padres? Pues… son buenos padres aunque no están juntos. 

—¿Y por qué? 

—Porque decidieron separarse… 

—¿Y por qué? 

—Tuvieron diferencias, dejaron de quererse. —Bill bajó la mirada, pensar en eso de todas formas lo ponía un poco mal. 

—¿Y por qué? 

—No lo sé, Liam… Y no sé por qué no lo sé. 

—¿Pero crees que te quieran a ti? Si dices que ellos no se quieren. 

—Sé que me quieren aunque estén separados. —Liam se sentó frente a él pensando. 

—Pues creo que eres afortunado. 

—Tus padres te quieren, Liam, quizá no lo ves, pero todo lo que hacen es por ti. 

—Tú no sabes. —Bill prefirió callar, él no sabía muchas cosas, podía entender a Liam, pero no podía creer que sus padres no lo quisieran. 

—Quizá no conozca muchas cosas, pero los padres aman a sus hijos, ellos hacen mucho por ti. —Quizá ese sea el problema, quizá hacían mucho y por eso no estaban. 

Liam prefirió dejar de hablar sobre eso y pronto estuvo de pie buscando con qué distraerse. El día oscurecía y Bill sabía que debía preparar la cena. Todavía se preguntaba dónde estaría Tom, pero sabía que no podía preguntar, esperaba que estuviera haciendo algo productivo. 

~*~ 

Tom amaba su moto, estaba contento de haber superado el hecho de salir de casa sin muchas complicaciones. Había ido a visitar a Andreas y a Georg, sus amigos con los que solía salir, ya tenía planes para el fin de semana, no venía nada mal distraerse en alguna fiesta. 

Pasó por un supermercado y compró gomitas además de unas cajitas de sorpresa en donde venía muñequitos y chucherías para niños, sabía que a su hermanito le gustaba abrir esas cosas y ver qué le tocaba, esperaba encontrarlo en casa mejor de cuando se fue. Miró su reloj y se dispuso a regresar rápido pues presentía que Bill se iría si no lo viera en la casa. Quería verlo… 

Manejó hacia su casa y ya era de noche, entró y Arthur lo vio llegar, estacionó la moto en la cochera y entró a la casa. 

—Joven, su madre me mandó a decirle que su abuela vendrá hoy en la noche para hablar con usted. —Tom se puso serio y ladeó la cabeza. ¿Su abuela? 

—¿Y sabes para qué? —El señor Arthur estaba serio y simplemente negó con la cabeza—. Carajo Arthur, tú sabes, anda, suelta todo de una vez. 

—No sé joven, pero pienso que es algo de su dinero. 

—¿Crees que ella acepte darme el préstamo? 

—Todo lo contrario, usted debería tomar conciencia. 

¿Tomar conciencia? Tom no sabía a qué se refería eso, ¿qué de malo estaba haciendo? Podría predecir que sus padres lo obligarían a trabajar recortándole sus ingresos y si la abuela se metía en eso de seguro era para quitarle también, por influencia de sus padres, sus jugosas propinas. 

—Bah —bufó con fastidio—. ¿Está Liam? 

—Sí, en el comedor cenando. 

—Con Bill… 

—Sí —contestó serio—. Joven, creo que usted se está excediendo mucho. —Tom hizo una mueca de disgusto. 

—Vamos, Arthur, no te metas en mis cosas. 

—Joven, usted hará que Liam se quede sin niñero. 

—Eso no pasará al menos que tú hables, no quieres eso, ¿verdad? Bill es bueno en lo que hace. —Arthur estaba molesto con esa forma de ver las cosas. Hace tiempo miraba indignado cómo las niñeras caían a los pies de Tom y éste se las llevaba a su recamara cada vez que quería, incluso una de ellas, Karina, había intentado seducir al señor Arthur con la finalidad de quedarse y que le diera propinas o que le permitirá salir antes de la hora establecida, él no podía negar haber caído en sus encantos, pero no la defendió cuando Dunja supo de todo lo acontecido con Tom y ella. 

—No sea tonto y deje de seducirlo. 

—En esto no te metas, Arthur —dijo señalándolo con el dedo índice, quería ser claro, el señor Arthur asintió resignado. 

Tom se adentró hasta llegar al comedor, Liam salió a su encuentro abrazándolo y vio cómo Bill le sonreía tímido y se pasaba una mano acomodando sus cabellos y un pequeño rubor adornaba sus mejillas, a Tom le gustaba mucho eso de Bill, esa reacción al verlo. 

—¿Adivina qué te traje? —preguntó Tom con una mano detrás de su espalda. 

—¿Qué es? ¿Qué es? —casi gritaba un ansioso Liam. Bill rió un poco y Tom lo miró para guiñarle un ojo. 

—Es una sorpresa —dijo Tom y Liam saltaba cada vez más. 

—¡Es una cajita sorpresa! 

—¡Adivinaste! —Se la dio y Liam la tomó muy rápido para ponerlo en la mesa y comenzar a romperla, adentro habían algunos dulces y un robotito de juguete, la chuchería costaba más caro de lo que sería comprar cada uno de esos dulces y algún juguete, pero por ser sorpresa costaba así. 

Tom se acercó a Bill con disimulo, Liam no los veía pues estaba entretenido en sacar todo lo que podía de la cajita y tarareaba una canción porque estaba emocionado, había dejado a un lado la ensalada de frutas que Bill le había preparado. 

—¿Qué tal? —dijo Tom estando a su lado y acarició parte de su mano por debajo de la mesa ocasionando que Bill se agitara un poco y quitara su mano de ahí, ambos estaba de pie uno al lado del otro. 

—Bien… —dijo nervioso—. ¿Tú? —Tom hizo una mueca de disgusto. 

—¿Quieres saberlo? Me duele la pierna. —Bill abrió mucho los ojos y se preocupó. 

—Oh, Tom, quizá debas descansar, ¿dónde habrás estado? ¿Qué habrás estado haciendo? —Tom sonrió un poco, le gustaba mucho esa forma de ser tan inocente. Le dolía la pierna sí, pero no era un dolor demasiado fuerte, pero vio conveniente fingirlo. 

—Es algo insoportable, quizá deba descansar, yo quería llevarte a casa, en verdad que sí, pero en este estado… 

—Descuida, no tienes por qué llevarme siempre. —Tom cerró los ojos e hizo una mueca de dolor, Bill llevó una mano a su hombro—. ¿Estás bien? —Tom asintió pero continuó con el semblante decaído. 

Bill sentía que debía hacer algo, pocas veces lo había visto así de frágil y sabía que Tom detestaba eso. Presionó sus dedos en su hombro y acarició parte de su espalda, definitivamente a Tom le gustaba eso. —Ve, Tom, anda a descansar… Quizá pueda prepararte algo, ¿tienes calmantes para el dolor? 

—Mis padres son médicos, esta casa es una farmacia. —Rió un poco y Bill le sonrió. 

Tom caminó hacia las escaleras, Liam devoraba los dulces sobre la mesa y estaba jugando ahí con los nuevos juguetitos que había encontrado en la cajita, Bill pensó que podría dejarlo un momento pues vio a Tom cojear un poco y quiso ayudarlo a subir. 

—Permíteme —dijo con preocupación para permitir que Tom se apoyara en su hombro. Tom quería reír por esa actitud, su pierna no dolía mucho como para ser atendido así, pero decidió exagerar. 

—Duele demasiado, no sé debí manejar moto. 

—Exacto, no debiste —regañaba y Tom se apoyó en él para subir. 

—Estás muy lindo —susurró en su oído. 

—No empieces… —Miró de reojo con enojo. 

—No empiezo nada, solo digo la verdad, ¿acaso por decirte lindo me acostaré contigo? Aunque sí es así te ves precioso. 

—¡Tom! —Casi lo suelta, pero Tom se quejó. 

—¡Ay, mi pierna! Lo siento. Ya, lo siento Bill, no quise molestarte, ayúdame, me duele. 

Con dedicación y hasta delicadeza Bill lo llevó a su habitación y rápidamente acomodó su cama para que se recostara. Tom evitaba sonreír, pero a eso le llevaba esa forma de atenderlo que Bill tenía para con él. Estaba serio y acomodaba todo muy rápido y luego se le volvió a acercar para recostarlo. Tom se aferró a su cuello de tal forma que cuando Bill lo quiso recostar él mismo fue atraído por Tom y cayó encima. 

—¡Tom! 

—Lo siento, fue un accidente —dijo cerca de sus labios. 

Bill se quedó muy quieto cerca de su rostro y luego le dio un pequeño beso en la punta de su nariz, eso casi lograba encender el fuego en Tom, pero aferrando sus manos a la cama trató de no reaccionar, Bill al ver eso, se sentó a su lado y acomodó las mandas sobre Tom. 

—Dime qué pastilla es la que te calma el dolor, te la pasaré. 

—Está sobre el mueble, es una color roja. 

Bill se levantó por un momento y Tom apretó los dientes, no quería que se alejara. Fue al mueble y ahí vio una tira de condones a lo que se puso serio y luego encontró algunas pastillas, tomó las rojas y alistó un vaso con agua. Tom lo observaba desde la cama y cuando regresó a esta se quedó muy quieto tomando la pastilla. 

—¿Estás mejor? —preguntó Bill sentándose en la cama a su lado, podía sentir una pequeña incomodidad por como Tom lo miraba, no sabía si era porque estaba enfermo o le tenía ganas, pero no lucía normal. Su frente estaba sudada, su respiración agitada, sus ojos dilatados y mirándolo fijamente. Estaba enfermo. 

—No lo sé… —Cerró los ojos suspirando y Bill sintió un poco de pena. Para él Tom estaba mal, quizá entraría en fiebre así que extendió su mano hacia su frente y la sintió un poco caliente. 

—Tomi… —dijo con voz infantil y al verlo así de decaído le dio un beso en la mejilla—. Te pondrás bien y si no, llamaré a… 

—¡No! No llames a nadie, quédate aquí. —Bill le dio otro beso en la punta de su nariz y Tom se quedó muy quieto esperando más, el pelinegro dudó en hacerlo otra vez, pero se sentía atraído así que luego de darle algunos besos en sus mejillas le besó en los labios muy rápido y después lo miró a los ojos, Tom estaba agitado, parecía no haber mejorado con sus pequeños besos. Cuando quiso separarse para dejarlo solo, Tom tomó muy rápido su brazo y lo jaló hacia él para besarlo. Bill con los ojos abiertos forcejeó un poco y en seguida se separó para salir de la cama. Tom se levantó tan rápido y lo acorraló contra la pared, Bill se asustó un poco. 

—Tom, tu pierna… —Aún seguía preocupado por si se la dañaba más queriendo darle un beso. 

—A la mierda mi pierna, quiero un poco más de esto. —Bill frunció el ceño y al ver que Tom no demostraba dolor se sintió engañado y estúpidamente atraído, debido a eso, le dio un puntapié en esa pierna dañada—. ¡Por qué hiciste eso! —gritó Tom adolorido, pero no dejó que Bill se vaya, le dio un beso en los labios. Bill forcejeó un poco, pero Tom parecía ser más fuerte. 

Abajo, el señor Arthur vio a Liam jugar en la mesa y frunció el ceño, había derramado parte de la comida ahí y estaba fuera de control. 

—Hey, Liam, ¿y Bill? 

—No lo sé… —Arthur supuso que estaba arriba con Tom y negó con la cabeza, ese niñero sería echado en la semana. 

—Verás, si Bill se enreda con tu hermano tu mamá lo botará de aquí. —Arthur le dio la espalda y se fue a la oficina. Liam se quedó pensando en eso y se imaginó a su hermano tocando a su niñero, se le hizo extraño pero a sus cortos ocho años, lo que Arthur le había dicho no sonaba muy extraño o lejano a lo que estaba acostumbrado a vivir. 

Dejó sus juguetes en la mesa y subió muy rápido, pudo escuchar los forcejeos en el cuarto de Tom y entró tan rápido chocando contra el cuerpo de su hermano mayor y comenzó a gritar, lo había visto intentando besar a Bill, lo tenía acorralado. 

—¡Déjalo, con él no, con él no! —golpeaba a Tom en sus muslos y vientre, el mayor se separó y tomó a su hermanito de las muñecas, alzándolo y luego tirándolo a su cama. 

—¡Te calmas! 

Bill estaba un poco asustado y fue donde Liam, gateó por la cama y lo jaló para que se sentara. 

—Liam, ¿estás bien? —El niño lo miraba con desprecio. 

—Te encierras con mi hermano, ¡tú eres como ellas! —Bill palideció.

No sé ustedes, pero entiendo a Liam y su temor de perder a Bill, creo que Tom aún no ha entendido lo catastrófico que eso sería para el niño. Veremos qué más pasa, aún tengo mucho que meter al fic, esto ya es un longfic, será un poco largo, espero farle forma para entrar al desenlace que ya lo tengo en mente. Besitos *-*