Niñerías - XXII

Hola a todos, dije que actualizaría ayer pero no alcancé, así que subo hoy. Espero tengan un buen fin de semana.

Bill estaba sentado en una silla al lado de Tom compartiendo el pequeño escritorio un tanto incómodos los dos debido a que no había mucho espacio ni para sus brazos, además la laptop de Bill ocupaba gran parte del mueble. 

Tom miraba de reojo su bello perfil y la luz de la pantalla alumbraba sus hermosas facciones en tonalidades azules y a veces amarillas. Su frente brillaba un poco pues hacía calor por la cercanía y Tom antojaba esos labios húmedos que de cuando en cuando Bill se los mordía y chupaba, parecía querer provocarlo. Vio sus labios moverse para decirle algo, pero Tom solo los mitraba hipnotizado. 

—… es así, esto me tiene harto, no sé qué investigar, ¿tienes alguna idea? ¿Qué me dices? Creo que no te he escuchado hablar desde que entramos aquí. —Rió—. De acuerdo, puedes opinar que mi habitación es un asco, anda dilo, ¿Tom? —volteó a verlo—. ¡Tom! —Tom reaccionó mirando sus ojos y pestañeando seguido—. ¿Estás bien? 

—Sí, ¿qué decías? —Trató de concentrarse y Bill bufó. 

—No me prestas atención, o sea, por las puras hablé tanto. —Tom se molestó un poco. 

—Lo siento, ya. Tus labios se mueven mucho y te ves muy atractivo, yo solo quiero tocarte ahora mismo. 

—Tom —se quejó alejándose un poco—. Ya hablamos antes de entrar… 

—¡Lo sé! ¿Por qué crees que no hago nada? Estoy aquí, quieto conteniéndome. 

—¡Tom! —Bill se compungió un poco y se golpeó la cabeza en el escritorio para que dejara de observarlo así—. Quisiera entenderte, de verdad quisiera, pero no sé cómo puedes fijarte así en mí y ni caso me puedes hacer por mirarme como un bobo. —Tom se molestó y terminó por apartarse, se levantó de la silla y se sentó en la cama—. Espera… 

—No, creo que mejor guardo mi distancia. 

—Tom… —se quejó otra vez. 

—¿Quieres que te bese? —Vio como las mejillas de Bill se coloreaban en segundos. 

—¡Tom! 

—Me miras así y luego no quieres que me acerque… 

—Tom… 

—Y solo dices mi nombre una y otra vez, no dices nada más. 

—Está bien. No me siento cómodo si buscas solo eso, no puedo negar que… que me gustes y que quisiera, pero tampoco puedo negar la realidad, no quiero dañar a Nicole, en estos momentos no quiero besos porque necesito avanzar con esto, el internet no me ayuda en nada y tú no hablas, solo me miras, ¿cómo avanzaré? —Tom lo miró pensativo. 

—Como me dices que también quisieras, luego de terminar la tarea ¿podré besarte? 

—Tom —volvió a quejarse. 

—Deja ese tono, anda sé claro. 

—Bueno, un besito nada más, no podré más, sabes que tengo a Nicole. 

—Bah, ella no tiene por qué saberlo. 

—Tom… —se quejó. 

—Carajo, deja de quejarte usando mi nombre y ahora, trae acá ese aparato. 

Tom tomó la laptop e hizo a Bill una serie de preguntas como un interrogatorio policial de sus gustos y aficiones y luego de notarlo confundido y dudando mucho de qué era lo que le gustaba Tom terminó por buscar las páginas que él solía conocer. 

—¿Carrera de autos? —preguntó Bill con una mueca de disgusto. 

—Sí, existe aquí en Hamburgo, es más, tengo amigos corredores e incluso yo corrí, ¿no dices que tiene que ser algo de la zona? A ver cuántos de tus compañeritos de la escuela pública saben de esto, ¡ja! Lo dudo, ninguno habrá estado en una carrera en su corta vida. 

—Carrera de autos… es aburrido. 

—Niñero, tú no podrás hacer esta tarea, déjamelo a mí, podré imprimirlo esta noche. —Bill rió. 

—La profesora dijo a mano. 

—¡Qué! Qué clase de escuela es a la que asistes, no tienen economía ni para imprimir sus trabajos. 

—Hey, no es por eso, es por la maestra, ella cree que así aprenderemos más. 

—Estupideces. 

—Sí. 

—¿No me digas que tengo que escribir todo esto a mano para besarte? 

—¿Encontraste algo? —Se acercó a la laptop curioso y de paso le cambió el tema. 

—Pues hay mucha información como quiénes son los que lo organiza, antecedentes de algunas carreras y records, también hay cronograma de actividades, hay mucho. 

—Quisiera poder tener una entrevista… ¿crees poder llevarme con un corredor de autos? 

—Aquí me tienes. —Sonrió Tom. 

—Uno de verdad. 

—Sí, niñero, puedo llevarte con alguno de mis amigos, tú dirás cuando y te llevo. 

Bill sonrió emocionado y le dio un beso en la mejilla. Eso fue lo que ocasionó que Tom tomara su muñeca y lo jalara hacia su cuerpo sentándolo en sus piernas, besándolo en la mejilla, lo rodeó con un brazo y Bill se puso en alerta. 

—Tu trabajo está casi listo. 

—Falta transcribirlo. 

—Lo haré yo, mañana en la mañana empezaré, hoja por hoja. —Bill comenzaba a agitarse cuando supo lo que podía pasar, además la mirada de Tom indicaba mucho, lo deseaba en ese momento y Bill comenzó a agitarse. 

—Mi mamá puede oír… 

—No haremos bulla. —Besó su cuello y Bill comenzó a temblar un poco apretando sus manos en sus brazos sintiendo la suave lengua de Tom recorrerle. 

—Espera… —e quejó, pero Tom lo aprisionó en sus brazos continuando besando su cuello, casi lamiéndolo y Bill apretó sus dientes conteniéndose, no podía creer lo poco que podía dominar la situación, estaba paralizado y su cuerpo se disponía a las caricias del otro—. Dijiste que no… 

—No estamos haciendo nada. —Tom lo miró a los ojos y acarició su cabeza, tomando entre sus dedos sus cabellos, Bill pestañeó muchas veces y comenzó a temblar así que Tom le sonrió un poco y le dio pequeños besos en el rostro. 

Poco a poco lo terminó recostando en la cama y Bill ya jadeaba y se movía en los brazos del mayor. Cerró sus ojos pensando en si hacía bien. Debía parar todo aquello o haría una locura pero por otro lado, estaba tan emocionado y caliente que no tenía el suficiente valor para decirle que no, pero sí lo miró a los ojos con cierto temor. 

—No te haré nada —le susurró y besó sus labios. Ya estaba sobre su cuerpo comenzando a moverse. 

Tom pensaba en si seguir o no, quizá no podría parar si lograba sentirlo más pero disfrutaba del momento único, por primera vez dándose el placer de besarlo a su antojo. Sentía que temblaba y sus manos apretaban sus brazos cada vez más. Libró su boca para besar su cuello y más abajo en la clavícula jalando un poco la camiseta que tenía puesto y Bill chilló un poco. 

—Tom, por favor —suplicó—. Detente. —Tom tomó ambas de sus manos y las puso sobre su cabeza para posicionarse entre sus piernas casi a la fuerza cosa que asustó a Bill un poco más de lo que ya estaba, Tom pudo sentir sus manos frías y no pudo más, se detuvo y lo miró fijamente. 

—No voy a hacerte daño, no me temas. —Podía ver los labios de Bill temblar y cómo buscaba controlarse, Tom se presionó sintiendo su abultada entrepierna como la suya, y Bill emitió un gemido. Otro beso más en sus labios y ya no podía resistirse. 

Todo se hizo muy placentero más cuando Tom comenzó a moverse observándolo y luego bajó una mano hacia su entrepierna. —No te atrevas —susurró Bill, pero luego de que le abriera el pantalón sintió un poco de alivio pues no había nada que le ajustara tanto—. Oh, No… no debí confiar en ti. 

Tom se detuvo, sabía que si no lo hacía proseguiría y aunque podía notar a Bill excitado como él, sabía que el menor tenía razón y no quería luego arrepentirse ni ser recriminado. Se recostó al lado de Bill suspirando hondamente. Bill llevó ambas manos a su entrepierna abultada, ahora resultaba que lo había dejado así, con las ganas y le hizo caso quizá cuando menos debía, se encogió en la cama y Tom lo miró de reojo. —¿Te ayudo? —recibió un manotazo de parte de Bill quien aún no dejaba de respirar agitado. 

Se levantó encorvado y caminando como pudo logró salir de su habitación para ir al baño. 

Tom se quedó viendo el techo de la habitación y buscó relajarse, no quería usar su mano. Llevó sus manos al rostro y se lo masajeó, ¿qué estaba haciendo? Todo por esa especie de fiebre que le tenía, casi lo hizo suyo en pocos minutos y casi eso habría sido a la fuerza. —No puede ser, Tom, no, no puedes hacerle eso. —Se recriminó. 

Minutos después, Bill regresó muy tímido y nervioso. —Lo siento —dijo Tom sentado en su cama mirándolo a los ojos—. No me temas, a veces no sé cómo controlar esto. —Vio a Bill suspirar y se sentó en la silla frente a Tom. 

—No me confundas más… no quiero que esto se salga de control. —Tom asintió y se puso en pie—. ¿Te vas? —Miró Bill preocupado. 

—Sí, creo que es tarde… 

—Es un poco peligroso si manejas a esta hora. —Era ya más de las once. Tom se preocupó ante eso. 

—¿Qué quieres decir? 

—No sé, no quiero que te arriesgues… 

—¿Quieres que me quede? —Tom sonrió de lado y Bill se encogió de hombros. 

—Por tu seguridad sí. Hay un cuarto para invitados, solo si quieres. 

Luego de un poco de tiempo, Tom metía su moto a la sala mientras Bill arreglaba la cama vieja que estaba en el cuarto de visitas y le quitaba el polvo a los muebles que ahí había además de cajas y otras cosas que no servían, esa habitación se había convertido en un almacén. Pronto Bill bajó para decirle que la habitación estaba lista. 

Tom subió detrás de Bill y al entrar suspiró un poco fastidiado, pero no estaba en condiciones de protestar. Bill salió de la habitación y Tom se quitó la casaca de cuero y las botas, pero luego Bill entró disculpándose, le traía algo que podía servirle como pijama. 

—Gracias —dijo Tom y luego lo tomó de la cintura, pegándolo un poco a su cuerpo le dio un suave beso en sus labios. 

Bill se sentía otra vez contra la espada y la pared, pero quería que su razón dominara más que sus deseos y solo se separó de Tom mirándolo serio, Tom lo dejó ir luego de que le dijera buenas noches. 

Se puso a pensar qué demonios estaba haciendo, se suponía que no debía estar ahí, en casa de Bill, que hace ratos lo hubiera hecho suyo, pero había algo que lo impedía y no sabía cómo explicar esa consideración y hasta cariño que comenzaba a sentir por Bill. Se preguntó una y otra vez qué era todo eso y luego de que se acostara en la cama habiendo apagado la luz, suspiró sintiendo un alivio, después de todo había algo por qué vivir. 

Luego del accidente que había sufrido se sentía otra persona como si ya no fuera el de antes y ya no era capaz de conseguir lo que deseaba. Llegó hasta pensar en que era un perdedor y más ahora que no tenía nada y casi había escapado de casa. Y mientras más lo pensaba cayó en la conclusión que solo tenía a Bill. Pensar en Bill le generaba un sinfín de emociones extrañas, lo deseaba como siempre deseó a las personas lindas y luego las tenía en su cama sin mucho esfuerzo, pero a eso, podía agregar algo más que no sabía cómo darle nombre. Bill estaba en su mente y no podía creer que había logrado que entrara a su casa y que poco le importara que no sea de su misma clase social, Bill le había tratado mucho mejor que sus propios amigos o novias, y hasta había soportado sus pasadas de mano y atrevimientos. Se abrigó con las mantas suaves y aunque la cama era mucho más pequeña y dura que la suya, se sintió bien ahí e incluso pensó que por qué mejor no le decía a Bill que le permita quedarse algunos días mientras buscaba qué hacer luego. 

~*~ 

Algunos días más habían pasado y ya era fin de semana. Bill estaba reservado con Nicole, no sabía cómo afrontar la situación… En pocos días, Tom vivía en su casa y aún no podía creer cómo así todo eso había pasado. 

Primero, cuando despertó la noche que se quedó tomó el desayuno junto a Bill y su madre y luego pidió quedarse, así de fresco y directo, Simone solo vio a su hijo buscando alguna aprobación y Bill lo dejó. Al momento de llegar a casa Simone le había dicho que salió en la mañana, que luego regresó y que se encontraba en su habitación, Bill pudo comprobar que había traído un libro sobre autos y catálogos, estaba dibujando algunos diseños para su tarea de investigación. Los dos almorzaron, Tom lo llevó al trabajo en su casa y a la salida lo esperó para regresar a casa, llevaba en una mochila algunas cosas que acomodó en el cuarto de la casa de Bill quien no le decía nada al respecto de quedarse, le ayudaba con el proyecto de investigación y de vez en cuando Tom lo llenaba de besos confundiéndolo más. 

Así había sido los últimos días y lo peor de todo era que no tenía el valor suficiente para decirle que no o pedirle que no se quedara en casa. 

Cada día Tom le decía que se iría y Bill salía con la excusa de que era tarde y peligroso, entonces Tom le hacía caso y se quedaba. Ya el pelinegro había discutido con su mamá un par de veces por el extraño invitado, pero Simone luego se conformó cuando Tom le trajo algunos adornos de cerámica muy finos y adornó el mueble donde traía varios de ellos. No era de ayudar mucho en casa pero sí cooperaba en traer alguna cosa para la cocina y Simone supo aceptarlo. 

Bill escuchaba a Nicole acerca de los preparativos para la noche, era el día de un baile en la escuela y desde mucho antes ella le había pedido que sea su pareja cosa que Bill no pudo negarse, ya estaba comprometido. 

—Esta noche, Bill, te espero. 

—Hum, sí. —Nicole torció la boca mirándolo con suspicacia. 

—Estás muy distinto, últimamente estás distante y extraño. —Bill se encogió de hombros, no quería decirle las razones—. Este baile es importante para mí —dijo apenada—. Espero no me falles. 

—No te fallaré, yo… yo solo quiero que estés bien, Nicole, no quiero que sufras por mi causa o que te sientas mal pero no tengo tiempo para relaciones. 

—Shh… —prefirió callarlo—. No sigas, no quiero empeorar las cosas. Esta noche te espero. —Le dio un rápido beso en la mejilla y salió del aula, se iría por su cuenta. 

Bill suspiró resignado y regresó a casa. Tom no iría por él ese día. 

Al llegar, su mamá tenía el almuerzo listo. —Pásale la voz a Tom —pidió ella. 

—¿Está aquí? —preguntó sorprendido. 

—Sí, creo que a tu amigo le gusta vivir aquí, en la mañana salió un momento y luego trajo esto —le enseñó la lasaña que había preparado—. Y se metió en tu habitación, hasta ahora sigue ahí. —Bill sonrió. 

—¿No te incomoda? 

—No parece mala persona, no me incomoda, hoy lavé algo de ropa y le pedí si quería que lavara algo y me dijo que él podía hacerlo. 

—Solo está para ayudarme con el proyecto, nada más, creo que el lunes se regresará a su casa. 

—Está bien hijo, como decidan ustedes. 

Bill subió a su cuarto y al abrir la puerta Tom le sonrió, estaba en su escritorio con un enorme papel, reglas, lápices y muchas fotografías. 

—Tom, ¿y eso? 

—Mira, más artesanal no puede ser, dibujé los complejos deportivos de Hamburgo donde se suele dar las carreras y los modelos más usados para eso, ah, y no sabes, te saqué una entrevista con un corredor, es amigo mío y lo llamé, hoy saliendo de tu trabajo te podré llevar. —Bill se quedó impresionado pero luego bajó la vista recordando lo de Nicole. 

—Tendré un baile, no podré… 

—Así que un baile, ¿eh? De seguro con tu novia. —Bill asintió. 

El menor se le acercó y se sentó en la cama para luego poner una mano en el muslo de Tom y mirarlo a los ojos. —Tom, gracias por lo que haces por mí —dijo con una sonrisa—. Mi mamá está esperando para que bajemos a almorzar y luego deberé irme. 

—Te llevaré. 

Antes de bajar, Tom le dio un beso y Bill se dejó. Los dos de pie, Tom con las manos en su cintura y Bill en sus hombros, se dejaba, ya era costumbre darse besos aunque aún la confusión reinaba en Bill. En cambio Tom, él sabía que si terminaba el proyecto de Bill podría recibir una gran recompensa, sonrió en sus labios y lo miró a los ojos. 

—Gracias por permitir que me quede. 

El corazón de Bill se aceleró, él ya no podía impedir que se quedara, deseaba mucho su compañía y hasta se había acostumbrado a él, pero aún no sabía que Tom persistiría en saciarse con su cuerpo alguna noche.

Siento que he adelantado el fic de una manera que no pensaba, pero así salió este capítulo, siento que alargo mucho el fic y no llego a las partes que deseo llegar (confuso xd) Bueno, Creo que ambos están confundidos y solo se dejan llevar por el momento, pero una relación así :/ difícil funciona, necesitan tomar una decisión. Pronto, el desenlace final.