Niñerías - XIX

Hallo *-* no pensé tener capítulo tan pronto pero aquí está. Se lo dedico a  Aliss R Aleman por ser quien es <3. Pasen un buen fin de semana.

La velocidad era mucha, Bill se agitaba y ante cualquier curva sentía su estómago contraerse como si estuviera en una montaña rusa. 

—¡Podrías bajar la velocidad! —gritó desde atrás y escuchó la risa de Tom. 

Era obvio que no le haría caso. Tom se sentía libre como pocas veces. Si bien era cierto que tenía temor andar en auto porque sentía sensaciones extrañas cuando estaba dentro de uno al grado de evitar viajar así, vio conveniente que debía buscar una forma de movilizarse y no se le ocurrió mejor idea que comprarse una motocicleta, así no se sentiría encerrado en un aparato de metal y además podría moverse por la carretera con más libertad. Amaba la adrenalina, es más, le parecía excitante al borde de querer masturbarse mientras iba a gran velocidad, pero con los gritos de Bill y esa forma de sostenerse de su cintura bastaba para sentirse en el clímax. 

Bill cerró los ojos por un momento y se aferró aún más no sabiendo que eso gustaba a Tom. Se puso a pensar en todo lo que estaba haciendo, en los sentimientos que estaban instalados en su ser y que no lo dejaban pensar con tranquilidad, ¿acaso sentía algo por Tom? ¿Cómo podía sentir amor por alguien como Tom? Sabía cómo era, se lo decía a cada rato en su propia cara, solo lo deseaba, quería follarlo nada más y ahora estaba muy bien abrazado a la cintura de la persona que lo quería como un objeto, ¿hacía bien? ¿Qué era lo que le gustaba de Tom? ¿Por qué terminaba de aceptar sus propuestas? ¡Y si un día de estos aceptara entrar a su habitación y dejarse hacer? Prácticamente, con su poca resistencia, sería llevado a eso si no hacía algo para impedirlo, pero ¿qué podía hacer? No tenía nada en mente. 

—Cariño, se te olvidó darme tu dirección —dijo Tom en una carretera central, Bill abrió los ojos y se percató que estaban a mitad de camino y en el sentido correcto. 

—Sigue de frente hasta llegar al parque Tierpark y giras a la derecha siguiendo los departamentos, te diré donde parar. 

Bien, Tom le haría caso. Estaba un poco impresionado del barrio de Bill, mientras más se adentraba por esa zona, trataba de recordar si alguna vez estuvo ahí y la verdad que no recordó pues él no frecuentaba lugares como ese. Parques, casas pequeñas con jardines y edificios con departamentos, la clase media baja no ocupaba mucho espacio, parecían aglomeraciones de gente y se veía en las calles. A diferencia del lugar donde vivía, había poco tráfico y las casas eran grandes, incluso mansiones, la de Tom no era una precisamente, pero sí era evidente que era de una clase social mayor a la de Bill. Ese detalle no lo molestó, sabía de qué clase de familia era el niñero. 

—Gira a la derecha y estaciónate en la casa crema. 

Así lo hizo Tom, había llegado a su casa y lucía muy acogedora, las luces estaban encendidas y su pequeño jardín en la entrada se veía muy bonito. 

Bill se bajó y quitó el casco, Tom hizo lo mismo y ambos se miraron a los ojos. Extendió una mano para tomar la del menor, pero éste retrocedió un poco. 

—Bill… 

—Ya hablamos —respondió escueto. 

—Lo sé, entendí lo que quisiste decirme, solo que… 

—¿Qué? Dime. 

Tom no sabía cómo decirle que no quería que le hablara como si fuese un pervertido o que le tenga temor, mucho menos que lo rechazara y es que con lo último no sabía cómo reaccionar, nunca antes le había pasado y si alguna vez pasó a él poco le importó, no era como ahora, el rechazo de Bill llegaba a alterarlo de una forma extraña que no sabía cómo controlar después. 

—No me temas. 

—¿Temerte? —Bill ladeó la cabeza, quería entenderlo. 

—Siento que me tienes miedo, es eso, que huyes de mí. —La forma en cómo Tom lo miraba lograba estremecerlo, ¿qué era eso? Esa mirada, ¿por qué se compadecía de alguien como Tom? Bill no lo sabía, pero dentro de sí, sentía que debía darle seguridad de algún modo, así que se acercó un poco y permitió que lo tomara de la mano. 

—No quiero huir, solo lo hago cuando siento que vas a sobrepasarte. Sabes que no me gusta. 

—¿No te gusta que te bese? —preguntó Tom y Bill alzó la vista mirándolo con cierta cautela. 

—Tom, claro que no, me metes en problemas cuando lo haces, además, ¿olvidas que tengo pareja? Esto no está bien. 

—Sé que te gusta, no entiendo por qué lo niegas. 

—Y si me gustara qué, qué tiene, no es correcto simplemente. 

—Sé que te gusto y te dije que me gustas también, esto es mutuo, no veo por qué deba abstenerme de besarte o querer acariciarte. 

—¡No somos nada! Y no lo seremos… 

—¿Bill? —llamó Simone desde la ventana del segundo piso de su casita, estaba con ruleros en la cabeza y Bill infló sus mejillas, qué inoportuna su mamá. 

—Ya voy, hablo con un amigo. 

—De acuerdo. Ah, y no olvides alimentar a Tom, hay zanahorias en la cocina. —Bill se sonrojó un poco ante eso. Simone dejó de observar y Bill miró a Tom. 

—¿El conejo aún sigue teniendo mi nombre? Qué curioso y así me rechazas… 

—El nombre lo puso Liam no yo, y lo siento pero esto no funcionará… 

En parte Bill sentía que hacía mal al decir eso y es que quería tener una oportunidad con Tom, esa era la verdad, pero sus ganas de querer hacer las cosas bien lo impulsaban a poner límites de una buena vez y dejarse de rodeos. 

Quiso soltar la mano de Tom, pero éste se lo impidió y Bill no siguió forcejeando. 

—¿Necesariamente tiene que funcionar para que nos permitamos conocernos más? —preguntó Tom muy serio y mirándolo fijo, jaló a Bill un poco. Tom estaba apoyado en su moto, con las rodillas ligeramente flexionadas y a la altura de Bill, al momento de jalarlo, Bill chocó con sus rodillas. 

—Tom, no empieces, lo prometiste… 

—Prometí no besarte si no quieres, pero no podré hacer nada cuando sí quieras. 

—No quiero. 

—Ahora no. —Miró sus labios y Bill sintió calor y se los mordió un poco—. Contesta mi pregunta. 

—Tengo a Nicole. 

—Es una mujer. 

—¿Y qué tiene? Me gustan las mujeres. —Tom rió un poco y posó su otra mano en la cintura de Bill, éste dio un respingón y quiso alejarse, pero poco a poco, conforme a los forcejeos con Tom, terminó permitiendo su mano ahí y la otra entrelazando sus dedos. 

—Tú y yo nos entenderemos de otra forma. Eres especial… 

Bill pestañeó seguido y se sintió flotar, por alguna extraña razón esa forma de ser de Tom le atraía mucho. Sentía su vientre contraerse y su sangre ser bombeada de tal forma que sudaba un poco. 

Tom, por su lado, se contenía. Veía las facciones de Bill tan provocativas, esos labios carnosos que ya sabía cómo eran cuando los besaba, su largo cuello, sus ojos brillosos y su frágil cuerpo; quería abrazarlo, pegarlo a la moto y acariciarlo hasta que le pidiera ir a un lugar privado, moría porque eso pasara, pero ya conocía más de Bill, él no era como todos los demás que había conocido y eso, simplemente ese detalle, hacía que su sangre hirviera de deseo. 

Bill agachó la cabeza pon un instante y Tom aprovechó para acercarse a su oído. —Dame una oportunidad —susurró con grave voz y Bill abrió un poco la boca. 

Miró a Tom por un momento y llevó una mano hacia su rostro, acariciándolo, pasándola por sus redondas mejillas y luego subiendo hacia su cabello rubio ya un poco crecido, la badana en su cabeza tapaba una cicatriz que había podido ver antes. Acarició con el pulgar sus labios y Tom le chupó parte del dedo, Bill alejó su mano. 

—Si te soy sincero, me atraes mucho —confesó Bill poniéndose rojo, pero esto no era percibido por Tom ya que había poca luz. Lo que le dijo Bill causó asombro en Tom, no pensó que se atrevería a declararse así—. Me gustas, Tom, pero seré claro, no quiero estar contigo. —Bill vio desilusión en los ojos de Tom y luego cómo fruncía el ceño—. No pongas esa cara… —Acarició sus mejillas y Tom posó ambas manos en la cintura de Bill y apretó ahí fuerte—. Me duele… —Se quejó Bill un poco asustado. 

—Así me duele a mí lo que me dices. —Bill hizo una mueca de disgusto. 

—Tom, simplemente no va a funcionar, no soy tonto como para no darme cuenta que quieres acostarte conmigo. 

—Sí quiero, te lo he dicho y lo reitero, te quiero en mi cama, estar en ti y sentirte todo, esto quiero. —Bill se agitó un poco pero Tom no lo soltó. 

—Pero yo no quiero. No quiero una relación en donde no haya amor… 

—¿Amor? ¿Quién necesita amor? Eso será cuando uno deba casarse, ¿quieres casarte a los diecisiete años? Ni yo teniendo diecinueve. 

Bill calló por un momento, debía ordenar sus ideas y es que Tom lo privaba hasta de poder pensar bien. 

—Olvídalo, Tom. No quiero nada. Debo entrar. 

—Espera… —El agarre en su cintura se acentuó y Bill se puso en alerta, lo miró a los ojos esperando—. Yo… —Tom no sabía qué decir, simplemente no quería dejar ir a Bill así, sin una oportunidad o esperanza para con él—. Yo sé que me quieres… 

—No empecemos. 

—Déjame terminar. Quiero entenderte y saber más de ti, si me dieras esa oportunidad. —Los ojos de Tom brillaban un poco, Bill podía sentir que se sumergía en su mirada y eso le llenaba de extrañeza, pero le gustaba. 

Se quedó en silencio por un momento, las manos de Tom subieron un poco y luego se posaron en su espalda y se juntaron ahí, Bill llevó sus manos hacia el pecho de Tom por si tuviera que empujar cuando éste quisiera acercarlo más. Quería decirle que sí, darle esa oportunidad, pero tuvo temor, aunque tampoco quería decirle que no y perderlo, porque sabía que si se negaba Tom se cansaría, podía predecir que se buscaría otro u otra, lo que fuera, era consciente que no esperaría por él para cuando esté más decidido. 

Bill subió sus manos hasta su cuello y Tom se reprimió de tocarlo más, deseaba tanto poder hacerlo, jalarlo y plantarle un beso y abrazarlo más, pero sabía que eso ahuyentaría a Bill, debía controlarse. 

Bill acortó la distancia un poco temeroso y le dio un beso en la mejilla. Tom se quedó quieto y pestañeaba rápido un poco confundido, pero entendió que Bill estaba probándolo por así decirlo, debía quedarse quieto simplemente. Los labios de Bill le dieron algunos pequeños besos en su mejilla y barbilla. 

—Si me prometes no sobrepasarte, yo también quisiera conocerte más —susurró en su oído y Tom asintió dejándose dar pequeños besos en la mandíbula, estaba esperando con ansias el momento en el que Bill lo terminara de besar en los labios. 

Ese momento llegó cuando Bill, tímidamente, besó sus labios sin hacer mucha presión, pero algo se encendió en Tom quien abrió la boca y lo besó fuerte. Bill se separó agitado. 

—Disculpa —se excusó Tom muy rápido—. Siento ser así… —Bill retrocedió unos pasos. 

—Debo irme. —Sintió culpa y además podía predecir que poco a poco iba a ceder más y eso podría costarle mucho. 

—¿Mañana nos vemos? —Bill no supo qué decir. 

—Pero tu mamá me prohibió atenderte… lo siento. —Tom frunció el ceño, pero supo entenderlo. 

Bill halagó la moto y agradeció el paseo, pero antes que Tom deseara plantarle un beso, retrocedió adentrándose en su casa. 

Alimentó al conejo y subió a su habitación a ordenar sus cosas de estudio para mañana. Antes de dormir recibió una llamada de Nicole y se sintió culpable por darle cabida a Tom estando con ella… 

~*~ 

En la escuela, sabía que debía concentrarse y poner mucho de su parte. Últimamente sus notas habían bajado porque no podía estudiar como antes y ya su mamá se había percatado de ese hecho e incluso le había dado la idea de que le pidiera a su papá el dinero suficiente para seguir estudiando, que quizá no se negaría si es que Bill le explicaría que estaba trabajando como niñero solo para estudiar, ¿qué padre no apoyaría esa causa? Pero Bill sabía que si su padre le daba el dinero que necesitaría, se sentiría con mucho derecho sobre él, capaz de decidir por su vida y su futuro, eso era lo que menos quería Bill, así que debía seguir, aunque por otro lado sabía que su papá estaría dispuesto a darle el dinero, pero dejar de ir a casa de los Trümper no estaba en sus planes. 

—… este proyecto equivale a un parcial, deberán hacerlo a mano, no quiero computadora —dijo la profesora. 

—¡NOO! —coreó toda la clase y Bill dejó de ensimismarse en sus pensamientos para poner atención, definitivamente estaba en la luna. 

—Vieja retrógrada —dijo Nicole a su lado y Bill la miró. 

—¿Qué dijo? —Ella lo miró con asombro. 

—¿No escuchaste? Nos manda a hacer un proyecto de investigación de un tema libre con todos esos pasos que ha dejado en la pizarra y para colmo dice escrito a mano, ¿puedes creerlo? O sea, todo lo que investiguemos de libros y de páginas webs tenemos que transcribirlo a mano, ¡ja! Si entenderá mi fea letra. 

Nicole decía tantas cosas y Bill solo comenzó a tomar apuntes. Con la falta de tiempo que tenía ¿cómo haría ese trabajo? y era para la otra semana, ahora sí debía amanecerse. 

—¿Tema libre? —preguntó Bill. 

—Sí, no importa de qué sea, debe seguir los pasos de la investigación además de contener entrevistas y material que pruebe eso, me pregunto si aceptará fotos o querrá que lo dibujemos —decía molesta—. Oye, ¿has pensado qué investigar? —preguntó con una sonrisa y se le pegó más. 

—¿Dijo para hacer grupo de dos? 

—Bill, dónde andas, no prestas nada de atención, ha dicho que es trabajo individual y de un tema libre, creo que hoy debemos de buscar sobre qué investigar antes que el tiempo vuele. 

Bill se llevó el lápiz a la boca… ¿sobre qué investigar? Nicole le decía para ir a un acilo e investigar la vida de alguno de los ancianos, como una biografía, también le decía para investigar los antecedentes de la biblioteca de la ciudad, todas cosas aburridas para él. Ella le proponía ir juntos en la noche a buscar algún tema en la ciudad porque eso era la tarea, la investigación debía ser de algo cercano a ellos siguiendo los pasos establecidos y adjuntando pruebas de dicha investigación. 

—No lo sé, Nicole, no sé… ya pensaré en algo. 

En la salida, ella seguía hablándole y buscaba una cita, algo privado. En la semana casi no podía, en la escuela no había tiempo y menos en la tarde porque Bill trabajaba y en la noche solo las llamadas antes de dormir porque siempre Bill estaba cansado, los fines de semana visitaba a su padre y siempre era lo mismo, ¿cómo fortalecerían su relación? Nicole estaba preocupada, sentía que debía hacer algo. 

—¿Crees poder salir esta noche? Mira que acordaste ser mi pareja de baile. —Faltaba poco para ese evento y Bill se lo había prometido. 

—No lo sé, regreso cansado a casa, no podía decirte que sí. —Bill podía ver la desilusión en su rostro y se sintió culpable. 

Últimamente la culpabilidad era algo que le incomodaba mucho y era una de las razones por las cuales estaba buscando el tiempo indicado como para decirle que no podía funcionar lo que apenas tenían, pero no se sentía capaz, no tenía el valor suficiente y se lamentaba por eso. 

Se despidió y Nicole sintió que lo perdía, debía hacer algo pronto o presentía que Bill le diría para terminar y ya hasta dudaba tener algo con él, pero no quería encarar el hecho para no sacar una conclusión sobre que no eran una pareja. 

Por su parte Bill buscaba un minuto de tranquilidad sin tener que pensar en relaciones complicadas ni en sentirse acosado, quería simplemente poder trabajar tranquilo. 

Llevó al conejo Tom a casa de Liam y cuando entró lo ocultó en el jardín. Liam no salió a recibirlo y Dunja lo esperó en la sala. 

—… Lo he castigado, está en su habitación, su comportamiento cada vez más está terrible así que voy a pedirte que seas más firme con él, no quiero que lo engrías, justamente por eso está berrinchudo… —Bill escuchaba atento cada indicación de Dunja sintiendo que no podía intervenir con sus opiniones con respecto a Liam, Bill presentía que su comportamiento estaba así por los conflictos con Tom y además por la ausencia de sus padres. El tiempo les estaba pasando factura y cobrándose lo que estaban sembrando, un niño solo, por lo tanto, desequilibrado. 

La señora Dunja se fue y Bill subió a la habitación encontrando a Liam envuelto en una toalla, sentado en su cama con los ojos llorosos. 

—¿Liam? 

—No quiero nada —dijo no dando la cara, estaba hecho una bolita. 

No quería decirle que había sido capaz de orinarse en sus pantalones por no obedecer a su mamá cuando le dijo que vaya al baño, todo lo contrario, le dio la contra y en la sala no aguantó más y se orinó. Dunja no soportó que su niño de ocho años hiciera algo como eso solo para molestarla así que entre jaloneos lo llevó a la ducha y lo duchó mientras le quitaba la ropa a jalones, al ver a su hijo gritar como desquiciado le propició una paliza que lo dejó asustado y ni quiso vestirse luego de que lo dejara en su habitación llorando sin gritar y luego escuchó una discusión en el pasillo, Tom había salido a su defensa y pedía ver a Liam, pero Dunja se lo había impedido y otra vez le había dicho que lo mejor era que se largara de casa de una buena vez para no tener que envenenar a su pequeño hijo. Después de esa discusión Tom salió de casa. 

—Liam… no sé qué decirte pero ya estoy aquí. —Se acercó y se sentó a su lado—. No sé qué pasó pero ten presente que puedes contar conmigo. —Bill podía ver caer las lágrimas del niño hacia sus manos, lloraba en silencio y no sabía si debía abrazarlo o mejor no—. Liam… —dijo con mucho pesar—. Pequeño, ¿qué pasa? 

—Nadie me quiere —dijo en un susurro y siguió llorando.

Pobre niño, quizá Bill pueda ayudar. ¿Dónde estará Tom? ¿Qué más pasará? Pronto subiré lo que sigue. Besos