jueves, 11 de octubre de 2012

Inalcanzable - 8

Hola a todos *-* siguiendo con las actualizaciones de este fic, les traigo el capítulo ocho que se llama "Espía".

Los besos de Tom eran algo temblorosos, eso era en lo que Bill pensaba, manteniendo sus ojos muy cerrados y solo sintiendo a su novio acariciarle donde él quisiera. 

Tom, por su parte, pensaba si hacía bien o no. Que tal si la mamá de Bill bajara en pijamas y lo correría peor que un perro… Eso le preocupaba, pero en él estaba todo ese fuego queriendo salir de su cuerpo, aquel beso que se estaban dando había sido el mejor hasta el momento. 

Rompió el beso por el calor que sentía. Miró a Bill debajo de su cuerpo como buscaba por aire también, jadeando casi audiblemente y con un rubor fuerte en sus lindas mejillas. Le sonrió tímido y Tom decidió levantarse de ahí. 

—Uff… —suspiró Bill arreglando su cabello mientras se sentaba—. Eso fue… algo especial. —Tom asintió abrazando a Bill otra vez. 

—Mañana tienes clases, ¿verdad? —Bill asintió triste—. ¿Puedo pasar por ti? Mañana tengo libre al fin. —Sonrió emocionado. 

—Claro que sí, quiero verte todos los días. —Un pequeño beso fue dado en sus húmedos labios—. Creo que ahora debes subir a mi habitación, mi mamá dijo que dormirías ahí. —Tom le miró algo incómodo. 


—Lo ideal sería que duerma aquí, en tu sofá. —Bill le sonrió y tomó su mano. 

—No. Acomodé mi cuarto para ti, yo dormiré aquí, a veces mientras veo televisión me quedo dormido en el sillón, estoy acostumbrado. —Tom entendió y se dejó guiar por su novio. 

Arriba el cuarto era tan pequeño pero acogedor, tenía muy marcado el estilo de Bill, pósteres de eventos deportivos, algunas copas y medallas de fútbol estaban sobre un pequeño mueble. Tom sonrió mirando aquello, su habitación era lujosa allá en la mansión, pero no tenía todo lo que Bill tenía, y no eran cosas materiales las que él notaba, eran vivencias de la vida. Como una fotografía del equipo de fútbol de su anterior escuela. 

—Te ves lindo aquí —halagó Tom mirando con detenimiento aquella fotografía. 

—¿Crees? —Bill pocas veces en su corta vida de trece años había podido coquetear con alguien, exactamente no sabía cómo comportarse con Tom, su novio, tenía a veces temor de actuar muy emocional, y es que, por lo general, habían emociones que querían salir cada que los ojos de Tom se encontraban con los suyos. 

—Lo sé, eres muy lindo. —Bill sonrió emocionado como si eso fuera una sorpresa, eran novios, era lógico que se atrajeran—. No he dicho algo sorprendente. —Rió Tom tomando el mentón del otro para alzarlo y darle un pequeño beso el cual comenzó a hacerse grande como hacía minutos. 

Bill no había abrazado tan apasionadamente a alguien en su vida, y si Tom pensaba y buscaba algún recuerdo similar, tampoco él había experimentado cercanía alguna. Tom comenzó a susurrarle una serie de piropos al oído mientras se deleitaba de cómo Bill disfrutaba de aquello soltando pequeñas risitas y suspiros prolongados. 

—Voy a dormir… —Fue lo último que le dijo y Bill le dejó. 

—Hasta mañana, Tomi. —Un último beso y Bill abandonó la habitación. 

Comenzó a sentirse algo extraño cuando sus pantalones le ajustaban cierta parte, se puso a pensar si a Tom le había pasado lo mismo. Y lo cierto era que sí, por eso Tom prefirió irse a dormir. 

En la suave cama de Bill, toda ella estaba impregnada de su olor, uno muy agradable, Tom se mordió el labio fuertemente intentando calmar su calentura y poder dormir ahí. Abajo, Bill hacía lo mismo, aún su corazón latía acelerado y su mente tramaba travesuras que él sabía que no podría ponerlas en práctica, ya era muy de noche y si no descansaba no despertaría al día siguiente para sus clases. 

A ambos le pasaba lo mismo y así, sincronizados, esa noche pudieron dormir. 

*** 

Saki estaba furioso, él no pensó que Tom pasaría la noche en casa de ese niño. Él no pensó que dormiría en el auto afuera de la casa esperando por Tom, pero las órdenes eran esas, acompañar a Tom y no dejarlo ir. Tom se aprovechó de que no había nadie en casa con quien Saki podía quejarse por teléfono, sus padres estaban en un baile y no podía interrumpirlos. Pero Saki tenía algo en claro, si se lo preguntaban, él delataría a Tom, y así sería muy fácil deshacerse de Bill con toda y su madre incluida. 

—Así que gay. —Rió en cuanto despertó—. El hijo de los Kaulitz durmiendo en casa del hijo de la cocinera, cuando la señora lo sepa, se caerá de espaldas. 

Dentro de la casa, Tom despertaba con una sonrisa en sus labios al darse cuenta donde estaba. Ya era de mañana y debía regresar a su casa antes que sus padres se preguntaran dónde estaba. 

Su celular vibró en cuanto se vestía y algo fastidiado decidió contestar. Era su madre. 

—¿Dónde estás? Ya estamos en casa. 

—Ya voy… 

—¿Dónde estás? Pregunté. 

—Con Saki en casa de un amigo, ya voy —recalcó ofuscado y luego cortó la llamada, sabía que posiblemente un interrogatorio bastante incómodo le esperaría en casa. 

Bill llamó a la puerta y entró algo tímido. Tom le sonrió amable. 

—Vengo por algo de ropa, abajo está el desayuno servido —dijo Bill de espaldas a Tom buscando en su cómoda algún atuendo que ponerse para ir a la escuela. Tom se le acercó lentamente y le abrazó por la cintura, el pelinegro se tensó un poco. 

—Hueles delicioso —susurró, Bill rió bajito suspirando cerca de Tom—. Gracias por dejarme pasar la noche aquí. 

—No tienes que agradecer, es un placer. —Un pequeño beso fue depositado en su mejilla y Tom lo dejó para ir a lavarse. 

Abajo, en el pequeño comedor, Simone comenzaba a angustiarse, algo raro había en toda aquella visita, y sabía que podía costarle mucho. Antes que bajara Bill salió de su casa con una taza de café para Saki y unos boñuelos, ella no quería llevarse mal con él, que pensara mal de su hijo. 

—Buenos días, tenga esto por favor. —Saki la miró con desprecio, pero aceptó el pequeño desayuno—. Por favor le pido que no piense mal de mi hijo ni de su amistad con el joven Tom, entiéndalos. 

—No se preocupe —respondió áspero. 

Adentro de la casa, ambos chicos estaban sentados en el comedor, Simone regresó y notó extrañas sus miradas, y ese nerviosismo en Bill que ella nunca antes había visto, cómo los ojos le brillaban y cómo Tom a veces parecía ser coqueto, ella no quería pensar mal, pero las cosas parecían evidentes. 

—Muchas gracias señora por el delicioso desayuno, usted como siempre hace los mejores. —Tantos halagos lograron relajarla un poco, aquel jovencito no parecía tener malas intenciones con su Bill, ella por ese lado comenzó a estar tranquila… Aunque sabía que podían haber consecuencias. 

Tom tuvo que irse, y mientras Simone lavaba los platos, aprovechó para darle otro beso a Bill. 

—Voy a la salida, a tu escuela —dijo Tom y Bill le sonrió emocionado. 

—De acuerdo, estaré esperándote. 

*** 

De camino de regreso a su casa, parecía que Saki estuviera furioso, no era para menos, cuando Tom pasaba la noche en casa de sus amigos siempre Saki dormía en una cama, por lo general las mansiones contaban con cuartos para guardaespaldas y cocheras para los autos. Tom en ningún momento pensó en Saki, ni en cómo había pasado la noche afuera esperándolo, él no tenía eso en su cabeza en esos momentos. Así que se le había olvidado advertirle que no dijera dónde había pasado la noche, mucho menos con quien. 

Llegó a la enorme mansión y lo que más deseaba era pasar tiempo en su casita, solo. Era su día libre y no deseaba ningún tipo de distracción. Pero no esperó que su mamá estuviera esperándolo abajo en la entrada principal y lucía muy intrigada. 

Saki miró de reojo a Tom y éste solo salió del auto sin decirle nada. 

—Tom, ¿dónde estuviste? —Tom se pasó de largo, él tenía catorce, no era un crío de diez—. ¡Tom! —Entró a la mansión y encaró a su furiosa madre. 

—En casa de un amigo, ya lo dije —Saki entraba a casa y la señora Kaulitz lo llamó con un dedo, Tom no pudo percatarse de aquello, simplemente siguió entrando. 

Un siniestro diálogo empezó, Saki no se calló nada, todo lo contrario, hasta le dijo de quien era hijo Bill y la señora Kaulitz sintió frustración, ¿por qué Tom hacía eso? ¿Era caritativo o algo así? Ella no entendía y al igual que Saki comenzó a sospechar. 

—Saki, quiero que me hagas un favor… 

—Como no, señora. 

*** 

Se bañó y alistó en su casita especial, no había ninguna responsabilidad ese día, ya había tenido muchas actividades, ahora estaba seguro que le dejarían en paz. 

Salió casi corriendo de ahí y llamó a Saki, sabía que él tendría que cuidarlo, lamentaba mucho tener que andar a todos lados con un guardaespaldas, pero podía imaginar que a sus padres les daría un paro cardíaco si es que no salía acompañado. 

En el camino, Tom comenzó a ponerse ansioso. 

—Saki, voy a ir con Bill a la feria. 

—Como no, joven Tom. 

—Pero no quiero que estés todo el tiempo cerca, no me gusta. —Saki lo miró algo incómodo. 

—Sabe cuales son las reglas, no puedo dejar que camine completamente solo. —Tom suspiró resignado. 

—Hagamos algo, nos acompañas al entrar y luego me sigues, pero de lejos. —Saki frunció el ceño, podía haber muchos peligros en una feria llena de gente. 

—Joven, es una feria, ¿está seguro? 

—Completamente, te diré a qué lugares quiero entrar cosa que tomas previsiones, ¿te parece? —A Saki no le quedaba otra cosa que aceptar. 

Ya en la escuela de Bill, ambos entraron sin problemas, Tom estaba emocionado, deseaba verlo así que lo llamó y supo que estaba terminando de entrenar en el equipo de fútbol, así que hacia allá se dirigió y se sentó en unas gradas, Saki le siguió. Bill lo vio entrar y le saludó con la mano, temía acercársele porque estaba junto con ese hombre que nada bien le caía, y además estaba sudoroso por el último partido. 

—Así que ese niño juega fútbol —dijo Saki tratando de entablar una conversación, no era por iniciativa propia, era por órdenes de la señora Kaulitz. 

—Sí, es muy bueno. —Saki se percató de esa mirada extraña que Tom tenía para con Bill y cómo éste le sonreía saludándole de vez en cuando, tanto así que perdió la pelota en una de esas que vio a Tom—. ¡Cuidado! —gritó Tom riendo. 

—Ya veo… ¿Son buenos amigos? 

—Así es. 

—Y… ¿qué pasó con la jovencita Brigitte? —A Tom se le removió el estómago con esa pregunta, miró extrañado a Saki, ¿cómo sabía él de ella? 

—¿Qué? 

—Ustedes salían. 

—Eso fue hace semanas, ella es una amiga. —Saki tomaba notas mentales de todo lo que él le decía. 

Pronto se escuchó el silbato del entrenador David dando finalizado el entrenamiento. Bill miró a Tom y le indicó que debía ir a las duchas. Tom asintió, le esperaría todo lo que sea. 

Bill casi corrió a bañarse, Gustav le tenía muchas preguntas pues reconoció quien era ese chico de rastas sentado en las gradas del estadio de entrenamiento. 

—Ey, Bill, ¿conoces al hijo del diputado Kaulitz? —Bill lo miró extrañado—. Ese al que has saludado, ¿lo conoces? 

—Sí, es mi amigo —dijo rápido, quitándose la ropa para bañarse—. Daremos un paseo —le sonrió. 

—¿Cómo? ¿Pero, cómo lo conoces? 

—Es una larga historia, algún día te lo contaré. —Bill comenzó a pensar que sería bueno inventarle una historia. 

Casi desesperado, luego de bañarse, comenzó a alistarse en los vestidores, había sido el primero en terminar y le siguió el pesado de Andreas quien no dudó en acercarse a molestarle. 

—Bill, alguien te está buscando, ¿quién es? 

—Que te importa, aléjate —contestó con voz dura, dándole la espalda mientras se peinaba frente a un pequeño espejo de su casillero, estaba algo angustiado pues quería lucir lindo para su novio. 

—¿Es tu…? —rió y vio como se formaba un rubor delator en las mejillas del otro—. ¡Sí! 

—¡Cállate y déjame en paz! —Andreas se le acercó agresivamente, lo giró y arrinconó contra su casillero, golpeando un poco su espalda, Bill se quejó, pero Andreas era más alto y de cuerpo macizo. 

—¿Crees que no me doy cuenta que tiras para el otro lado, eh? —Bill intentaba empujarlo y logró encararlo con los ojos rojos de cólera. 

—El que tira para el otro lado eres tú, porque te gusto, es eso, ¿crees que no me doy cuenta? ¡Te gustan los hombres! 

—Como a ti —susurró presionándose insinuante. 

—Aléjate Andreas, si me gustaran los hombres el último en la tierra serías tú, así que déjame, no me hables, ni me mires… 

—Te tragarás tus palabras, Bill, ya verás, todos se enteraran lo marica que eres, nena preciosa. —Le tocó el trasero con ambas manos y Bill explotó de irá, gritando se le fue encima así de pequeño que era. 

Los de las duchas y los que permanecían afuera lograron captar los gritos de la pelea dentro de los vestidores, el entrenador entró casi corriendo, agitando a Tom quien veía que algo pasaba dentro. 

—Saki, acompáñame. 

—Pero joven, no creo que sea conveniente —Tom le miró molesto y Saki se puso de pie. 

Adentro, Tom casi corrió al ver que el entrenador tomaba de la cintura a Bill alejándolo del otro muchacho rubio. Gritaba con la cara descompuesta de la ira. Otros compañeros sostenían a Andreas de ambos brazos. El entrenador gritaba airado tratando de controlar su equipo de fútbol. 

—¿Estás bien, Bill? —Tom lo tomó del brazo en cuanto en entrenador lo bajó al piso, Bill respiraba agitado y David lo miraba con desaprobación. 

—¡Cómo se pelean aquí adentró! ¡Qué pasó! —gritó el entrenador. Bill no quería responder delante de Tom, le daba mucha vergüenza tener que responder que era por la insinuación de Andreas. 

—Bill comenzó, se me lanzó encima cual niña llorona solo porque le dije un par de verdades. 

—¡Mentira! —gritó Bill queriendo meterle otro golpe, lo cual el entrenador impidió. 

—¡Niégalo! —Andreas estaba más golpeado que Bill, siendo Bill más pequeño. 

—A mi oficina los dos —habló el entrenador. Los planes de salir al parecer quedarían atrás por ese incidente. 

—Lo siento, Tom —apenas pudo decirle. 

—Voy a esperar a que salgas, no te preocupes, anda ve. 

Casi media hora después Bill salió algo cohibido, avergonzado, más al ver la cara que le puso el guardaespaldas de Tom, éste le miraba con mucha desaprobación, había sido testigo de su mal comportamiento, y ahora regresaba con una sanción que debía dar a conocer a su mamá, estaba en problemas y eso lo estresaba mucho. 

—Vamos —Le abrió la puerta del auto y Bill entró con una sonrisa tímida. Tom entró y Saki manejó. 

—¿Dónde iremos? 

—A un parque. —Pasó su brazo por su hombro, lo abrazó y Bill le sonrió. Sabía que le debía explicaciones, pero se las daría cuando estuvieran solos. Tom se le acercó mucho causando que Bill riera de nerviosismo—. Bill —le susurró al oído—, lamento salir con Saki, nos acompañará al entrar y luego nos dejará entrar solos a los juegos. —Bill asintió—. Te extrañé… —Una traviesa lengua le lamió parte del cuello, Bill suspiró sonoramente. 

—Solo pasaron horas. 

—Lo sé, igual te extrañé. —Aquellas palabras le hacían suspirar, esas sensaciones eran muy agradables, se perdió en la burbuja que era estar cerca de Tom, en ese calor agradable que desprendía su cuerpo. 

No pudo ver que Saki los observaba por el espejo retrovisor. ¿Cuál sería el favor que la señora Kaulitz le había pedido?


¿Cuál será? Pronto lo sabremos~ Besitos a todos.

4 comentarios:

  1. mmm... pues supongo que le pidió que averiguara que relación tenían exactamente su hijo con Bill...
    Andreas ¬¬ puede llegar a ser demasiado molesto...
    Casi casi llega a la parte en donde me quede :D
    ya ni me acuerdo mucho xD por eso ya quiero leer el siguiente.. y el siguiente... y el siguiente... y asi xD jeje...

    Cuidate! besos!
    Criis.

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    1. Hallo <3 síi u_u pidió algo relacionado con eso... Andreas será una piedra en el zapato. Falta creo como 5 capítulos para que haya capítulo nuevo, este fic lo avanzaré rápido hasta terminarlo.
      Besitos <3 Criis

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  2. Eso! seguro ke komo BUENA MADRE je le asignó la tarea de averigüar POR KE SU HIJO Y ESE NIÑO ESTÁN TAN UNIDOS, ke hay detrás de esa AMISTAD... seguro ke lo hace por su hijo.. cri... cri... cri... naaaaaaaaa Esperare ansiosa el sigueinte TKUM DamitaRosa :) ♥ P.D. ese Andreas mereceun enorme piña bien dada por Thomas!!! ¬¬

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    1. Hallo *-* exacto!! <3 tú sabes ;) la seño está curiosa por saber eso... y quizá en los capítulos siguientes Andreas tenga su merecido...
      Besos <3

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