lunes, 8 de octubre de 2012

Polizón - XIV

Hola a todos *-* buen lunes~ les traigo un capítulo un poco triste, ya se imaginarán, espero les guste :D Y el precioso regalo indicado para este capítulo fue dado gracias a xZimmer483x ¡muchas gracias, es precioso! ;_; me conmueve <3


Bill no podía dormir. 

Habían hecho el amor por última vez aunque esto no había sido tan intenso como la vez en el bosque. Tuvo que guardar silencio y solo se deleitó en complacer a Tom con su cuerpo. Tom, al final, totalmente cansado se durmió a su lado, abrazándolo por detrás y respirando en su nuca. Bill veía la ventana, sabía que vería el amanecer en cualquier momento. Su corazón latía esperando eso, aunque era casi una espera agonizante como quien espera morir o algo desagradable. 

Sus ojos parpadearon varias veces ante el inminente sol, la luz entraba por la ventana iluminando su rostro, y sus ojos se cerraron resignados, era el día, lunes para ser exactos, el día de la partida. 

Tom se removió detrás de él despertando. Le oyó suspirar hondamente, con una pesadez palpable, él tampoco quería despertar y Bill casi caía en sueño, estaba tan cansado no había más energías. 


—Hola —dijo Tom en un susurro y luego acarició se mejilla con su pulgar tragando saliva sonoramente, no quería decir más. 

—No quiero levantarme… —Sus ojeras lo delataban. 

—Duerme, Bill. 

—No. ¿A qué hora te irás? —Tom cerró los ojos y se mantuvo en silencio. 

—No quiero despedidas, no quiero que… 

—Te pregunté la hora, quiero saberlo. 

—En la tarde. 

—En la tarde… —repitió con desazón. 

—Sí, y no quiero que… —vio sus ojos y sintió algo en el pecho—. No lo hagamos más difícil, por favor. —Bill asintió y Tom se levantó de la cama, miró a Bill antes de salir—. No prometo nada, no puedo hacerlo, pero tú has sido… eres la persona a quien amo —calló de repente sintiéndose débil y salió por la puerta directo a bañarse. 

Bill se quedó con el corazón latiéndole rápido y se llevó las manos al pecho para sentirlo, ¿qué debía hacer? La angustia crecía a cada minuto y era un suspenso doloroso. 

*** 

En la mesa para el desayuno, una muy habladora Dunja servía leche fresca con buñuelos a los tres jóvenes ahí sentados. Obviamente su preferido era su propio hijo Gustav, éste estaba por casarse y ella estaba un poco triste por eso, dejaría la casa, pero por otro lado la idea de tener a Bill le quitaba un peso de encima. 

—Dale mis saludos a tu madre y hermanos —dijo ella sabiendo que partiría—. ¿A qué hora partes? 

—En la tarde. 

—Entonces mejor nos despedimos ahora. 

—Claro. —Lucía sospechosamente extraño, Bill lo miraba escudriñando sus facciones sin poder descifrarlo. 

—Bill, hoy tenemos trabajo, además, como te lo habrá comentado Tom, hoy empiezan tus clases. —Bill suspiró, ¿cómo estudiaría con ese dolor en el corazón? Sería algo verdaderamente difícil. 

—Serás el mejor —dijo Tom codeándole y guiñándole un ojo—. Eres un chico muy listo, serás muy bueno en tu clase. —Bill abrió la boca queriendo contestarle pero no salió nada, todo lo contrario, logró atragantarse con un poco de pan y Tom tuvo que golpear su espalda para calmarlo. 

Luego del desayuno, Bill se angustió cuando Tom tomó su maleta marrón y abrió la puerta para salir, deteniéndose por un momento al sentir la mirada de Bill clavada en él, volteó a verlo. 

—No vayas al puerto. 

—Tom… —Éste le miró y le sonrió esforzando su sonrisa para que se vea real. 

—Gracias por todo, Bill. 

—Tom… —Avanzó unos pasos hacia él pero Tom alzó una mano deteniendo sus intenciones, Bill llevó las manos al pecho mirándolo angustioso. 

—Será más fácil así. 

—Te veo en la tarde, me daré tiempo para ir allá al puerto. 

—No lo hagas. 

—Por favor, quiero despedirme. —Tom lo miró angustiado, pero luego dio media vuelta saliendo de casa y cerró la puerta. 

Bill se quedó ahí parado con una duda extraña en su cuerpo, quería salir y verlo caminar hacia el puerto, de seguro trabajaría metiendo la carga y podría ir a despedirse. Pero no salió, no quería hostigarlo o molestarlo, sabía que también era difícil para Tom. 

—¡Bill! —llamó Dunja y tuvo que acudir—. Estoy segura que dejé un vestido celeste aquí, es extraño que no esté, es uno con flores blancas de tela brillante, era un conjunto, tenía un sombrero blanco con plumas además de guantes, ¿lo has visto? Tom ya se fue y estoy segura que no me pidió ese celeste para su familia. —Bill tragó saliva. Tom, en la noche, le había quitado el vestido casi arrancándolo de él, estaba hecho una bola debajo de las mantas de su cama. Quería buscar un tiempo en el que esté solo para lavar sus sábanas y ropa. 

—Bueno, no sé qué pudo haber pasado… —mintió, y es que era lo mejor. Dunja detuvo su mirada en él, notaba algo extraño su semblante. 

—Venga para acá, niño. —Le hizo un gesto para que se acercara—. A ti te pasa algo. —Lo miró fijamente y Bill agachó la cabeza, ella cual madre lo abrazó—. Creo que es perder a tu amigo, ¿no? Él representa todo tu origen, ¿es eso? Allá, Inglaterra. —Bill comenzó a llorar con esas palabras, Tom representaba mucho más que todo eso, sin embargo asintió y recibió el abrazo más fuerte que una madre le haya podido dar—. Ya, pequeño, es normal estar así, te entiendo —decía sobando su espalda—. Él volverá, lo hará y tú le demostrarás que puedes surgir como él, ser alguien en esta vida, ¿verdad que sí? 

—Sí, deseo eso. 

—Todo trae un sacrificio en esta vida, sin esfuerzo no lograrás nada. Demuéstrale que valió la pena traerte aquí y todo el sacrificio que eso implicó. 

Esas palabras significaron mucho para Bill. Se secó las lágrimas y asintió suspirando, no más llanto, debía dar la cara a la vida y asumir el peso de perderlo. 

Dunja necesitaba ayuda y mucha, Bill no podía desistir en ello pues necesitaba el dinero para sobrevivir además de que vivía en su casa y comía de ella. 

Cansado y abatido, ayudó en el taller. Dunja sacó algunos vestidos que llevaría a casa de amigas que le habían hecho pedidos, tuvo que acompañarla. 

*** 

—¡Tom! —gritó Andreas—. Eres un tardón de mierda, el peor, anda habla con el capitán, está muy molesto contigo. —Tom le frunció el ceño y gruñó. Sí, había demorado. 

Un día antes debió haberse reportado para el ingreso de la carga, eso era la ley, como una regla para así facilitar el trabajo de ese día, pero él había faltado, sabía que significaba un descuento en sus ganancias, pero la ganancia principal estaba impregnada en su corazón. Había valido la pena haberlo pasado con Bill. 

Rumbo al barco con la maleta llena, se reportó ante el capitán. 

—Ocioso Trümper, te estábamos esperando, ahora sí, ponte a trabajar de inmediato, partiremos antes del medio día, ¡anda ya! 

—Sí mi capitán. 

Salió del barco encontrándose todo el cargamento. Sin embargo, pese a todo lo dicho, él quería cumplir con su último cometido. 

Caminó por el bullicio puerto y llegando al sector de los negocios se adentró en uno. 

Ahí vio aquel objeto que había hecho brillar los ojos de Bill. 

*** 

—Señora Dunja, ya es hora creo yo. 

—Tom dijo en la tarde, estamos cerca de las dos, no pasará nada, por lo general salen a las cuatro más o menos. 

Estaban vendiendo parte de los vestidos a una tienda, Bill estaba ansioso por ver a Tom y despedirse. 

—Bill, ¿quieres saber algo? —preguntó ella con un tono de tristeza. 

—Claro… 

—A Tom no le gustan las despedidas, las odia, en realidad él ya se fue, tenlo por seguro, lo conozco y los barcos suelen salir antes de la tarde… 

Bill se apoyó en el mostrador de la tienda sintiéndose mareado, ella lo tomó del brazo al ver su palidez. 

—Perdóname, pero no iremos en la tarde, estábamos fingiendo. Como te dije, lo conozco. —¿Cómo ella podía conocerlo más que él? Bill le dio la espalda mirando la puerta de la tienda y echó a correr— ¡Bill! —Dunja se quedó algo nerviosa. 

Corrió como cuando escapaba de robar allá en Inglaterra, corrió en busca de esperanza, de verlo, de decirle un adiós y un te amo, de jurarle que no dejaría de quererlo y le estaría esperando, con la esperanza de escuchar algo parecido… 

Llegó al puerto casi sin oxígeno en sus pulmones, apoyando sus manos en sus rodillas respirando bocanadas de aire. Miró hacia el horizonte, había varios barcos allá y un puerto que se adentraba en el mar, el camino por donde había arribado. Corrió por ahí cuando logró distinguir el barco, humo salía de su enorme chimenea y la gente alzaba pañuelos blancos en son de despedida. 

Corrió hasta que los músculos de sus piernas dolieron y llegó hasta el borde del puerto viendo el barco alzar en ancla. 

—¡Tom! ¡Tom! —gritó tan fuerte que su garganta dolió—. ¡Tom! ¡Tom, no me dejes! —la gente le miraba cual desquiciado, pero a él no le importaba—. ¡Tom! 

En la popa, una cabeza conocida se asomó, era él a una distancia, estaba sudado del trabajo en pleno sol y tenía una mirada de desesperación. 

—¡Tom! —alzó sus manos y Tom agachó la cabeza dándole la espalda. Bill no supo qué hacer. Le vio detenerse y luego voltear a verlo. 

—¡Cuídate! —fue todo lo que le dijo y el barco comenzó a navegar, alejándolo de la horilla del puerto. 

—¡Te esperaré! —gritó prácticamente al vacío y luego el nudo en su garganta fue inmenso, doloroso, lo que le impidió seguir hablando. 

En el barco, Tom corría presuroso a su recamara, estaba inundado de sentimientos, temblaba de recordar esos ojos de Bill, su voz gritando allá abajo en tierra. Cómo odiaba las despididas, estaba seguro que con ese incidente las odiaría aún más. 

Andreas le vio y se le acercó. 

—No, Andreas, no me toques —dijo evitando su contacto físico, mas Andreas no desistió. Y lo abrazó. 

—Ya, Tom, ya… —Tom le empujó y le dio la espalda, se sentía patético—. En cierta forma te entiendo. 

—No me hables, no lo entenderás. 

—Estar pillado por un hombre, claro que lo entiendo. —Tom se giró para verlo, era cierto, nadie a parte de él podría entenderlo—. Sabía que algo así podría pasar, estando en el barco, la misma necesidad te lleva… 

—Esto es diferente a lo que quieres decir, va más allá, no compares. —Se secó las lágrimas y frunció el ceño—. Vamos a trabajar, dejémonos de mariconadas. —Andreas asintió. 

Tom fue el primer en retirarse a trabajar, no quería hablar del tema mucho menos con Andreas quien le siguió detrás queriéndole decir alguna palabra que lo animara. 

—Lo olvidarás, es lo mejor, amigo. —Tom frunció el ceño e hizo puños. 

Quizá él quería olvidarlo, quizá, pero también sabía que simplemente no podría. ¿Cómo olvidaría una vivencia así? Él no sabía cómo, no quería pensar en eso. Así que se puso otra meta, solo llegar a casa, solo eso, no más pensar en América por el momento, no pensar en el pequeño polizón al que había dejado, sería lo mejor… No dolería como ahora le estaba doliendo al recordar esos ojos con los que le mirara queriendo que él bajara del barco y corriera hacia él, eso había sido devastador para Tom, una impresión que la levaría consigo quizá por siempre. 

*** 

Bill permaneció parado en el puerto por muchos minutos, minutos en los cuales veía aún el barco navegar sobre las inmensas aguas profundas y misteriosas, el ancho mar, aquel inmenso y casi monstruoso límite que los separaría quién sabe hasta cuándo. 

Dio la vuelta con el corazón roto, ya no latía igual, parecía como si quisiese hacer lo contrario, como un letargo, un desgano, un hoyo negro dentro del pecho que le aprisionaba más. Suspiró hondamente queriendo deshacerse de eso. Miró al cielo azul lleno de aves volando, adornando el día, él solo quería desaparecer. 

“Serás alguien, Bill, mejor que yo” resonó en su mente esa grave voz del marinero ausente que él amaba. Entonces, no debía rendirse, por algo más superior estaba en América y tenía gente que velaría por él todo gracias a Tom, no debía defraudarlo. 

Caminó cabizbajo de regreso a casa, aquel camino se le hizo largo y hasta tedioso. Llegó como cansado, como quien regresa de una guerra sin esperanzas, desmoronado y sin poder fingir lo contrario. Toda la casa lucía ante sus ojos como una cueva negra y afuera, por más verano que sea, parecía el más crudo invierno. 

La partida de Tom había alterado todos sus sentidos. No pasó desapercibido eso para Dunja. Se le acercó asintiendo con la cabeza y alzando su cabeza por el mentón, le miró a los ojos. 

—Apuesto que a Tom no le hubiera gustado verte así, ¿no crees? De seguro él desearía que fueras fuerte como lo es él. —Bill intentó sonreír, qué difícil le resultaba—. El tiempo te ayudará… El tiempo cura todo y te adapta a toda situación, solo tiene que perseverar. Esa es la clave. —Bill asintió, sabía que ella tenía razón—. No te veo bien, quizá puedes descansar, hoy no voy a exigirte trabajar como antes, mañana será otro día. Ve alistarte, hoy empiezan tus clases en una pequeña escuela, Tom me encargó llevarte, ya estás matriculado como alumno libre pues no tienes documentos. 

—Voy, quiero aprender. —Ella lo miró y luego abrazó como una madre. 

Fue a su habitación suspirando para evitar llorar, eso no valdría la pena, no más llanto, Dunja tenía razón, a Tom no le hubiera gustado verlo así, cada que podía le decía que no llorara, Tom no sabía consolarlo. 

Entró a la habitación y abrió una bolsa de tela con sus vestimentas, pero rápidamente se percató de un objeto puesto sobre el mueble que estaba detrás del colchón en donde dormía. ¿Qué era eso? Se acercó descubriendo que era u barco fino de madera tallada muy brilloso y con velas de telas blancas con hilos brillantes. 

—Oh, wow… —Su corazón latió recordando dónde lo había visto. 

Cuando fueron a la tienda en busca de regalos para los hermanitos de Tom, se había quedado fascinado por un barco de juguete, Bill no podía creer que alguien pudiera considerar un juguete semejante obra de arte. Tom había visto su interés y como le brillaban los ojos de la emoción al verlo, pero se indignó cuando el dueño de la tienda le mandó quitar sus manos puestas sobre el cristal en donde yacía el barquito. Tom no dudó en que ese barco sería para Bill. 

Lo tomó en sus manos y un sobre crema cayó al piso, Bill lo vio con interés, había algo escrito en él. Se agachó a recogerlo y vio la caligrafía que sabía era de Tom, cursiva y con letras redondas muy bonitas que su mente no podía descifrar. Se entristeció y a la vez se llenó de ansiedad por querer saber qué decía, el sobre estaba muy bien cerrado. 

Con algo de duda y vergüenza fue al cuarto de costura de Dunja y entró con cierto temor. Ella lo miró con escrutinio y él le extendió el sobre. 

—No puedo leerlo… —Ella tomó el sobre curiosa. 

—Aquí dice: Para Bill, ábrelo cuando sepas leer. 

Bill se quedó mirando a Dunja y ella le sonrió. 

—Ya sabes pequeño, tienes una tarea. —Le guiñó un ojo y Bill sonrió apenas, era verdad… 

Regresó a la habitación y sacó su barco, era mediano que casi podía abrazarlo. Se asomó otra vez al cuarto de costura. 

—Señora Dunja, ¿puedo subir a su azotea? 

—Claro, pero ten cuidado con el perro. 

Subió siendo recibido por un perro todo sucio, sintió pena por él y se sentó a su lado, el animalito le movía la cola e intentaba lamerle el rostro, Bill sonrió ante eso. 

—También estás solo… 

Quería estar allá arriba por un momento, solo para ver la claridad del día y el cielo, para no sentir que se hundía en su tristeza. 

Se sintió como ese perro de pelaje gris, cuidaría de él ahora. 

Alzó su barco hacia el cielo, los rayos del sol colisionaban en él haciendo que se viese como real, el azul del cielo parecían las aguas marinas y las escasas nubes la espuma que el barco levantaba a su pase. Hermoso… 

Recordó aquel viaje extraño y las sensaciones que sentía al estar en la habitación de Tom, ese confort y seguridad que sentía al estar a su lado, al verle entrar por la puerta y quedarse con él. 

Antes la sensación de estar enamorado le era desconocida, pero ahora podía sentirlo y aunque eso en cierta forma lo debilitaba ahora lo tomaba como especial 

—Te voy a esperar toda la vida —habló con la mirada hacia el cielo—. Juro que no habrá otro en mi corazón que no seas tú… 

*** 

El capitán mandó a todos a sus labores. Tom estaba más que cansado, estaba casi deprimido, pero debía trabajar, debía hacerlo. 

Terminó de limpiar la cubierta y todo se tornó naranja pues el sol se ocultaba a lo lejos del horizonte. Muchas aves sobrevolaban el barco y la gente nueva estaba sobre la segunda base conversando, él debía atenderlos. 

Miró hacia el horizonte por donde quedaba América, esa hora de seguro Bill estaba asistiendo a sus clases para aprender a escribir. 

—Serás grande, Bill. —Apenas dijo. 

Se quedó viendo el horizonte y en él la sonrisa de Bill se vio reflejada, así lo recordaría, con ese brillo en sus ojos y sus mejillas redonditas, sus preciosos labios y el sonido de su suave voz. 

Merecía ser recordado.

;_; waa, recordar cómo lo imaginé me puso triste u_u veremos qué más pasa. Un abrazo a todas <3

8 comentarios:

  1. Llore!! te lo juro :''') hace mucho no lloraba leyendo un fic, snif!! hermoso sin duda.. ^_^ ya quiero ver el proximo, actualiza pronto por favor!! quiero saber que pasacon el peque?o Polizon >_<

    nos leemos en el siguiente
    un beso :*

    Meowwww!! :"3

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    1. Hallo <3 oh u_u lloraste? lo siento... al releerlo me puse triste porque recordé todo lo que imaginé y este pequeño Bill me conmovió.
      Veremos qué más pasa.
      Besos <3

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  2. Dios santo, no pude evitar llorar :c nunca habia leido una despedida tan triste, me hizo rememorar cuando me dejó mi primer novio, él también tenia que irse y eso fue lo mas triste que me habia pasado hasta el momento :C
    Que buena idea tuvo para que Bill aprenda a escribir, estoy deseando que sepa leer la carta y vea que dice c:
    Saludos Pinky~ Te leo pronto♥

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    1. u_u lamento que te haya hecho recordar a cuando rompiste, de hecho tengo recuerdos así... Veremos si Bill aprende a escribir n_n tiene una nueva motivación.
      Besos <3

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  3. ese capitulo es tan triste ;_; podría leer tus fics una y otra vez y no me canso XD y tampoco pierdo la emoción askldjas espero que te vaya bien pink, bye :D

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    1. hallo <3 gracias *-* tremendo honor~ espero te vaya bien también a ti *-*
      Besitos <3

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  4. aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhh mierdo *-* , mierdo u____U aunque ya sepa que sigue, igual me produce mucha emocion este capitulo asadsadsda!! Amooooooooooo! =´(

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    1. <3 muchas gracias por amarlo, veremos qué más pasará... pronto subiré
      besos <3

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