domingo, 28 de octubre de 2012

Mejor Amiga - V

Hola a todos, el fin de semana muere u_u pero esperemos pasarla bien. Les traigo capítulo 5 de este fic que ya se acerca al desenlace final. Besos a todos :*

Los rayos del amanecer entraron por la ventana de la habitación. Annie dormía plácidamente sobre el pecho de Bill que también dormía cansado después de lo que había pasado, y es que ahora sabía en qué terminaban las caricias… Cuando Annie empezó a tocarlo aún más, él no pudo más y abrazado a ella experimentó su primer orgasmo. 

Annie pestañeó levantándose, despertando a Bill en el proceso. Apenas había luz, pero ya las avecitas cantaban alborotadas por un nuevo día. 

—Buenos días —dijo ella y luego le dio un pequeño beso en sus labios, Bill sonrió. 

—Buenos días… —habló aún cansado. 

—Debo irme, justo ahora o… ya sabes… 

Y así fue. Ella salió por la ventana, Bill quería acompañarla, pero sabía que no podía. Antes de bajar, Bill la besó prometiéndole que la vería ni bien pudiera salir de la casa, estaba tan ilusionado. 

Annie corrió a su casa en su camisón y cuando llegó a ésta, entró por la parte trasera, subió escaleras arriba lo más rápido que dieron sus piernas y cuando estuvo en el pasillo por entrar a su cuarto, su madre la encaró. 

—¿Annie? —Ella tragó saliva viendo a su mamá acercarse con en ceño fruncido y una vara en sus manos. 

Las piernas le dolieron tanto después que recibiera su castigo, se las miró cuando pudo recostarse en su cama, tenía líneas rojas que pronto se pondrían moradas. Cerrando sus ojos llenos de lágrimas se lamentó y rogaba para que Bill, allá en su casa, estuviera mejor que ella. 

*** 

Había pasado ya tres días, Annie moría de la ansiedad de saber de Bill, pero después de haber escapado en la noche quién sabe a donde, sus padres la castigaron. En su habitación encerrada, bordando algunos pañuelos para pasar el tiempo, sentía que iba a morir si no sabía nada de Bill. 

Bill por su parte, había podido salir, pero en cuanto pudo visitar a Annie, la mamá de ella le informó que Annie estaba castigada por hacer travesuras, él pudo suponer que se refería a pasar la noche fuera de casa… se sintió culpable. 

Regresó ese día a casa. Faltaba aún un mes para que volvieran a la escuela, así que sin mucho qué hacer, las vacaciones se tornaban tristes si no la pasaba con alguien. 

Pero Simone tenía planes y los pondría en marcha esa misma tarde. 

Hace algunos meses atrás, atormentaba a Bella diciéndole que debía relacionarse más con chicos también, que todo el tiempo con Annie, no la llevaría lejos en el sentido que Simone quería. Así que llamó a Bella a la sala, para hablar seriamente. 

—¿Qué es esta vez? —preguntó él, algo fastidiado. Simone se sentó con una sonrisa en sus labios y tenía un sobre en sus manos. 

—Pues tengo algo para ti. —Sonrió mostrándole los dientes—. Pero no te lo daré sin antes decirte algunas cosas especiales para mí, Bella… —Bill se cruzó de brazos suspirando resignado. 

—¿Y eso qué será? No me gustan los misterios. 

—Pues, ya eres toda una señorita, y muy bonita —Bill frunció el ceño—, he pensado que… que es tiempo de pensar en tu futuro, como tu madre quiero lo mejor para ti. 

—Pues lo mejor para mí, lo estoy pensando mamá, creo que es ser quien debería ser. —Simone se puso seria, Bella se le iba de las manos cada vez más. 

—Eres quien debes ser, mírate Bella. —Bill tragó saliva, comenzaba a ofuscarse—. Y tengo algo para ti, que precisamente no viene de mí directamente… —Le extendió un sobre, era como una carta, Bill dudó en tomarlo o no, pero al final, lo hizo—. Ábrelo. 

No tenía la más mínima idea de qué podría ser, pero aún así, lo abrió con un ánimo pesado, era una carta muy extraña. Simone se emocionó cuando al fin vio a su “hija” leerlo. 

«Hola Bella: 

Estoy ansioso de conocerte, me han hablado mucho de ti, que eres una joven hermosa y muy educada, no puedo esperar para nuestra primera cita y hasta te tengo un presente. Me dicen que te gusta mucho el arte, has de ser muy talentosa. Por mi parte, quiero que sepas que ya soy profesional y estoy dispuesto a que nada te falte, manejo un negocio familiar, es una tienda de muebles, ya conocerás. 

Estaré allá dentro de una semana, entonces espero muy ansioso ese día, bella dama. 

Atentamente: Georg Listing.» 

Bill solo pudo leer la primera parte y miró retadoramente a su mamá quien estaba con los ojos aguados de la emoción. 

Ella le había conseguido un novio en otra cuidad. Cuando pudo viajar, habló con un amigo suyo, y le mostró la foto de su hija, una linda foto que pudo sacarle con un vestido como de princesa. Aquel amigo era el padre de Georg, un joven muy apuesto de unos veintidós años, trabajador y buen hombre, ideal para Bella, según Simone. Ella sabía que Bella sería incapaz de hacer aquello por su cuenta, por lo que quiso hacerlo ella misma, como un favor que Bella debería agradecer eternamente. Lo cierto era que pasaría todo lo contrario. Bella se puso en pie y delante de Simone rompió la patética carta, los ojos se le aguaron de tanta rabia y gritó: 

—¡Estoy harto! ¡Harto de tus ocurrencias estúpidas de tratarme como chica! —Tiró el papel de la carta en el suelo—. ¡¿Quieres que me desnude ante ti y veas lo muy mujer que soy?! —Simone se levantó de su sitio y con la furia en sus ojos se le acercó para golpearla, Bella retrocedió pero trastabilló y cayó al suelo. 

—¡No me alces la voz, Bella! —Se agachó para tomarla de un brazo. Pero ella no era una niña de porcelana, era un jovencito, y con esa consigna bien impuesta en su mente, se zafó de su madre y se alejó un poco. Esta vez no iba a permitir que lo golpeara, o que lo encerrara, no más de todo aquello. 

—Todo lo hago por ti, por tu bienestar, porque te quiero y me preocupo por tu futuro. —Bill tenía un molesto nudo en la garganta por lo que le decía, estaba airado y a la vez dolido, su madre, esta vez, había ido muy lejos. 

—¿Te has puesto a pensar si me agradan los hombres? —Simone abrió los ojos un poco asustada de que no sea así. 

—Tienen que Bella, te crié para que fueras una señorita decente y lo eres, no puedes… 

—¡No puedo qué! No nací como tú querías, ¡qué pena, pero no me seguiré sacrificando! ¡Quiero mi libertad! 

Era su último grito, sentía que las piernas le temblaban, él no podía saber e identificar, por qué le temía tanto a su madre, pero era así; su mirada era intimidante, penetrante y hasta manipuladora… si tan solo pudiera librarse de ella, pero no podía, sentía que ella podía controlarlo tan solo con su fría mirada. Así que cerró los ojos. 

—¡Escúchame, Bella! —Simone fue donde él y lo tomó del brazo, presionándolo un poco. —¿Quieres seguir viendo a Annie? —Bill abrió los ojos sorprendido y un poco asustado. 

—No-no entiendo… —tartamudeó buscando en los ojos de su madre respuesta. 

—Es con la única que hablas aquí, te lo prohibiré, es más, hablaré con su mamá… 

—No puedes hacer eso, es mi mejor amiga. 

—Puedo Bella, y quiero hacerlo, pero creo poder arreglar eso, por tu futuro mi nena, tendrás la cita con el joven Georg, es un buen tipo, muy apuesto, tú no lo has visto aún, cuando lo veas lo sabrás. —Bill estaba estupefacto, totalmente anonadado, Comenzó a creer que su madre estaba completamente loca, y es que, algo así no podía salir de alguien coherente, eso era de enfermos. 

—No quiero —apenas susurró, pero pudo ver tanta rabia en los ojos de su madre que decidió agachar la cabeza, resignado evitando mirarla. 

—Entonces no tendré otra opción. —Soltó su brazo, y quiso ir por sus llaves. 

—Espera —susurró Bill, podía presentir que iría a la casa de Annie, y quién sabe qué iba a decir allá. Simone había encontrado la manera perfecta de tenerlo bajo control. Volteó a verlo y Bill con la mirada hacia en suelo, suspiró—. Acepto… 

No dijo más, recibió un abrazo prolongado de su madre y luego fue a su habitación con ella a ver los preliminares. Quiso escapar, mentalmente al menos, quería pensar en Annie y olvidarse todo lo que pasaba en la realidad mientras era vestido con tantos bellos vestidos por una emocionada Simone, él solo se dejaba como si fuera una muñeca de trapo. 

*** 

Algunos días habían pasado y la ilusión de estar con Annie había pasado a sentirse como un sueño lejano e imposible, aún así era lo único que podía mantenerlo vivo, odiaba tener quince años y tener que doblegarse a las voluntades insanas de su madre. 

Estaba en su habitación y Simone le amarraba un corset, ajustándolo de tal manera que creía que no podría respirar después. 

—¡Mamá! Basta, esta cosa en verdad es incómoda. 

—Formará tu bella cintura cariño, solo… —Ajustó un poco y Bill gritó—. Un poquito más, ya está. —Prácticamente no podía ni suspirar. 

Hoy sería el día en que el misterioso Georg llegaría a casa junto a su padre para conocer supuestamente a quien sería su prometida. Bill estaba decidido a desilusionarlo, pero Simone confiaba en la belleza de su “hija” para hacerla casar con ese buen partido. Mejor para ella hacerlo lo más pronto posible, para así completar su sueño frustrado, lo viviría mediante Bella. 

Las horas pasaban y tenía puesto un hermoso vestido lila, el que no quería usar en sus quince años, Simone lo había convencido. Ella salió de la habitación dejando a Bill solo por un momento. 

Frente a su espejo, apreciaba su imagen, tan retocada, no quería tener las mejillas así de maquilladas, decidió quitarse ese rubor patético con una esponjita. Miró en su mesita, aquella caja de maquillaje que Annie le había regalado, sonrió ante eso, quizá permitiría tener sus ojos delineados, solo eso. 

Llegó la hora. Un auto se estacionó cerca de la casa y apreció por su ventana un joven muy apuesto vestido de traje, que entraba a la casa junto a su padre. 

—¡Joder! ¿Ahora cómo escaparé? —se interrogó, tenía tanto temor de desilusionar a su mamá y que después hubiera algún tipo de represalia. Tenía temor además, de ilusionar a aquel joven, y luego se la pagara con su mamá; porque, tarde o temprano, él sabría que su prometida era un hombre. Eso sería catastrófico, no podía creer cómo había podido seguirle el juego a su mamá hasta ahí, pero el temor de perder a Annie era capaz de mucho. No quería perderla. 

Pronto, su madre subió a su habitación para hacerlo bajar. Estar vestido de esa manera hacía que sintiera demasiada vergüenza. Exactamente no sabía qué hacer. 

Al bajar las escaleras, Georg le extendió una mano, le hizo una reverencia y luego le besó en la mano. Bill hizo una mueca de asco, pero tuvo que contenerse. 

—Bella, haces alusión a tu nombre, eres hermosa y bella. —Georg estaba embelesado, Bill se puso a pensar por un momento si la naturaleza había sido cruel con él al darle finas facciones y que lo pudieran confundir tan fácilmente con una chica y una muy bella por cierto. 

La reunión especial transcurrió tan lenta para Bill. Sentía que se asfixiaba con el vestido tan ajustado, y no soportaba esa manera en la que Georg lo miraba, casi comiéndole con los ojos descaradamente, ponía los ojos en blanco y trataba de no verlo. 

—Dejemos que los jóvenes se conozcan —habló el padre de Georg, contento de ver a su hijo feliz con la que sería su esposa en algún futuro. 

Simone animó a Bella a salir de la casa junto a Georg, a que le mostrara el jardín que tenían ahí mientras que con el padre de éste, hablarían del futuro. Bill tragó saliva y salió obedeciendo. 

La miraba de Georg por un momento le dio pena, él no merecía ser engañado así, pero revelarle su secreto en ese mismo instante, sería fatal para todos. 

Se dejó tratar como si realmente fuese una princesa de cuento. Le mostró el jardín y congenió con él lo más que pudo, evitando cualquier conversación en la que tuviera que ser involucrado sentimientos, o cosas del futuro, pero Georg lucía ansioso. 

—Tengo un negocio familiar… En tus cartas me decías que te gustaba mucho el arte —¿cartas? Debió imaginar que su mamá las escribía por “ella”. 

—Pues sí, pero también me gusta mucho los deportes, sabes. —Georg alzó una ceja—. Sí, el fútbol, soy buena en eso. 

—Pero sabes cocinar, eres muy hacendosa y delicada, como una flor. 

—Para nada, es lo que más odio hacer, en serio, detesto hacerlo, si algún día me casara, no cocinaría, buscaría ser libre. —Le sonrió mostrándole su bella dentadura, Georg le miraba algo anonadado. 

La conversación se hizo más cansina cada vez. Georg empezaba a desilusionarse poco a poco, la princesa Bella no parecía estar muy contenta con él, eso pudo percibirlo. Así que hablaría con su padre acerca de si valía o no la pena casarse con ella. 

El día transcurrió, y cuando Georg se fue, Bill pudo quitarse el corset tan incómodo que tenía, darse un baño y meterse a su cama a dormir. Simone le hablaba del éxito que había sido esa cita, que pronto estarían poniendo un fecha para el compromiso y luego una boda. Bill trataba de ignorarla, había hecho todo lo que le había exigido, ahora esperaba con ansias tener más libertad. 

—Buenas noches —dijo antes de salir. 

—Mamá… —llamó algo indeciso—. ¿Mañana pondré salir? —Simone le sonrió y asintió. 

—Claro que sí mi corazón. —La puerta se cerró y por fin Bill pudo sonreír de verdad. 

*** 

Casi una semana sin verse, Annie lucía realmente hermosa en un vestido primaveral, con los hombros descubiertos y su hermoso cabello largo suelto. Habían podido encontrarse en la pradera. 

—Te extrañé demasiado —le decía al oído mientras olía sus cabellos abrazándola por la cintura, ella reía nerviosa, emocionada, había extrañado a Bill y ni podía imaginarse todo lo que en la semana había pasado. 

—También yo y… —Ella suspiraba nerviosa mientras los labios de Bill repartían pequeños besos en su largo cuello. 

—¿Y? —Para él era toda una delicia sentir que podía atreverse a besarla porque ella era ahora su novia. Confianza siempre se habían tenido, así que se sentía con el derecho de poder besarla así, además había pasado tanto tiempo, para él era como meses, sentía que debían recuperar el tiempo perdido. 

—No hay nadie en casa, por eso salí… mi madre ha ido a visitar a mi abuela junto con Cristina. —Era su hermanita menor—. Y mi papá está en un negocio —decía aquello con una sonrisa en sus labios—. Ven conmigo… —Tomando su mano lo jaló por un camino lleno de flores. 

—¿Dónde vamos? —Su corazón latía, al fin tiempo con ella… 

—Es una sorpresa Bill. —Volteó a verlo y él le sonreía tan emocionado. 

Annie se ruborizó un poco… lo que iba a hacer, jamás lo había planificado de esa manera. Pero ella quería, y por la mirada de Bill, sabía que a él le iba a gustar…

n_n Esperen el siguiente capítulo, ¿podrá explicarle Bill todo lo que está pasando? ¿Annie entenderá? Veremos~

4 comentarios:

  1. ...Qué van a hacer? o.Ô
    espero mi mente no me este jugando una mala pasada....

    Qué difícil es ser Bill :S pobre, espero se pueda liberar de ese martirio pronto.

    cuidate, besos...
    Criis.

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    1. jajajjaaj veremos qué es lo que harán >:3
      y si u_u pobre Bill con semejante madre
      Besos <3

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  2. y pensar ke ay gente asi como su mama de Bill...ke "piensan" ke hacen lo mejor para sus hijos...pero lo unico ke hacen es lastimarlos y hacer ke su vida sea miserable...:( ojala y pronto pueda enfrentarse asu mama y salga de ese suffrimiento lo antes posible...SALUDOS BESOS Y APAPACHOS!! ^^..espero el proximo!! ;) ..cuidate! :3

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    1. Hallo <3 u_u sí, creo que hay gente de todo tipo en este mundo.
      Esperemos tanta esperanza~
      Besos, pronto lo que sigue.

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